Primero, quería comentaros un poco un proyecto con el que llevo milenios.
Expliqué todo el background en el otro foro, pero me repito. Desede niño, me imaginaba cosas de otro mundo. Las dibujaba, hacía mapas, me inventaba historias... En fin. Que voy a contaros.
Todo quedó aparcado durante la adolescencia, y un día encontre todo el material (Era mogollón) y me inspiró para escribir algo, porque desde siempre me ha encantado escribir.
Poco a poco va tomando forma y aunque es un coñazo, que lo es, es igualmente gratificante. Mi gran problema es que para mi supone un problema escribir grandes cantidades de texto en la misma línea, porque me resulta monótono, así que he optado por distintos puntos de vista de los personajes (a lo Canción de Hielo y Fuego), pero con un planteamiento algo distinto.
Mi propuesta es que cada personaje aparezca sólo una vez. Es decir, cuando comienza el punto de vista del personaje A, puede durar dos, tres o seis capitulos (Pero tampoco ser excesivo), pero una vez cambia, dicho personaje no vuelve a poseer punto de vista, aunque puede volver a aparecer en la historia, por supuesto.
No sé si me he explicado , pero hago la aclaración para que opineís también sobre ella.
Ahora procedo a escribir el primer segmento, punto de vista de un personaje. Está repasado pero no totalmente terminado (Quizas lo completo o cambio los lapsos de tiempo y tal).
Espero que os guste, y espero que lo desgarreís con vuestras críticas como si fuera carroña.
PD: Al copiarlo de un .doc al foro no me respeta los espacios. ¿Podría alguien indicarme como hacer que todo no parezca una sopa de letras? ¡Gracias de antemano!
Bienvenidos a otro post de su Administrador, y señor de todos los foros, Anorak.
En esta oportunidad paso a profundizar un poco en el motivo por el cual —por decisión conjunta del Consejo— hemos agregado un botón para aceptar donaciones. El motivo principal es que debido al uso que se ha incrementado del foro (lo que implica más usuarios, más posteos, más comentarios: todas cuestiones positivas, por supuesto) nos llevó a incrementar los recursos del servidor, incrementando así el gasto mensual del mismo.
Para que se den una idea, el costo anual de los servidores ronda los $500 USD, por ello, y para evitar el uso de publicidades molestas como en tantos otros foros, decidimos probar esta alternativa. Estamos hablando de que cubriríamos el gasto si tan solo 50 usuarios colaboraran cada uno con 10USD al año.
Al día de hoy, llevamos una suma total de donaciones por $25 USD. Se nos ocurre de ir actualizando el siguiente mensaje con el estado de la temporada 2015-2016 (empezamos en febrero, por lo que el próximo febrero comenzaríamos un nuevo año), para que veamos si llegamos o no al objetivo.
Buenas y santas.Vengo a acercarles un relato que elabore para un concurso de un foro ajeno a este. En ese concurso se requería la historia de un héroe y se exigía un límite de 1000 palabras lo que lo dejó algo trillado, pero espero sea de su agrado. Saludos
Triste Sacrificio
La brisa en contra, daba con su rostro pálido, entumecido. Su aliento gélido penetraba en el aire en forma de nube, no podía seguir así toda la noche. Su perro Kovothe tal vez continúe y así, al menos, uno de los dos sobreviviría. Ya deberían estar en las cercanías de Lordaeron, pero desde que creyó que los seguían, se desviaron del camino principal.
Trataba de recordar si alguna vez paso la noche en los bosques, quizás lo hicieron con su abuelo en cierta oportunidad, solo que ahora se encontraba solo con su amigo, un trozo de cerdo en salazón y dos cebollas. Lo principal era buscar un buen lugar, algo que pase desapercibido y que pueda funcionar como un pequeño fuerte. Agradeció llevar consigo la daga de obsidiana que Galven Martillopiedra, el armero de la villa, le obsequió en su doceavo aniversario.
—Ojalá nunca tengas que usarla, chico. En estos tiempos no se puede andar por ahí sin un arma, y esta es la adecuada —dijo en esa oportunidad— .La hoja es de obsidiana, ligera y firme. Como tú, chico.
Para ese entonces, Arstan ya era un hombre. Había festejado su catorceavo aniversario hacía tres lunas. Para él, la vida era viajar y leer, aunque no tenia libros. Últimamente no encontraba tiempo para sus cosas, ya que invertía casi todo en su trabajo. Realizaba mandados a los ancianos del pueblo y en tiempos de cosecha aprovechaba para sumar unas monedas a su bolsa. Pensó en viajar a la capital, donde la paga era mejor, según los viejos.
En el poblado escuchó alguna vez, que su madre fue una puta de las tierras de Stratholme. Ese mismo día zarpó. Escuchó también, acerca del reclutamiento en la guardia imperial. Bastó con mirarse los brazos para convencerse de que no era buena idea. Supuso que conseguiría alguna otra labor.
Adentrándose en el bosque encontró un gran árbol, encorvado y robusto, que posiblemente los refugiaría del viento. Convino en su mente que no encendería una fogata. Imaginó que sería más complicado pillarse una fiebre a que los bandidos los hallaran en el fragor de las llamas. Al momento de alimentarse, notó las cebollas muy blandas de textura y con un color apagado y oscuro. No hubo alternativa que arrojarlas a la maleza, puede que alguna ardilla las añada a su cena. Cortó el trozo de cerdo con la daga y la compartió con Kovothe que se debatió con su porción por un buen rato.
