08/12/2015 04:46 AM
Esta es mi segunda historia basada en el Ciclo del Sol Negro, el mundo que originalmente fue creado para mis campañas de D&D pero que he ido modificando en el transcurso de este año para crear mi historia original. La historia del Ouroboros se centra en la guerra de los Caudillos, una rebelión que por cuarenta años ha ido fragmentando al Imperio Teloniano, y los efectos que esta violenta confrontación tendrán para el Ciclo del Mundo, una poderosa magia que fuerza al Mundo a repetir la línea de tiempo despues de que ocurra cierto evento.
Decidí abrir otro post para esto puesto que la historia original que iba en el otro post está tan cambiada con la versión final que he estado publicando en Wattpad, que ya no siento que tengan que ver. Si los mods ven problemas, puedo combinar los dos post, Para los interesados en leer la nueva versión de la primera historia (un cuento corto en el cual hago introducción de algunos personajes que aparecen en esta historia, y algunos conceptos como tal del mundo), les dejaré su dirección de wattpad.
Links de wattpad:
El Creador de Muñecas
El Ouroboros
La realidad se distorsionaba frente a él por primera vez desde que llegó allí, a su prisión amebiana, gelatinosa. Antes de dicha eventualidad había estado en letargo durante mucho tiempo. Tanto que había comenzado a olvidar. «¿Cómo había terminado así?», se había preguntado infinitas veces. Recordaba una batalla borrosa, lejana… sus amigos se habían vuelto contra él, le habían traicionado. Pero, ¿por qué? Eso no podía recordarlo por más que lo intentaba. Aunque luchó con valentía, sus antiguos camaradas lograron derrotarlo y lo expulsaron del mundo material, sellándolo en los abismos que existen más allá del cosmos con una magia muy poderosa. Incluso hasta para él, uno de los magos más grandes de todos los tiempos, si no es que el más grande de todos.
Y ahora estaba por salir de allí. De donde fuera que “allí” fuese. Podía sentir como la realidad se resquebrajaba a su alrededor, cómo las paredes del espacio se hacían añicos ante sus incrédulos ojos y se partían como si se tratase de un cristal que se venía abajo; fue expulsado de su prisión y regurgitado en el mundo mortal como si una madre lo estuviese dando a luz. El líquido gelatinoso que lo envolvía empezó a evaporarse tan pronto como el mago tocó tierra, y vio como la distorsión en la realidad desaparecía, como si nunca hubiera ocurrido en primer lugar. Al tocar sus ropas se dio cuenta de que no estaban siquiera mojadas. Respiró profundamente, saboreando el aire como aquel que come después de varios días de no haber probado bocado, y sintió como las corrientes arcanas invadían su cuerpo una vez más. El poder que antaño poseía comenzó a regresar poco a poco, con un torturante pero placentero cosquilleo por toda su piel. Se fijó en uno de los anillos que llevaba en su mano derecha. Era muy simple, una sencilla banda de oro con un rubí miniatura de forma hexagonal incrustado en su centro. No recordaba porqué ese anillo era más importante que todos los demás que poseía.
—Levántate —escuchó de repente.
El mago levantó su rostro y se sintió fascinado y a la vez temeroso por lo que vio. Allí, frente a él, se encontraba su propio reflejo. Había cobrado vida propia y le miraba fijamente. Alto, de tez pálida y azulada, cabello dorado, vistiendo su misma túnica azul celeste. La única diferencia entre los dos era el color de sus ojos, dos orbes perlinos y opalescentes sin pupilas. Los de él eran azules, los del reflejo eran complemente rojos. Un rojo ardiente y maligno.
—Fascinante, sencillamente fascinante —murmuró el mago—. ¿Qué eres tú, que osas tomar mi forma? ¿A quién debo agradecerle mi repentina libertad?
—A nadie más que a ti —respondió el reflejo—. Yo no soy más que tu reflejo, un hechizo que dejaste en éste mundo en caso de que lograses salir de tu prisión. Estoy aquí como tu guía para que te adaptes al paso de la historia. Tu magia ha funcionado bien, solo que ha sido lenta. Han pasado casi mil años desde que fuiste encerrado.
El mago se mostró perplejo al principio. Usando su voluntad manipuló las corrientes mágicas para leer las memorias recientes del mundo. Era un ritual complejo, que tardaba normalmente días y requería cientos de materiales alquímicos e implementos exóticos para su ejecución. Pero el anillo de rubí era un objeto poderoso que le permitía superar las barreras impuestas por cualquier clase de hechizo. Inconscientemente lo usó y en solo unos segundos supo cuanto quería saber. En efecto, habían pasado mil años desde que fue encerrado. Sus viejos compañeros de aventuras no habían ensuciado su nombre, por lo que las leyendas de sus hazañas lo mostraban como un benefactor para los mortales, un héroe que había sacrificado su vida para salvar al mundo de un antiguo mal. Mientras estuvo atrapado en su prisión fuera del cosmos planeaba vengarse con los descendientes de sus traidores amigos, pero esto lo hizo cambiar de idea. Por ahora, los dejaría vivir.
