Esta idea se me ocurrió a finales del año pasado basado un poco en algunos desafíos de worldbuilding que hace la gente (como este o este otro) durante todo un mes, pero dudaba de si sería capaz de llevar a cabo un reto durante treinta días seguidos así que estaba pensando en rebajarlo a diez que al menos sería una tarea que podría cumplir (incluso aunque no lo haga diez días seguidos).
Aprovechando que se ha comentado en el foro el tema de la poca actividad, insto al resto de compañeros en participar. Podéis hacerlo con vuestros propios ejercicios pero para mantener una coherencia con el tema, recomendaría que todos hiciéramos la misma clase de ejercicios (en este tratará de worldbuilding, pero puede que el siguiente sea sobre personajes, por ejemplo).
La idea para esta primera ronda de ejercicios es que voy a crear una lista con diferentes películas y series en las que basarme para crear microrrelatos o relatos cortos (solo para crear una base que podría expandir luego o usar como trasfondo) centrada más en el worldbuilding que en la historia en sí. La idea es no usar obras de fantasía épica para no acabar copiando la historia en sí sin querer, en lugar de solo basarme en el concepto, pero es porque en mi caso mi universo es de fantasía épica, pero si otro usuario decide participar y quiere hacer worldbuilding de otro tipo de universo tendrá que considerar qué tipo producciones no debe usar como base.
Algo más que haré en los ejercicios es que tras cada texto pondré un resumen básico de qué va la obra por si alguien no la conociera (o tal vez simplemente enlace Wikipedia u otra web con una sinopsis) y qué cosas he tomado como base; también, por tratarse de ejercicios, hacer un análisis de qué he expandido o cambiado del worldbuilding que ya tenía, y dificultades que he podido encontrar.
Podéis recomendarme obras para la lista mientras no la tenga llena (evidentemente solo usaré las que haya visto, por razones obvias) y si queréis participar podéis usar mi misma lista o hacer la vuestra; o hacer una lista de ejercicios distintos, que no recomiendo simplemente por mantener la coherencia del hilo como decía antes.
Claudia extendió la mano, y aunque en la oscuridad era difícil calcular las distancias, por fin asió el brazo tembloroso de Ana. La atrajo hacia ella y la abrazó, intentando reconfortarla con un apretón que, esperaba, no trasmitiera su propio temor. El ensordecedor estrépito había pasado, pero todo quedó a oscuras. Segundos después, varios golpes en la puerta habían logrado que gritaran de puro terror. Los golpes se repitieron una y otra vez, y ellas se ocultaron en el cuarto de Ana.
Ahora solo escuchaban al viento silbar fuertemente y chocar una y otra vez contra las ventanas. La pequeña no dejaba de temblar en los brazos de su niñera.
Claudia deseo con todas sus fuerzas que, en medio de ese caos, los padres de Ana no hubiesen sufrido un accidente. Si bien no pudo imaginar qué había originado ese sonido tan potente y perturbador, estaba segura de que el viento que ahora azotaba las ventanas de la casa era la consecuencia de aquel estrépito. Nuevamente escucharon fuertes golpes, esta vez en la puerta principal. Solo que ahora creyó escuchar una voz familiar.
¿Se trataba de su vecino, o sólo se parecía? Cuando Claudia se movió para intentar verificarlo, sintió un tirón en su muñeca. Ana la miró con los ojos llenos de lágrimas y suplicó que no fuera. Pero la voz y los golpes insistían. —Podría ser ayuda —explicó la niñera, antes de ir hacia la puerta con cuidado. La niña seguía prendida de su brazo, aún llorando. —¿Señor Lima? —intentó confirmar. Pero la voz, aún familiar, negó la teoría. —Me llamo Dagoberto —dijo, con voz atropellada—. Por favor, necesito entrar. ¡No tengo a dónde más ir! La niña negaba con la cabeza, pero el desconocido insistía en que necesitaba refugio. Parecía muy asustado.
Ana siguió asiendo la muñeca de Claudia, mientras las dos aguardaron frente a la puerta principal.