El frio se hacía a cada momento más presente y una tenue neblina se palpaba en el aire. La luna dejaba atisbos de luces por entre la copa de los arboles que perturbaban a Arstan con la proyección de sus sombras. Le hubiese gustado tener un libro para relajar la vista y distraerse un buen rato, pero supo de antemano que esa noche no tendría descanso. Por suerte para ambos, Arstan no escatimó con la ropa y bien sabía que las noches se sufrían en aquellas tierras. Estaban dotados de buenos abrigos y para aumentar el calor se apretujaron contra el árbol. Kovothe estaba rodeado por los brazos de su compañero cuando cerró los ojos para hundirse en sueño. <<¿Los perros también tienen sueños?>>.
La penumbra caía del cielo con cada parpadeo, a cada segundo era más y más costoso mantener la vista en alza. De un momento a otro el plano se torno completamente oscuro por segundos. Escapar al limbo de las realidades paralelas se torno imposible y Arstan se vio inmerso en un oscuro bosque frondoso. El mismo bosque, a los pies del mismo árbol, abrazado al mismo perro, pero esta vez sus ojos estaban completamente abiertos. No hizo más que analizar su alrededor. Giro a su derecha y luego a su izquierda... y nada. <>. Fue en ese momento en el que todo perdió la lógica. Primero fueron dos los destellos que surgieron de la maleza, luego otros dos y en segundos fueron decenas de luces propagándose entre la neblina y haciéndose incontables. <>. Parejas de pequeños y brillantes ojos amarillos, a veces rojos y otra vez amarillos, se acercaban con sigilo por entre las ramas de la vegetación. Arstan intentó ponerse en pie, pero las piernas congeladas no reaccionaban. Sentía un peso insoportable sobre su cuerpo, bajo la vista y ahí estaba. Con tajaduras por doquier, Kovothe sangraba ya sin vida sobre los muslos del joven muchacho. Como un suspiro rojeó hacia delante y las bestias de los destellos saltaron contra él con sus filosas zarpas.
Como la reencarnación de un ave fénix, Arstan recuperó sus sentidos y su vista se incrustó entre los árboles. Había despertado a los pies del árbol y junto a su amigo Kovothe. La oscuridad dominaba aún el raso neblinoso de la frondosidad y el crujido de unas hojas lo puso alerta. Sacudió al perro que se levanto de inmediato y arrojó un tenue gruñido al viento.
—¡Silencio, Kovothe! —susurró.
—¡Ahí está!, es el niño del puñal y su perro —gritó un figura oscura por el sendero principal.
Arstan se echó a correr por entre los árboles y Kovothe siguió sus pasos. Los dos bandidos con los rostros cubiertos los perseguían con dagas de hierro.
—Devuelve el puñal, pequeño esbirro. —gritó uno.
Como un rayo de tormenta, Kovothe volteó y corrió hacia ellos con su pelaje blanco que reflejaba la luna. Embistió sobre el cuello del primero matándolo de un mordisco y giró para atentar contra el segundo. El perro mordía una de las piernas de aquel hombre, pero no pudo impedir que este hundiera la daga en su cuerpo.
Una lágrima cruzó la fría noche y Arstan quedo completamente en blanco. Sus piernas se movían de forma involuntaria. No podía interpretar la situación, tal vez fuese otro extraño sueño. Pero todo terminó cuando tuvo a la vista tres guardias apostados a orillas de una torre vigía. Había llegado a Lordaeron, pero nunca sabrá qué hacer con el puñal.
Este es un pequeño cuento corto dedicado a Halloween y a este mes tan especial que es Octubre. Si quieren pueden leerlo mejor desde mi blog, "La dirección desconocida". Les dejo el link http://ladirecciondesconocida.blogspot.com.ar/
Espero que guste!
Winterfyllep
1
Sobrevenía el ajetreo cargado de pisadas pequeñas, de telas desgarradas por tijeras voraces y apuradas por terminar y tener listo un disfraz para la noche... esa noche en la que todos, sin excepción, tienen que tener disfraz. Winterfyllep por supuesto era la excepción. Pero ¿cómo iba a tener uno si ya era una bruja? Ah bueno, pero ella quería uno, quería ser como todos los niños, quería tener la misma oportunidad que posee el resto de los mortales; quería gozar del placer de ser otra cosa por una sola noche.
Y mientras, miraba por la ventana como todos los años, así aplastada contra el vidrio y observando las casas entre los árboles anaranjados, las calabazas y las guirnaldas de fantasmas colgadas por todas las calles del vecindario. Su reflejo se mezclaba con ese mundo de niños correteando y dulces al que tanto quería pertenecer. Pero claro, siempre le decían que no podía.
