16/03/2018 12:36 PM
(This post was last modified: 16/03/2018 01:39 PM by Fernando Martín Ramos-Catalina.)
Prólogo Aquí
Capítulo 1: Marcado con fuego
Lucien se despertó de repente, gritando. Podía sentir como el sudor le bajaba por la frente mientras respiraba frenéticamente. A su lado estaban de pie sus padres, con cara de gran preocupación, cogidos de la mano. Lucien miró a su madre a los ojos, y pudo ver claramente su inquietud. Nunca la había visto con tan mala cara.
-¿Qué ha pasado?-
-Estábamos acostados y de repente has empezado a gritar en sueños, así que nos hemos levantado a ver qué te sucedía-dijo su madre mientras movía nerviosamente las manos.
-¿Te encuentras bien?- preguntó su padre. Aunque tenía un semblante mucho menos preocupado que su madre, el malestar en su voz era más que evidente.
-Creo que si, no os preocupéis y volved a la cama,mañana tenéis que trabajar,y solo ha sido una pesadilla - Dijo Lucien mientras se limpiaba el sudor de la frente con la mano.
-Está bien hijo, pero si necesitas lo que sea ,avisamos,¿vale?-
-Si papá, no te preocupes, de verdad que me encuentro mejor-
Sus padres asintieron, y se fueron del cuarto sin hacer apenas ruido. Lucien, ya más calmado, miró la hora. Eran las 4 de la mañana. Por suerte era lunes, y no tenía clase. Había sido una pesadilla horrible, pero no dejaba de ser eso, solo una pesadilla, así que decidió no darle más importancia. Al final Lucién se durmió de puro cansancio, y esta vez pudo hacerlo en paz. Parecía que la pesadilla le había dado un respiro, de momento.
Comenzó a sonar la alarma del móvil, con ese pitido tan agudo que le daba dolor de cabeza. Lucien miró la hora. Eran las 10:30, así que totalmente desganado se levantó de la cama, y se incorporó. Su cuarto mantenía ese desorden tan característico que tenía.
Tras desayunar, se marchó al gimnasio a pesar de su cansancio. El ejercicio era una de las pasiones de Lucien. Mientras estaba en el gimnasio, se fijó en que una de las chavalas le miraba con atención.No le sorprendió que se fijara en él dado su físico.
De complexión delgada aunque fuerte, media alrededor de un metro setenta y cinco. Su pelo, negro como el carbón, estaba cuidadosamente cortado, y un flequillo le caía por la frente. Sus ojos tan brillantes como dos esmeraldas finamente talladas,junto a una nariz delgada y estilosa, le daban unas facciones bastante bellas.Tenía los labios carnosos y un pequeño bigote, acompañado por barba muy recortada y totalmente perfilada.Esta se extendía por debajo de su cara hasta la altura de la nuez ocupando una pequeña parte del cuello. Con unos hombros anchos y fuertes acompañando a unos brazos bien musculados, Lucien mantenía el equilibrio entre la belleza y la potencia física.
A su vuelta, se duchó y se puso a estudiar, esperando la llegada de sus padres para comer. Cuando la hora se acercaba al fin, preparo la mesa con esmero y cuidado, poniendo cada cosa en su sitio exacto, tal y como a él le gustaba.
Fue entonces cuando noto un ardor en el dorso de ambas manos. Era bastante molesto,y empezaba extenderse lentamente. Lucien notaba cómo le palpitaba, y sentía como la quemazón trazaba unas líneas en sus brazos, pero por mucho que se los mirara, no veía absolutamente nada. Tras pasar un rato, esta fue desapareciendo poco a poco, asi que decidio no darle más importancia.
Sus padres volvieron de trabajar, y los tres se repartieron en la mesa.
-¿Que tal tu mañana hijo, has podido descansar el resto de la noche?-Dijo su madre antes de empezar a atacar a la sopa.
-Bueno, he podido dormir un poco, gracias por preocuparte, por cierto ¿Sabeis algo de los primos? Hablamos de quedar en el próximo fin de semana todos juntos-
-Si que he hablado con tu tía, y hemos decidido comer el sábado en el restaurante chino que está frente a su casa-
Lucien no pudo contener su sonrisa ante la noticia, hacía tiempo que no veía a sus primos. Los tres se habían criado casi como hermanos, y sus tíos eran prácticamente como sus segundos padres. Era una pena que últimamente se hubieran distanciado un poco debido a las obligaciones.
-Bien, hace tiempo que no nos reunimos en familia- Respondió Lucien -¿Y como ha ido el día en el taller?-
-No podemos quejarnos, para como están las cosas en el negocio de la carpintería, no nos va mal. Tu madre nos ha conseguido un par de clientes que quieren hacer grandes obras gracias a su maravillosa simpatía, así que no tendremos problemas de trabajo en un tiempo. Si esque es la secretaria más guapa y apañada del mundo- Dijo su padre con cariño.
Ante su comentario, la madre de Lucien comenzó a reirse mientras se sonrojaba. Entonces su padre se acercó a ella y le dió un beso en la mejilla, mientras que ambos sonreían.
Lucien terminó su comida con rapidez mientras hablaba del taller con sus padres, y tras esto decidió echarse una siesta, para reponer fuerzas. Tras dormir un buen rato y pasar la tarde estudiando y haciendo esquemas, se preparó para la salida nocturna con sus amigos, así que sacó la ropa que tenía pensada ponerse y la llevo al baño. Tras salir de la ducha, miró su reloj y vio que la hora a la que habían quedado se le echaba encima, así que cogió sus cosas y se puso en marcha. Salió a toda prisa por la puerta, sin despedirse siquiera de sus padres.
La noche transcurrió con normalidad, un buen rato con sus amigos y una buena charla acompañada de algunas cervezas, así que ya sobre las dos de la noche Lucien volvió a casa y abrió la puerta con mucho cuidado, para no despertar a nadie. Estaba bastante cansado así que se cambió rápidamente y se metió en la cama, y con una sonrisa en la cara, fue cerrando los ojos poco a poco a medida que el cansancio invadía su cuerpo, y en apenas un instante, cayó rendido ante el dulce abrazo del mundo de los sueños.
Lucien se despertó, podía sentir el frío suelo de piedra en su moflete, helándole la cara. Abrió los ojos lentamente, y puedo ver que estaba tumbado boca abajo, en un lugar muy oscuro. No lo dudo ni un instante, había vuelto de nuevo al sitio de su pesadilla, podía sentirlo claramente, la misma oscuridad tan vacía y el mismo silencio sepulcral. Se puso de pie, y miró hacia la inmensa oscuridad del lugar. Ando un poco, hasta que pudo ver una columna como las que había visto la otra vez y se acercó a ella. Podía sentir el frío subiéndole de los pies al cuerpo, ya que estaba descalzo. Cuando llegó a la columna se sentó y apoyó la espalda en ella. Se revolvió un poco hasta que encontró una postura que le resultaba más o menos cómoda, y allí se quedó, esperando a despertarse de nuevo. Aquella vez no tenía miedo, ya que no había nada que temer. Para él aquello era simplemente un mal rato pasajero, que acabaría cuando se despertara y que no tenía ninguna trascendencia.
Entonces pudo ver dos pequeñas luces rojas a unos metros. Brillaban de manera suave,y eran unos pequeños fuegos ardientes.Estaban a muy poca distancia la una de la otra y parecían dos pequeños ojos en aquella inmensa oscuridad. Le sorprendía lo realista y oscuro que podía ser su subconsciente. Aquellas dos luces se acercaban a él lentamente, y entonces, una voz partió de donde se encontraban.
-¿Acaso no puedes verme, o simplemente eres tan tonto como para no temer lo que no conoces?- dijo una aguda y chirriante voz.
Lucién se sobresaltó ante aquella voz claramente inhumana, la misma que oyó justo antes de acabar la pesadilla la vez anterior. El miedo apareció de repente en la cabeza de Lucien, haciéndole un nudo en la garganta y produciendo que empezara a temblar como si de un flan se tratase.
-¿Quién eres?- dijo Lucien haciendo un gran esfuerzo por hacer brotar las palabras de su boca.
-Iskatar, y a pesar de lo que piensas, no quiero hacerte daño- dijo la voz, mientras las luces se movían trazando círculos a su alrededor desde el cobijo de la vasta oscuridad.
Lucien se quedó atónito, no conocía a ningún Iskatar, y no tenía ni idea de que era aquella voz. Tras unos cuantos segundos en silencio,hizo acopio de valor, y pregunto, aun con la voz temblando.
-¿Y qué quieres de mí? ¿Dónde estamos?¿Qué eres?- Dijo atropelladamente
-Más despacio humano, no puedo entenderte si vas tan rápido-
-Vale,está bien¿Quién o qué eres?-
-Soy algo que no estás preparado para entender aún,lo descubrirás en su momento-
-¿Preparado yo, para qué?-
-Todas tus preguntas tendrán su respuestas, pero debes confiar en mí, al fin y al cabo, llevo mucho buscándote -
-¿Buscándome?- dijo Lucien
-Si, esperando encontrarte cuando llegara el momento-
A estas alturas, todo su miedo había desaparecido ya, cosa que Lucien no podía entender, no tenía sentido, era algo irracional. No sabía que era Iskatar,aparte de un producto de su imaginación, y sin embargo algo en su claramente inhumana voz le resultaba cálido, casi diría familiar, y le hacía confiar en él en cierta medida.
-Tu no estas listo para preguntarme,así que yo te preguntare a ti-
-¿Porque no estoy listo para preguntarte?-
-Eso es una pregunta, humano- dijo aquel ser en tono burlón.
-Está bien Iskatar, pregunta-dijo Lucien refunfuñando.
-¿Cómo te llamas, humano?-
-Me llamo Lucien-
-¿De donde eres?
- De una ciudad llamada Panthea-
-Y dime, Lucien¿Qué es lo que más deseas? -
La pregunta cogió al joven por sorpresa.
-Supongo que ser feliz-Dijo sin mucha determinación.