—¿Lo vas a dejar entrar? —pregunto la niña con voz temblorosa. —No lo sé... Tal vez necesita ayuda de verdad. La joven miró por el ojo de buey. El vidrio craquelado le permitió ver su silueta, pero no llegó a distinguir los rasgos del tal Dagoberto. Decidida a abrir, Claudia apoyó la mano en el pestillo, pero una última mirada le heló la sangre al ver cómo el visitante sujetaba una pistola en su mano. Se apartó de la puerta de inmediato, sujetando a Ana por los hombros. El corazón le latía muy rápido.
Ambas chicas corrieron escaleras arriba, mientras tras ellas la puerta era aporreada. —¡Abridme, joder! —gritaba el extraño desde el otro lado. Al llegar arriba, Claudia se giró y pudo ver, a través de la luz que entraba por la rendija de la puerta, que esta temblaba; seguramente el desconocido habría dado una patada a la puerta o directamente habría intentado derribarla usando todo su cuerpo. Todavía se escuchó tremendo ruido un par de veces antes de quedarse todo en silencio como antes. Ambas chicas ya estaba en el cuarto de los padres de Ana; sería mejor esconderse aquí donde había un teléfono con el que llamar pidiendo ayuda (Claudia no sabía dónde quedó su móvil). Pero algo la detuvo antes de poder usar el teléfono.
Un grito desgarrador en el jardin seguido de un crujido. Bastó para confirmarle a Claudia que la puerta de la entrada finalmente había cedido. "No por favor no", dijo para si la muchacha mientras el sudor perlado recorría su frente. La pequeña Ana le sujetó con firmeza del vestido. La ignoró, había cosas más apremiantes. Nuevos tirones insistentes, la llevaron a bajar la vista de nuevo y centrar su atención finalmente en la niña.
—Son ellos, seeeguro --dijo Ana con visible nerviosismo. —¿Quienes...? Gritos guturales provenientes de la planta baja, la helaron por completo.
— Sííí son ellos, los dueños -- Ana tiraba del vestido cada vez con más fuerza. "¿Dueños de que...?" Preguntó para si Claudia mientas bajaba la vista alertada por una luz violeta. Entonces comprobó a que se refería la pequeña. En su mano abierta había una esfera purpura y brillante.
—¿Qué es eso? Ana le entrega la esfera a su niñera. Al tenerla en su mano, Claudia quedó fascinada por el movimiento que percibió en su interior. Hasta que los pasos de los invasores la sacaron de su ensimismamiento. Se le heló la sangre cuando escuchó, ahora más cerca, cómo hablaban entre sí esos seres que subían las escaleras. Claramente no era un idioma que conociera, y estuvo segura que no eran humanos. —¿Quiénes son? —preguntó, casi gritando. Estaba a punto de perder los nervios. A su lado, la pequeña aún lloraba. La joven niñera dicidió que, fueran quienes fueran, no quería verlos, y tampoco iba a intentar entregarles aquella esfera, pues sentía cierta atracción por ella. Algo que no podía explicar.
La niñera no ve otra solución: Debían saltar por la ventana. Por suerte, bajo esta había una serie de matorrales que amortiguarían la caída (y tal vez evitaran que se rompieran algo). La pequeña Ana no dejaba de llorar mientras su niñera la llevaba a la ventana, y no parecía muy dispuesta a saltar, pero cuando los ruidos dentro de la casa estaban ya en la puerta del cuarto, la misma Claudia levantó a la niña y la tiró a fuera. —¡Aparta! —gritó desde arriba. Lo último que quería era caerle encima a la pequeña desde un segundo piso. Pero antes de poder recibir una respuesta, la puerta se abre (o más bien es hecha pedazos), así que Claudia simplemente se deja caer. La pequeña no estaba ahí, y al levantarse, la niñera se da cuenta de que se ha hecho daño en la cadera.