Todos los años ocurría lo mismo. Cuando empezaba octubre una especie de fuego se encendía muy dentro suyo y comenzaba a ilusionarse, a planear el vestido, el recorrido de timbres, las palabras y los trucos; incluso saboreaba los caramelos y malvaviscos que le entregarían maravillados por su grandioso disfraz. Solía espiar las casas para ver cómo hasta ellas se transformaban en chozas y moradas de terror. A hurtadillas se balanceaba sobre los marcos de las ventanas y observaba a los niños o a sus compañeros de colegio, y enumeraba los objetos que le hacían falta: cintas de color rojo y negro, sombreros en cono, dentaduras y uñas postizas, tules violetas, cartones, elásticos y papeles brillosos, muñecos viscosos, una túnica arrugada... ¡tan larga era la lista! Pero ella observaba sus sonrisas, sus dientes picados y sus manos temblorosas y llenas de ansiedad. Porque cuando empezaba octubre se sentía en el aire ese olorcito especial del otoño y la noche, mezclado con el azúcar y las calabazas ahuecadas. Y a ella le gustaba tanto, y sin embargo no podía participar.
-¿Por qué? -se preguntaba Winterfyllep, ahora ante la ventana. Un pajarito se posó del otro lado, parecía llevar a modo de burla una túnica llena de plumas negras-. Hasta él... ¿por qué? Yo también quiero disfrutar.
Miró a la calle, en donde se arremolinaban unas hojas secas y chamuscadas después de varios meses de vida.
-Yo también... Voy a disfrazarme. ¡Sí! Este año será diferente, ¡yo también seré parte de Halloween!
Dio un pequeño saltito, se acomodó sus cabellos negros de una forma tenebrosa y haciendo una mueca asustó al pajarito que salió volando y se perdió entre las ramas de un árbol lejano.
-¡SI!
Ni bien se dio la vuelta feliz tropezó con unas botas brillantes y oscuras.
-Winterfyllep.
Temblorosamente se levantó y se apoyó contra la pared de madera ya podrida y desvencijada.
-¿Ssssi... –dijo- ... mamá?
La mujer de nariz prominente y dientes podridos como las tablas de madera se acercó un poco y levantó su dedo.
-Winterfyllep, ¿qué decías?
Ella no se lo tragó como otros años, aunque sabía...
-¡Decía que este año será diferente! Voy a disfrazarme y salir... ¡Salir!
La madre la miró extrañada, arqueando una ceja.
-Hija... no necesitás un disfraz, no necesitás salir y ser parte de esos juegos de niños, de ese mundo que no te pertenece.
-Pero...
-Ya hablamos sobre esto. Hay que... estar ocultos. Las brujas no se disfrazan, ya no deben llamar la atención. Las brujas como vos y como yo deben mantenerse calladas, dedicarse a la casa, no salir a la noche... y menos una noche como esa de la que hablas y ansías.
Winterfyllep no se quedó callada esta vez y se animó a preguntar.
-¿Por qué?
Aún más extrañada, la bruja mayor inquirió con voz grave y rasposa:
-Hay cosas que no deben ser preguntadas y ni siquiera respondidas. Winterfyllep, Halloween ya no es para nosotras.
-¡¿”Noche de Brujas” ya no es para las brujas?! –le gritó, enojada pero llena de terror; sabía lo que le esperaba...-.
2
Pasó todo el día en su cama, dolorida por el retorcijón de tripas y huesos. A la noche no pudo dormir; su madre tenía fuerza, pero no era eso sino otra cosa lo que le preocupaba. Ay, Winterfyllep, ¿qué podía hacer? Algo, algo... sí, pero ¿qué? Una semana, faltaba una semana.
-¿Qué hago intentando dormir cuando no tengo sueño? ¿Qué hago perdiendo tiempo?
Se deslizó por la ventana sin hacer ruido, como un gato o una cortina que se mueve entre brisas. Aterrizó con los pies en medias sobre un montón de arbustos chamuscados. Con una sonrisita picaresca se animó a la ciudad dormida y arrullada por los vientos nocturnos y el barrido de las hojas en los aires, ese sonido tan particular y delicioso que trae el otoño.
Winterfyllep caminaba entre los jardines de las casas, admirándose por cada rostro impreso en las calabazas, recorriendo con sus dedos los huesos de esqueletos colgados de los árboles y envolviéndose entre sábanas agujereadas y gusanos de papel. Si sólo esa noche fuera Halloween ya estaría viviéndola. Pero no había nadie en las calles del vecindario, no había risas ni caramelos aplastados en las veredas, ni siquiera las lucecitas estaban prendidas; no, no era Halloween todavía.
Merodeó una media hora y sintió ganas de volver. Su pelo se había erizado de repente, el aire se había vuelto más espeso y la luna a medio crecer afectaba su cuerpo... algo había en la noche que hacía a Winterfyllep sentirse rara. <<La noche dejó de pertenecernos...>> pensó. Un gato anaranjado y flacucho se le cruzó por el camino; ella se asustó tanto que fue una buena excusa para volver.
3
-¿Qué harán ustedes?
-Yo voy a salir y apostaré diez chupetines al mejor monstruo –arriesgó el alto.
-¡Yo daré cincuenta! –gritó uno.
-Sí, claro. ¿Y de dónde pensás sacar tantos?
-Ah, ¡pero si yo voy a tener el mejor disfraz! –acotó la niña de ricitos.
-Sssssí…. El de princesa no cuenta esta vez –le contestaron.
-Ni el de señor ahorcado –replicó ella.
-Tengo uno mejor –protestó el gordinflón.
-¿Y vos, qué vas a hacer? ¿De qué te vas a disfrazar?