-Es un poco vago ¿No crees? ¿Quizás algo más concreto?-
Entonces Lucien medito un poco sobre su respuesta, intentando hallar lo que más deseaba.Tras un rato, al fin creyó saber lo que era.
-Quiero hacer algo grande, que deje una huella en el mundo y lo haga un lugar mejor-
-Vaya, un deseo noble a la vez que ambicioso, me gusta-
Tras un pequeño silencio, Iskatar volvió a hablar.
-Quiero saber más cosas de ti, joven Lucien-
-Está bien- Dijo Lucien
Al fin y al cabo, qué daño podía hacer contarle su vida a uno de sus sueños.La conversación con Iskatar se dispersó en varios temas, y poco a poco Lucien fue respondiendo a todas sus preguntas, a medida que le perdía el poco miedo que le quedaba, y la curiosidad crecía. Se sorprendió de cuán creativo podía ser.
Iskatar pregunto a Lucien por los humanos, cómo vivían, cómo se organizaban, y se preocupaba por intentar entenderlo, aunque algunas cosas le resultaban complicadas de entender. A pesar de todo, Lucien sentía que aquel ser ponía un verdadero interés por conocerlo, así que una vez se sintió con algo más de confianza le lanzó una pregunta
-Iskatar, ¿para que quieres saber todo eso?-
-Para entenderte-
-¿Entenderme?-
-Prometí que cuidaría de ti, y para poder hacerlo tengo que conocerte mejor-
-¿Por que prometiste cuidar de mí?
-Esa es una pregunta cuya respuesta no puedo darte aún-
- ¿Y cuando podrás?-
-Pronto, los humanos sois muy impacientes, deberíais aprender algunas cosas de nosotros-
-¿Nosotros, acaso hay más como lo que que seas tú?-
-Muchos como yo, y también muy diferentes-dijo mientras reía-Solo que los humanos no nos veis tal y como somos-
-¿Vivis entre nosotros?-
-Si, ocultos a los ojos humanos, llevamos mucho tiempo en convivencia, aunque yo nunca he vivido entre humanos, pero ya te he dicho demasiado, además la hora de dormir se ha acabado, así que tienes que volver-
-¿Volver a dónde?-
Tras decir esto, Lucien sintió como las fuerzas le abandonaban, y sentía todo su cuerpo muy pesado. Poco a poco fue cerrando los ojos, mientras escuchaba la frase final de Iskatar
-Volveremos a hablar Lucien, eres muy especial-
Lucien terminó de cerrar los ojos, y muy lentamente, volvió a abrirlos, solo que esta vez ya no estaba en aquel lugar oscuro y siniestro hablando con Iskatar, sino que se encontraba en su cama, tumbado, escuchando como la alarma de su móvil pitaba sin parar, indicándole que era la hora de levantarse. Lo único que le resultó extraño a Lucien fue el fuerte picor que tenía en las manos, que lo atacaba de nuevo con bastante intensidad.Y tras aquella extrañas conversaciones, Lucien se levantó y comenzó su día, sin darle más importancia a aquél sueño que a cualquier otro.
Desde aquella noche, Lucien no dejo de soñar con aquel tétrico lugar una y otra vez, y siempre le esperaba allí Iskatar, y se pasaban sueño tras sueño hablando de todo tipo de cosas sobre el mundo, los humanos y la sociedad. Lucien empezó a sentirse cada vez más cómodo en aquel lugar, como si estuviera en su casa, hablando con aquel ser extraño que se escondía en la sombra.
Le resultaba tan misterioso y llamativo que empezó a acostarse con una sonrisa, impaciente por saber de qué hablarían él y aquel ser onírico. Y mientras todas las noches tenía una conversación pendiente, su vida seguía.
En la universidad las cosas marchaban bastante bien, y no había novedades en su grupo de amigos. Los más reseñable es que tenía pensado hacer un viaje con sus padres y sus tíos pronto. Decidió comentarle el tema de sus sueños a estos, y todos parecieron sorprendidos, pero no le dieron más importancia que el mismo.
Todo parecía estar en orden a excepción de sus extraños sueños, y de aquel picor de las manos , que se estaba haciendo cada vez más intenso, y empezaba a extenderse a los antebrazos.
Había pasado algo más de una semana desde la primera vez que habló con Iskatar, y Lucien y él mantuvieron una conversación sobre la organización de la sociedad. Lucien se levantó fresco como una lechuga, con la energía renovada para todo el día, después de una noche de conversación soñada. Se incorporó de la cama, y se fue a la ducha.
Cuando terminó, se marchó de casa en dirección a la universidad.Tras bajarse del autobús, se dirigió hacia ella mientras la miraba. Aquel edificio enorme de metal, de color azul cromado, empezaba a desgastarse por el paso del tiempo. Ya podían verse los primeros desconchones en la pintura del tejado. Era enorme, con cuatro plantas,cada una del tamaño de un campo de fútbol, repletas de aulas. Entró por una de las muchas puertas que había alrededor de todo el edificio, y se dirigió a la segunda planta por las escaleras. Una vez alli, ando por aquel suelo de losas grises hasta llegar al aula.
Entró, y pudo ver a la mayoría de alumnos ya en la clase a pesar de que quedaban aún diez minutos.El aula estaba llena de bancas, donde la gente estaba ya sentada, charlando unos con otros. Con un vistazo rápido localizó a su grupo de amigos de la universidad, que estaban en la segunda fila de la banca. Se acercó y dejó sus cosas en uno de los sitios, para luego saludarlos.
Charlaron durante un rato sobre temas banales, hasta que entró el profesor en clase.Se sentaron en su banca, y se dedicaron a atender. La clase de macroeconomía estaba resultando bastante interesante a Lucien, y la comentaba con su compañero a la vez que ambos tomaban apuntes.
Entonces, empezó a sentir un picor suave en los brazos, otra vez. Al principio lo ignoro, pero poco a poco fue aumentando en intensidad. Llegado un momento, ya no le dejaba concentrarse, así que se levantó sin hacer mucho ruido, y se dirigió al baño más cercano de su clase,mientras se rascaba los brazos.De repente, la intensidad del picor empezó a aumentar muy rápidamente, y Lucien apretó el paso para llegar cuanto antes. Para cuándo entró por la puerta, era tan fuerte que había dejado paso a una sensación de quemazón.
Lucien intentó aliviarla echándose agua en los brazos, pero la quemazón seguía subiendo de intensidad. Entonces lo vio. Sus brazos estaban empezando a mostrar unas sinuosas líneas rojas, que trazaban unas runas, y emitían una luz muy suave. A medida que la quemazón aumentaba más, la potencia de la luz de los dibujos parecía subir también.
Lucien, atónito ante lo que estaba viendo, y siendo asaltado por aquella dolorosa sensación, empezó a llorar, a la vez que pensaba en que le estaba pasando.Sentía como si le estuvieran colocando la piel de sus brazos en un brasero lleno de ascuas al rojo vivo.Cayó de rodillas, y se acercó los brazos a las axilas en una vano intento de mitigar aquel calor de alguna forma. ¡Dios! Parecía que le estuvieran arrancando la piel a tiras.Y de repente, tan espontáneamente como había empezado, las runas de los brazos se fueron apagando hasta desaparecer en cuestión de segundos, y con ellas el dolor.
Lucien se quedó allí,perplejo, sin entender absolutamente nada de lo que le había pasado, y con la sensación de no saber si había sido algo real, o si simplemente se estaría volviendo loco.Tras estar unos minutos frente al espejo del baño, revisándose concienzudamente los brazos, no parecía tener ningún tipo de marca. Tras meditar la decisión un rato, decidió volver a su clase y hacer como si nada hubiera pasado.
A pesar de sus intentos por ignorar lo sucedido,Lucien estuvo distraído toda la clase,sin poder dejar de darle vueltas en su cabeza, y sin saber muy bien qué pensar. Estaba tan preocupado que al sonar el timbre, recogió sus cosas y ni siquiera se despidió de sus amigos, simplemente se marchó con un semblante muy preocupado.
Durante todo aquel día, Lucien consultó en la biblioteca en busca de información que esclareciera algo sobre lo que le había ocurrido, pero su trabajo fue infructuoso, y al final se acostó dándole vueltas a la cabeza. Tardó mucho en dormirse, ya que no podía quitarse de la mente la imagen de las runas en sus brazos. Al final, Lucien se acabó durmiendo, aún con las preocupaciones en mente.
Lucien despertó, y al notar ese frío característico al que ya se había acostumbrado, supo al instante que se encontraba de nuevo en aquel oscuro lugar de sus sueños. Se incorporó y miró a su alrededor, y como no vio a aquellas luces rojas que se hacían llamar Iskatar, se dirigió hacia una de las columnas de la sala y se sentó, con algo de frío, aunque mucho más suave que las primeras veces que estuvo allí.
Tras un rato pensando sobre sus problemas y sobre las runas que había visto, acabó divagando sobre la posibilidad de que sus sueños y sus marcas en los brazos tuvieran algo que ver. Quien sabe, quizás ambas fueran alucinaciones de un mismo problema. Tras un rato largo pensando, las luces rojas aparecieron de nuevo.
-Hola Lucien-
-Hola Iskatar-
-¿De que quieres hablar?-
-Hoy me ha ocurrido algo muy extraño Iskatar-
Acto seguido, empezó a contarle lo sucedido, y a medida que lo hacía, las luces rojas parecían aumentar de intensidad, como mostrando un interés especial.
-Entiendo, Solo tengo una pregunta, Lucien-
-Dime-
-Las marcas que tenías en el brazo, ¿Se parecen a estas?-
A continuación, de las posición de las pequeñas llamas salió una tenue bola de luz. Esta se acercó a Lucien lentamente, trazando un camino sinuoso, hasta quedar frente a él. Lucien se dió cuenta estaba hecha de un fuego de color rojo intenso.Una vez allí, la pequeña esfera ardiente comenzó a ascender paralela a columna de su espalda.Cuando llegó a lo que Lucien calculó que se sería la mitad de esta, su luz comenzó a ganar fuerza,bañando toda la columna con su rojo resplandor , y dejando ver unas formas rúnicas muy similares a las de sus brazos por toda su superficie , aunque estas eran de un color verde oscuro.
