08/03/2022 09:44 PM
# 3.2
La primer clase fue bastante interesante. Un par de estudiantes mayores les mostraron el camino hasta el salón y les dijeron:
-Esperen que la profesora ya viene.
Nadie sabía exactamente de qué iba a ser la clase. Los horarios decían que era una especie de clase introductoria, pero nada más.
Al principio todos se sentaron en silencio, temiendo la llegada de algún profesor tiránico que les impusiera castigos aterradores, pero a medida que pasaban los minutos, el ambiente se fue relajando. Hasta que empezaron a pasar cosas raras.
-¡Au! ¿Quién hizo eso? ¡Ya basta!
Algunos sentían un jalón de orejas. Otros, cosquillas en el cuello.
-¡Ah! Yo también. ¿Qué está pasando?
De a poco el salón comenzó a quedarse quieto, hasta que todos miraban a su alrededor en silencio, expectantes. Entonces, la profesora apareció. Sí, apareció en medio del salón, “por arte de magia” como se suele decir.
Era bastante joven, tendría la edad de su madre, pensó Alice.
-Bienvenidos, queridos estudiantes -dijo, abriendo los brazos-. Me alegra verlos de nuevo. Para quienes se perdieron mi discurso de bienvenida el día de ayer, yo soy Ornela, vuestra regente de Casa. Y como ya se habrán dado cuenta, también vuestra maestra de Invisibilidad.
Un murmullo de asombro se esparció por todo el salón.
-Se dicen muchas cosas de la Casa Ilusión. Muchos creen que somos la Casa de los simpáticos, dóciles o incluso miedosos. Pero déjenme hacer el siguiente argumento. Actuar con violencia ante una amenaza no es un acto de valor, sino de miedo. Un oso, atacará al ser sorprendido. La sorpresa lo asusta y es el miedo lo que lo lleva a atacar para neutralizar la posible amenaza. Pero pararse frente al oso, sabiendo que solo una efímera capa de ilusión es lo que se interpone entre tú y una posible muerte dolorosa… eso es un acto de valor.
No hace falta decir que todos quedaron muy entusiasmados.
Después les tocó clase de aritmética con un señor gordo y calvo, lo cual ya no fue tan estimulante.
***
Las campanadas sonaron. Una, dos, tres veces. Al fin. Alice se había pasado toda la clase de aritmética, deseando que llegara el recreo largo. Salieron al patio central y vaya que era grande. Toda la escuela estaba allí.
-¿Vienes, Alice?
Emma y las demás iban a ir a sentarse bajo uno de los grandes árboles que crecían en el patio, pero ella tenía otros planes. Tenía que encontrar a Carla y a Vivi.
-Sí, ya voy -se disculpó rápidamente y comenzó a caminar hacia donde se veían uniformes rojo y dorado. Eran los más fáciles de identificar, porque los varones de la Casa Fuego jugaban al Disco, desprendiendo destellos dorados cada vez que los hacían revotar hacia el aire.
Notó las crecientes miradas que se posaban sobre ella, a medida que se acercaba. De pronto uno de los discos se fue muy lejos y un par de chicos casi la tiran al suelo por alcanzarlo. En seguida, unas chicas Fuego saltaron en su defensa.
-¡Eh! ¡Brutos! ¿No tienen ojos? Hay una chica caminando aquí.
La acompañaron hasta dejar la zona de peligro.
-¿A dónde vas, corazón? -le preguntaron.
-Busco a una amiga. Carla. Es de primero.
-Amigas de la infancia, que tierno. Mmm… no los veo por aquí. ¡Eh! ¡Tami! ¿Y los de primero, que recién estaban acá?
-¡Ya entraron!
-¿Lo qué?
La otra se acercó.
-Ella está buscando a su amiga -explicó.
-¡Ay, que lindo! ¡Amigas de la infancia! Sí, no. Lo siento. Los de primero ya entraron a clase. Tienen Taller de Círculos a esta hora. Hubo un problema de horarios, creo que por el profesor Gerard. Les dividieron el recreo en dos, pero les agregaron unos minutos para que no se quejaran.
Todas quedaron muy sorprendidas por las extensas explicaciones.
-¿Y vos cómo sabes los horarios de primero?
-Mi prima.