Winterfyllep andaba distraída cuando notó que todos los compañeros de su curso estaban mirándola. Arqueó las cejas sorprendida y alzó un dedo señalándose a sí misma a modo de pregunta.
-Sí, vos, la del nombre raro y demasiado largo.
Todavía extrañada respondió
-Ehh… -pensó unos minutos y miró hacia los costados, tratando de escaparle a esas miradas inquietas y brillantes, demasiado chillonas. Intentó esquivar esos rostros de niños agresivos, inquisidores e insoportables- ehh…
Ellos se impacientaron; tamborileaban los dedos sobre sus bancos, algunos resoplaron con fuerza. Cuándo no, la niña de ricitos interrumpió; intentó imitarla muy mal con una vocecita aún más insoportable.
-Winterfyllep, se llama así. Y, ¡oh! Adivino, “no voy a estar este Halloween”. ¿No es cierto?
-No. Eh, quiero decir que… yo no tengo disfraz.
-Ah, ¿no tenés? –dijo el gordinflón escupiendo un poco de galleta sobre su ropa- Creo que no necesitás uno, Wintilypipet.
-Sí –otra niña con un moño rosa muy ridículo se levantó y la acusó, aunque los mocos colgando la desautorizaban un poco- ¡no necesitás uno porque ya sos fea y maloliente! Ya das miedo con tu pelo negro sucio y tu cara pálida.
Parecían como si estuvieran en un escenario de la inquisición pero, claro, Winterfyllep de esto no sabía; sólo se limitó a entrecerrar los ojos y a maldecirlos con fórmulas inventadas y palabrerías estúpidas. Tampoco sabía ser verdadera bruja.
Después de un rato volvió a reinar el griterío en el aula, y su figura se perdió entre todos los demás, como siempre.
4
<<Si supieran, si supieran>> se repitió todo el camino a casa, mientras pateaba con rabia y fuerza las calabazas de casas anónimas, destruyendo esos rostros agujereados y naranjas que parecían reírse de su ridícula condena y exilio. <<Noche de Brujas sin brujas, destierro eterno, olvido citadino>>. Esas frases enigmáticas que solía repetir su madre ahora le surgían de la boca, como llamas ardientes quemando todo a su paso. Quería hacerlo, quemar todo y volar alto, muy alto… como las brujas lo hacían; y sin embargo no sabía cómo, no era bruja. Tal vez por eso Halloween…
¡Pero qué tiene de malo un disfraz! ¡Una máscara de cartón con un poco de pintalabios y unos parches en la camisa! ¿Tan imposible?
-¡Tan imposible!
Gritó en voz muy alta y aplastó una calabaza gorda contra el árbol más cercano. Algo salió corriendo para un costado y un segundo después la rodeó con un movimiento de pelos anaranjados y patas huesudas. Le pareció que movía las comisuras de los labios, no maullando sino hablando… sí, articulaba palabras.
-¿Qué hacés destruyendo mis niños? –le dijo.
Winterfyllep tragó saliva con fuerza. Quería correr; era el mismo gato que se cruzó la otra noche.
Él se acercó y ella dio un paso hacia atrás, trastabillando y cayendo de espaldas contra el pasto seco.
-¡Mis calabazas! ¡Mis rostros!
Echastrada en puré de calabaza y tierra intentó incorporarse, pero se asustó al ver bien al gato; flaco, era muy flaco y con pelo rojizo, parecía un pequeño espantapájaros. Giró sobre su cabeza para planear un posible escape. ¿Dónde estaba? Las casas habían quedado muy atrás, ahora sólo se distinguían unos cuantos árboles que se retorcían sobre ella y los campos de hojas secas con calabazas, muchas calabazas y todas distintas.
-Y la pregunta principal: ¿qué hacés que no estás preparando tu disfraz, niña? –el felino se acercó y se sentó frente a ella. Tendría que cooperar-.
-Es que… yo no tengo disfraz.
-¿Eh?
-Es que… ¡yo no necesito uno!
-¡Eh! ¿Quién no necesita un disfraz?
-Es que... ¡yo soy fea y sucia y ya doy miedo!
El gato suspiró y con su patita movió ligeramente a Winterfyllep; le indicó un charco de agua.
-Mentira niña, mírate en el espejo. Sos bella y hermosa como las brujas. Todos pueden usar disfraz. Todos lo hacen, pues todos pueden festejar Halloween.
Ella lo miró; parecía ser de confianza, sí, se lo diría.
-¡Gato! Yo soy una bruja y no puedo salir en una Noche de Brujas.
El bicho peludo elevó suavemente la cabeza, asentía.
-Lo sé, niña. Lo sé. Pero hay algo que vos no, o a caso... ¿sabés que la travesura es parte de la noche en que todo se invierte y sigue otras lógicas? Vos también podés seguir esas nuevas reglas que surgen en tan deliciosa noche. Como yo…
-¿Puedo… puedo pertenecer a ese mundo?
-Así es –dijo el gato moviendo la cabeza de arriba abajo-. Si no, abrí los libros que están en tu sótano. Descubrí el porqué de tu nombre. ¡Vamos! Que queda poco tiempo, sólo tres días.
Ella se levantó sacudiéndose la falda.