-¡Si!¿Sabes algo sobre ellas?-
-Si, pero no puedo contártelo aún.Eres muy especial, y por eso los demás no deben ver las marcas de tus brazos-
-¿Por qué no puedes contarmelo aún Iskatar? Si sabes algo, necesito que me lo cuentes, lo que me está pasando es muy extraño, y los dolores son insoportables-
-No debes preocuparte, a pesar del dolor, el sello no te hace ningún daño-
-¿Sello?-
-Ya he hablado demasiado, debo volver y encontrar el cristal-
-¿Volver a dónde?¿De qué cristal hablas?-
Pero cuándo Lucien formuló estas preguntas, las luces rojas que se hacían llamar Iskatar no respondieron, simplemente se alejaron rápidamente hasta que desaparecieron de su vista en aquel mar de oscuridad.
Lucien medito sobre lo que Iskatar le había dicho, solo en aquel sueño oscuro, esperando volver a la realidad.Tras aquella noche, Lucien siguió soñando con aquel tétrico lugar, solo que Iskatar ya no estaba allí para acompañarle, y sentía que cada vez que volvía,algo oscuro dominaba cada vez más aquel lugar.
El tiempo pasó, y los picores aumentaron de intensidad, aunque no volvió a ver aquellas extrañas marcas sobre su piel. Lucien fue al médico, con la idea de solucionar el problema de una vez, pero tras varios tratamientos diferentes con medicinas y cremas, estos no parecían remitir. Empezaba a estar desesperado, y no sabía qué hacer.
Las semanas seguían pasando, y el problema cada vez iba a peor, hasta el punto que pensaba que se volvería loco. Además los picores empezaban a extenderse a su costado y espalda, lo cual no era para nada una buena señal. Sus padres, muy preocupados, estaban pensando en avisar a algún especialista de gran reputación de la sanidad privada, pero era excesivamente caro.Sus estudios se estaban resintiendo mucho debido a su incapacidad de concentrarse y la falta de sueño, debido a la imposibilidad para dormir bien.
Pasó un mes tras su última conversación con Iskatar, y Lucien, ya acostado en su cama, sufrió otro virulento ataque de picor. Para poder dormir, se tomó los calmantes que el médico le había recetado a la espera de una solución permanente, y debido al efecto somnífero de estos,acabó cayendo rendido.
Lucien se despertó,de nuevo en aquel extraño lugar. Para él era ya tan habitual que ni siquiera se sorprendió, simplemente busco un sitio cómodo y se quedó allí, reflexionando. De repente, empezó a escuchar un sonido distante, de algo arañando la piedra. Poco a poco empezó a sonar cada vez más fuerte, de forma gradual,como si se acercara. Lucien empezó a preocuparse, más que nada porque le daba miedo lo que su desbocada imaginación pudiera crear, pero aun asi, se limitó a quedarse en el sitio.
Tras un rato largo, el sonido parecía estar muy cerca, y a este lo acompañaban otros ruidos: Un andar muy pesado, y algún ruido agudo de vez en cuando, como un chillido animal.
Sin saber muy bien por qué, el ambiente empezaba a parecerle cada vez más oscuro a Lucien, más tétrico de lo habitual. De repente, pudo entrever una sombra enorme a lo lejos, de varios metros de altura, con una silueta muy desdibujada, de algo que parecía apoyarse en varias patas, aunque predominaban las dos delanteras , que parecían ser las que hacían el sonido chirriante de arañar la piedra, y entonces empezó a sentir miedo de verdad.Como si lo percibiera , aquella cosa se encaró hacia él y comenzó a caminar con su patas, de forma algo más acelerada.
Lucien se quedó paralizado, no sabía qué hacer. De repente, algo le agarró del hombro y tiró de él hacia un lado con una gran fuerza,y lo arrastró hacia otra columna cercana.
-No te muevas humano, cierra los ojos e intenta calmarte, esa cosa huele el miedo, y tu apestas a él- Dijo la familiar voz de Iskatar.
Lucien se quedó petrificado,y, haciendo caso a las palabras de Iskatar,cerró los ojos y se concentró en su respiración. Podía oír como esa cosa se acercaba hacia donde se encontraba anteriormente, y arañaba el lugar. Todavía podía sentir la mano de Iskatar agarrándole el hombro.Tras un buen puñado de minutos que se le hicieron eternos,todo quedó en silencio de nuevo. Lucien, ya calmado pensó que fuera lo que fuese esa cosa, ya se habría ido, y entonces empezó a surgirle la curiosidad por ver a Iskatar. Al principio pudo resistirse, pero poco a poco empezó a tentarle cada vez más el echar una ojeada.Tras otro rato decidiendo que hacer, al final se aventuró a intentar descubrir el aspecto de su misterioso compañero.
Lucien abrió los ojos, a la vez que se preparaba para darse la vuelta, y ver por fin a Iskatar, pero en cuanto su vista comenzó a funcionar, pudo ver a la criatura justo donde antes se encontraba él, apenas a unas decenas de metros.
Ahora podía verla con claridad a pesar de la oscuridad. Era de aproximadamente unos cinco metros de alto y estaba hecha de un raro tipo de mineral negro, que tenía una forma algo espinosa en toda su superficie. Aquella criatura estaba dividida en dos partes. La parte trasera recordaba de una araña, solo que esta constaba de un montón de patas, dispuestas a su alrededor. De la parte frontal de aquella estructura, surgía algo parecido a un torso, con la forma redondeada de un tronco, el cual ascendía unos tres metros, dándole algo más de la mitad de su altura a aquel ser. Este torso se encorvaba al llegar al final, y de él surgía una cabeza,que, aunque no tenía ni ojos ni boca, era de donde parecía venir la visión de la criatura, dado la forma de moverse que había visto antes.
Del grueso tronco surgían dos patas a una altura un poco más baja que la cabeza. Estas patas eran algo más largas, y no estaban apoyadas en el suelo, sino que parecían hacer una función similar a la de unos brazos, aunque acababan en una punta muy afilada, como las demás. También surgían unos pinchos del mismo material tanto de la parte de atrás del torso como de la parte trasera de aquel ser. Su forma general recordaba a la de una mantis religiosa, sólo que con el culo de una araña.
Además, el ser inspiraba un miedo sobrenatural en Lucien, y no se refería al miedo que daba aquella cosa debido a su forma y tamaño, sino a un miedo mucho más profundo, un miedo que rezumaba maldad y oscuridad por cada poro de aquel ser,que le envolvía y asfixiaba la mente.
Tan pronto como Lucien lo vió y el miedo se apoderó de él dejándolo paralizado, aquella cosa se percató de su presencia, y tras emitir un grito agudo y ensordecedor, se lanzó a la carrera hacia donde estaban a toda velocidad.Tal era la fuerza de la criatura que cuando pisaba las losas de piedra con su enormes patas, estas se quebraban.
-Maldita sea Lucien, te dije que no miraras-
A la vez que pronunciaba estas palabras, una luz intensa roja empezó a brillar desde su espalda. En apenas unos segundos, aquella cosa había recorrido la distancia que los separaba, y se encontraba ya sobre Lucien e Iskatar. Levantó una de las patas del torso, en dirección a Lucien,y se dispuso a lanzar sobre él un golpe mortal como si de una aguja enorme se tratara. Entonces, la criatura descargó su extremidad sobre él , y este comenzó a gritar, pero el golpe nunca llegó.
Lucien se despertó de repente, sudando por todo el cuerpo. Al despertar, una luz roja llenaba su habitación, y Lucien tardó solo un par de segundos en percatarse de que la luz venía de sus brazos. Aquellas runas estaban de nuevo por toda la piel de estos, esta vez emitiendo una luz mucho más intensa, aunque sin dolor alguno. Y al mirar al frente lo vió.
Frente a él había un pequeño ser, de aproximadamente el tamaño de un águila grande, con forma humanoide, y de color rojo claro. De complexión delgada , tenía dos orejas largas que apuntaban hacia arriba, en paralelo a los dos cuernecillos que le surgían hacia arriba de la frente.Sus manos eran más anchas que las de un humano, y tenían una pequeñas garras que recordaban a las de un oso. Por encima del hombro derecho podía ver el final de una cola, que acababa en una pequeña punta como de flecha. Sus pies también eran más grandes de los de un humano, y se ensanchaban un poco a medida que se alejaban del tobillo, para terminar en unas pequeñas garras, al igual que las manos. En su cara había una nariz alargada hacia fuera, de aproximadamente el tamaño de un dedo humano, y unos ojos ardientes , cuyo pequeño fuego oscilaba suavemente. Aquel diablillo jadeaba tras realizar un gran esfuerzo, dejando ver una hilera de afilados dientes con cada profunda exhalación.
Lucien intento gritar, pero el diablillo le tapó la boca con la mano antes de que pudiera, y lo empujó contra la cama. Lucien intentó patearlo con todas sus fuerzas, pero aquel ser parecía tener una fuerza enorme para su reducido tamaño.
-¡Callate Lucien, vas a despertar a todos, soy Iskatar!- Dijo mientras lo inmovilizaba para que no hiciera ruido.
Efectivamente Lucien reconoció su voz como la misma de aquel ser de sus sueños que se hacía llamar Iskatar, así que tras intentar forcejear con él sin ningún éxito, optó por hacerle caso y dejar de intentar liberarse de su férrea presa.
-¿Te has calmado ya?- preguntó el supuesto Iskatar.
Lucien asintió con la cabeza, y la presa de aquel diablillo aflojó, a la vez que apartaba la mano de su boca. Lucien perplejo, intentó articular palabra, pero estaba tan sorprendido y nervioso que lo único que consiguió hacer fueron unos ruidos torpes.
