26/02/2015 06:35 PM
Buenas compañero!!
Aquí estamos otra vez, acompañando a la joven Lidias en su huída. Se me antoja que realmente este es el comienzo de la aventura, o al menos de SU aventura; tampoco vamos a olvidarnos de Roman.
Realmente para una princesa, seguramente sobreprotegida y agasajada en sobremanera, tiene que ser un paso difícil el lanzarse a lo desconocido; hay que reconocerle el valor. Imagino que se llevará muchas sorpresas en este viaje y que, posiblemente, pase por malos momentos... quién sabe...
Te dejo algunos comentarios:
Y nada, a seguir. Nos leemos!
Iep!!
Aquí estamos otra vez, acompañando a la joven Lidias en su huída. Se me antoja que realmente este es el comienzo de la aventura, o al menos de SU aventura; tampoco vamos a olvidarnos de Roman.
Realmente para una princesa, seguramente sobreprotegida y agasajada en sobremanera, tiene que ser un paso difícil el lanzarse a lo desconocido; hay que reconocerle el valor. Imagino que se llevará muchas sorpresas en este viaje y que, posiblemente, pase por malos momentos... quién sabe...
Te dejo algunos comentarios:
(26/02/2015 12:07 AM)Ledt Wrote: La puesta de sol inminente en el horizonte infinito, se dibujaba en los ojos de Lidias que le salía al encuentro.
—Se apeó con un esfuerzo sobrehumano, al sentir cómo las piernas entumecidas le temblaban cuando quiso posarse sobre el estribo—.
—Y podría tener un desenlace aún más triste —enfatizó Lidias mirando con disimulo a (¿hacia?) la ventana, deseando no aparecieran los hombres del palacio buscándola—.
—No —se apuró en contestar—. Y no tampoco (sobra una de las dos palabras) debe saberlo.
Jen venía por el pasillo cargando tres bolsas de oro, la princesa corrió a su encuentro y las recibió con prisa. Una venia despidió al escudero y la muchacha desapareció rauda por el pasillo.
«¿Cómo hacen los varones cuando cabalgan durante días?», el escozor no parecía menguar por más que se sobaba
Más atrás aun podía ver las sombras del lejano bosque de abetos, el cual unas dos horas atrás había cruzado.
Luego de beberse más de la mitad de su cantimplora, la princesa echó mano de sus alforjas en busca de queso y algunas setas secas, de las que se había hecho antes de partir.
Las caricias tibias de la alborada, con sus rallos de luz, desvelaron los claros ojos de la princesa, que de súbito aparecieron tras el despertar de sus párpados.
Reodem, tenía entendido era una ciudad de mineros, el comercio era próspero, aunque era un sitio peligroso,
Así pues, de cualquier modo aún tenía que estar más cerca de las cumbres para decidir dónde ir, quién sabía si la fortuna le sonreía, quizá hasta se encontrara de frentón (¿frente?) con las murallas de la urbe.
Si bien parecía que el azar estaba de su parte, tampoco se lo puso tan fácil, después de todo, encontró el río; pero llegar a sus aguas por ahora estaba complicado, justo bajando una quebrada, donde la foresta parecía emerger de la nada, un tupido bosque de robles le saludaba y se burlaba de su desdicha al no poder bajar el empinado barranco que les separaba de ellos y el río. Echó trote bordeando el precipicio con la esperanza de encontrar más adelante alguna pendiente menos elevada, donde poder bajar.
Y nada, a seguir. Nos leemos!
Iep!!