Alice se entristeció mucho, pero aprovechó para preguntar si el resto de los días pasaría lo mismo y por suerte la respuesta fue que no.
Decidió entonces buscar a Viv y para ella siguió dando toda la vuelta por el patio. Primero pasó junto a los de la Casa Arcana, que solo charlaban o jugaban a las cartas, así que no había riesgo de ser atropellada. Y cuando se estaba acercando a donde se aglomeraban los de azul y plata. Una mariposa revoloteó sobre su cabeza y se posó en su solapa.
-Hola pequeñita.
Pero al mirarla con más detenimiento, se dio cuenta que era de papel. Era una nota viajera. ¡Vivi!
Con dedos temblorosos, la abrió con cuidado porque sabía lo frágiles que eran.
“Nos vemos en la Fuente del Ocaso luego del almuerzo. Ya le avisé a Carla.”
El corazón le empezó a correr de la emoción. De verdad era un mensaje de Viv.
La buscó con la mirada alrededor.
Allá la vio, en el centro de un grupito, atrayendo la atención de todas cuanto la rodeaban. Viv tenía una forma muy interesante de expresarse, más incluso que Carla, solo que solía ser más reservada. Por eso no fue sorpresa para Alice ver que su amiga se ganaba tan rápidamente la admiración de sus compañeras de casa. Sin embargo, verlo en ese momento, le resultó tremendamente doloroso.
Esto era exactamente lo que temía que sucedería. Estarían tan ocupadas con nuevas clases y nuevas compañeras, que ya no tendrían tiempo para estar juntas.
“No seas egoísta, Alice” se dijo enseguida. “De nada sirven los celos. Ya sabías que las cosas iban a cambiar. Pero no significa que todo haya terminado. Te dijo para juntarse las tres. Ahora deja de martirizarte y déjala que se conozca con su nuevo grupo. Es el primer día, después de todo, vos tendrías que estar haciendo lo mismo.”
Volvió junto a sus compañeras bajo el árbol.
-¿Qué estuviste haciendo? -le preguntaron-. Todos te miraban.
-No era nada, no importa.
***
Después del recreo tuvo otro par de clases tediosas. Lengua Arcana e Historia. Los profesores no eran tan aburridos como el señor de Aritmética pero tampoco eran divertidos. La profesora de Lengua era una vieja muy estricta, que los hizo ponerse de pie cuando entró al salón. El de Historia era más amable, con unos enormes bigotes que le bajaban por el costado de la boca, pero lo malo era que Alice pasaba más tiempo mirando sus bigotes que escuchando lo que decía.
Hasta que finalmente llegó el almuerzo.
Esta vez estaba todo el personal docente presente. Sí, su madre estaba sentada a la mesa de profesores. Se sorprendió al verla, porque casi se había olvidado de ella.
-¿Cuándo tenemos Alquimia? -preguntó.
-¿Alquimia? No sé. Creo que el jueves -respondió Naty.
-¿El jueves, recién?
-¿Por qué recién? -quiso saber Jas-. ¿Tienes alguna urgencia por tener clase de Alquimia?
-No, para nada.
Su madre, la Profesora Hingley, permaneció estoicamente sentada durante todo el almuerzo, sin desviar la mirada hacia ella en ningún momento. ¿La estaba evitando? Seguro pensaba que si la miraba ella iba a cometer la torpeza de saludarla con la mano o algo así. No era tan tonta.
-¿Y tú, Alice? ¿Qué hacen tus padres?
Alice no estaba escuchando. De hacía rato que estaba ensimismada en sus pensamientos.
-Alice, ¿estás bien? -dijo Emma-. Te quedas colgada a veces. Estamos hablando de nuestros padres.
-Sí, sí. Perdón, el ruido me distrae a veces. ¿Qué cosa?
-Los padres de Jas tienen importantes plantaciones en las colonias. El padre de Naty es capitán marino y los míos están en la industria del calzado. ¿Qué hay de ti?
Alice respondió sin pensar.
-Mi madre es profesora en un instituto especializado.
-No me digas.
-Yo creía que los profesores no tenían hijos.
-Es inusual, pero no hay ninguna regla en contra.
-¿Profesora de qué?
-Cálculos dimensionales.
-¡Fua! Eso sí que es especializado.