Iskatar, al percatarse de que Lucien no iba a gritar más, se sentó sobre la cama y respiró aliviado, esperando que este consiguiera decirle algo.Tras unos minutos, Lucien se encontraba mucho más relajado, aunque aún seguía flipando, y pronunció su primera frase:
-¿Que eres, y qué coño está pasando aquí?-
-Yo soy Iskatar, y soy un Nithrani, pero los humanos nos llamáis diablillos.Respecto a la pregunta de qué está pasando, la respuesta es algo más compleja-
Lucien estaba simplemente perplejo, la situación parecía totalmente surrealista, aquello era una locura. Su cabeza pensaba frenéticamente en montones de preguntas que hacer, ¿Qué coño había pasado?, ¿Que era esa cosa enorme de aspecto oscuro?¿Que era Iskatar?¿Cómo podía viajar de sus sueños a la realidad?. Entonces Lucien se dispuso a comenzar aquella tromba de preguntas, cuando Iskatar le interrumpió.
-Maldita sea Lucien, te dije que no miraras, tan difícil era de hacer, ahora lo has complicado todo, debo localizar el cristal , y rápido. No tengo tiempo para explicaciones, debo marcharme. Mientras tanto, no debes hablar de esto a nadie, otros demonios podrían oírlo ¿Entendido?-
-¿Otros demonios?¿Hay más seres como tu?-
-Ahora no tengo tiempo,¿Entiendes que no debes hablar de esto a nadie?-
Lucien asintió con la cabeza de forma enérgica, aun en shock por todo lo que estaba pasando.
-Te prometo que responderé a tus preguntas, ahora debo marchar, y recuerda, nadie debe enterarse, si no pones en peligro a ambos-
-Está bien- dijo Lucien
-Bien, ahora te dormiré, no parece que vayas a pegar ojo en ese estado, mañana durante la tarde busca un sitio apartado, e iré a hablar contigo-
Tras terminar estas palabras, Iskatar pronunció otras totalmente incomprensibles para Lucien, y una de las puntas de sus dedos comenzó a brillar suavemente con una luz roja.Le tocó la frente con él, y este cayó dormido en un profundo sueño.
Tras esto, el diablillo pronunció otras palabras, y un pequeño portal surgió frente a él en el cuarto de Lucien. Iskatar entró en él maldiciendo los acontecimientos, y tras dejar algo en la mesa de Lucien,cruzó el portal,que se cerró tras él.
Lucien se despertó bastante tarde ese día. Cuando se levantó, se desperezó lentamente, y pensó en lo raro que había sido su sueño aquella vez. Tan creativo había sido, que incluso se había despertado de un sueño en su propio sueño. Se rió ante lo enrevesado de la idea. Incluso había tenido imaginación suficiente para añadir el problema de los brazos. Se levantó de la cama con tranquilidad, y fue a coger su móvil. Entonces fue cuando vio la carta sobre la mesa.
Sorprendido, la cogió. Era una carta algo diferente, más oscura y con un tacto más rugoso. Abrió la carta y encontró una nota, con una letra grande y un tanto garabateada. En ella se podía leer de manera clara lo siguiente: Recuerda Lucien, esta tarde busca un sitio apartado, y hablaremos.
Lucien se quedó pálido, todo lo que pasó anoche no era un sueño. Aquel ser de la oscuridad y Iskatar eran algo real, tan real como las runas de sus brazos. Su primer impulso fue ir corriendo a contárselo a sus padres, pero entonces recordó lo que Iskatar le había dicho.
Se sentó en la silla,desolado, pensando sobre qué hacer. ¿Cómo era posible que existiera un ser semejante a Iskatar? Además, dijo que había más como él, y que no debía decirle nada a nadie ¿Por qué? Tantas preguntas sin respuesta. Al final decidió que lo mejor sería esperar a ver qué ocurría esta tarde.
El dia transcurrió con normalidad, aunque este seguía muy preocupado. Su familia le preguntó que si le ocurría algo varias veces, pero él se limitó simplemente a decir que no, y poner una sonrisa, haciendo que no pasaba nada.
A medida que se acercaba la tarde, fue poniéndose más nervioso. A la sensación de no saber nada se le sumó la preocupación sobre los trazos en sus brazos, que parecían tener que ver con lo que fuera que allí estaba sucediendo.
Se dirigió al parque que había junto a su casa. Era enorme, de varios kilómetros cuadrados, donde solía ir con sus amigos de vez en cuando. Desde que eran pequeños, habían jugado en él, y conocía montones de lugares apartados y recovecos donde estar tranquilo.Así pues, iría a uno de aquellos sitios, uno al que solía ir a estar en calma y reflexionar.
Lucien entró en el parque, y puedo ver como el invierno iba dejando paso al otoño, y los árboles empezaban a cambiar de hojas. Se dirigió a aquel apartado lugar. Apenas le llevó quince minutos alcanzarlo, tras subir una colina, y adentrarse en un bosque algo denso.
Se sentó en aquel lugar, lleno de indecisión. Por un lado, sentía que aquello no fuera más que una mala pasada de sus sueños y su subconsciente, algo que al final no tuviera relevancia, y que simplemente quedará como un recuerdo o anécdota curiosos. Sin embargo, otra parte de él sentía que quería entender más sobre aquello, le fascinaba, era algo totalmente desconocido, y eso le gustaba.
Y allí sentado, esperó. Tras unos minutos de su llegada, noto la presencia de algo que se acercaba por su espalda, y se dió la vuelta para ver que era. Y de nuevo, allí estaba Iskatar, en cuclillas, con las manos también apoyadas en el suelo, postura que parecía ser extremadamente cómoda para él.
-Lucien, hay tantas cosas que tengo que contarte que no se ni por dónde empezar-
-Siéntate entonces y hablemos Iskatar- Dijo Lucien
Ya no le tenía miedo, aquella sensación de curiosidad le había invadido completamente, y tantas conversaciones con él habían generado cierta confianza.
-Es la hora de que sepas la verdad de los sellos, y de ti- Dijo Iskatar mientras se sentaba a su lado.
-¿Que sellos?-
-El sello son las marcas que has podido ver en tus brazos. Posees dos sellos, los cuales están separados el uno del otro. Cada sello contiene un gran demonio . Digamos que la conciencia del demonio está contenida en él, y que están ligadas a ti-
-¿Y de dónde han salido?-
-Tu padre te los hizo al nacer-
-¿Mi padre?-
-Tu verdadero padre, pero hablaremos de él más adelante, ahora debes de comprender el sello y lo que significa-
-Entonces cuéntame lo que deba saber-
Hablaron durante horas, e Iskatar le contó todo lo que él sabía sobre ambos sellos. Al parecer estos otorgan un gran poder a su portador,un poder que extraen de los demonios contenidos en ellos. Lucien descubrió que el que parecía ser su verdadero padre era medio humano, medio demonio, al igual que él. Los Aislathar, que es como los llamaban los demonios, surgían del amor entre un humano o un ángel, y un demonio.Al parecer, la parte de demonio hacía que su crecimiento fuera inestable, y por tanto necesitaba ser sellado para poder desarrollarse de manera normal. De no tener sello, la parte demoníaca tomaba el control del cuerpo rápidamente, y sufrían toda clase de mutaciones a la vez que consumia su conciencia, dando lugar a unos seres engéndricos y abominables.
Durante toda su infancia, el sello simplemente había permanecido dormido, conteniendo su parte demoníaca para que pudiera crecer, y al llegar a su edad, había comenzado a despertar. Cada sello constaba a su vez de varias partes, como por ejemplo, las runas que había visto en sus brazos. Sin embargo, el sello contenía un gran poder, y al no estar el cuerpo de Lucien correctamente preparado para él, solo las primeras partes del sello habían podido activarse. Al parecer, si se hubieran activado más partes de la cuenta, se habría freído por dentro. Lucien poseía dos sellos, el ígneo y el sombrío y en cada uno de ellos habitaba una consciencia totalmente diferente de Lucien, y muy diferentes entre sí. Ambos permanecían aislados de su mente de momento, encerrados en el fondo de su subconsciente. Iskatar no sabía qué demonios se encontraban en ellos, así que pudo aportarle poca información sobre este tema.
También le contó que aquellos dolores y manifestaciones del sello no se repetirían más, y que a partir de ahora permanecería invisible a menos que se usará una gran fracción de su poder o que el quisiera mostrarlo voluntariamente una vez hubiera aprendido a controlarlo. Esto le ayudaría a esconderlo a ojos de los demás y de otros demonios.
Para cuando terminaron de hablar, la noche ya se les había echado encima, e
Iskatar le dijo que Lucien debía mantener todo esto en secreto, y que siguiera su vida con normalidad de momento. Todas las tardes Lucien volvería a ese lugar, e Iskatar seguiría enseñándole cosas, a la espera de que encontrara el cristal. Muchas cosas quedaron sin resolver, pero al menos sus dolores habían acabado.
Lucien se levantó, y contempló a Iskatar. Al mirarlo a sus ojos llameantes puedo ver una cara de alegría, algo que chocaba con su concepción general de los demonios, siempre representados como seres malignos y sin sentimientos.
Antes de marcharse, le hizo una última pregunta:
-¿Por qué me ayudas? -
-Le prometí a tu padre que te cuidaría una vez te encontrara, y eso he hecho-
-¿Por que no se encargó él mismo de hacerlo?-
-Tu padre murió hace dieciocho años-
-¿Cómo?-
-Es una larga historia, y no me corresponde a mi hablarte de ella-
-¿Y quien me la contará entonces?-
- Andriel, es alguien que conocerás en un futuro cercano, y ahora marchate Lucien, mañana continuaremos hablando, mientras tanto, cuidaré de tí desde la sombras-
Tras pronunciar esta frase, Iskatar abrió un portal y lo cruzó a la vez que soltaba una pequeña risa burlona.Este se desvaneció poco a poco en el aire uno segundos después.
Lucien empezó a pensar en la locura que era todo aquello, y lejos de asustarle, le produjo una extraña sensación de alegría, pensando en la nueva aventura acababa de comenzar.