Se incorporó de inmediato y alzó la vista. Escuchó las voces guturales provenientes del cuarto, sin embargo nadie se acercó a la ventana. Miró hacia ambos lados, pero Ana parecía haberse escondido. Bien, al menos la niña había tenido el sentido común de ocultarse. Se palpó con una mano la cadera. No encontró sangre, y pensó que eso era algo bueno. Claro que al caminar para alejarse de la casa sintió un dolor tan punzante que casi le cortó la respiración. Ahogando un gemido se dirigió hacia los árboles que bordeaban la calle, y allí aguardó, observando en silencio la ventana.
Entonces los vio, y reprimió un grito ante aquellos ojos rojos que destellaban con malicia.
Ojos rojos en noche destelleando como un bosque en llamas. Ojos rojos y manos negras, que con largas garras se aferraban a la pequeña Ana. Claudia no pudo articuar palabra, tan solo gimió aterrada. El horrible ser, como si fuese consicente de que Claudia con su herida no le supondría un problema, se alejó por el bosque con la pequeña; abandonandola a sus compañeros que todavía jadeaban cerca de la ventana. "No puedo dejar a la pequeña", se dijo la niñera mientras caminaba con dificultad en pos de la criatura. Se alejaba. —¡Espera! —le gritó en un arrebato de locura. El ser se frenó aceptando el desafío. Claudia obró con inteligencia y levantó la brillante esfera purpura que había obtenido de la pequeña. Funcionó. El ser intercaló miradas entre Ana y Claudia, como si le costara comprender que en realidad la pequeña no poseía ya la esfera. El monstruo de ojos rojos se lanzó contra ella con una velocidad sobrehumana. Claudia cerró los ojos y apretó la esfera en su puño instintivamente. No pasó nada Cuando los abrió... el ser flotaba sobre ella, ingravido... mirándola con ojos confusos y airados.
Le tomó un segundo reaccionar y, cuando lo hizo, el sonido de sus pasos fue ahogado por muchos otros. Las criaturas que habían estado rondando la ventana venían hacia ellas, lo sabía, aunque no tenia tiempo de voltear para comprobarlo. Tenía que sujetar a Ana y escapar. Al menos, tenía que intentarlo. El monstruo frente a ella podía liberarse, recuperarse de lo que fuera que le había pasado. Los otros sin duda iban a alcancanzarlas pronto. No había esperanzas, pero no podía detenerse. Ana estaba llorando, hecha un ovillo en el lugar en donde aquel ente la había dejado caer hacía un instante. Por suerte, se puso en pie tan pronto como la niñera tiró de su brazo. La idea era correr, a pesar de que las primeras bestias ya las habían alcanzado. Pero Claudia se detuvo de pronto, al ver que, en lugar de atacarla, se habían quedado a poca distancia de ella, su postura totalmente inofensiva, casi respetuosa. La esfera seguía brillando entre sus manos, y su contacto parecía... agradable.
Las criaturas aún la miraban, expectantes. De cerca, aquellos seres no parecían tan peligrosos, aunque algo le decía que se hallaban en un trance provocado por la esfera. Y eso la llevó a preguntarse si era ella misma la que, de alguna manera, controlaba a esas criaturas. —Tengo miedo.
La pequeña Ana aún temblaba; tenía arañazos en ambos brazos. Sin pensarlo demasiado, Claudia acercó la esfera a la niña. Por un segundo, un destello las cubrió a ambas. Luego Ana dejó de llorar y se tocó los brazos con asombro, ahora completamente sanos. —Eso es algo nuevo —dijo la niñera sin creer realmente lo que había pasado. Al moverse notó que el dolor de su cadera ya no estaba—. Y mágico. Las criaturas a su alrededor comenzaron a impacientarse, y Claudia supo que no le quedaba mucho tiempo para decidir qué hacer.