—¿Sabes dónde estoy? —preguntó al reflejo una vez hubo regresado de su trance.
—En el reino magocrático de Argenta. Una nación pequeña, sin importancia en el orden de la historia actual. Nos encontramos dentro de una de sus fortalezas más antiguas, en la frontera meridional.
—¡Una nación gobernada por magos! Eso es algo que no existía en mi época. ¿Y me dices que es poco importante en esta era? ¿Qué clase de idiotas la gobiernan?
—Los magos de Argenta son gente pacífica y su nación es muy joven aún. Pronto usted verá todo con sus propios ojos. Ahora que ha regresado, mi función ha llegado a su fin. Una vez mi esencia se reúna de nuevo con usted, tendrá acceso a todos los recuerdos que almacenó en mi, así como a los nuevos conocimientos que he adquirido en su ausencia.
El reflejo se desvaneció de repente en una nube de polvo arcano que se fusionó con el cuerpo del mago. Nabu, pues así se llamaba aquel milenario mago, abrió los ojos con admiración y confusión al ver como aquellos conocimientos se despertaban en su mente. Era como si siempre hubieran estado ahí, como si nunca hubiera olvidado nada. Miles de conocimientos, sensaciones e imágenes afloraron en su mente en tan solo unos segundos.
—¡Al fin he regresado…! —sonrió eufórico. Y no se percató del ominoso brillo carmesí que emitía su anillo mágico.
Decidí abrir otro post para esto puesto que la historia original que iba en el otro post está tan cambiada con la versión final que he estado publicando en Wattpad, que ya no siento que tengan que ver. Si los mods ven problemas, puedo combinar los dos post, Para los interesados en leer la nueva versión de la primera historia (un cuento corto en el cual hago introducción de algunos personajes que aparecen en esta historia, y algunos conceptos como tal del mundo), les dejaré su dirección de wattpad.
Links de wattpad:
El Creador de Muñecas
El Ouroboros
CICLO DEL SOL NEGRO
EL OURUBOROS
Año 999 del Cómputo de Akron.
El último año del milenio.
Son tiempos adversos para el Imperio. Con la muerte del Emperador Philene III, los Caudillos de las fuerzas rebeldes han aprovechado el caos político entre las casas nobles y el conflicto de los príncipes herederos por el trono para expandir su influencia por todo el territorio imperial.
Mientras las fuerzas imperiales se debilitan luchando en una guerra de desgaste contra los rebeldes, los ejércitos del reino magócrata de Argenta marchan a las fronteras sureñas, esperando recuperar los territorios que algunas vez les fueron arrebatados, forzando al Imperio a dividir sus ejércitos para enfrentarse a ambos bandos, augurando la más cruenta de las batallas en la historia del Imperio…
Ocultos en las sombras, ciertos seres de la oscuridad, a quienes esta era de caos y guerras ha llamado la atención, esperan el momento adecuado para intervenir en la batalla...
Prologo:
Renacimiento
EL OURUBOROS
Año 999 del Cómputo de Akron.
El último año del milenio.
Son tiempos adversos para el Imperio. Con la muerte del Emperador Philene III, los Caudillos de las fuerzas rebeldes han aprovechado el caos político entre las casas nobles y el conflicto de los príncipes herederos por el trono para expandir su influencia por todo el territorio imperial.
Mientras las fuerzas imperiales se debilitan luchando en una guerra de desgaste contra los rebeldes, los ejércitos del reino magócrata de Argenta marchan a las fronteras sureñas, esperando recuperar los territorios que algunas vez les fueron arrebatados, forzando al Imperio a dividir sus ejércitos para enfrentarse a ambos bandos, augurando la más cruenta de las batallas en la historia del Imperio…
Ocultos en las sombras, ciertos seres de la oscuridad, a quienes esta era de caos y guerras ha llamado la atención, esperan el momento adecuado para intervenir en la batalla...
Prologo:
Renacimiento
«La historia del mundo no es más que el eterno show de marionetas de una contienda interminable.»
J. Mishley
J. Mishley
La realidad se distorsionaba frente a él por primera vez desde que llegó allí, a su prisión amebiana, gelatinosa. Antes de dicha eventualidad había estado en letargo durante mucho tiempo. Tanto que había comenzado a olvidar. «¿Cómo había terminado así?», se había preguntado infinitas veces. Recordaba una batalla borrosa, lejana… sus amigos se habían vuelto contra él, le habían traicionado. Pero, ¿por qué? Eso no podía recordarlo por más que lo intentaba. Aunque luchó con valentía, sus antiguos camaradas lograron derrotarlo y lo expulsaron del mundo material, sellándolo en los abismos que existen más allá del cosmos con una magia muy poderosa. Incluso hasta para él, uno de los magos más grandes de todos los tiempos, si no es que el más grande de todos.