Capítulo 1: Marcado con fuego
Lucien se despertó de repente, gritando. Podía sentir como el sudor le bajaba por la frente mientras respiraba frenéticamente. A su lado estaban de pie sus padres, con cara de gran preocupación, cogidos de la mano. Lucien miró a su madre a los ojos, y pudo ver claramente su inquietud. Nunca la había visto con tan mala cara.
-¿Qué ha pasado?-
-Estábamos acostados y de repente has empezado a gritar en sueños, así que nos hemos levantado a ver qué te sucedía-dijo su madre mientras movía nerviosamente las manos.
-¿Te encuentras bien?- preguntó su padre. Aunque tenía un semblante mucho menos preocupado que su madre, el malestar en su voz era más que evidente.
-Creo que si, no os preocupéis y volved a la cama,mañana tenéis que trabajar,y solo ha sido una pesadilla - Dijo Lucien mientras se limpiaba el sudor de la frente con la mano.
-Está bien hijo, pero si necesitas lo que sea ,avisamos,¿vale?-
-Si papá, no te preocupes, de verdad que me encuentro mejor-
Sus padres asintieron, y se fueron del cuarto sin hacer apenas ruido. Lucien, ya más calmado, miró la hora. Eran las 4 de la mañana. Por suerte era lunes, y no tenía clase. Había sido una pesadilla horrible, pero no dejaba de ser eso, solo una pesadilla, así que decidió no darle más importancia. Al final Lucién se durmió de puro cansancio, y esta vez pudo hacerlo en paz. Parecía que la pesadilla le había dado un respiro, de momento.
Comenzó a sonar la alarma del móvil, con ese pitido tan agudo que le daba dolor de cabeza. Lucien miró la hora. Eran las 10:30, así que totalmente desganado se levantó de la cama, y se incorporó. Su cuarto mantenía ese desorden tan característico que tenía.
Tras desayunar, se marchó al gimnasio a pesar de su cansancio. El ejercicio era una de las pasiones de Lucien. Mientras estaba en el gimnasio, se fijó en que una de las chavalas le miraba con atención.No le sorprendió que se fijara en él dado su físico.
De complexión delgada aunque fuerte, media alrededor de un metro setenta y cinco. Su pelo, negro como el carbón, estaba cuidadosamente cortado, y un flequillo le caía por la frente. Sus ojos tan brillantes como dos esmeraldas finamente talladas,junto a una nariz delgada y estilosa, le daban unas facciones bastante bellas.Tenía los labios carnosos y un pequeño bigote, acompañado por barba muy recortada y totalmente perfilada.Esta se extendía por debajo de su cara hasta la altura de la nuez ocupando una pequeña parte del cuello. Con unos hombros anchos y fuertes acompañando a unos brazos bien musculados, Lucien mantenía el equilibrio entre la belleza y la potencia física.
A su vuelta, se duchó y se puso a estudiar, esperando la llegada de sus padres para comer. Cuando la hora se acercaba al fin, preparo la mesa con esmero y cuidado, poniendo cada cosa en su sitio exacto, tal y como a él le gustaba.
Fue entonces cuando noto un ardor en el dorso de ambas manos. Era bastante molesto,y empezaba extenderse lentamente. Lucien notaba cómo le palpitaba, y sentía como la quemazón trazaba unas líneas en sus brazos, pero por mucho que se los mirara, no veía absolutamente nada. Tras pasar un rato, esta fue desapareciendo poco a poco, asi que decidio no darle más importancia.
Sus padres volvieron de trabajar, y los tres se repartieron en la mesa.
-¿Que tal tu mañana hijo, has podido descansar el resto de la noche?-Dijo su madre antes de empezar a atacar a la sopa.
-Bueno, he podido dormir un poco, gracias por preocuparte, por cierto ¿Sabeis algo de los primos? Hablamos de quedar en el próximo fin de semana todos juntos-
-Si que he hablado con tu tía, y hemos decidido comer el sábado en el restaurante chino que está frente a su casa-
Lucien no pudo contener su sonrisa ante la noticia, hacía tiempo que no veía a sus primos. Los tres se habían criado casi como hermanos, y sus tíos eran prácticamente como sus segundos padres. Era una pena que últimamente se hubieran distanciado un poco debido a las obligaciones.
-Bien, hace tiempo que no nos reunimos en familia- Respondió Lucien -¿Y como ha ido el día en el taller?-
-No podemos quejarnos, para como están las cosas en el negocio de la carpintería, no nos va mal. Tu madre nos ha conseguido un par de clientes que quieren hacer grandes obras gracias a su maravillosa simpatía, así que no tendremos problemas de trabajo en un tiempo. Si esque es la secretaria más guapa y apañada del mundo- Dijo su padre con cariño.
Ante su comentario, la madre de Lucien comenzó a reirse mientras se sonrojaba. Entonces su padre se acercó a ella y le dió un beso en la mejilla, mientras que ambos sonreían.
Lucien terminó su comida con rapidez mientras hablaba del taller con sus padres, y tras esto decidió echarse una siesta, para reponer fuerzas. Tras dormir un buen rato y pasar la tarde estudiando y haciendo esquemas, se preparó para la salida nocturna con sus amigos, así que sacó la ropa que tenía pensada ponerse y la llevo al baño. Tras salir de la ducha, miró su reloj y vio que la hora a la que habían quedado se le echaba encima, así que cogió sus cosas y se puso en marcha. Salió a toda prisa por la puerta, sin despedirse siquiera de sus padres.
La noche transcurrió con normalidad, un buen rato con sus amigos y una buena charla acompañada de algunas cervezas, así que ya sobre las dos de la noche Lucien volvió a casa y abrió la puerta con mucho cuidado, para no despertar a nadie. Estaba bastante cansado así que se cambió rápidamente y se metió en la cama, y con una sonrisa en la cara, fue cerrando los ojos poco a poco a medida que el cansancio invadía su cuerpo, y en apenas un instante, cayó rendido ante el dulce abrazo del mundo de los sueños.
Lucien se despertó, podía sentir el frío suelo de piedra en su moflete, helándole la cara. Abrió los ojos lentamente, y puedo ver que estaba tumbado boca abajo, en un lugar muy oscuro. No lo dudo ni un instante, había vuelto de nuevo al sitio de su pesadilla, podía sentirlo claramente, la misma oscuridad tan vacía y el mismo silencio sepulcral. Se puso de pie, y miró hacia la inmensa oscuridad del lugar. Ando un poco, hasta que pudo ver una columna como las que había visto la otra vez y se acercó a ella. Podía sentir el frío subiéndole de los pies al cuerpo, ya que estaba descalzo. Cuando llegó a la columna se sentó y apoyó la espalda en ella. Se revolvió un poco hasta que encontró una postura que le resultaba más o menos cómoda, y allí se quedó, esperando a despertarse de nuevo. Aquella vez no tenía miedo, ya que no había nada que temer. Para él aquello era simplemente un mal rato pasajero, que acabaría cuando se despertara y que no tenía ninguna trascendencia.
Entonces pudo ver dos pequeñas luces rojas a unos metros. Brillaban de manera suave,y eran unos pequeños fuegos ardientes.Estaban a muy poca distancia la una de la otra y parecían dos pequeños ojos en aquella inmensa oscuridad. Le sorprendía lo realista y oscuro que podía ser su subconsciente. Aquellas dos luces se acercaban a él lentamente, y entonces, una voz partió de donde se encontraban.
-¿Acaso no puedes verme, o simplemente eres tan tonto como para no temer lo que no conoces?- dijo una aguda y chirriante voz.
Lucién se sobresaltó ante aquella voz claramente inhumana, la misma que oyó justo antes de acabar la pesadilla la vez anterior. El miedo apareció de repente en la cabeza de Lucien, haciéndole un nudo en la garganta y produciendo que empezara a temblar como si de un flan se tratase.
-¿Quién eres?- dijo Lucien haciendo un gran esfuerzo por hacer brotar las palabras de su boca.
-Iskatar, y a pesar de lo que piensas, no quiero hacerte daño- dijo la voz, mientras las luces se movían trazando círculos a su alrededor desde el cobijo de la vasta oscuridad.
Lucien se quedó atónito, no conocía a ningún Iskatar, y no tenía ni idea de que era aquella voz. Tras unos cuantos segundos en silencio,hizo acopio de valor, y pregunto, aun con la voz temblando.
-¿Y qué quieres de mí? ¿Dónde estamos?¿Qué eres?- Dijo atropelladamente
-Más despacio humano, no puedo entenderte si vas tan rápido-
-Vale,está bien¿Quién o qué eres?-
-Soy algo que no estás preparado para entender aún,lo descubrirás en su momento-
-¿Preparado yo, para qué?-
-Todas tus preguntas tendrán su respuestas, pero debes confiar en mí, al fin y al cabo, llevo mucho buscándote -
-¿Buscándome?- dijo Lucien
-Si, esperando encontrarte cuando llegara el momento-
A estas alturas, todo su miedo había desaparecido ya, cosa que Lucien no podía entender, no tenía sentido, era algo irracional. No sabía que era Iskatar,aparte de un producto de su imaginación, y sin embargo algo en su claramente inhumana voz le resultaba cálido, casi diría familiar, y le hacía confiar en él en cierta medida.
-Tu no estas listo para preguntarme,así que yo te preguntare a ti-
-¿Porque no estoy listo para preguntarte?-
-Eso es una pregunta, humano- dijo aquel ser en tono burlón.
-Está bien Iskatar, pregunta-dijo Lucien refunfuñando.
-¿Cómo te llamas, humano?-
-Me llamo Lucien-
-¿De donde eres?
- De una ciudad llamada Panthea-
-Y dime, Lucien¿Qué es lo que más deseas? -
La pregunta cogió al joven por sorpresa.
-Supongo que ser feliz-Dijo sin mucha determinación.