De pronto el monstruo que levitaba cayó. El sonido que provocó hizo que sus compañeros gruñeran. Claudia sintió un miedo repentino, rodeó a la pequeña con sus brazos. Sin embargo aquellas criatura no se acercaron. —Temen a la esfera —murmuró para sí misma. En ese momento Ana se deshizo de su abrazo y, con la cara de pronto seria y sin lagrimas, tomó la esfera de sus manos. Luego extendió el brazo y gritó, apretando muy fuerte el instrumento, que empezó a brillar otra vez. Las criaturas se arrojaron al suelo, gimiendo de dolor, cuando una voz se hizo sentir entre los gritos agónicos de las bestias. —Ya no lo hagas, por favor.
Claudia tomó la esfera y adentrándose en sus pensamientos logró hacer contacto con las criaturas. Sorprendida por su nuevo don, pero decidida, buscó entre memorias y vivencias al abominable mounstro. Solo encontró visiones de los padres de Ana... y un misterioso y desvencijado mapa con innumerables notas escritas en él. Parecían estar obsesionados con él. Una de las criaturas lo guardaba ahora. "¡Cómo descubrirlo!" pensó ensimismada, con la bola de cristal en sus manos. Ana se acurrucó entre sus faldas, hasta que pasados unos minutos se quedó dormida. Fue cuando Claudia descubrió que la niña llevaba un intrigante collar de plata.
Una nadadora transgénero de EE.UU. bate récords locales femeninos tras competir tres años como hombre
Numerosas voces afirmaron que el resultado de la competición es injusto para otras deportistas.
La nadadora transgénero estadounidense Lia Thomas batió varios récords durante una competición femenina interuniversitaria, provocando críticas y denuncias de injusticia respecto a las demás participantes.
El 20 de noviembre la estudiante de la Universidad de Pensilvania participó en una competición contra las universidades de Cornell y Princeton y rompió el récord de los 200 metros y los 500 metros estilo libre.
El resultado en los 200 metros le podría valer a Thomas un puesto en el podio del campeonato de este año de la Asociación Nacional Deportiva Universitaria (NCAA), informa el portal especializado Swimswam.com.
Thomas, que anteriormente se llamaba Will, compitió como hombre durante tres años, la última vez el 16 de noviembre de 2019, señala Daily Mail.
De acuerdo con las actuales reglas de la NCAA, un deportista debe someterse a los procedimientos de supresión de testosterona durante un año para poder competir en pruebas femeninas, pero se desconoce cuándo empezó Thomas su proceso de transición.
Mientras tanto, numerosas voces expresaron su descontento por los éxitos de la deportista en la competición femenina y afirmaron que se trata de una injusticia respecto a otras atletas. Reaccionando al resultado, la entrenadora Linda Blade tuiteó este martes: "¡Claro que se están batiendo récords femeninos! […] Lia compitió como hombre durante sus primeros tres años en la NCAA. ¡Esto no es correcto!".
No todos los internautas criticaron la victoria de Thomas. Una de las personas que la apoyó fue la exentrenadora de natación Emma McGee, que este miércoles escribió también en Twitter: "Ya que nadie más lo está diciendo: ¡Felicidades para ella!".
Absuelto el humorista David Suárez: “Hay que saber distinguir el mal gusto de lo que es delito”
El tribunal descarta que el cómico, para quien pedían casi dos años de cárcel, cometiese un delito al tuitear un chiste sobre mujeres con síndrome de Down
Ha sido un chiste. “De mal gusto”. A esa conclusión ha llegado la Audiencia Provincial de Madrid, que ha absuelto al cómico David Suárez tras juzgarlo por cometer un supuesto delito de odio por escribir un tuit sobre mujeres con síndrome de Down. El tribunal considera que el mensaje del acusado se encuentra dentro de los límites de la libertad de expresión, no incita a la violencia contra un colectivo vulnerable y, además, “puede ser calificado como una obra de ficción”. “Hay que saber distinguir lo que es el mal gusto de lo que es delito”, sentencian los magistrados. Durante la vista oral, Suárez repitió que simplemente hizo un “chiste negro”.