-Sí.
La primer clase fue bastante interesante. Un par de estudiantes mayores les mostraron el camino hasta el salón y les dijeron:
-Esperen que la profesora ya viene.
Nadie sabía exactamente de qué iba a ser la clase. Los horarios decían que era una especie de clase introductoria, pero nada más.
Al principio todos se sentaron en silencio, temiendo la llegada de algún profesor tiránico que les impusiera castigos aterradores, pero a medida que pasaban los minutos, el ambiente se fue relajando. Hasta que empezaron a pasar cosas raras.
-¡Au! ¿Quién hizo eso? ¡Ya basta!
Algunos sentían un jalón de orejas. Otros, cosquillas en el cuello.
-¡Ah! Yo también. ¿Qué está pasando?
De a poco el salón comenzó a quedarse quieto, hasta que todos miraban a su alrededor en silencio, expectantes. Entonces, la profesora apareció. Sí, apareció en medio del salón, “por arte de magia” como se suele decir.
Era bastante joven, tendría la edad de su madre, pensó Alice.
-Bienvenidos, queridos estudiantes -dijo, abriendo los brazos-. Me alegra verlos de nuevo. Para quienes se perdieron mi discurso de bienvenida el día de ayer, yo soy Ornela, vuestra regente de Casa. Y como ya se habrán dado cuenta, también vuestra maestra de Invisibilidad.
Un murmullo de asombro se esparció por todo el salón.
-Se dicen muchas cosas de la Casa Ilusión. Muchos creen que somos la Casa de los simpáticos, dóciles o incluso miedosos. Pero déjenme hacer el siguiente argumento. Actuar con violencia ante una amenaza no es un acto de valor, sino de miedo. Un oso, atacará al ser sorprendido. La sorpresa lo asusta y es el miedo lo que lo lleva a atacar para neutralizar la posible amenaza. Pero pararse frente al oso, sabiendo que solo una efímera capa de ilusión es lo que se interpone entre tú y una posible muerte dolorosa… eso es un acto de valor.
No hace falta decir que todos quedaron muy entusiasmados.
Después les tocó clase de aritmética con un señor gordo y calvo, lo cual ya no fue tan estimulante.
***
Las campanadas sonaron. Una, dos, tres veces. Al fin. Alice se había pasado toda la clase de aritmética, deseando que llegara el recreo largo. Salieron al patio central y vaya que era grande. Toda la escuela estaba allí.
-¿Vienes, Alice?
Emma y las demás iban a ir a sentarse bajo uno de los grandes árboles que crecían en el patio, pero ella tenía otros planes. Tenía que encontrar a Carla y a Vivi.
-Sí, ya voy -se disculpó rápidamente y comenzó a caminar hacia donde se veían uniformes rojo y dorado. Eran los más fáciles de identificar, porque los varones de la Casa Fuego jugaban al Disco, desprendiendo destellos dorados cada vez que los hacían revotar hacia el aire.
Notó las crecientes miradas que se posaban sobre ella, a medida que se acercaba. De pronto uno de los discos se fue muy lejos y un par de chicos casi la tiran al suelo por alcanzarlo. En seguida, unas chicas Fuego saltaron en su defensa.
-¡Eh! ¡Brutos! ¿No tienen ojos? Hay una chica caminando aquí.
La acompañaron hasta dejar la zona de peligro.
-¿A dónde vas, corazón? -le preguntaron.
-Busco a una amiga. Carla. Es de primero.
-Amigas de la infancia, que tierno. Mmm… no los veo por aquí. ¡Eh! ¡Tami! ¿Y los de primero, que recién estaban acá?
-¡Ya entraron!
-¿Lo qué?
La otra se acercó.
-Ella está buscando a su amiga -explicó.
-¡Ay, que lindo! ¡Amigas de la infancia! Sí, no. Lo siento. Los de primero ya entraron a clase. Tienen Taller de Círculos a esta hora. Hubo un problema de horarios, creo que por el profesor Gerard. Les dividieron el recreo en dos, pero les agregaron unos minutos para que no se quejaran.
Todas quedaron muy sorprendidas por las extensas explicaciones.
-¿Y vos cómo sabes los horarios de primero?
-Mi prima.