-Es un poco vago ¿No crees? ¿Quizás algo más concreto?-
Entonces Lucien medito un poco sobre su respuesta, intentando hallar lo que más deseaba.Tras un rato, al fin creyó saber lo que era.
-Quiero hacer algo grande, que deje una huella en el mundo y lo haga un lugar mejor-
-Vaya, un deseo noble a la vez que ambicioso, me gusta-
Tras un pequeño silencio, Iskatar volvió a hablar.
-Quiero saber más cosas de ti, joven Lucien-
-Está bien- Dijo Lucien
Al fin y al cabo, qué daño podía hacer contarle su vida a uno de sus sueños.La conversación con Iskatar se dispersó en varios temas, y poco a poco Lucien fue respondiendo a todas sus preguntas, a medida que le perdía el poco miedo que le quedaba, y la curiosidad crecía. Se sorprendió de cuán creativo podía ser.
Iskatar pregunto a Lucien por los humanos, cómo vivían, cómo se organizaban, y se preocupaba por intentar entenderlo, aunque algunas cosas le resultaban complicadas de entender. A pesar de todo, Lucien sentía que aquel ser ponía un verdadero interés por conocerlo, así que una vez se sintió con algo más de confianza le lanzó una pregunta
-Iskatar, ¿para que quieres saber todo eso?-
-Para entenderte-
-¿Entenderme?-
-Prometí que cuidaría de ti, y para poder hacerlo tengo que conocerte mejor-
-¿Por que prometiste cuidar de mí?
-Esa es una pregunta cuya respuesta no puedo darte aún-
- ¿Y cuando podrás?-
-Pronto, los humanos sois muy impacientes, deberíais aprender algunas cosas de nosotros-
-¿Nosotros, acaso hay más como lo que que seas tú?-
-Muchos como yo, y también muy diferentes-dijo mientras reía-Solo que los humanos no nos veis tal y como somos-
-¿Vivis entre nosotros?-
-Si, ocultos a los ojos humanos, llevamos mucho tiempo en convivencia, aunque yo nunca he vivido entre humanos, pero ya te he dicho demasiado, además la hora de dormir se ha acabado, así que tienes que volver-
-¿Volver a dónde?-
Tras decir esto, Lucien sintió como las fuerzas le abandonaban, y sentía todo su cuerpo muy pesado. Poco a poco fue cerrando los ojos, mientras escuchaba la frase final de Iskatar
-Volveremos a hablar Lucien, eres muy especial-
Lucien terminó de cerrar los ojos, y muy lentamente, volvió a abrirlos, solo que esta vez ya no estaba en aquel lugar oscuro y siniestro hablando con Iskatar, sino que se encontraba en su cama, tumbado, escuchando como la alarma de su móvil pitaba sin parar, indicándole que era la hora de levantarse. Lo único que le resultó extraño a Lucien fue el fuerte picor que tenía en las manos, que lo atacaba de nuevo con bastante intensidad.Y tras aquella extrañas conversaciones, Lucien se levantó y comenzó su día, sin darle más importancia a aquél sueño que a cualquier otro.
Desde aquella noche, Lucien no dejo de soñar con aquel tétrico lugar una y otra vez, y siempre le esperaba allí Iskatar, y se pasaban sueño tras sueño hablando de todo tipo de cosas sobre el mundo, los humanos y la sociedad. Lucien empezó a sentirse cada vez más cómodo en aquel lugar, como si estuviera en su casa, hablando con aquel ser extraño que se escondía en la sombra.
Le resultaba tan misterioso y llamativo que empezó a acostarse con una sonrisa, impaciente por saber de qué hablarían él y aquel ser onírico. Y mientras todas las noches tenía una conversación pendiente, su vida seguía.
En la universidad las cosas marchaban bastante bien, y no había novedades en su grupo de amigos. Los más reseñable es que tenía pensado hacer un viaje con sus padres y sus tíos pronto. Decidió comentarle el tema de sus sueños a estos, y todos parecieron sorprendidos, pero no le dieron más importancia que el mismo.
Todo parecía estar en orden a excepción de sus extraños sueños, y de aquel picor de las manos , que se estaba haciendo cada vez más intenso, y empezaba a extenderse a los antebrazos.
Había pasado algo más de una semana desde la primera vez que habló con Iskatar, y Lucien y él mantuvieron una conversación sobre la organización de la sociedad. Lucien se levantó fresco como una lechuga, con la energía renovada para todo el día, después de una noche de conversación soñada. Se incorporó de la cama, y se fue a la ducha.
Cuando terminó, se marchó de casa en dirección a la universidad.Tras bajarse del autobús, se dirigió hacia ella mientras la miraba. Aquel edificio enorme de metal, de color azul cromado, empezaba a desgastarse por el paso del tiempo. Ya podían verse los primeros desconchones en la pintura del tejado. Era enorme, con cuatro plantas,cada una del tamaño de un campo de fútbol, repletas de aulas. Entró por una de las muchas puertas que había alrededor de todo el edificio, y se dirigió a la segunda planta por las escaleras. Una vez alli, ando por aquel suelo de losas grises hasta llegar al aula.
Entró, y pudo ver a la mayoría de alumnos ya en la clase a pesar de que quedaban aún diez minutos.El aula estaba llena de bancas, donde la gente estaba ya sentada, charlando unos con otros. Con un vistazo rápido localizó a su grupo de amigos de la universidad, que estaban en la segunda fila de la banca. Se acercó y dejó sus cosas en uno de los sitios, para luego saludarlos.
Charlaron durante un rato sobre temas banales, hasta que entró el profesor en clase.Se sentaron en su banca, y se dedicaron a atender. La clase de macroeconomía estaba resultando bastante interesante a Lucien, y la comentaba con su compañero a la vez que ambos tomaban apuntes.
Entonces, empezó a sentir un picor suave en los brazos, otra vez. Al principio lo ignoro, pero poco a poco fue aumentando en intensidad. Llegado un momento, ya no le dejaba concentrarse, así que se levantó sin hacer mucho ruido, y se dirigió al baño más cercano de su clase,mientras se rascaba los brazos.De repente, la intensidad del picor empezó a aumentar muy rápidamente, y Lucien apretó el paso para llegar cuanto antes. Para cuándo entró por la puerta, era tan fuerte que había dejado paso a una sensación de quemazón.
Lucien intentó aliviarla echándose agua en los brazos, pero la quemazón seguía subiendo de intensidad. Entonces lo vio. Sus brazos estaban empezando a mostrar unas sinuosas líneas rojas, que trazaban unas runas, y emitían una luz muy suave. A medida que la quemazón aumentaba más, la potencia de la luz de los dibujos parecía subir también.
Lucien, atónito ante lo que estaba viendo, y siendo asaltado por aquella dolorosa sensación, empezó a llorar, a la vez que pensaba en que le estaba pasando.Sentía como si le estuvieran colocando la piel de sus brazos en un brasero lleno de ascuas al rojo vivo.Cayó de rodillas, y se acercó los brazos a las axilas en una vano intento de mitigar aquel calor de alguna forma. ¡Dios! Parecía que le estuvieran arrancando la piel a tiras.Y de repente, tan espontáneamente como había empezado, las runas de los brazos se fueron apagando hasta desaparecer en cuestión de segundos, y con ellas el dolor.
Lucien se quedó allí,perplejo, sin entender absolutamente nada de lo que le había pasado, y con la sensación de no saber si había sido algo real, o si simplemente se estaría volviendo loco.Tras estar unos minutos frente al espejo del baño, revisándose concienzudamente los brazos, no parecía tener ningún tipo de marca. Tras meditar la decisión un rato, decidió volver a su clase y hacer como si nada hubiera pasado.
A pesar de sus intentos por ignorar lo sucedido,Lucien estuvo distraído toda la clase,sin poder dejar de darle vueltas en su cabeza, y sin saber muy bien qué pensar. Estaba tan preocupado que al sonar el timbre, recogió sus cosas y ni siquiera se despidió de sus amigos, simplemente se marchó con un semblante muy preocupado.
Durante todo aquel día, Lucien consultó en la biblioteca en busca de información que esclareciera algo sobre lo que le había ocurrido, pero su trabajo fue infructuoso, y al final se acostó dándole vueltas a la cabeza. Tardó mucho en dormirse, ya que no podía quitarse de la mente la imagen de las runas en sus brazos. Al final, Lucien se acabó durmiendo, aún con las preocupaciones en mente.
Lucien despertó, y al notar ese frío característico al que ya se había acostumbrado, supo al instante que se encontraba de nuevo en aquel oscuro lugar de sus sueños. Se incorporó y miró a su alrededor, y como no vio a aquellas luces rojas que se hacían llamar Iskatar, se dirigió hacia una de las columnas de la sala y se sentó, con algo de frío, aunque mucho más suave que las primeras veces que estuvo allí.
Tras un rato pensando sobre sus problemas y sobre las runas que había visto, acabó divagando sobre la posibilidad de que sus sueños y sus marcas en los brazos tuvieran algo que ver. Quien sabe, quizás ambas fueran alucinaciones de un mismo problema. Tras un rato largo pensando, las luces rojas aparecieron de nuevo.
-Hola Lucien-
-Hola Iskatar-
-¿De que quieres hablar?-
-Hoy me ha ocurrido algo muy extraño Iskatar-
Acto seguido, empezó a contarle lo sucedido, y a medida que lo hacía, las luces rojas parecían aumentar de intensidad, como mostrando un interés especial.
-Entiendo, Solo tengo una pregunta, Lucien-
-Dime-
-Las marcas que tenías en el brazo, ¿Se parecen a estas?-
A continuación, de las posición de las pequeñas llamas salió una tenue bola de luz. Esta se acercó a Lucien lentamente, trazando un camino sinuoso, hasta quedar frente a él. Lucien se dió cuenta estaba hecha de un fuego de color rojo intenso.Una vez allí, la pequeña esfera ardiente comenzó a ascender paralela a columna de su espalda.Cuando llegó a lo que Lucien calculó que se sería la mitad de esta, su luz comenzó a ganar fuerza,bañando toda la columna con su rojo resplandor , y dejando ver unas formas rúnicas muy similares a las de sus brazos por toda su superficie , aunque estas eran de un color verde oscuro.