David Suárez, de 29 años y sin antecedentes penales, escribió un tuit a las 02:49 horas del 18 de abril de 2019 que rezaba así: “El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica uso muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de Down”. Entonces contaba con 77.963 seguidores en la red social y su mensaje —que aún sigue publicado en su cuenta— generó 10.000 comentarios, 4.778 retuits y 13.793 “me gusta”.
Este fallo se produce después de activarse la mecánica judicial —con informes del ministerio público y la Policía, incluidos— para lograr sentar en el banquillo a un humorista. La Fiscalía pedía para él una pena de un año y 10 meses de cárcel, además de 3.000 euros de multa. La acusación particular, que solicitaba la misma condena de prisión, elevaba la sanción económica hasta los 6.000 euros. Pero el veredicto ha echado por tierra sus pretensiones.
Expertos en desactivar bombas acuden al hospital después de que un hombre llegara con un mortero de la WWII en el recto
Hay muchas preguntas, pero sobre todo una: ¿estaba limpiando desnudo con explosivos por el suelo?
La situación que ocurrió la semana pasada en el Hospital Real de Gloucestershire del Reino Unido fue tan surrealista que acabaron llamando a un escuadrón especial experto en la desactivación de bombas. Al centro había llegado un paciente con un proyectil de mortero de la Segunda Guerra Mundial atascado en el recto.
El denominado como equipo de Eliminación de Artefactos Explosivos (EOD) asistió al Hospital tras la notificación por la policía de “un paciente que se había presentado con una munición en su recto”. Según informó el Ministerio de Defensa:
Podemos confirmar que la policía y el equipo de Eliminación de Artefactos Explosivos (EOD) asistieron ayer al Gloucestershire Royal Hospital. Al igual que con cualquier incidente relacionado con municiones, se siguieron los protocolos de seguridad pertinentes para garantizar que no hubiera ningún riesgo para los pacientes, el personal o los visitantes en ningún momento.
Tal y como informaron después varios medios del país, este tipo de explosivo de 57 mm lo utilizó la artillería real en la Segunda Guerra Mundial como Rondas antitanques, aunque más tarde también sería utilizada por los tanques británicos en el norte de África. Precisamente, este hecho fue el que llevó a la llamada de los EOD, ya que se temía que pudiera explotar.
En cuanto al paciente, los medios cuentan que se trataba de “un entusiasta militar” que encontró la pieza mientras hacía limpieza en la casa, y que “de alguna manera tropezó y cayó sobre la pieza de artesanía del ejército que lo llevó al hospital”.
Sea como fuere, el personal médico pudo quitarle el objeto al paciente. Posteriormente, la policía confirmó que no había peligro alguno con el artefacto extraído.
El hombre ya ha salido del hospital y se espera que haga una recuperación completa en la casa. Dicho esto, algo no nos acaba de cuadrar en esta historia. Es posible que haya gente con piezas de artillería de la Segunda Guerra Mundial en su vivienda, pero de ahí a que acabe en el recto de una persona se me hace ciertamente difícil de creer. ¿El hombre iba desnudo limpiando con morteros por el suelo? En fin…
Veo que en el foro no hay sección nsfw así que me creado un canal de discord para compartir material de esa índole, si es posible con temática de fantasía y ciencia ficción, además de otras secciones normales.
Bueno, estuve el otro día en un mercadillo y se me ocurrió una idea que podría estar interesante para un relato o una novela, pero me di cuenta casi al momento que no la iba a usar, al menos no a corto o medio plazo, y no sería la primera vez que tengo ideas que acabo olvidando por no ternerlas apuntadas (o tengo apuntadas cosas muy básicas y al final olvido la idea original). Entonces se me vino este tema a la cabeza: un lugar donde dejar tus ideas o conceptos que consideres que son interesantes pero que no piensas usar, para que otros lo puedan reaprovechar...
Como curiosidad con respecto al título: pensé que Ágora de ideas era demasiado pretencioso y Mercado de ideas parecería que estoy haciendo un tema sobre capitalismo, así que mercadillo pega bien (y más cuando fue el origen para esto).