-Vete a tu casa y prepárate un disfraz. Y dale uno a tu casa también, que es una vergüenza estar tan desnuda. ¡Vamos! Agarrá las tijeras, las tiras y flecos de papel y ponte a trabajar. Nunca se es niño si no se es primero travieso.
Ella se dio la vuelta y se encontró nuevamente en el vecindario. Podría haber pensado que todo fue un estúpido sueño, pero el viento entre las ramas le devolvieron un eco gatuno y hasta algo humano.
-¡Vamos! Que queda poco tiempo… y la próxima vez no me llames “gato” sino Jack.
Podría haber pensado que todo era ilusión. Pero Halloween era la madre de las ilusiones y las fantasías, así que decidió creer... y también dejarse llevar por esos aromas que recorrían la ciudad en esos días; dejarse arrastrar, como las hojas, por esas lógicas nuevas que crean sólo las fiestas y los juegos de niños.
5
La puerta del sótano siempre estaba cerrada y tapeada con unas maderas roñosas, sólo dejaba escapar por debajo un extraño brillo verdoso. Siempre debía estar cerrada. Pero bien sabía Winterfyllep que la travesura era parte de Halloween y los caprichos de su madre no funcionarían en esos días, no para ella. Por eso no le importó sacar los tablones y girar suavemente el picaporte; la puerta se abrió lanzando un chirrido como las ancianas y dejó descubierta una larga y oscura escalera. Bajó con una vela escalón tras escalón; una sonrisita pícara le recorría el rostro que también escondía el miedo.
Cuando llegó a la sala propiamente dicha, se encontró rodeada de estanterías llenas de libros y con una mesa en el centro; sobre ella había papeles y extraños utensilios de madera y metal. Más allá, una mesita redonda estaba cubierta de frascos y botellas colmadas con líquidos de diversos colores.
-Hmm… bueno, no encontraré telas pero sí maquillaje.
Se puso manos a la obra y comenzó a revolver todos los estantes buscando algo llamativo. Sobre la mesa del centro, un libro le atrajo particularmente: unos garabatos en la tapa y el interior dibujaban árboles, hojas secas y gatos en arabescos. El título escrito en letras góticas decía “El libro de Samhuinn”. Lo abrió y sintió un débil temblor en las manos; leyó cada párrafo con una velocidad demoníaca… este manuscrito hablaba sobre Halloween, sobre su historia y también sobre ella, Winterfyllep.
“-Samhuinn es el fin del verano. La noche de los espíritus donde las leyes mundanas del tiempo y del espacio quedan temporalmente suspendidas –leía en voz alta-. Wintirfyllip era Samhuinn para los antiguos anglosajones y marcaba el comienzo del invierno, puesto que dividían el año sólo en dos temporadas. Wintirfyllip era la unión de la palabra “invierno” con “luna llena” y significa Octubre.”
<<Winterfyllep es octubre>> se repetía mientras veía esas imágenes de mujeres castigadas por otros, acusadas y torturadas por seguir otro tipo de lógica. Paseó sus dedos por grimorios y libros de fórmulas y fórmulas, recordando palabras mágicas y poderes antiguos. Recordó, recordó, pensó y pensó... extasiada entre todos esos secretos y esa premisa: Winterfyllep es octubre.
-¿Llevo el mes en mi nombre y no puedo ser parte de él? Soy Octubre, ¡soy un monstruo!, pero los monstruos también pueden existir... aunque ya no lo hagan, aunque ya no se paseen por las calles de la ciudad moderna. ¡Soy una bruja! Y Octubre y la Noche de Brujas me pertenecen. Ellos, ellos –dijo señalando a las figuras humanas vestidas con cruces y estacas- me lo arrebatan, me prohíben festejar y disfrutar de lo que para mí fue hecho.
Se detuvo en una imagen de varias niñas con caras de miedo ante una figura feroz, algunas con rizos, otras llevaban moños y vestidos ridículos... pensó en algo.
-¿Papeles y cartón? ¿Y por qué, Jack, no aspirar alto y ser un poquito más traviesa, un poco más... ambiciosa?
Se abalanzó sobre las pócimas y los frascos con líquidos viscosos. Ay, la ambición; quería ganarse todas las apuestas.
-No sólo.... Ssssí, no sólo disfraz, también acompañantes, rostros, seres monstruosos. Todos, todos volverán, sssí... ellos, ellos.
Estaba desenfrenada, poseída; recitaba fórmulas y fórmulas, quería que todos los desterrados volvieran a la ciudad en esa noche en la que la barrera entre lo mágico y lo terrenal se desvanece. Quería volver a sorprender y a asustar como sus antepasados habían sabido.
6
-¿Es aquí? –dijo la niña con ricitos bajo una corona dorada y con brillantes. Se alisó un poco el vestido y miró la hora-. Vayamos a otra casa, esta no va a abrir.
Una ventana se golpeaba en el piso de arriba; las luces de miles de calabazas colgaban por todas las paredes de madera vieja y podrida. Un ligero temblor recorrió los rizos de la niña.
-No va a abrir –repitió.
-¡Es esta casa! –dijo el gordinflón con caramelo pegado en sus dientes- la más decorada del vecindario. Dijeron que iba a estar repartiendo caramelos, ¡muchos caramelos!
La otra niña con moño y trenzas se rascó la nariz de payaso. Miró su bolsita de cráneo y notó lo vacía que estaba.