-¡Si!¿Sabes algo sobre ellas?-
-Si, pero no puedo contártelo aún.Eres muy especial, y por eso los demás no deben ver las marcas de tus brazos-
-¿Por qué no puedes contarmelo aún Iskatar? Si sabes algo, necesito que me lo cuentes, lo que me está pasando es muy extraño, y los dolores son insoportables-
-No debes preocuparte, a pesar del dolor, el sello no te hace ningún daño-
-¿Sello?-
-Ya he hablado demasiado, debo volver y encontrar el cristal-
-¿Volver a dónde?¿De qué cristal hablas?-
Pero cuándo Lucien formuló estas preguntas, las luces rojas que se hacían llamar Iskatar no respondieron, simplemente se alejaron rápidamente hasta que desaparecieron de su vista en aquel mar de oscuridad.
Lucien medito sobre lo que Iskatar le había dicho, solo en aquel sueño oscuro, esperando volver a la realidad.Tras aquella noche, Lucien siguió soñando con aquel tétrico lugar, solo que Iskatar ya no estaba allí para acompañarle, y sentía que cada vez que volvía,algo oscuro dominaba cada vez más aquel lugar.
El tiempo pasó, y los picores aumentaron de intensidad, aunque no volvió a ver aquellas extrañas marcas sobre su piel. Lucien fue al médico, con la idea de solucionar el problema de una vez, pero tras varios tratamientos diferentes con medicinas y cremas, estos no parecían remitir. Empezaba a estar desesperado, y no sabía qué hacer.
Las semanas seguían pasando, y el problema cada vez iba a peor, hasta el punto que pensaba que se volvería loco. Además los picores empezaban a extenderse a su costado y espalda, lo cual no era para nada una buena señal. Sus padres, muy preocupados, estaban pensando en avisar a algún especialista de gran reputación de la sanidad privada, pero era excesivamente caro.Sus estudios se estaban resintiendo mucho debido a su incapacidad de concentrarse y la falta de sueño, debido a la imposibilidad para dormir bien.
Pasó un mes tras su última conversación con Iskatar, y Lucien, ya acostado en su cama, sufrió otro virulento ataque de picor. Para poder dormir, se tomó los calmantes que el médico le había recetado a la espera de una solución permanente, y debido al efecto somnífero de estos,acabó cayendo rendido.
Lucien se despertó,de nuevo en aquel extraño lugar. Para él era ya tan habitual que ni siquiera se sorprendió, simplemente busco un sitio cómodo y se quedó allí, reflexionando. De repente, empezó a escuchar un sonido distante, de algo arañando la piedra. Poco a poco empezó a sonar cada vez más fuerte, de forma gradual,como si se acercara. Lucien empezó a preocuparse, más que nada porque le daba miedo lo que su desbocada imaginación pudiera crear, pero aun asi, se limitó a quedarse en el sitio.
Tras un rato largo, el sonido parecía estar muy cerca, y a este lo acompañaban otros ruidos: Un andar muy pesado, y algún ruido agudo de vez en cuando, como un chillido animal.
Sin saber muy bien por qué, el ambiente empezaba a parecerle cada vez más oscuro a Lucien, más tétrico de lo habitual. De repente, pudo entrever una sombra enorme a lo lejos, de varios metros de altura, con una silueta muy desdibujada, de algo que parecía apoyarse en varias patas, aunque predominaban las dos delanteras , que parecían ser las que hacían el sonido chirriante de arañar la piedra, y entonces empezó a sentir miedo de verdad.Como si lo percibiera , aquella cosa se encaró hacia él y comenzó a caminar con su patas, de forma algo más acelerada.
Lucien se quedó paralizado, no sabía qué hacer. De repente, algo le agarró del hombro y tiró de él hacia un lado con una gran fuerza,y lo arrastró hacia otra columna cercana.
-No te muevas humano, cierra los ojos e intenta calmarte, esa cosa huele el miedo, y tu apestas a él- Dijo la familiar voz de Iskatar.
Lucien se quedó petrificado,y, haciendo caso a las palabras de Iskatar,cerró los ojos y se concentró en su respiración. Podía oír como esa cosa se acercaba hacia donde se encontraba anteriormente, y arañaba el lugar. Todavía podía sentir la mano de Iskatar agarrándole el hombro.Tras un buen puñado de minutos que se le hicieron eternos,todo quedó en silencio de nuevo. Lucien, ya calmado pensó que fuera lo que fuese esa cosa, ya se habría ido, y entonces empezó a surgirle la curiosidad por ver a Iskatar. Al principio pudo resistirse, pero poco a poco empezó a tentarle cada vez más el echar una ojeada.Tras otro rato decidiendo que hacer, al final se aventuró a intentar descubrir el aspecto de su misterioso compañero.
Lucien abrió los ojos, a la vez que se preparaba para darse la vuelta, y ver por fin a Iskatar, pero en cuanto su vista comenzó a funcionar, pudo ver a la criatura justo donde antes se encontraba él, apenas a unas decenas de metros.
Ahora podía verla con claridad a pesar de la oscuridad. Era de aproximadamente unos cinco metros de alto y estaba hecha de un raro tipo de mineral negro, que tenía una forma algo espinosa en toda su superficie. Aquella criatura estaba dividida en dos partes. La parte trasera recordaba de una araña, solo que esta constaba de un montón de patas, dispuestas a su alrededor. De la parte frontal de aquella estructura, surgía algo parecido a un torso, con la forma redondeada de un tronco, el cual ascendía unos tres metros, dándole algo más de la mitad de su altura a aquel ser. Este torso se encorvaba al llegar al final, y de él surgía una cabeza,que, aunque no tenía ni ojos ni boca, era de donde parecía venir la visión de la criatura, dado la forma de moverse que había visto antes.
Del grueso tronco surgían dos patas a una altura un poco más baja que la cabeza. Estas patas eran algo más largas, y no estaban apoyadas en el suelo, sino que parecían hacer una función similar a la de unos brazos, aunque acababan en una punta muy afilada, como las demás. También surgían unos pinchos del mismo material tanto de la parte de atrás del torso como de la parte trasera de aquel ser. Su forma general recordaba a la de una mantis religiosa, sólo que con el culo de una araña.
Además, el ser inspiraba un miedo sobrenatural en Lucien, y no se refería al miedo que daba aquella cosa debido a su forma y tamaño, sino a un miedo mucho más profundo, un miedo que rezumaba maldad y oscuridad por cada poro de aquel ser,que le envolvía y asfixiaba la mente.
Tan pronto como Lucien lo vió y el miedo se apoderó de él dejándolo paralizado, aquella cosa se percató de su presencia, y tras emitir un grito agudo y ensordecedor, se lanzó a la carrera hacia donde estaban a toda velocidad.Tal era la fuerza de la criatura que cuando pisaba las losas de piedra con su enormes patas, estas se quebraban.
-Maldita sea Lucien, te dije que no miraras-
A la vez que pronunciaba estas palabras, una luz intensa roja empezó a brillar desde su espalda. En apenas unos segundos, aquella cosa había recorrido la distancia que los separaba, y se encontraba ya sobre Lucien e Iskatar. Levantó una de las patas del torso, en dirección a Lucien,y se dispuso a lanzar sobre él un golpe mortal como si de una aguja enorme se tratara. Entonces, la criatura descargó su extremidad sobre él , y este comenzó a gritar, pero el golpe nunca llegó.
Lucien se despertó de repente, sudando por todo el cuerpo. Al despertar, una luz roja llenaba su habitación, y Lucien tardó solo un par de segundos en percatarse de que la luz venía de sus brazos. Aquellas runas estaban de nuevo por toda la piel de estos, esta vez emitiendo una luz mucho más intensa, aunque sin dolor alguno. Y al mirar al frente lo vió.
Frente a él había un pequeño ser, de aproximadamente el tamaño de un águila grande, con forma humanoide, y de color rojo claro. De complexión delgada , tenía dos orejas largas que apuntaban hacia arriba, en paralelo a los dos cuernecillos que le surgían hacia arriba de la frente.Sus manos eran más anchas que las de un humano, y tenían una pequeñas garras que recordaban a las de un oso. Por encima del hombro derecho podía ver el final de una cola, que acababa en una pequeña punta como de flecha. Sus pies también eran más grandes de los de un humano, y se ensanchaban un poco a medida que se alejaban del tobillo, para terminar en unas pequeñas garras, al igual que las manos. En su cara había una nariz alargada hacia fuera, de aproximadamente el tamaño de un dedo humano, y unos ojos ardientes , cuyo pequeño fuego oscilaba suavemente. Aquel diablillo jadeaba tras realizar un gran esfuerzo, dejando ver una hilera de afilados dientes con cada profunda exhalación.
Lucien intento gritar, pero el diablillo le tapó la boca con la mano antes de que pudiera, y lo empujó contra la cama. Lucien intentó patearlo con todas sus fuerzas, pero aquel ser parecía tener una fuerza enorme para su reducido tamaño.
-¡Callate Lucien, vas a despertar a todos, soy Iskatar!- Dijo mientras lo inmovilizaba para que no hiciera ruido.
Efectivamente Lucien reconoció su voz como la misma de aquel ser de sus sueños que se hacía llamar Iskatar, así que tras intentar forcejear con él sin ningún éxito, optó por hacerle caso y dejar de intentar liberarse de su férrea presa.
-¿Te has calmado ya?- preguntó el supuesto Iskatar.
Lucien asintió con la cabeza, y la presa de aquel diablillo aflojó, a la vez que apartaba la mano de su boca. Lucien perplejo, intentó articular palabra, pero estaba tan sorprendido y nervioso que lo único que consiguió hacer fueron unos ruidos torpes.
