25/05/2018 10:22 AM
(23/05/2018 07:41 PM)Cabromagno Wrote: Eres un poco cansino con el temita ese...
Y seguiré siendo todo lo cansino que haga falta. Las quejas ilimitadas ante las injusticias me parecen totalmente lícitas, especialmente si son injusticias que nos afecten de manera directa. Dado que la literatura tiene en mi vida un papel mucho más importante que en las de todas las personas que leen como mera forma de entretenimiento, la tiranía habida en el sistema literario actual es algo que me afecta de manera bastante personal. Si a alguien le es totalmente indiferente la situación actual, bien por él; no es mi caso. Podría mirar para otro lado y hacer como que no es importante algo que para mí sí lo es, pero no me parece lícito hacerlo. Porque
"No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?" (FDQ)
(23/05/2018 07:41 PM)Cabromagno Wrote: A Rowling le costo sudor y lagrimas que la publicaran, se llevo muchos "noes" de muchas editoriales antes de que una le publicara.
¡Y de nuevo el sueño americano! ¡Pobrecita Rowling, que se llevó muchos noes al empezar! ¡Pobrecitos los de Google, que empezaron en un mísero taller! ¡Pobrecito Donald Trump, que solo tuvo un millón de dolares al comienzo de sus negocios! ¡Pobrecitos todos ellos! ¡Venga ya! ¿Qué más da? ¿Qué más da que tuvieran dificultades al principio, si tuvieron un golpe de suerte que les cambió la vida? Su éxito no se debe al esfuerzo. Hay muchísimas otras personas que se esforzaron tanto o más, y se comieron los mocos por no tener ese golpe de suerte. Dejemos ya de ver las benevolencias de la fortuna como consecuencia directa del no rendirse, porque se dan por cuestiones puramente aleatorias, y aunque normalmente sin esfuerzo no suele conseguirse nada, correlación no implica causalidad: que los que no se rinden puedan triunfar no quiere decir que todos los que no se rinden vayan a triunfar.
(23/05/2018 07:41 PM)Cabromagno Wrote: Deja ya de culpavilizar a los autores de exito porque sus libros tengan exito.
No culpabilizo a los autores. Culpabilizo a la industria y al sistema en general.
(23/05/2018 07:41 PM)Cabromagno Wrote: Todos esos que pasan a la posteridad sin reconocimiento, que hagan como Rowling y no abandonen al primer "no" que reciban. Que se busquen las habas como hizo ella. El reconocimiento no se recibe por la cara bonita.
Hay infinidad de autores, actuales y del pasado, que, al igual que Rowling, no desistieron jamás y se pasaron la vida entera luchando pese a los constantes "no". Pensar que solo con el hecho de "esforzarse" el éxito está asegurado es una falacia absurda que busca desviar la atención del papel capital de la suerte a la hora de determinar los triunfos. Todo ello en favor de una visión que juzga como méritos todos los logros de cada individuo, valorando únicamente el resultado y no el esfuerzo invertido en cada no. De esto se infieren argumentos abominables del palo "el que es pobre es porque quiere". A la gente que ha triunfado le gustaría creer que es solo gracias a su esfuerzo, pero están ignorando una cantidad de personas que, habiéndose esforzado lo mismo o más, no han logrado nada. Porque
"da bienes Fortuna,
que no están escritos;
cuando pitos, flautas;
cuando flautas, pitos" (LDG)
Y te podría poner un centenar de ejemplos de autores que han fracasado sin merecerlo, que se han esforzado al máximo y que nunca se rindieron a pesar de los "noes". Pero prefiero remitirme a un pasaje de las Cartas marruecas muy al caso para esta situación:
(23/05/2018 07:41 PM)José de Cadalso Wrote: Apenas ha producido esta península hombre superior a los otros, cuando han llovido miserias sobre él hasta ahogarle. Prescindo de aquéllos que por su soberbia se atraen la justa indignación del gobierno, pues éstos en todas partes están expuestos a lo mismo. Hablo sólo de las desgracias que han experimentado en España los sabios inocentes de cosas que los hagan merecedores de tal castigo, y que sólo se le han adquirido en fuerza de la constelación que acabo de referirte, y forma el objeto de mi presente especulación.
Cuando veo que Miguel de Cervantes ha sido tan desconocido después de muerto como fue infeliz cuando vivía, pues hasta ahora poco no se ha sabido dónde nació, y que este ingenio, autor de una de las pocas obras originales que hay en el mundo, pasó su vida parte en el hospital, parte en la cárcel, y parte en las filas de una compañía como soldado raso, digo que Nuño tiene razón en no querer que sus hijos aprendan a leer.Cuando veo que don Francisco de Quevedo, uno de los mayores talentos que Dios ha criado, habiendo nacido con buen patrimonio y comodidades, se vio reducido a una cárcel en que se le acangrenaban las llagas que le hacían los grillos, me da gana de quemar cuanto libro veo.Cuando veo que Luis de León, no obstante su carácter en la religión y en la universidad, estuvo muchos años en la mayor miseria de una cárcel algo más temible para los cristianos que el mismo patíbulo, me estremezco.Es tan cierto este daño, tan seguras sus consecuencias y tan espantoso su aspecto, que el español que publica sus obras hoy las escribe con increíble cuidado, y tiembla cuando llega el caso de imprimirlas. Aunque le conste la bondad de su intención, la sinceridad de sus expresiones, la justificación del magistrado, la benevolencia del público, siempre teme los influjos de la estrella; así como el que navega cuando truena, aunque el navío sea de buena calidad, el mar poco peligroso, su tripulación robusta y su piloto muy práctico, siempre se teme que caiga un rayo y le abrase los palos o las jarcias, o tal vez se comunique a la pólvora en la Santa Bárbara.De aquí nace que muchos hombres, cuyas composiciones serían útiles a ellos mismos y honoríficas a la patria, las ocultan; y los extranjeros, al ver las obras que salen a luz en España, tienen a los españoles en un concepto que no se merecen. Pero aunque el juicio es fatuo, no es temerario, pues quedan escondidas las obras que merecían aplausos. Yo trato poca gente; pero aun entre mis conocidos me atrevo a asegurar que se pudieran sacar manuscritos muy apreciables sobre toda especie de erudición, que naturalmente yacen como si fuese en el polvo del sepulcro, cuando apenas han salido de la cuna. Y de otros puedo afirmar también que, por un pliego que han publicado, han guardado noventa y nueve.
"¡Que la vida se tome la pena de matarme
ya que yo no me tomo la pena de vivir!"