20/07/2016 02:41 AM
Siento que la literatura en nuestros días está marcada por una cierta lógica autoral muy ambivalente. Por una parte, la apertura del campo expresivo y cultural a voces múltiples ha traído consigo una proliferación masiva de relatos que van desde lo realmente valioso a lo intrascendente. Son autores que de otro modo no hubiesen tenido cabida en un medio tan elitista como suele ser la literatura. Sin embargo, para poder acceder al ámbito literario, carentes de la reputación o carrera de los denominados "novelistas consagrados", estas "nuevas voces" deben validarse a través de otros medios. En la mayoría de los casos, la validación llega a través del mercado. Suzanne Collins vende más que Haruki Murakami. Stephanie Meyer, también.
Pero, por otra parte, el mercado literario, que debe competir con la liberación de material que, de otro modo, debiera generar valor de producción por copyright (léase "piratería") ha ido paulatinamente buscando estrategias para obtener mayor ganancia por los libros vendidos en forma legal. Y es así como los libros en papel han incrementado su precio, más allá de si el material que contienen es o no valioso en términos artísticos.
En términos de ideas, la proliferación de voces nuevas es signo de una mayor valoración de la expresión individual, del punto de vista de cada un@ de nosotr@s ante la realidad en que vivimos. Y eso es también ambivalente. Por una parte, es maravilloso que podamos reconocer lo que cada quien puede aportar a una visión global de la realidad. Pero, por otra parte, ese individualismo impide que podamos construir posiciones comunes ante muchas situaciones. El respeto a la visión individual genera un relativismo que muchas veces puede ser dañino para la sociedad como conjunto. De hecho, el concepto mismo de sociedad está relativizado y se ve dañado por esta valoración de la mirada individual.
Pero, por otra parte, el mercado literario, que debe competir con la liberación de material que, de otro modo, debiera generar valor de producción por copyright (léase "piratería") ha ido paulatinamente buscando estrategias para obtener mayor ganancia por los libros vendidos en forma legal. Y es así como los libros en papel han incrementado su precio, más allá de si el material que contienen es o no valioso en términos artísticos.
En términos de ideas, la proliferación de voces nuevas es signo de una mayor valoración de la expresión individual, del punto de vista de cada un@ de nosotr@s ante la realidad en que vivimos. Y eso es también ambivalente. Por una parte, es maravilloso que podamos reconocer lo que cada quien puede aportar a una visión global de la realidad. Pero, por otra parte, ese individualismo impide que podamos construir posiciones comunes ante muchas situaciones. El respeto a la visión individual genera un relativismo que muchas veces puede ser dañino para la sociedad como conjunto. De hecho, el concepto mismo de sociedad está relativizado y se ve dañado por esta valoración de la mirada individual.