Alice se entristeció mucho, pero aprovechó para preguntar si el resto de los días pasaría lo mismo y por suerte la respuesta fue que no.
Decidió entonces buscar a Viv y para ella siguió dando toda la vuelta por el patio. Primero pasó junto a los de la Casa Arcana, que solo charlaban o jugaban a las cartas, así que no había riesgo de ser atropellada. Y cuando se estaba acercando a donde se aglomeraban los de azul y plata. Una mariposa revoloteó sobre su cabeza y se posó en su solapa.
-Hola pequeñita.
Pero al mirarla con más detenimiento, se dio cuenta que era de papel. Era una nota viajera. ¡Vivi!
Con dedos temblorosos, la abrió con cuidado porque sabía lo frágiles que eran.
“Nos vemos en la Fuente del Ocaso luego del almuerzo. Ya le avisé a Carla.”
El corazón le empezó a correr de la emoción. De verdad era un mensaje de Viv.
La buscó con la mirada alrededor.
Allá la vio, en el centro de un grupito, atrayendo la atención de todas cuanto la rodeaban. Viv tenía una forma muy interesante de expresarse, más incluso que Carla, solo que solía ser más reservada. Por eso no fue sorpresa para Alice ver que su amiga se ganaba tan rápidamente la admiración de sus compañeras de casa. Sin embargo, verlo en ese momento, le resultó tremendamente doloroso.
Esto era exactamente lo que temía que sucedería. Estarían tan ocupadas con nuevas clases y nuevas compañeras, que ya no tendrían tiempo para estar juntas.
“No seas egoísta, Alice” se dijo enseguida. “De nada sirven los celos. Ya sabías que las cosas iban a cambiar. Pero no significa que todo haya terminado. Te dijo para juntarse las tres. Ahora deja de martirizarte y déjala que se conozca con su nuevo grupo. Es el primer día, después de todo, vos tendrías que estar haciendo lo mismo.”
Volvió junto a sus compañeras bajo el árbol.
-¿Qué estuviste haciendo? -le preguntaron-. Todos te miraban.
-No era nada, no importa.
***
Después del recreo tuvo otro par de clases tediosas. Lengua Arcana e Historia. Los profesores no eran tan aburridos como el señor de Aritmética pero tampoco eran divertidos. La profesora de Lengua era una vieja muy estricta, que los hizo ponerse de pie cuando entró al salón. El de Historia era más amable, con unos enormes bigotes que le bajaban por el costado de la boca, pero lo malo era que Alice pasaba más tiempo mirando sus bigotes que escuchando lo que decía.
Hasta que finalmente llegó el almuerzo.
Esta vez estaba todo el personal docente presente. Sí, su madre estaba sentada a la mesa de profesores. Se sorprendió al verla, porque casi se había olvidado de ella.
-¿Cuándo tenemos Alquimia? -preguntó.
-¿Alquimia? No sé. Creo que el jueves -respondió Naty.
-¿El jueves, recién?
-¿Por qué recién? -quiso saber Jas-. ¿Tienes alguna urgencia por tener clase de Alquimia?
-No, para nada.
Su madre, la Profesora Hingley, permaneció estoicamente sentada durante todo el almuerzo, sin desviar la mirada hacia ella en ningún momento. ¿La estaba evitando? Seguro pensaba que si la miraba ella iba a cometer la torpeza de saludarla con la mano o algo así. No era tan tonta.
-¿Y tú, Alice? ¿Qué hacen tus padres?
Alice no estaba escuchando. De hacía rato que estaba ensimismada en sus pensamientos.
-Alice, ¿estás bien? -dijo Emma-. Te quedas colgada a veces. Estamos hablando de nuestros padres.
-Sí, sí. Perdón, el ruido me distrae a veces. ¿Qué cosa?
-Los padres de Jas tienen importantes plantaciones en las colonias. El padre de Naty es capitán marino y los míos están en la industria del calzado. ¿Qué hay de ti?
Alice respondió sin pensar.
-Mi madre es profesora en un instituto especializado.
-No me digas.
-Yo creía que los profesores no tenían hijos.
-Es inusual, pero no hay ninguna regla en contra.
-¿Profesora de qué?
-Cálculos dimensionales.
-¡Fua! Eso sí que es especializado.
-Sí.