06/12/2019 05:29 PM
Nota: Hola a todos, acabé de escribir mi primer relato corto. Bueno en realidad es mi primer escrito, siempre había sido lector, pero jamás escritor y pues creo que por algo se empieza. Se que es algo insípido, pero me gustaría publicarlo acá. Acepto todo tipo de críticas, enserio quiero mejorar cada día así que sería de gran ayuda sus opiniones.
Nico tomó su mochila, su lonchera con algunas frutas para comer en el receso de la escuela y bajó las escaleras para encontrarse con su madre que lo esperaba en la puerta para llevarlo a estudiar. Nico tenía un pelo castaño con unos hermosos rizos que llegaban a tapar sus ojos en ocasiones, sus bellos ojos color negro carbón. A parte de ser un niño hermoso tenía una imaginación gigantesca. Para otros niños que asistían a la escuela los días eran como cualquier otro: levantarse, bañarse, comer algo y dirigirse a escuchar a un profesor que les enseñaba cosas nuevas mientras ellos solo querían jugar; pero para Nico cada día era una travesía, era una aventura nueva. Bañarse era enfrentar una gran cascada que le caía en el cuerpo y no lo dejaba levantar. Comer era recargar energías para salir a luchar. Su mochila era un escudo y su escuadra era una poderosa espada con los que enfrentaría a su maestra ogra (su profesora) que se escondía en una cueva para atormentar a niños inocentes.
Nico subió al auto el cual imaginaba como un gran dragón de poderosas escamas que no se podían atravesar ni con la espada mas poderosa del mundo. Llegó a la escuela. Un castillo de ogros y trolls que esclavizaban niños. Ya había llegado su héroe, el que todos los días los salvaba o eso imaginaba él. El poderoso mago Nico, el más fuerte mago que el mundo pudo conocer alguna vez, el temor de ogros y trolls come niños. Entró a su salón de clases y vio a la imponente profesora Gromura una ogra con unas grandes verrugas en la cara o como la conocían los otros estudiantes la señorita Gloria. Siempre con su regla de madera con la que golpeaba niños que no hacían su tarea o que jugaban mientras Gromura les enseñaba cosas nuevas en sus rigurosas y difíciles clases. Nico nunca le temió a Gromura, pues mientras hacía sus tareas se reía en secreto mientras la imaginaba como una fea mujer ogra a la que no le temía en absoluto.
Todos los días de Nico eran una travesía, una aventura inolvidable pues siempre veía el mundo como cualquier adulto alguna vez se lo imaginó en su infancia. A pesar de la imaginación de Nico había algo que temía todos los días y era la eterna pelea entre el Caballero negro y el brujo que ocurría cada día en su casa cuando regresaba de la escuela. Día tras día el caballero negro peleaba valerosamente contra el brujo. Siempre salía victorioso el brujo dejando a el caballero con fuertes heridas.
Un día todo cambió. Nico regresó de la escuela y como sucedía todos los días se estaban enfrentando el caballero negro y el brujo. Ese día el desenlace de la batalla fue diferente. El brujo sacó de su túnica una espada y la clavó a un costado del estómago del caballero. Después abrió la puerta de la casa y escapó en la oscuridad de la noche. Nico tras presenciar la feroz batalla corrió al lugar en donde había caído el caballero herido, tomó la cabeza por la parte posterior y la levantó un poco. Entrelazó sus pequeños dedos por el cabello negro de su madre y por su mejilla se resbaló una inocente lagrima. Su madre lo miró a los ojos. Con sus últimos alientos sobó la cara de su pequeño hijo y en un suspiro pronunció sus últimas palabras: — Te amo hijo — Nico estalló en llanto después de que fue asesinada su madre en frente de sus ojos y todo su mundo de fantasía se derrumbó.
El caballero negro y el brujo
Nico tomó su mochila, su lonchera con algunas frutas para comer en el receso de la escuela y bajó las escaleras para encontrarse con su madre que lo esperaba en la puerta para llevarlo a estudiar. Nico tenía un pelo castaño con unos hermosos rizos que llegaban a tapar sus ojos en ocasiones, sus bellos ojos color negro carbón. A parte de ser un niño hermoso tenía una imaginación gigantesca. Para otros niños que asistían a la escuela los días eran como cualquier otro: levantarse, bañarse, comer algo y dirigirse a escuchar a un profesor que les enseñaba cosas nuevas mientras ellos solo querían jugar; pero para Nico cada día era una travesía, era una aventura nueva. Bañarse era enfrentar una gran cascada que le caía en el cuerpo y no lo dejaba levantar. Comer era recargar energías para salir a luchar. Su mochila era un escudo y su escuadra era una poderosa espada con los que enfrentaría a su maestra ogra (su profesora) que se escondía en una cueva para atormentar a niños inocentes.
Nico subió al auto el cual imaginaba como un gran dragón de poderosas escamas que no se podían atravesar ni con la espada mas poderosa del mundo. Llegó a la escuela. Un castillo de ogros y trolls que esclavizaban niños. Ya había llegado su héroe, el que todos los días los salvaba o eso imaginaba él. El poderoso mago Nico, el más fuerte mago que el mundo pudo conocer alguna vez, el temor de ogros y trolls come niños. Entró a su salón de clases y vio a la imponente profesora Gromura una ogra con unas grandes verrugas en la cara o como la conocían los otros estudiantes la señorita Gloria. Siempre con su regla de madera con la que golpeaba niños que no hacían su tarea o que jugaban mientras Gromura les enseñaba cosas nuevas en sus rigurosas y difíciles clases. Nico nunca le temió a Gromura, pues mientras hacía sus tareas se reía en secreto mientras la imaginaba como una fea mujer ogra a la que no le temía en absoluto.
Todos los días de Nico eran una travesía, una aventura inolvidable pues siempre veía el mundo como cualquier adulto alguna vez se lo imaginó en su infancia. A pesar de la imaginación de Nico había algo que temía todos los días y era la eterna pelea entre el Caballero negro y el brujo que ocurría cada día en su casa cuando regresaba de la escuela. Día tras día el caballero negro peleaba valerosamente contra el brujo. Siempre salía victorioso el brujo dejando a el caballero con fuertes heridas.
Un día todo cambió. Nico regresó de la escuela y como sucedía todos los días se estaban enfrentando el caballero negro y el brujo. Ese día el desenlace de la batalla fue diferente. El brujo sacó de su túnica una espada y la clavó a un costado del estómago del caballero. Después abrió la puerta de la casa y escapó en la oscuridad de la noche. Nico tras presenciar la feroz batalla corrió al lugar en donde había caído el caballero herido, tomó la cabeza por la parte posterior y la levantó un poco. Entrelazó sus pequeños dedos por el cabello negro de su madre y por su mejilla se resbaló una inocente lagrima. Su madre lo miró a los ojos. Con sus últimos alientos sobó la cara de su pequeño hijo y en un suspiro pronunció sus últimas palabras: — Te amo hijo — Nico estalló en llanto después de que fue asesinada su madre en frente de sus ojos y todo su mundo de fantasía se derrumbó.