Y ahora estaba por salir de allí. De donde fuera que “allí” fuese. Podía sentir como la realidad se resquebrajaba a su alrededor, cómo las paredes del espacio se hacían añicos ante sus incrédulos ojos y se partían como si se tratase de un cristal que se venía abajo; fue expulsado de su prisión y regurgitado en el mundo mortal como si una madre lo estuviese dando a luz. El líquido gelatinoso que lo envolvía empezó a evaporarse tan pronto como el mago tocó tierra, y vio como la distorsión en la realidad desaparecía, como si nunca hubiera ocurrido en primer lugar. Al tocar sus ropas se dio cuenta de que no estaban siquiera mojadas. Respiró profundamente, saboreando el aire como aquel que come después de varios días de no haber probado bocado, y sintió como las corrientes arcanas invadían su cuerpo una vez más. El poder que antaño poseía comenzó a regresar poco a poco, con un torturante pero placentero cosquilleo por toda su piel. Se fijó en uno de los anillos que llevaba en su mano derecha. Era muy simple, una sencilla banda de oro con un rubí miniatura de forma hexagonal incrustado en su centro. No recordaba porqué ese anillo era más importante que todos los demás que poseía.
—Levántate —escuchó de repente.
El mago levantó su rostro y se sintió fascinado y a la vez temeroso por lo que vio. Allí, frente a él, se encontraba su propio reflejo. Había cobrado vida propia y le miraba fijamente. Alto, de tez pálida y azulada, cabello dorado, vistiendo su misma túnica azul celeste. La única diferencia entre los dos era el color de sus ojos, dos orbes perlinos y opalescentes sin pupilas. Los de él eran azules, los del reflejo eran complemente rojos. Un rojo ardiente y maligno.
—Fascinante, sencillamente fascinante —murmuró el mago—. ¿Qué eres tú, que osas tomar mi forma? ¿A quién debo agradecerle mi repentina libertad?
—A nadie más que a ti —respondió el reflejo—. Yo no soy más que tu reflejo, un hechizo que dejaste en éste mundo en caso de que lograses salir de tu prisión. Estoy aquí como tu guía para que te adaptes al paso de la historia. Tu magia ha funcionado bien, solo que ha sido lenta. Han pasado casi mil años desde que fuiste encerrado.
El mago se mostró perplejo al principio. Usando su voluntad manipuló las corrientes mágicas para leer las memorias recientes del mundo. Era un ritual complejo, que tardaba normalmente días y requería cientos de materiales alquímicos e implementos exóticos para su ejecución. Pero el anillo de rubí era un objeto poderoso que le permitía superar las barreras impuestas por cualquier clase de hechizo. Inconscientemente lo usó y en solo unos segundos supo cuanto quería saber. En efecto, habían pasado mil años desde que fue encerrado. Sus viejos compañeros de aventuras no habían ensuciado su nombre, por lo que las leyendas de sus hazañas lo mostraban como un benefactor para los mortales, un héroe que había sacrificado su vida para salvar al mundo de un antiguo mal. Mientras estuvo atrapado en su prisión fuera del cosmos planeaba vengarse con los descendientes de sus traidores amigos, pero esto lo hizo cambiar de idea. Por ahora, los dejaría vivir.
—¿Sabes dónde estoy? —preguntó al reflejo una vez hubo regresado de su trance.
—En el reino magocrático de Argenta. Una nación pequeña, sin importancia en el orden de la historia actual. Nos encontramos dentro de una de sus fortalezas más antiguas, en la frontera meridional.
—¡Una nación gobernada por magos! Eso es algo que no existía en mi época. ¿Y me dices que es poco importante en esta era? ¿Qué clase de idiotas la gobiernan?
—Los magos de Argenta son gente pacífica y su nación es muy joven aún. Pronto usted verá todo con sus propios ojos. Ahora que ha regresado, mi función ha llegado a su fin. Una vez mi esencia se reúna de nuevo con usted, tendrá acceso a todos los recuerdos que almacenó en mi, así como a los nuevos conocimientos que he adquirido en su ausencia.
El reflejo se desvaneció de repente en una nube de polvo arcano que se fusionó con el cuerpo del mago. Nabu, pues así se llamaba aquel milenario mago, abrió los ojos con admiración y confusión al ver como aquellos conocimientos se despertaban en su mente. Era como si siempre hubieran estado ahí, como si nunca hubiera olvidado nada. Miles de conocimientos, sensaciones e imágenes afloraron en su mente en tan solo unos segundos.
—¡Al fin he regresado…! —sonrió eufórico. Y no se percató del ominoso brillo carmesí que emitía su anillo mágico.
Great power can come from anger, but you may lose yourself in the process. Therefore, your mind must remain calm, and your spirit must be still.