-Vamos entonces, golpeemos una vez más la puerta. Yo también quiero chocolates.
Extendió su brazo rayado hacia la puerta de madera y antes de golpearla se abrió unos centímetros, rechinando y dejando al descubierto un fondo oscuro y frío. Una cara familiar apareció en el umbral.
-¿Winterfyllep? –dijo la de ricitos. Se rió un poco dando un respingo ante esos ojos violetas que la miraban de arriba abajo, desde la oscuridad.
-¡Dulce o truco! –grito el gordinflón, arrojando su bolsa y esperando verla llena. Se impacientó- ¡Vamos! Llename de caramelos, fea. Que la noche es corta.
-Sí, yo quiero chocolates.
La de ricitos no dijo nada. Sentía algo raro en su rostro, en sus ojos... Sabía que nunca deberían haberla molestado.
7
Las calles se habían inundado de pequeños dráculas y frankensteins, de jinetes sin cabeza, piratas y linyeras; antiguos caballeros peleaban con espadas ya no por una damisela sino por el elixir infantil del azúcar, por ver llenas sus calabazas como santos griales. Había magos y hechiceros que jugueteaban con sus varitas y sus escobas, espantando a los niñas y subiéndose a los árboles; ellas los corrían con sábanas de colores, peinados de ancianas, dientes puntiagudos y garras peludas; juglares y saltimbanquis cantaban y recorrían las casas, tocando timbres, cantando y gritando: ¡Dulce o truco! ¡Dulce o truco! La fantasía se entremezclaba con esos aires otoñales, lo real y lo irreal se confundían en esos rituales y juegos que sólo los niños comprendían, mientras los adultos se dejaban llevar; sacaban tarros llenos de golosinas y las catapultaban hacia los jardines, echaban cientos adentro de cada bolsita sin excepciones. Esa noche... esa noche las sensaciones fuertes se hacían eco, el mundo volvía a vivir.
La luna llena estaba expectante y las nubes corrían en lo alto a una velocidad inusitada; espesas, de a ratos cubrían los cielos y dejaban a la ciudad sólo iluminado por lucecitas anaranjadas y titilantes. Sin temor, por primera vez ella paseaba por las calles nocturnas; los vientos y las hojas crujientes se arremolinaban bajo sus pies. Se acomodó un poco las túnicas y atravesó los senderos de tierra, conducida por esas luces llamativas y esas risas golosas. Arrastrando los pies, se dirigió hacia ellas.
Los niños no la vieron venir. Estaban distraídos con sus juegos y sus bolsas cuando comenzaron a escuchar una tenue y extraña canción; se sentía un leve murmullo entre las ramas de los árboles, acompañado de diferentes sonidos sin poder adivinar su procedencia. Un frío recorrió el vecindario en ese momento, luego se haría eco por toda la ciudad.
Un niño vestido de granjero apartó su sombrero de la cara y con gran esfuerzo reconoció en la oscuridad un rostro familiar, esa figura que venía hacia ellos.
-Es... Harry –suspiró aliviado.
-No... –dijo otro con bigotes-, Harry no es tan flaco.
-Es Mavel –arriesgó uno a través de sus anteojos.
-No, ella tiene ricitos.
-Es... ¿Lucy?
-No, nunca saldría sin su moño.
Tragaron sonoramente sus caramelos, con esfuerzo a causa del temor; esa figura arrastraba los pies y se acercaba hacia ellos. Vieron que no estaba sola, otras sombras se deslizaban entre las casas y los árboles produciendo extraños sonidos como si tuvieran boca y... baba, mucha baba escurriendo de sus largos dientes.
-¿Es... Winterfy...
-No. Su rostro... su rostro confunde, pero es... ¡Es todos ellos!
Levantaron sus lámparas de calabaza e iluminaron las sombras. Nunca habían visto a un ser tan horrible, a un rostro tan deforme como el de aquella figura. Winterfyllep esta vez había fabricado un buen disfraz.
Ni siquiera tuvo que moverse para asustarlos. Salieron corriendo y dejaron todos sus caramelos desparramados, sin importarles nada más que sus propias vidas.
-Parece que gané las apuestas.
¡Pero claro! Los humanos se disfrazan de monstruos y estos… de humanos. Pobre Harry y Mavel y Lucy... les dedicaría esa máscara de piel y ojos y bocas mal cosidas, les dedicaría este Halloween, el suyo, y con amor. Extendió los brazos hacia el cielo, hacia la luna llena, y gritando ¡¡Feliz Halloween!! dio comienzo a la verdadera fiesta de seres y monstruos, al crepitar de garras y lenguas, a las fantasías e irrealidades por la ciudad. Winterfyllep rió, rió y rió con esa risa inferna que tienen las brujas. Por fin, ahora sí sería un verdadero Halloween.
¡Hola amigos de Fantasitura! No sé si algunos se han fijado en los mensajes que les envío por privado además de un tema que empecé en el foro de la "Comunidad" diciéndoles que me gustaría crear un grupo de whatsapp para escritores noveles y no tan noveles como todos nosotros. Ninguno me respondió... Pero me gustaría que retomarán esta propuesta ya que así compartiríamos mejor los unos con los otros, comentando nuestras expectativas y demás. ¿Qué dicen ustedes?
