26/04/2016 08:38 AM
Esto es un chiste. ¿"Tokio blues"? ¿En serio "Tokio blues"? Que alguien me traiga un vaso de agua y un rivotril que en cualquier momento me da un ataque.
Encima, y por si esa afrenta fuera poca, me ponen también en el listado a grandes obras como Rayuela, El péndulo de Foucault, y En busca del tiempo perdido. Obviamente los tipos que han escrito ese artículo sólo leen cuando van al baño y no pasan de las historietas de la contratapa del periódico.
Ahora bien, sí confieso que Ulises y Moby Dick fueron lecturas que se me hicieron bastante farragosas, aunque pude terminarlas, y agregaría al listado La montaña mágica, de Thomas Mann, que es el único libro que tiene el dudoso privilegio de ser el único libro que me vi obligado a abandonar a medias. Otros libros "durillos", por llamarlos del algún modo, son: "El hombre mediocre", de José Ingenieros; "La divina comedia", de Dante Alighieri; y "La crónica de un instante", de Salvador Elizondo.
De cualquier manera la única hoguera que habría que hacer es con los supuestos intelectuales que compusieron ese listado, y de paso hacemos pasto de llamas también a aquellos que osan meterse con mis amigos personales Arturo Perez Reverte y Patrick Rothfuss.
Encima, y por si esa afrenta fuera poca, me ponen también en el listado a grandes obras como Rayuela, El péndulo de Foucault, y En busca del tiempo perdido. Obviamente los tipos que han escrito ese artículo sólo leen cuando van al baño y no pasan de las historietas de la contratapa del periódico.
Ahora bien, sí confieso que Ulises y Moby Dick fueron lecturas que se me hicieron bastante farragosas, aunque pude terminarlas, y agregaría al listado La montaña mágica, de Thomas Mann, que es el único libro que tiene el dudoso privilegio de ser el único libro que me vi obligado a abandonar a medias. Otros libros "durillos", por llamarlos del algún modo, son: "El hombre mediocre", de José Ingenieros; "La divina comedia", de Dante Alighieri; y "La crónica de un instante", de Salvador Elizondo.
De cualquier manera la única hoguera que habría que hacer es con los supuestos intelectuales que compusieron ese listado, y de paso hacemos pasto de llamas también a aquellos que osan meterse con mis amigos personales Arturo Perez Reverte y Patrick Rothfuss.