04/03/2015 04:45 PM
Buenas Anzu!
Pues buen primer capítulo. Lectura amena, y avance fluido del argumento. Destaco especialmente la forma de escribir en la que te "saltas" ciertas frases o ciertos diálogos y pasas directamente a los hechos; hace que la lectura sea muy dinámica.
En cuanto al capítulo, vamos viendo que el elfo (como era obvio) tenía un interés oculto al llevarse a Fara, pero al menos parece que se preocupa por ella. Interesante la idea del gato-mago y bastante curiosa la criatura; parece que este va a ser un mundo bastante rico en su originalidad.
La aparición de los mercenarios ha sido de momento bastante fugaz, pero sospecho que igual llegan a tiempo para echarle una mano a Alegast; y si no es así igualmente me da la impresión de que van a contar con su propia parte en la historia.
En resumen, bastante bien y esperando a ver cómo continúa.
Por último te dejo unas notas de la lectura:
Iep!
Pues buen primer capítulo. Lectura amena, y avance fluido del argumento. Destaco especialmente la forma de escribir en la que te "saltas" ciertas frases o ciertos diálogos y pasas directamente a los hechos; hace que la lectura sea muy dinámica.
En cuanto al capítulo, vamos viendo que el elfo (como era obvio) tenía un interés oculto al llevarse a Fara, pero al menos parece que se preocupa por ella. Interesante la idea del gato-mago y bastante curiosa la criatura; parece que este va a ser un mundo bastante rico en su originalidad.
La aparición de los mercenarios ha sido de momento bastante fugaz, pero sospecho que igual llegan a tiempo para echarle una mano a Alegast; y si no es así igualmente me da la impresión de que van a contar con su propia parte en la historia.
En resumen, bastante bien y esperando a ver cómo continúa.
Por último te dejo unas notas de la lectura:
(04/03/2015 09:32 AM)Anzu Wrote: La maga se fijó también que el elfo había conseguido algunas pieles para dormir y aunque se preguntaba de dónde las habría sacado se dijo para sí misma que la respuesta era demasiado obvia: las habría robado a alguien más.
—¿Y cuándo quieres empezar? — preguntó Alegast para romper el silencio mientras mordisqueaba un trozo de carne.
—Y algunos de los míos lo hacen, pero yo no me considero muy tradicionalista — rió él —. En cuanto a dónde voy, mi destino está más allá del Lago de las Almas perdidas.
Ya sabes cómo manipular las corrientes arcanas, eso nos ahorrará días de entrenamiento.
Aquella era una mansión enorme, quizá una finca que perteneció a algún noble, decorada con ostentosas estatuas y un enorme patio que tenía un jardín que en su momento fue el orgullo de la casa.
Al principio fue solo un cosquilleo, mientras sentía cómo una especie de onda sónica atravesaba el vacío del cielo y la envolvía en una cúpula de silencio.
—No sé… — contestó ella indecisa. De todos los hechizos que quiso aprender en la mansión de Olibus ahora no sabía por cuál empezar.
Al abrir sus ojos vio cómo sus manos estaban envueltas en llamas rojas —las dichosas llamas rojas que tanto le había costado dominar unas pocas horas atrás— y el susto hizo que perdiese la concentración y el hechizo se disipó, mientras ella caía de espaldas al agua.
—Lo has hecho bastante bien para ser tu primera vez —la felicitó Alegast mientras le ayudaba a levantarse —. Continúa practicando con el mismo empeño y en poco tiempo serás tan poderosa como los magos pomposos del Imperio.
Su pelaje negro hacía que se confundiera con las sombras que reinaban en los solitarios pasillos y sus mullidas patas le permitían moverse ágil y silenciosamente.
—Para mí es bastante fácil percibir las auras mágicas incluso cuando estoy dormido.
el gato hizo una rebuscada venia al terminar de hablar —. Y pese a mi actual condición, soy… o más bien, fui un humano — añadió con un gesto que pareció ser una sonrisa melancólica.
Alegast le regaló una mirada de escepticismo mientras observaba al gato moverse (¿lo observaba moverse?) en dirección a Fara.
—Dime qué has visto, híbrido — dijo uno de los mercenarios, de bigote puntiagudo y ojos vivaces.
—Si dejamos que continúe en esa dirección llegará al Bosque de la Carne y perderemos completamente su rastro.
Tras esperar precavidamente unos instantes, se levantó, tomó la daga y se encaramó en el marco de la ventana.
Desde la relativa seguridad del cuarto en la segunda planta de la mansión, Fara miraba llena de una aterradora sorpresa cómo Alegast se encontraba solo, luchando por su vida.
Iep!