Quote: SJWs quejan de artistas blancos cultura "apropiación indebida" creado por los negros, pero luego celebrar un no-blancos de Star Wars.
Un amigo en Los Angeles, dijo #StarWarsVII es básicamente "Deray en el espacio". Activista judío JJ Abrams es una tuerca anti-blanco.
porque los niños blancos merecen películas sanas, no más PC anti-blanco diversidad mierda.
Un pequeño grupo -compuesto al parecer por la misma gente que se quejo de que habia un clon stormtrooper negro en el primer trailer- ha llamado a boycotear Star wars porque es "genocida antiblanco", ya que todos los blancos han sido excluidos de la pelicula, si exceptuamos a Rey, Han Solo, Princesa Leia, Poe Dameron, la chica enorme de juego de tronos, el exorcista de El Exorcista, uno de los hermanos de Ron Weasley, etc, etc. Ellos ya han recibido apoyo de los masculinistas que llamaron a boycotear Mad Max Fury Road por ser feminista, y de unos tipos con la cabeza rapada que han recordado que J.J. Abrams es judio y por lo tanto odia a los blancos o algo asi.
Pero tambien han recibido otras respuestas:
Quote:The #BoycottStarWarsVII tag -- you will never find a more wretched hive of scum and villainy, plus people making fun of them.
La historia de este símbolo, adoptado por los nazis, se remonta por lo menos cinco siglos antes de Cristo
Aunque en Occidente muchos contemplan la esvástica únicamente como un símbolo nazi, su historia no se limita ni mucho menos a las vicisitudes de la Alemania de Hitler, sino que se remonta por lo menos hasta el siglo V a. C., donde algunos expertos sitúan su origen (otros incluso lo hacen mucho antes). Desde entonces, ha sido constante la aparición de la cruz gamada en la iconografía de decenas de culturas, orientales y occidentales.
El descubrimiento de que una estatua budista (con una esvástica tallada en ella) trasladada del Tíbet a Alemania por un equipo enviado por los nazis a buscar las raíces de la "raza aria" en 1938 fue esculpida hace unos mil años en un fragmento de meteorito ha vuelto a reabrir el mito sobre este símbolo.
¿Por qué se llama 'esvástica'? Según los expertos, la palabra proviene del sánscrito 'svastika'. En la cultura indoeuropea se convirtió en una marca que se hacía a personas u objetos para darles buena suerte. Como curiosidad, existe un pueblo en Ontario, Canadá, que se llama Swastika. Los lugareños se negaron a cambiar su nombre pese a la presión de las autoridades.
¿Y 'cruz gamada'? Porque cada brazo se asemeja a la letra griega gamma mayúscula. También tiene el nombre en heráldica de 'cruz cramponada' porque cada brazo se parece a una de las púas de un crampón (pieza que se usa en el calzado para escalar) y el de 'tetraskel', que en griego significa 'cuatro piernas'.
¿Cuál es su origen? La esvástica se menciona por primera vez en las escrituras sagradas de los hindúes, los Vedas, y su uso se traslada a varias religiones de la India como el budismo o el jainismo. 'Esvástica' significa 'bien por venir', o también 'felizmente', 'con éxito' o 'que les vaya bien'. Por eso, la esvástica todavía se utiliza en las notas que acompañan a los regalos o en las cartas.
Adopción por los nazis
¿Por qué la adoptaron los nazis? Los nazis creían que los primeros arios de la India fueron el prototipo de los invasores arios, así que decidieron adoptar la esvástica como símbolo de la supremacía blanca. En cualquier caso, el diseño de la esvástica nazi (en color negro, dentro de un círculo blanco sobre fondo rojo) fue obra del propio Adolf Hitler tras recibir las sugerencias de decenas de correligionarios, según explica en su libro 'Mi lucha'. Los nazis siempre intentaron vincularse de todos los modos posibles con la esvástica. Así, en 1938, una expedición de científicos alemanes enviada por el Gobierno nazi al Tíbet para buscar el origen de la "raza aria" descubrió una estatua que tiene una esvástica en el vientre, y se la llevó a Alemania.
¿Por qué a veces aparece 'al revés'? La esvástica puede aparecer en sentido dextrógiro (el brazo superior apunta a la derecha, como la usan los nazis, aunque girada 45º) o en sentido levógiro (el brazo superior apunta hacia la izquierda, este es el modo más usado por los budistas).
El lauburu: diferentes culturas han ‘modificado’ la esvástica y la han adaptado. En España, el lábaro es la representación más conocida de la esvástica. El lábaro cántabro procede de las estelas cántabras, discos de piedra monolíticos tallados en los siglos previos a la llegada de los romanos a Cantabria. Según algunos expertos, el nombre de lábaro es una adaptación de la palabra vasca ‘lauburu’, que significa cuatro cabezas. El ‘lauburu’ también aparece en representaciones artísticas celtas, germanas y visigóticas. En la modernidad, el lauburu se utiliza como representación de la cultura vasca.
¿Por qué utilizaba Kipling la esvástica? El escritor británico Rudyard Kipling utilizaba la esvástica levógira en la portada de sus libros. Kipling, que nació en Bombay (India), utilizaba la cruz gamada en el sentido indio de buena suerte y bienestar. Pero en cuanto los nazis comenzaron a ser conocidos en el mundo, el escritor pidió que la esvástica se retirara de la cubierta de sus obras para que nadie pudiera acusarle de simpatías con el partido de Hitler.
¿Y los boy scouts? Los boy scouts utilizaron la esvástica en una de las medallas al mérito que otorgaban, como símbolo de buena suerte. En 1934, una parte importante de los scouts solicitó que se retirase la esvástica por su coincidencia con el partido nazi. En 1935 cambió la medalla.
¿Aparece en templos religiosos? Sí. El templo más conocido en el que se puede encontrar una esvástica es la catedral francesa de Amiens. Curiosamente, el suelo de la sinagoga judía de Engedi, construido sobre una planta romana, también tiene como motivos las esvásticas.
¿Qué pensaba Carl Sagan sobre las esvásticas? Este cosmólogo se sorprendía de que culturas tan ajenas como las asiáticas, las europeas y las americanas coincidieran en utilizar un signo como la esvástica. Por eso, teorizó que todas estas culturas debían de haber vivido un acontecimiento similar. Él pensó que se trata del paso de la cola de un cometa que formara dos brazos cruzados en ángulos de 90 grados.
La cruz gamada era un símbolo mucho más común antes de régimen nazi, era usado también entre los pueblos amerindios de Norteamérica, recuerdo haber visto una foto de 1940 o 1942 en donde indígenas –no recuerdo si Navajos o Apaches- firmaban una declaración renunciando al uso de esvástica por solidaridad con la lucha de estados unidos en la segunda guerra mundial, aunque no sé si fue algo voluntario o una imposición del gobierno.
“Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí” Augusto Monterroso
—¿Qué carajo…?
No, no podía ser, todavía medio adormilado se irguió sobre la cama y se frotó los ojos.
Si, el dinosaurio aún estaba allí.
Estaba a los pies de su cama, durmiendo o eso parecía, se asemejaba muchísimo a un gato remolón que busca refugio y el calor de su amo.
Era una idiotez, ¿acaso Elmer no lo había devuelto? Molesto, empezó a patearlo aún con los pies bajo la frazada.
Al dinosaurio no le gustó eso, y le gruño mostrándole los dientes. Y no estaba durmiendo, sino royendo un hueso bastante grande y largo.
Y estaba más grande que antes, eso era imposible, era un compsognathus, no mayor que un pollo. Pero ahora parecía tener el tamaño de un perro grande, más bien de un perrazo, y también su peso… casi parecía un deinonychus.
De pronto, recordó algo:
“Trabajar con SCP temporales es realmente jodido, y a la vez muy interesante" —dijo Elmer, o como él prefería ser llamado, Doctor Von Braun— "Me ordenaron que regresara a este tipo a su tiempo… Pero no lo hare, lo conservaré un par de días mas, quizás una semana.”
“Y pateó levemente la caja de cristal donde el compsognathus, como una gallina ciega y desplumada, daba saltitos y embestía contra las paredes.”
“¿Vas a desobedecer ordenes? No es buena idea, sabes lo peligroso que puede ser… ¿y para que quieres conservarlo? ¿Para realizar experimentos potencialmente peligrosos y pervertidos?”
“Tranquilo, no es nada de eso" —insistió Elmer, es decir, Von Braun— "Solo lo observaré, y ya envíe una solicitud a nuestros superiores, por triplicado y con todas las estampillas correspondientes… la verdadera razón es otra.
“A nivel individual, o mejor dicho, a nivel de una entidad biológica individual, los cronoviajes pueden causar efectos secundarios cuyas derivaciones pueden ser… bueno, difíciles de calcular. En realidad las consecuencias a nivel celular, genético, molecular e incluso, sub-atómico, pueden ser… interesantes”
Las palabras de Elmer adquirieron todo su sentido ahora: Los cronoviajes pueden causar efectos secundarios cuyas derivaciones pueden ser… bueno, difíciles de calcular… las consecuencias a nivel celular, molecular, genético… Bravo, algo en lo que tenias razón, nuevamente, aunque hasta tú no habrías imaginado que en menos de 24 horas un animal del tamaño de un pollo crecería casi hasta el de un doberman.
No fue buena idea desobedecer a tus superiores.
Quizás no fue una buena idea patearlo.
El dinosaurio giro su cabeza y lo miró, con un hueso atravesado sobre su hocico lleno de dientes. Recién entonces se dio cuenta de que aquel hueso se parecía extraordinariamente a un fémur humano… y en realidad era un fémur humano.
—Eeeh… ¿Elmer?… ¿Doctor Von Braun?
Pero Von Braun no estaba (O quizás si, pero en partes). El dinosaurio se irguió… era mas grande que un doberman, mas pesado también, se dio cuenta de eso cuando el dinosaurio dio un paso adelante y pisó una de sus piernas.
—¡Von Braun!
El dinosaurio escupió el hueso (mas bien lo dejo caer) y dio otro paso más.
—Grrrr…
—¡Elmer!
¡GRAAAUM!
¡NO!
Media hora después, el dinosaurio era lo único que aun estaba allí.
Para los que no conocieron el antiguo foro, el Dragón Lector era un grupo en el que los miembros leían, criticaban e incluso corregían por turnos los escritos de otros miembros.
Dicho esto, y sabiendo que Aza anda por aquí, ¿tenemos aquí algo parecido a un Dragón Lector?