Iskatar, al percatarse de que Lucien no iba a gritar más, se sentó sobre la cama y respiró aliviado, esperando que este consiguiera decirle algo.Tras unos minutos, Lucien se encontraba mucho más relajado, aunque aún seguía flipando, y pronunció su primera frase:
-¿Que eres, y qué coño está pasando aquí?-
-Yo soy Iskatar, y soy un Nithrani, pero los humanos nos llamáis diablillos.Respecto a la pregunta de qué está pasando, la respuesta es algo más compleja-
Lucien estaba simplemente perplejo, la situación parecía totalmente surrealista, aquello era una locura. Su cabeza pensaba frenéticamente en montones de preguntas que hacer, ¿Qué coño había pasado?, ¿Que era esa cosa enorme de aspecto oscuro?¿Que era Iskatar?¿Cómo podía viajar de sus sueños a la realidad?. Entonces Lucien se dispuso a comenzar aquella tromba de preguntas, cuando Iskatar le interrumpió.
-Maldita sea Lucien, te dije que no miraras, tan difícil era de hacer, ahora lo has complicado todo, debo localizar el cristal , y rápido. No tengo tiempo para explicaciones, debo marcharme. Mientras tanto, no debes hablar de esto a nadie, otros demonios podrían oírlo ¿Entendido?-
-¿Otros demonios?¿Hay más seres como tu?-
-Ahora no tengo tiempo,¿Entiendes que no debes hablar de esto a nadie?-
Lucien asintió con la cabeza de forma enérgica, aun en shock por todo lo que estaba pasando.
-Te prometo que responderé a tus preguntas, ahora debo marchar, y recuerda, nadie debe enterarse, si no pones en peligro a ambos-
-Está bien- dijo Lucien
-Bien, ahora te dormiré, no parece que vayas a pegar ojo en ese estado, mañana durante la tarde busca un sitio apartado, e iré a hablar contigo-
Tras terminar estas palabras, Iskatar pronunció otras totalmente incomprensibles para Lucien, y una de las puntas de sus dedos comenzó a brillar suavemente con una luz roja.Le tocó la frente con él, y este cayó dormido en un profundo sueño.
Tras esto, el diablillo pronunció otras palabras, y un pequeño portal surgió frente a él en el cuarto de Lucien. Iskatar entró en él maldiciendo los acontecimientos, y tras dejar algo en la mesa de Lucien,cruzó el portal,que se cerró tras él.
Lucien se despertó bastante tarde ese día. Cuando se levantó, se desperezó lentamente, y pensó en lo raro que había sido su sueño aquella vez. Tan creativo había sido, que incluso se había despertado de un sueño en su propio sueño. Se rió ante lo enrevesado de la idea. Incluso había tenido imaginación suficiente para añadir el problema de los brazos. Se levantó de la cama con tranquilidad, y fue a coger su móvil. Entonces fue cuando vio la carta sobre la mesa.
Sorprendido, la cogió. Era una carta algo diferente, más oscura y con un tacto más rugoso. Abrió la carta y encontró una nota, con una letra grande y un tanto garabateada. En ella se podía leer de manera clara lo siguiente: Recuerda Lucien, esta tarde busca un sitio apartado, y hablaremos.
Lucien se quedó pálido, todo lo que pasó anoche no era un sueño. Aquel ser de la oscuridad y Iskatar eran algo real, tan real como las runas de sus brazos. Su primer impulso fue ir corriendo a contárselo a sus padres, pero entonces recordó lo que Iskatar le había dicho.
Se sentó en la silla,desolado, pensando sobre qué hacer. ¿Cómo era posible que existiera un ser semejante a Iskatar? Además, dijo que había más como él, y que no debía decirle nada a nadie ¿Por qué? Tantas preguntas sin respuesta. Al final decidió que lo mejor sería esperar a ver qué ocurría esta tarde.
El dia transcurrió con normalidad, aunque este seguía muy preocupado. Su familia le preguntó que si le ocurría algo varias veces, pero él se limitó simplemente a decir que no, y poner una sonrisa, haciendo que no pasaba nada.
A medida que se acercaba la tarde, fue poniéndose más nervioso. A la sensación de no saber nada se le sumó la preocupación sobre los trazos en sus brazos, que parecían tener que ver con lo que fuera que allí estaba sucediendo.
Se dirigió al parque que había junto a su casa. Era enorme, de varios kilómetros cuadrados, donde solía ir con sus amigos de vez en cuando. Desde que eran pequeños, habían jugado en él, y conocía montones de lugares apartados y recovecos donde estar tranquilo.Así pues, iría a uno de aquellos sitios, uno al que solía ir a estar en calma y reflexionar.
Lucien entró en el parque, y puedo ver como el invierno iba dejando paso al otoño, y los árboles empezaban a cambiar de hojas. Se dirigió a aquel apartado lugar. Apenas le llevó quince minutos alcanzarlo, tras subir una colina, y adentrarse en un bosque algo denso.
Se sentó en aquel lugar, lleno de indecisión. Por un lado, sentía que aquello no fuera más que una mala pasada de sus sueños y su subconsciente, algo que al final no tuviera relevancia, y que simplemente quedará como un recuerdo o anécdota curiosos. Sin embargo, otra parte de él sentía que quería entender más sobre aquello, le fascinaba, era algo totalmente desconocido, y eso le gustaba.
Y allí sentado, esperó. Tras unos minutos de su llegada, noto la presencia de algo que se acercaba por su espalda, y se dió la vuelta para ver que era. Y de nuevo, allí estaba Iskatar, en cuclillas, con las manos también apoyadas en el suelo, postura que parecía ser extremadamente cómoda para él.
-Lucien, hay tantas cosas que tengo que contarte que no se ni por dónde empezar-
-Siéntate entonces y hablemos Iskatar- Dijo Lucien
Ya no le tenía miedo, aquella sensación de curiosidad le había invadido completamente, y tantas conversaciones con él habían generado cierta confianza.
-Es la hora de que sepas la verdad de los sellos, y de ti- Dijo Iskatar mientras se sentaba a su lado.
-¿Que sellos?-
-El sello son las marcas que has podido ver en tus brazos. Posees dos sellos, los cuales están separados el uno del otro. Cada sello contiene un gran demonio . Digamos que la conciencia del demonio está contenida en él, y que están ligadas a ti-
-¿Y de dónde han salido?-
-Tu padre te los hizo al nacer-
-¿Mi padre?-
-Tu verdadero padre, pero hablaremos de él más adelante, ahora debes de comprender el sello y lo que significa-
-Entonces cuéntame lo que deba saber-
Hablaron durante horas, e Iskatar le contó todo lo que él sabía sobre ambos sellos. Al parecer estos otorgan un gran poder a su portador,un poder que extraen de los demonios contenidos en ellos. Lucien descubrió que el que parecía ser su verdadero padre era medio humano, medio demonio, al igual que él. Los Aislathar, que es como los llamaban los demonios, surgían del amor entre un humano o un ángel, y un demonio.Al parecer, la parte de demonio hacía que su crecimiento fuera inestable, y por tanto necesitaba ser sellado para poder desarrollarse de manera normal. De no tener sello, la parte demoníaca tomaba el control del cuerpo rápidamente, y sufrían toda clase de mutaciones a la vez que consumia su conciencia, dando lugar a unos seres engéndricos y abominables.
Durante toda su infancia, el sello simplemente había permanecido dormido, conteniendo su parte demoníaca para que pudiera crecer, y al llegar a su edad, había comenzado a despertar. Cada sello constaba a su vez de varias partes, como por ejemplo, las runas que había visto en sus brazos. Sin embargo, el sello contenía un gran poder, y al no estar el cuerpo de Lucien correctamente preparado para él, solo las primeras partes del sello habían podido activarse. Al parecer, si se hubieran activado más partes de la cuenta, se habría freído por dentro. Lucien poseía dos sellos, el ígneo y el sombrío y en cada uno de ellos habitaba una consciencia totalmente diferente de Lucien, y muy diferentes entre sí. Ambos permanecían aislados de su mente de momento, encerrados en el fondo de su subconsciente. Iskatar no sabía qué demonios se encontraban en ellos, así que pudo aportarle poca información sobre este tema.
También le contó que aquellos dolores y manifestaciones del sello no se repetirían más, y que a partir de ahora permanecería invisible a menos que se usará una gran fracción de su poder o que el quisiera mostrarlo voluntariamente una vez hubiera aprendido a controlarlo. Esto le ayudaría a esconderlo a ojos de los demás y de otros demonios.
Para cuando terminaron de hablar, la noche ya se les había echado encima, e
Iskatar le dijo que Lucien debía mantener todo esto en secreto, y que siguiera su vida con normalidad de momento. Todas las tardes Lucien volvería a ese lugar, e Iskatar seguiría enseñándole cosas, a la espera de que encontrara el cristal. Muchas cosas quedaron sin resolver, pero al menos sus dolores habían acabado.
Lucien se levantó, y contempló a Iskatar. Al mirarlo a sus ojos llameantes puedo ver una cara de alegría, algo que chocaba con su concepción general de los demonios, siempre representados como seres malignos y sin sentimientos.
Antes de marcharse, le hizo una última pregunta:
-¿Por qué me ayudas? -
-Le prometí a tu padre que te cuidaría una vez te encontrara, y eso he hecho-
-¿Por que no se encargó él mismo de hacerlo?-
-Tu padre murió hace dieciocho años-
-¿Cómo?-
-Es una larga historia, y no me corresponde a mi hablarte de ella-
-¿Y quien me la contará entonces?-
- Andriel, es alguien que conocerás en un futuro cercano, y ahora marchate Lucien, mañana continuaremos hablando, mientras tanto, cuidaré de tí desde la sombras-
Tras pronunciar esta frase, Iskatar abrió un portal y lo cruzó a la vez que soltaba una pequeña risa burlona.Este se desvaneció poco a poco en el aire uno segundos después.
Lucien empezó a pensar en la locura que era todo aquello, y lejos de asustarle, le produjo una extraña sensación de alegría, pensando en la nueva aventura acababa de comenzar.