Así que podéis venir a compartir esos conceptos que no usáis, con los demás, pero sin que eso impida que uséis vuestra idea en un futuro si os animárais, porque como ya se ha visto en alguno de los retos, de una misma idea pueden salir relatos muy dispares (evidentemente si os basáis en la idea original y no en el relato del que haya decidido usarla); también podéis pedir alguna idea para algo que falla en vuestro relato (un giro, un escenario, un personaje), pero a ser posible, hacedlo tras compartir una idea con el resto. La única regla que habría es que las ideas o conceptos sean vuestros y no de terceros.
El concepto en cuestión que se me ocurrió sería para una obra de misterio o thriller: como decía, estaba en un mercadillo y mientras iba pensando en que probablemente tendría que pasar por un cajero a sacar efectivo si quería comprar algo, porque por razones obvias no aceptan tarjetas, me deparé con un puesto que era básicamente una ferretería, de lo que más recuerdo fueron un par de productos (precisamente los que me hicieron tener la idea) que eran unas sierras de mano y unos cables (de estos de tenderero); la cuestión es que al verlos recordé que muchas veces en temas criminales atrapan al culpable porque ha comprado tal producto con tarjeta, así que pueden seguir su rastro, entonces... ¿y si no hay rastro que seguir? El pago en el mercadillo sería en efectivo, además tampoco llevarían un registro muy estricto y pasa tanta gente que sería difícil recordar a alguien que esté ahí cinco minutos (sin considerar que aquí algunos productos que venden, principalmente si son de marca, son robados, por tanto estararían menos dispuestos a colaborar en una investigación). Y creo que lo mejor de la idea es que es además de ser interesante, es lo bastante simple como para que varias personas las usen sin que los textos queden iguales (alguno puede centrar el caso en este asunto, para otro este puede ser una simple pieza más del puzzle...).
Poco antes de la pandemia acabe de escribir, tras más de 12 años de arduo trabajo, una trilogía de ciencia ficción postapocalíptica titulada Al otro lado de la vida. La tengo publicada en Amazon, y tuvo buena acogida.
Tras tanto tiempo escribiendo sobre el mismo tema y con los mismos personajes, tenía ganas de cambiar de aires, y llevaba ya varios años recopilando ideas para una nueva novela, en este caso, de corte fantástico. Hace cosa de un año empecé a escribirla. Su título es Al otro lado de la realidad.
Se trata de una novela de corte fantástico, ambientada en un planeta inventado ex profeso, con una sociedad, razas y sistema de magias inéditos. Me he pasado muchísimo tiempo trabajándola, y ya tengo el guión de los que serán los tres libros de los que se compondrá la saga, aunque aún estoy trabajando en el primero.
No soy muy amigo de las sinopsis, porque tampoco soy amigo de los spoilers, pero puedo compartir una con vosotr@s, que esbocé hace ya un tiempo:
El ignoto planeta de Ictæria vive en un equilibrio precario tras una guerra que ocurrió hace tanto que nadie recuerda sus orígenes, aunque sí sus consecuencias. En su superficie viven los vencedores. Quienes perdieron tuvieron que exiliarse al cielo, al anillo de islas flotantes que rodea el planeta hirviendo de vida y actividad. Unos ansían recuperar lo que perdieron. Los otros, acabar lo que empezaron.
Adéntrate en una historia épica que da vida con especial cariño a un mundo totalmente inédito, a una vez inhóspito y acogedor, tan bello como peligroso, lleno de animales fantásticos y donde hasta la magia tiene cabida.
Acompaña a Eco y Unamåe en su viaje sin retorno hacia una aventura que cambiará sus vidas para siempre, en una historia entrañable cuyo principal propósito es dejarte con la boca abierta.
Si algun@ de vosotr@s tiene interés por echarle un vistazo, será más que bienvenid@. Todo lo que cuelgo es en abierto y escrupulosamente gratuito. Mantengo el blog de la novela vivo, añadiendo dos capítulos nuevos por semana. Lo podréis encontrar en el siguiente enlace: