Como explicaba en mi presentación, ando trabajando en algunos relatos (es una deuda que tengo pendiente con mi yo de pequeño). Y, como siempre que me pongo a escribir un relato, me zambullo de lleno en la creación del mundo donde se desarrollan, hasta el punto de que al final acabo sin escribir nada porque el universo que intento crear me supera
Pero, bueno, intentaré que esta vez no suceda. Para ello, voy a ir mostrando aquí el mundo donde se desarrolla la acción. Así, podré ir organizando ideas y ponerlas presentables para el lector (de momento solo tengo un caos mental de cojones).
Por favor, sentíos libres de criticar, atacar, preguntar, matizar, recomendar y hacer cuanto queráis con lo que aquí se exponga.
Hubo un tiempo en el que el Comeráneo no era un mar, sino un gran lago. Las tierras de Liberria y Almuarizón estaban unidas por valles y montañas, y en el Estrecho de Zues se alzaba un gigantesco muro de roca contra el que chocaban las olas de las dos masas de agua que separaba.
Un tiempo en el que los hombres utilizaban armas de piedra, convivían con gigantes, y huían si los dragones surcaban los cielos. Un tiempo en el que los glifos aún no habían sido inventados, y ni tan siquiera los jeroglíficos.
Pero más allá del actual Puente de Oricalco, había una isla mayor en tamaño que la propia Isclavia. Y en aquella isla había prodigios asombrosos, que tardarían miles de años en recuperarse.
La gentes de Adiltania (como hoy se conoce a aquella isla -saben los Dioses cómo se llamaba entonces) dominaban las artes de la fundición de los metales, la navegación, la astronomía, la ingeniería, las matemáticas, la música y la poesía.
Miraban con desprecio a los hombres que trabajaban la piedra, aquellos hombres que habitaban en las tierras continentales y que parecían monos a dos pies. Pero en Adiltania eso no era sorprendente: También miraban con desprecio a los propios Dioses.
Aquellas gentes, que otrora adoraron a Krasenón, de quien aprendieron el arte de surcar los mares, se habían vuelto altivos y arrogantes, en su isla de marfil. Señores de las ciencias y de las artes, ya no necesitaban a ninguno de los Dioses, cuyo único papel era ofrecer la ilusión de seguridad en épocas de oscura ignorancia.
Y así fue como dejaron de orar a los poderes sobrenaturales. Fundieron sus estatuas divinas para hacer otras nuevas consagradas a los reyes. Quitaron las placas de mármol de los templos para decorar las casas solariegas de los ricos comerciantes.
Olvidaron cómo se contaban las historias, pues ya estaban escritas en papel. También olvidaron cómo se navegaba con la única guía de las estrellas, porque tenían mapas. Incluso olvidaron cómo medir el tiempo en base al sol.
Y aquello encolerizó a Krasenón.
Así fue como un día, sin previo aviso, el tiempo se detuvo por un instante. Los pájaros se mantuvieron suspendidos en el aire, y las olas del mar no avanzaron. Quien estaba riendo, rio infinitamente ese segundo. Y quien estaba llorando, fue condenado a los lamentos eternos.
Y, de repente, un profundo temblor sacudió la realidad, y todo volvió a la normalidad. Nunca sabremos si aquellas gentes notaron el temblor. Puede que no, porque la realidad se había parado. Puede que sí, pero hicieron caso omiso, porque habían olvidado lo que aquello significaba.
Solo tres familias, que habían mantenido el saber de las historias antiguas y la fe en Krasenón, se subieron a sus botes pesqueros, y se internaron en el océano mientras caía la noche. Una noche en la que la Luna no apareció en el cielo.
Entonces, amparado en la oscuridad más absoluta, Krasenón se vengó de aquellas gentes arrogantes, y en una sola noche el mar se hubo tragado la isla.
Adiltania desapareció.
De las tres familias, hablamos en la próxima ocasión
Buenas a todos, soy nuevo en este foro y quisiera compartirles un poco de lo que he estado escribiendo en los ultimos meses que he estado bastante aburrido en el trabajo. Es una historia aún en progreso, me he inspirado en los libros de fantasia epica que mas me han gustado como por ejemplo Cancion de hielo y fuego, La saga del asesino de reyes y La saga de Geralt de Rivia.
He de decir que no soy demasiado diestro escribiendo asi que no esperen encontrar palabras altamente complejas en esta historia aunque trato de expresarme lo mas claro posible.
Por caminos solitarios se movia aquel hombre de cabello y ropaje como el carbon, con una mirada que recordaria un pozo seco y vacio, de su espalda colgaba una espada un poco mas larga y ancha que una espada normal. Sus pies se hunden en el barro a cada paso que da, sobre su cabeza el cielo se viste de gris y negro como dama en luto y deja caer frias gotas de agua que embarrialan el sendero, a la distancia ve caer un rayo y luego de pocos segundos escucha un truneo ensordesedor. Se aproxima una tormenta, una gran tempestad.
Saca de su chaqueta una pequeña botella de un vidrio basto llena en su interior con una bebida transparente como el agua, pero las apaiencias son a veces engañosas. Da un largo trago y vuelve a meterla entre los bolsillos de su ropaje. Cuando escucha un sonido entre los arbustos, no son las gotas cayendo del cielo ¿Quizas un animal savaje? De entre los matorrales aparecen varios hombres corpulentos y de caras rajadas, con espadas viejas colgadas a sus cinturas.
-Buenas, viajero.-Le dice uno de ellos, alto, fornido, tuerto y de cabello oscuro-¿Que haces por estos caminos en un dia lluvioso como este?-Pregunta, pero aquel hombre no responde-. ¿Un poco callado no? Bueno, entonces hablo yo, no hay problema.-Dijo riendo-. Veras, tienes dos opciones aqui; Puedes dejar todo lo que llevas encima y nosotros lo cogeremos amablemente y podras seguir tu camino con tranquilidad o, por otro lado puedes decir que no y entonces nosotros tendremos que rajarte la garganta por la mitad e igual nos quedamos con todo lo que llevas. Entonces, usemos la logica.-Dijo sosteniendo su menton con su dedo pulgar e indice-. Si al final nos vamos a quedar con tus cosas ¿Es necesario que tengamos que hacerlo a la fuerza? Somos todos personas inteligentes ¿No?-Le dijo a sus compañeros. Estos solo miraban a aquel sujeto riendo y acariciando el mango de sus espadas-. Entonces mi buen amigo ¿Que opción eliges? Espero que seas inteligente y cooperes con nosotros, no me decepciones-. Le dijo negando con su dedo indice. Este no responde, solo empieza a levantar su mano hacia el mango de su espada que sobresalia de su hombro derecho-. Oh, carajo, bueno, de todos modos la primera opción hubiera sido muy aburrida.-Dijo el tuerto al final mientras se escuchaba el sonido metalico de varias espadas siendo desenvainadas. El hombre de mirada vacia aun tenia su mano sobre el mango de la suya.
Un rayo partio el cielo en ese momento, el mismo momento en que todos se lanzaron sobre aquel viajero. Fue muy rapido, solo le vieron moverse como una sombra entre ellos, ni siquiera les dio tiempo de ver la hoja de su espada. Fueron cortados tan rapido que al principio no lo sintieron, solo cuando cayeron al suelo sosteniendo sus tripas entre las manos. Tres hombres estaban en el suelo y dos de pie; el tipo de mirada vacia y el tuerto con la boca abierta de par en par, no podia creer lo que veia, aquella espada no era de acero como lo seria una espada normal, su hoja era negra y la luz se filtraba levemente a travez de ella.
-No puede ser ¿Que coño acabas de hacer?-Le pregunto, pero este no respondio, solo se acercaba poco a poco-. No te me acerques, mierda.- Dijo mientras retrodecia dando pasos inseguros hasta tropezar y caer sobre sus posaderas-¿No sabes quien coño soy? Soy un Sable de Sangre, maldito, no sabes con quien te metes.- El hombre de mirada oscura levanto su espada sobre su cabeza con ambas manos y lo ultimo que escucho aquel trueto fue un tenebroso sonido espectral antes de que la hoja oscura le cortara la cabeza a la mitad.
Otro rayo ilumino todo por unos segundos y luego se escucho un trueno ensordesedor. El cielo era oscuro y la gotas caian cada vez mas fuerte, una gran tempestad se acercaba.
CAPITULO 1: Vidrioscuro.
-Miren a ese tipo de la barra. -Dijo un hombre corpulento y calvo de mal aspecto a sus compañeros de no mejor apariencia que el, sentados a una mesa en un rincón de aquel bar-. Juraria que no ha usado esa espada que lleva nunca en su vida, esta como nueva.- Notó que la empuñadura no estaba gastada, la guarda era plateada brillante y estaba adornada por grabados en forma de lineas ondulantes con una hermosa piedra negra en el centro y otra igual en el pomo-. Debe valer unas buenas monedillas. -Aunque estaba un poco lejos de la barra, pudo ver bastante bien los detalles del arma y darse cuenta rápidamente que podría valer una buena cantidad-. Coño ¿me estas escuchando?
-¿Eh? ah, si, un momento Mikk. -Respondió uno de sus compañeros que estaba jugueteando con una de las prostitutas del bar, metiendo su cabeza entre los pechos de la mujer y su mano debajo de la falda-. Tengo un asunto importante aquí ¿Es que no ves? ¿Pelirroja, cuanto cobras por una o dos horas de amor?-. Este hombre no era tan corpulento sino mas delgado, de rasgos afilados y nariz puntiaguda con el cabello color carbón que le caía desordenado por todos lados. La prostituta le susurro algo al oído que lo hizo parpadear rápida y repetidamente mientras sus cejas dibujaban un arco-. ¿Es en serio? por ese precio puedo pagarme a tres que estén casi tan buenas como tu, mujer.
-Pero no tan buenas. -Dijo la chica peliroja, desnudando uno de sus pechos, pecoso, grande, redondo y firme con el pezón de un color rosa ya erecto, unos pechos realmente difíciles de ver por ahí.
-Yo si que te escuche.- Exclamo un tercer hombre sentado con ellos, tenia los pies sobre la mesa mientras bebía un licor transparente, este era el mas delgado, sus cabellos eran lacios y de un blanco sucio, algunos mechones le caían en su cara huesuda y pálida de ojos hundidos- Creo que deberíamos ir a ver.
-Puedes quedarte aquí lamiendole los pechos a esta puta Jaquin, mientras Redd y yo vamos a hacer lo nuestro, pero no te daremos una moneda de las ganancias que saquemos cuando Yurian la venda. -Dijo el mas grande, Mikken o Mikk como le decían sus amigos, mientras se levantaba de la mesa al mismo tiempo que Redd bajaba sus pies y dejaba la bebida a un lado.
-Coño, esta bien, ire, espero que esa jodida espada valga cien veces su peso en diamantes o lo vas a lamentar cabron, lo vas a lamentar ¿Me entiendes?.-le dijo Jaquin a su corpulento amigo señalándolo con su dedo indice-. No te pierdas preciosa, esto tomara solo unos minutos.
-Mi señor bandido, no le hagas daño. Ese de la barra es un chico muy habil en la cama, lo comprobé ayer noche.- Le dijo la prostituta pelirroja al Jaquin.
-Eso es que nunca has probado a un hombre de verdad, solo espera a esta noche cuando estemos entre las sabanas.- Le respondio el mientras se levantaba.
Al otro lado del bar, en la barra se encontraba aquel tipo sentado, vestido todo de negro; calzas, botas altas de cuero y una chaqueta desabotonada que dejaba ver una maya plateada que cubría su pecho. Tomaba un trago bastante fuerte, pero su cara ni se inmutaba, estaba con la mirada perdida viendo hacia el vaso de vidrio pero hacia ningún lado a la vez, se veía joven, su cara estaba inmaculada y sin una cicatriz, sus ojos eran oscuros como la noche y vacíos como un pozo seco, su piel era bastante pálida y sus cabellos algo desordenados eran tan negros como sus ojos. Se había descolgado la espada de la espalda y la había puesto a un lado suyo, recostada de la barra. Los tres hombres llegaron por detrás de el.
-Te gustan las bebidas fuertes ¿Verdad?.-Le dijo Redd mientras se sentaba a su izquierda, Jaquin se sentó a su derecha y Mikk permaneció de pie, justo detrás de el-. Con esa cara tuya pareces mas bien alguien de bebidas suaves como el vino.- Este bebió el amargo trago de un golpe he hizo un ademán al camarero de que le sirviera otro
-Me gusta el vino, pero hoy me apetece algo fuerte. -Respondió con voz sombría. La curtida cara del camarero se puso pálida, los dientes casi le cascaban bajo su blanco bigote, el pulso le temblaba y unas gotas se desparramaron fuera del vaso. Sabia que aquellos tres tipos eran bastante peligrosos.
-Yo diría que con esa cara tan limpia lo suyo no es el licor ni el vino, si no la leche de los pechos de su madre. -Dijo Jaquin mirándolo, con el codo derecho apoyado de la barra, la espada estaba recostada cerca de el, bajaba la mirada por unos instantes para verla y luego lo volvía a mirarlo a el.
-Preferiría los pechos de tu señora madre, pero por tu cara de caballo no sabría decir si es una mujer o una yegua la que te pario.- Dijo sin mirarlo y bebio de un golpe nuevamente. Hizo otro ademán al camarero y este le sirvió de nuevo, Mikk soltó una carcajada pero a Jaquin no le hizo gracia-. ¿Ves? tu amigo de atras tiene sentido del humor.
-Es cierto, tu madre parece una yegua. Camarero, deja la botella en la mesa, yo pago, este me cae bien.-Dijo Redd bordeándolo con su brazo por los hombros y acercándolo hacia el-. Cuéntame algún chiste a mi, mi cara es mas fea aun ¿Como crees que luce mi madre?-. Con su otra mano sacaba un cuchillo que llevaba colgado al muslo lentamente mientras Jaquin del otro lado cogía la espada recostada a la barra discimuladamente-. ¿Te quedaste mudo? ¿Como luce mi madre?.
-Como toda una puta de burdel norteño, probablemente.
Como un rayo, le reventó a Redd el vaso lleno de licor en la cara antes de que siquiera pudiera reaccionar al insulto, los pezados de vidrio le rasgaron la frente y las mejillas, el fuerte aguardiente le entro por los ojos y cayo hacia atrás cubriéndose la cara. Giro violentamente en la silla y golpeo a Jaquin con el codo derecho en toda su larga nariz justo cuando iba a coger la espada, volteo y se fijo en que el de atrás ya había desenvainado un enorme sable y lo sostenía por encima de su calva cabeza con ambas manos para dar un tajo vertical con toda su fuerza. Todo ocurrió en milésimas de segundo, un sonido espectral atravesó la sala, luego, dos hojas afiladas se encontraron en el aire, se escucho un golpe metálico que retumbo por el bar, un pedazo de hierro salio volando y se clavo contra la madera del techo. Su espada era negra, de un material extraño que dejaba reflejar la luz levemente a través de ella, había roto a la mitad el sable de Mikken que estaba en el suelo tratando de ponerse en pie y lo miraba con desconcierto como si no creyera lo que estaban viendo sus ojos. Se movió como una sombra y lo pateo entre las costillas haciendo que soltara una bocanada de aire, para rematar le pego un puñetazo en la sien que mando al coprulento y calvo hombre definitivamente al suelo.
-Maldito seas, me arden los ojos, no veo una mierda.- Maldecía Redd mientras se frotaba los ojos rodando por el suelo.
-¡Mi nariz! Sniff me has roto la nariz este maldito... -Jaquin fue el primero en levantarse, de la nariz le corrían caminos de sangre que bajan por su boca hasta su puntiaguda barbilla, a lo lejos podía ver a la pelirroja riendo, pero por ningún lado a aquel hombre- ... ¿ A donde coño se fue?- Se había esfumado en un instante-¡Tu! Haaron ¿a donde se fue? tu viste todo.- Le dijo al que estaba tras la barra, se llamaba Haaron y era el dueño de aquel negocio que era un bar, posada y prostíbulo.
-S-salio por la puerta muy rápido. ¡Se llevo la botella de licor también!. -Se fijo Haaron luego de unos segundos.
Todo el mundo en el bar los miraba, desconcertados, todo fue muy rápido y casi ni se dan cuenta si no es porque escuchan aquel extraño sonido seguido del choque de espadas y ven a los hombres en el suelo.
-Mierda, levántate Mikk, no dejemos que se escape ese cabron.- Dijo Redd frotándose los ojos por el escozor.
-Lo vi, no puedo creerlo. - Dijo Mikk palpándose la sien.
¿Que viste?.-Pregunto Redd.
-Su espada.-La cara de Mikk no salia de su desconsiento aun- ¡Su espada era de vidrio negro!
-¿Que?- Exclamo Redd- Eso no es posible.
-Lo juro por los Dioses y por mi sagrada madre. -Le aseguro Mikk.
Redd y Jaquin se pusieron mas pálidos de lo que ya eran y guardaron silencio, hasta que Redd hablo.
-Bien... ustedes dos vayan a buscarlo, pero no lo maten por si acaso eso es cierto. Si de verdad tiene un arma de vidrio entonces podría servirnos mas vivo que muerto. -Un arma de vidrio era algo que no muchos llegaban a ver en vida, valían una fortuna y se dice que no habrían mas de cien en todo el continente, la mayoría de personas muy adineradas que ni se atrevían a blandirlas, solo las colgaban de sus paredes como una reliquia muy rara. Estaban hechas de una especie de mineral que se encontraba raramente incrustado en las piedras, se fundía a una temperatura mucho mas alta que la que necesitabas para fundir una espada normal y era entonces cuando podías moldearlo y darle la forma que necesitaras, era casi irrompible, nunca perdía el filo y las mas antiguas se datan de siglos atrás y aun se conservan en perfecto estado. Sin duda Redd pensaba que aquel tipo con semejante reliquia en las manos podría ser de alguna casa noble y rica que pagaría bien por su pescuezo
Jaquin y Mikk salieron fuera del bar en una misma dirección, a toda velocidad. El dúo recorría las abarrotadas calles de la ciudad abriéndose paso entre la gente por la fuerza, en cierto punto los dos tomaron caminos diferentes para cubrir un área mayor. Era una ciudad bastante enorme, llena de casas de piedra blanca y madera, callejones que daban con mas callejones, plazas, burdeles, bares, templos con grandes puertas y ventanales en arco que se elevaban altos hacia el cielo azul de medio dia. El muelle estaba lleno de barcos pesqueros y vendedores de todo tipo de peces. Las calles adoquinadas estaban llenas de gente y mercaderes de telas, pieles, perfumes, comidas, armas, piedras preciosas y algunos guardias vigilaban entre la multitud. Por las calles mas amplias pasaban carros halados por caballos, otros impulsados por otros mecanismos. En el cielo además de las palomas volando y las pocas nubes blancas que adornaban la cúpula celestial aquel día, se podían observar las naves del reino, hechas de madera y metal y sostenidas en el aire por grandes globos ovoides que permitían su vuelo. La ciudad tenia el nombre de Blanca Castilla, ya que sus muros y las estructuras que la componían estaban hechos de una hermosa piedra blanca lisa. Desde cualquier punto se podía observar un enorme castillo que sobresalía de entre todas las estructuras. Mas alto, mas blanco y mas imponente que cualquier otra edificación, estaba ubicado al norte en la parte mas alta de la ciudad sobre una colina desde la cual parecía vigilar el mundo entero.
Habia pasado ya mas de una hora desde que emprendieron la búsqueda pero Mikk y Jaquin no habían podido dar con el. Los dos acordaron reunirse en la fuente de la gran plaza de los comerciantes, donde se reunían comerciantes de todos los Reinos, un lugar lleno de toldos improvisados en donde se vendían todo tipo de cosas . El corpulento Mikk caminaba por uno de los estrechos callejones de la ciudad, tan estrecho que dos hombres hombro a hombro no hubieran podido pasar, el callejón estaba solo y silencioso, pero a la distancia podías escuchar el bullicio de la gran plaza de los comerciantes. A un lado del estrecho camino pudo ver a un borracho sentado, recostado de la pared con una botella vacía al lado, a medida que se acercaba sus ojos se iban abriendo como platos y se le aceleraba el pulso, saco un cuchillo de su cintura y disminuyo el paso, hasta que estuvo a una distancia de cinco pies aproximadamente y se detuvo. Era aquel tipo del bar, parecía estar inconsciente.-"Quien no, después de beberse una botella entera de ese licor tan fuerte en tan poco tiempo."- Pensó Mikk mientras lo observaba con cautela.
-¡Hey!- Le preguto al borracho, la voz le temblaba, después de lo del bar ya sabia de lo que era capaz aquel tipo. Se acerco mas y le dio un pequeño empujón con la punta de sus botas de cuero haciendo que se fuera hacia un lado y chocara su cabeza con el suelo, estaba borracho hasta la muerte e inconciente. "Hoy debe ser mi día de suerte", pensó Mikk. Lo cogió con ambas manos y se lo subió al hombro como quien lleva un saco de papas.
Jaquin ya se encontraba sentado al borde de la fuente de la plaza, se palpaba la nariz que aun le dolía de aquel puñetazo que se la rompió, pero colocarla en su lugar no fue problema, ya le habían roto la nariz muchas veces en el pasado y estaba acostumbrado. Aquella era una hermosa fuente de piedra blanca que brillaba bajo la luz del sol y que arrojaba agua desde sus cinco estatuas ubicadas en el centro; El mamut apuntando hacia las tierras del norte , El colibrí que apuntaba hacia el Oeste , El venado que apuntaba al este , El dragón serpiente que apunta al sur y sobre todas ellas en el centro, El Grifo, imponiéndose sobre todos ellos.
-¿Pero que coño haces Mikk?¿Quien es ese?-Dijo Jaquin al ver que Mikk se acercaba pasando entre todo el gentío de la congestionada plaza que lo miraba con aquel tipo inconsciente sobre su lomo.
-Es el del Bar, lo encontré tirado en un callejón, esta ebrio hasta la muerte ¿A que no tengo suerte?-Mikk tenia una sonrisa de lado a lado.
-¿Que? ¿en serio? -La cara de Jaquin demostraba sorpresa, buscaron por mas de una hora en toda la ciudad sin dar con un rastro de aquel tipo y lo termina consiguiendo Mikk, quien se podría considerar una persona bastante descuidada. Y de hecho lo era, ya que no era normal llevar a un hombre inconsciente al hombro en medio de uno de los lugares mas congestionados de Blanca Castilla-. Eres idiota Mikk, vamonos de aqui, tenemos toda la pinta de estar haciendo algo malo, si nos ve un guardia nos meteremos en un lio.
Fue como si Jaquin hubiera pedido un deseo porque cuando se dieron la vuelta para ir a uno de los múltiples callejones que se conectaban con la plaza, un joven guardia estaba detrás de ellos ya, llevaba una malla que lo cubría hasta las muñecas, sobre ella un chaleco de tela de cuadros amarillos y negros, botas altas y metálicas que le llegaban a las rodillas, su casco era plateado y tenía la forma del pico de un águila y en su mano derecha sostenía una lanza que apoyaba en su hombro. "Puedo descuartizarlo en 5 segundos" pensó Jaquin, pero eso sería un problema, llamarían la atención entre este gentío y en menos de un parpadeo ya tendrían a la guardia de la ciudad buscándolos como perros de caza. Jaquin tenía la mano sobre el desgastado pomo de la espada, sopesaba la situación, evaluaba sus posibilidades, consideraba cortarle la garganta en un parpadeo si amenazaba con llevárselos a una mazmorra y salir de allí antes de que alguien se fijara...
-Es un colega nuestro que bebió de mas. -Dijo Mikk interrumpiendo los pensamientos asesinos de su compañero-. Es muy mala copa y constantemente tengo que andar llevándolo sobre mi hombro, lo dejaría aquí tirado pero quien sabe que podría pasarle, el pobre hombre tiene hogar , una esposa que lo espera guardándole un lugar entre sus muslos calientes y tres hijos que no son fáciles de alimentar.
-Ustedes no parecen de aquí ¿de dónde son?¿vienen a comerciar o son vulgares ladrones?-El guardia insistía en preguntar. Constantemente se veían personas que iban a la plaza de los mercaderes a robar cosas mientras los dueños de las tiendas estaban descuidados atendiendo a alguien mas y además aquella situación no le parecía común, dos hombres harapientos con caras nada amigables, uno con la nariz rota y otro con un cardenal en la cara cargando a un hombre a hombros. Dentro de los muros de la ciudad no se permitia ni el robo ni el asesinato. Jaquin se desesperaba, ya estaba listo para desenvainar como un rayo y cortarle la garganta a la mitad en un abrir y cerrar de ojos, envainar de nuevo y salir de allí lo más rápido posible.
-Pues vera mi buen amigo, no somos de aquí, venimos de lejos para comerciar algunos artilugios que hemos obtenido de tierras lejanas, quizás seamos bandidos, si, pero dentro de esta ciudad no hemos hecho nada malo. -A veces a Jaquin le sorprendía lo hábil usando las palabras que podía llegar a ser Mikken, era algo torpe pero lo compensaba con las buenas historias que se llegaba a inventar. El guardia aun no estaba del todo convencido, se acerco a mirar al hombre sobre el hombro del corpulento Mikk.
-Oiga, ¿esta usted bien?-Le pregunto el guardia y este, para sorpresa de todos, habia despertado.
-¿Mi botella... donde esta... mi botella?-Luego de decir aquello se desmayo de nuevo, las palabras le salieron de la boca de forma apenas entendible, el olor a licor en su aliento golpeo al guardia en toda la cara he hizo que frunciera el ceño y torciera la boca hacia un lado.
-Dioses, este hombre esta fatal, huele fatal, esta bien, llévenlo a su posada o donde sea que se estén quedando y denle un baño, huele a licor, a prostíbulo y a perro muerto.
-Me asegurare de ello, se emborracha tan seguido que ya es una rutina. -Dijo Mikk sonriente mientras se alejaba con Jaquin y entraban a una de las estrechas calles.
-Estaba a punto de rebanarle el cuello, que tipo tan pesado. -Jaquin iba caminando por delante de Mikk en el estrecho camino-. Si se hubiera atrevido a preguntar algo mas...
-No vinimos a la ciudad a causar problemas ¿Te acuerdas? no todo se puede resolver degollando. -al final del camino observaron la sombra delgada y alta de una persona.
-Hasta que los encuentro, imagine que estarían por estos lados, son algo predecibles a veces.- Dijo Redd-. Como imagine, Yuri me dijo que lo llevara vivo, nos esta esperando en la posada de Haaron. Quitale la espada, quiero verla con mis propios ojos.
Jaquin cogió la espada y se la alcanzo a Redd. La sostuvo con sus dos manos, sentía el peso ligero para su tamaño mas larga y ancha que una espada normal , la vaina era de terciopelo negro con adornos de plata en la punta y en la base, la guarda era plateada, adornada con lineas talladas de forma ondulada con una piedra negra incrustada en el centro, la empuñadura era de mano y media, estaba cubierta de un cuero, negro también y muy cómodo al agarre, el pomo era plateado y en la punta tenia una piedra igual de oscura y hermosa a la de la guarda. Al intentar desenvainarla se dio cuenta de que estaba atorada, solo asomaba tres dedos de la hoja.
-Mierda, esta atorada...-Pudo ver que la hoja en efecto era de un material extraño, una especie de vidrio negro y tenia casi medio palmo de ancho-. En definitiva, es de un material extraño.
-Quizas tenga algún mecanismo escondió, déjame ver si puedo sacarla a la fuerza. -Mikk puso al borracho en el suelo cuidadosamente y cogió la espada. El era un hombre grande y musculoso, de espalda ancha y brazos como troncos, pero ni aun con toda su fuerza pudo sacarla de la vaina-. Mierda, es imposible.
-Mejor vayámonos a la posada de una puta vez, juro que si alguien cogió ya a esa pelirroja, te voy a matar Mikk.- Dijo Jaquin adelantándose a ellos con paso acelerado.
Ambos siguieron a su apresurado compañero por los entramados callejones de Blanca Castilla, Redd se palpaba las heridas en la cara que le ardían como el infierno, miro por un momento a aquel tipo a hombros de Mikk y pensó como fue que no lo vio venir. Que descuidado había sido, se consideraba a si mismo como un profesional, mas rápido, hábil y letal que cualquiera, pero en aquel momento en en la posada de Haaron fue mas lento, ni siquiera lo vio venir, solo cayo al suelo frotándose el rostro y maldiciendo a los Dioses. Sus rasgos se apretaron, se sentía furioso, el no queria negociarlo con nadie, solo quería apuñalarlo decenas de veces, pero se calmo, "tráemelo vivo" le dijeron. Se relajo, quizás solo fue descuidado por primera vez en su vida y no mas lento, el nuca era el mas lento.
CAPITULO 2: Vino.
La luz se filtraba a través de las hojas de aquel árbol que se alzaba solitario sobre una verde colina , debajo de el estaba sentada aquella hermosa mujer, de piel suave y blanca aunque un poco bronceada por el sol. El cabello lacio, castaño claro y largo le caía sobre la cara de un muchacho que reposaba su cabeza entre sus piernas . Sus ojos color miel miraban fijamente los ojos negros como la noche de aquel chico mientras le acariciaba la negra cabellera desordenada con sus manos suaves y delicadas. El la miraba contemplando cada pequeño detalle de su rostro, sus grandes ojos del color de la miel, su fina y perfilada nariz, sus delicados y rosados labios, la miraba con sus ojos profundos y afilados como los ojos de un halcón, pero no había maldad en ellos, una mirada que debería ser fría y sombría se derretía ante el brillo ocre que desprendía aquella mujer bañada por los rayos de luz entre las hojas. Ella le dedicaba una hermosa melodía, tan dulce y cálida que podía derretir el corazón del mas cruel de los hombres, pensó el , como las canciones que cantan las madres a sus hijos pequeños a la hora de dormir, un lullaby tan triste y melancólico que podría hacer llorar hasta a las mismas estatuas de piedra que adornan los castillos, las iglesias o las fuentes en las plazas de las ciudades. El cielo se veía de un azul intenso, con muy pocas nubes y con el sol brillando en su centro, a su alrededor, no había más que un extenso campo verde, solitario y silencioso, solo se escuchaba aquel dulce canto en la colina. Pero el aire se empieza a volver pesado, la atmósfera cambia poco a poco, el cielo se tiñe de un rojo carmesí como la sangre, sopla un viento frió, el sol se ha ido, todo se hace borroso, el hermoso rostro ocre, el cielo, las hojas del árbol, todo va desapareciendo, todo se empieza a erosionar, a excepción del la melodía. Los ojos de halcón se empiezan a cerrar y cuando se abren de nuevo su vista es vidriosa, solo distingue algunas sombras y el brillo de un fuego, parpadea varias veces para aclarar su visión y frente a el esta alguien sentado al lado de una chimenea, tocando una lira mientras interpreta una canción con una hermosa y delicada voz, al terminar, la pequeña multitud en la sala le aplaude.
-Sublime. -Dice Mikk apartando una lágrima de su ojo izquierdo-Es como el canto de un ángel.
-Para ser tan grande, eres muy sensible. -Responde Jaquin que jugueteaba con los pechos de la hermosa pelirroja. Habían vuelto al bar de antes, se fijo el hombre de negro que acababa de despertar con una fuerte resaca, estaba tirado en el suelo cerca de la chimenea, sus manos estaban atadas con una soga, apretadas con un hábil nudo. Se retorció como un gusano tratando de ponerse en pie pero fue inútil, la resaca era muy fuerte.
-Perdona ¿Te despertó mi canción?-Le dijo una voz femenina algo grave pero atractiva-Creímos que no despertarías nunca, ya casi es media noche.
-¿Tu cantabas esa canción?-pregunto el, maniatado con media cara sobre el suelo.
-Así es ¿Te ha gustado?-Respondió ella, era de cabello negro, lacio que le llegaba a los pechos, la punta de su oreja derecha sobresalía de entre los mechones, su piel blanca se veía naranja por el brillo del fuego en la chimenea. Pero no iba vestida como mujer, llevaba ropa de cuero vinotinto ajustada sobre su torso que que la cubría del cuello a las muñecas y delineaban su delgada figura, su hombro derecho lo cubría un protector circular de acero, tenía una correa de cuero alrededor de su cintura de la cual colgaba su espada, curva y versátil, calzas ajustadas que marcaban los músculos de sus piernas y botas puntiagudas que le llegaban a los tobillos.
-No, detesto esas canciones.-Escupió sus palabras con desagrado y pregunto-¿Tu quien eres?
-Yurian. -Le respondió secamente-. Que lastima, tienes oídos incultos. Mis amigos te encontraron ebrio hasta la muerte en un callejón y te hicieron el favor de traerte para acá ¿no recuerdas? de seguro que no, estabas muy borracho. Te retorcías y sudabas mientras soltabas quejidos ¿Pesadillas?. -Le dijo Yurian mientras dejaba su lira en el suelo y se ponía de cuclillas cerca de el.
Pesadillas, pensó y recordó el árbol, la luz, aquel hermoso rostro, el brillo ocre , el lullaby, como todo se volvía rojo pero la tonada continuaba. Un dolor punzante se clavo en su pecho por un momento pero desapareció al notar que no estaba su espada.
-Tus amigos, creo que ya se cuales son.-Levanto la cabeza difícilmente y logro verlos, a Mikk el grande, sentado en la barra bebiendo de un tarro de cerveza, a Jaquin en una mesa junto con la pelirroja, varios hombres mas de pinta similar ocupaban otros sitios jugueteando con las prostitutas del bar, y al fondo, con los pies sobre la mesa, estaba Redd el delgado en solitario bebiendo un trago fuerte. Lo saludaba con una risa burlona mientras le enseñaba la espada.
-¿No estás lastimado mi hermoso príncipe?- pregunto la pelirroja.
-Hey, tu estas conmigo ahora, presta atención aquí, mira como esta de rígida mi espada-Dijo Jaquin apuntando con la mirada entre sus piernas.
-No le hagan daño a mi príncipe, es muy cariñoso y delicado, me gustaría tenerlo para mi sola de nuevo otro día.-Le dijo la chica mientras acariciaba por encima de las calzas el miembro de Jaquin y le pasaba la lengua por el cuello.
-Oh, mierda, lo que quieras, no dejare que le toquen un pelo si tu me lo pides pero sigue haciendo lo que estás haciendo.
-Walda...-Dijo el aquel hombre maniatado a la prostituta y dejo caer la cabeza de nuevo, su cara estaba contra el suelo.
-Parece que no eres el único en la sala que ha disfrutado de los servicios de esa pelirroja que tanto te gusta Jaquin.-Dijo Yurian aun de cuclillas a su lado. Con sus pequeñas manos lo cogió de la cabellera y giro su cabeza en dirección a ella-. Mis amigos y yo tenemos una duda ¿De dónde sacaste esa espada? en la plaza de los mercaderes venden de todo pero, aun así, nunca he visto a nadie vendiendo ni siquiera el material en bruto con el que se fabrican, son de ese tipo de armas que se consideran reliquias en las grandes familias y pasan de padre a hijo por generaciones, quizás ese sea tu caso o quizás solo te la robaste. Dependiendo de tu respuesta decidiré que haremos contigo. -Soltó su cabellera y su cabeza choco contra el suelo de nuevo.
-Supongo que viste mi bolsa, ¿no?, Imagino que si, ya que no la siento en el bolsillo de mi chaqueta. Ningún noble de una familia con renombre va por la calle con 40 golondrinas de cobre. -La golondrina era la moneda de menor valor en el reino-. Nadie pagara una moneda por mí, con lo que llevo encima solo me alcanza para emborracharme y acostarme con algunas prostitutas. Quizás el anterior dueño de la espada era el señor de algún reino, ¿qué se yo? Puedes preguntarle tu misma, aunque yo nunca he visto a un muerto que pueda hablar.
-Vamos a rebanarle la tráquea a este bufón, es obvio que es un arma robada. -Exclamo Redd, que horas atrás se había encargado de revisarle de arriba a abajo a ver si llevaba más cosas de valor. Solo encontró un collar con un medallon de plata adornado por extraños grabados colgado a su cuello, un pequeño cuchillo escondido en una de las botas y en la chaqueta una bolsa de monedas con suficiente dinero como para no morir de hambre por unos días-. Y si es un noble o no, no me interesa, con esta espada ya tenemos suficiente.
Atravesó la sala y se dirigió hacia él, lo levanto del suelo y lo empujo contra la gruesa pared tan violentamente que algunos cuencos de barro cocido vacíos que estaban en una repisa cayeron reventándose contra el suelo. Saco un cuchillo que colgaba de su muslo y se lo puso en la garganta.
-¡Mi principe!-grito la pelirroja interrumpiendo lo que estaba haciendo con Jaquin.
-Coño Redd, ¿no puedes hacer esto en otro momento? Me estas jodiendo la noche.-Dijo Jaquin.
-Pues vete a una habitación cabrón, este y yo aun tenemos pendiente lo de hace rato, todavía me arde toda la cara.
-Pues si, pero este asunto es mas importante.-Respondió Jaquin señalando con la cabeza a su pelirroja Walda.
-Por favor, señores, se los suplico, hagan lo que tengan que hacer pero fuera del bar.- Haaron podía permitir riñas entre borrachos o cosas que no llegaran a mayores, pero la idea de que ejecutaran a alguien allí mismo le retorcía las tripas.
-Maldito seas Redd, aun no hemos escuchado que quiere hacer Yurian con el.-Exclamo Mikk dando un golpe con su pesada mano sobre la barra-. A veces se te olvida que tu no mandas.
-Cálmate de una vez.- Dijo la voz de Yurian, en un tono tranquilo y suave-. Baja la daga, no puedes culparlo a él de tus malos reflejos.
-No fueron malos reflejos ¡Solo fue un maldito descuido!- Dijo Redd avergonzado. Su cara dibujaba una mueca de amargura pero fue obediente y bajo su daga, en cambio Mikk soltó una carcajada por lo alto.
-No te creas, ese tipo es rápido como un rayo y golpea como un gigante, solo mira el cardenal que tengo en la cara y ni se diga el que tengo en un costado. -El lado izquierdo de la cara de Mikk había tomado un color entre verde y amarillo.
-Eso es una rareza. -Se sorprendió Yurian, que no todos los días escuchaba a Mikk alabar las habilidades de alguien más, principalmente porque él, aunque torpe a veces, tenía un talento con la espada bastante admirable y no era una persona fácil de impresionar en ese sentido-.¿A que te dedicas?- Se intereso.
-A cosas no muy diferentes que las tuyas. -Respondió mientras se sentaba en el suelo.
-Ya veo, entonces estas familiarizado con el negocio ¿No te interesaría echarnos una mano?-Pregunto Yurian mientras se sentaba de nuevo al lado de la chimenea y cogía su lira, rasgueaba las tensas cuerdas comprobando su afinación-. Hace poco tuve un problema y perdí a varios compañeros, así que estoy en busca de gente que sepa usar una espada.
-¿Que coño dices?¿es enserio?
-Redd, deja de interrumpir y bebe algo en la barra, estas empezando a molestar de verdad. -Le respondió Yurian sin dejarlo terminar su reclamo, este escupió al suelo y maldijo mientras hacia lo que le decían.
-¿Me devolverás mi espada?-Pregunto desde el suelo.
-Tu espada vale mucho dinero, creo que preferiría venderla, en cuanto pueda sacarla de la vaina.
-No podrás. -Le respondió el-. ¿Que pasa si digo que no me interesa tu propuesta?
-Te estoy ofreciendo una oportunidad de trabajo. -Le respondió Yurian mientras afinaba su lira, con la mano izquierda movía delicadamente una clavija mientras que su derecha tocaba repetidamente una cuerda con la uña del dedo indice, tanteando el sonido hasta encontrar la afinación indicada-.Si no te interesa prestarme tus servicios y si tampoco eres un nobleal cual puedo sacarle unas monedas entonces no me sirves.
-En pocas palabras vas a matarme.
-Yo no haré nada, Redd te arrastrara por esa puerta.-Apunto con la quijada hacia la salida del Bar-. Lo que haga el después no me interesa.
-Un duelo.-Exclamo-. Desatame y dame una espada. Con cualquiera de tus hombres, con mas de uno si deseas. Al menos déjame ganarme mi libertad.
-Que terco eres, esto no es una canción de bardos, aquí no hay duelos epicos. -Dijo Yurian que parecía haber encontrado la nota que buscaba-. Redd, sacalo de aquí, puedes hacer lo que quieras con el.- Empezó a puntear las cuerdas y a tararear en voz baja.
-Hasta que entraste en razón .- Se levanto de la barra, cruzo la sala y cogió a aquel hombre por el cuello aun en el suelo.- No te voy a matar rápido, primero te voy a apuñalar en el vientre unas cuantas veces, luego cuando hayas dejado de gritar como una puta te voy a tasajear la garganta y me quedare un rato viendo como te ahogas en un charco de tu propia sangre hasta que la vida se te escape de los ojos. Se dio cuenta que la chimenea disminuía su brillo y debajo de aquel tipo salia humo, arqueo una ceja.-¡Dioses!-. Exclamo Redd. Solo vio un fuego negro que se esparció por el suelo debajo de ellos dos, pero desapareció instantes después y la chimenea brillo de nuevo. Seguido a ello recibió un puñetazo en la mejilla izquierda, rodó por el suelo hasta chocar contra una mesa y tumbar todo lo que había encima quedando inconsciente. Todos en la sala se pusieron de pie y desenvainaron espadas, excepto Yurian que permaneció sentada pero dejo de tararear.
-Ladras muy fuerte y tu aliento huele a culo de caballo. -Estaba de pie con sus manos libres, el nudo en las muñecas se las dejo adormiladas , por lo que las abría y cerraba para que circulara la sangre. Alrededor de todo el suelo en donde estaba parado, la madera se encontraba quemada junto con las cuerdas con las que le habían apretado las muñecas.
-¿¡Acaso eso fue... fue...!?-Las palabras se le quedaron en la boca a Mikken que no tenia espada que desenvainar..
-Harack.-Explico Yurian-. Fuiste increíblemente rápido. Dibujaste una runa en el suelo con un pedazo de cuenco de barro, concentraste parte del calor de la chimenea en la marca usando tu Harack y quemaste el suelo y las cuerdas, de seguro también te quemaste ,no se como no te quemaste por completo. Sorprendete, la verdad. -Toco una ultima nota y dejo la ira a un lado.
-Eres muy observativa.-Respondio, aunque el fuego negro le había llegado hasta la espalda antes de desvanecerse, sus ropajes oscuros estaban inmaculados, pero sus manos si habían sufrido algunas quemaduras.-Si no hubiera detenido la transmisión de calor a tiempo me hubiera prendido en fuego junto con todo el sitio.
-Magia, ¡en mi bar!-Exclamo Haaron. Gruesas gotas de sudor le caían por las arrugas de la frente-¡La furia de los dioses va a caer sobre nosotros!
-Deja de gritarlo por todo lo alto y quizás los dioses no se enteren.- Dijo Yurian al dueño del Bar, se levanto de la silla y se dirijo hacia aquel hombre con un paso suave, ligero y astuto como un felino -. Eres buen espadachín y ademas eres haraquista, ahora si me interesas de verdad. Te propongo algo; Tengamos un duelo, si ganas te vas, si pierdes eres mio. Sera parecido a las canciones.
-¿Un duelo contigo? ¿Me consideras un eunuco?No hay nada mas humillante que un duelo a espadas con una mujer o con cualquier cosa que no tenga un par de bolas colgándole entre las piernas, si escribieran una canción sobre eso, todos en Middard se reirían de mi por donde pasara. Ademas me llegas al pecho. El le sacaba casi medio palmo de altura a la pequeña mujer-.Preferiría pelear con uno o dos de tus deformes compañeros, aunque no creo que haya mucha diferencia entre tu y ellos.
-No dije que fuera un duelo con espadas.-Respondió Yurian sin hacer mucho caso de lo que había dicho-.Todos los hombres tienen el instinto barbarico de resolver las cosas con la espada. Hablo de un duelo de Harack-. Se acerco aun mas a el, quedando a menos de un palmo de distancia y levanto la mirada para verle a la cara, desafiante-. ¿No pensaras que eres el único que sabe usar esos trucos?
Se quedo mudo por un momento mirándola desde arriba.
-¿S-sabes usar Harack?-. Pregunto con un todo de voz soso, muy diferente al que era su tono frió y oscuro. Ella lo miraba con ojos gatunos de color purpura como las nubes de tormenta cuando son atravesadas por un rayo. En aquel momento, aunque era mas alto, se sentía intelectualmente reducido ante ella.
-Por algo te estoy retando a un duelo.
-Muy bien, te propongo algo. -Dijo con cautela, sabia que físicamente era superior, pero en el uso del harack las cosas cambiaban y entraban al campo mental. Podías hacerte una idea de cuan fuerte era alguien con tan solo fijarte en su físico aunque eso a veces era asumir demasiado pronto. Pero cuando se trataba de un haraquista no podías saber que tan hábil era con tan solo verlo, el harack nacía de la mente y variaba dependiendo de la persona y de que tan bien pudiera manipularlo, la concentración era también uno de los factores mas importantes, y en aquel momento la resaca no ayudaba, un buen Haraquista con una terrible resaca podía llegar a ser bastante mediocre en la practica y ella al parecer lo sabia-. En un remoto caso de que llegues a ganar seré tuyo, pero la espada se queda conmigo.
-Eso lo pensare ¿Algo mas?
-Si. -Su tono arrogante había vuelto-. Si gano, o mejor dicho, cuando gane me devolverás mi bolsa y mi medallon, ademas de eso...-Sus labios dibujaron una sonrisa maliciosa-. Cuando gane vamos a tener un duelo entre las sabanas, con las golondrinas que llevo en esa bolsa no me alcanza para nada decente.
-Bien.
Los dos se sentaron a una mesa y Yurian pidió ocho copas y dos botella de vino. Marco las botellas con una runa y coloco una de cada la do de la mesa, luego marco las ocho copas vacías con otra runa diferente y coloco cuatro de su lado, en fila, y cuatro del otro lado de la misma forma . Todos en la sala rodearon la mesa formando un circulo para observar aquella escena. Detras de la barra, Haaron, nervioso, recitaba extrañas oraciones a los dioses y reprendía aquel acto como si fuera algo prohibido.
Bien, imagino que ya sabes de que trata. -Le dijo ella.
Si. -Respondió, mientras se acariciaba la barbilla con el indice y el pulgar-. Se llama vaciar la botella, es un juego común entre haraquistas borrachos, lo he hecho una que otra vez. -Sabia perfectamente como funcionaba; básicamente consistía en marcar las copas vacías con determinada runa y la botella con otra, luego mediante Harack mover el vino de la botella a las copas lo mas rápido posible, el que llenara primero sus copas ganaba y el perdedor se bebía toda la botella-. No me gusta este juego, nunca pierdo, nunca bebo.-Le dedico una sonrisa.
-Interesante, yo no recuerdo haber perdido alguna vez.- Le devolvió la sonrisa-. ¿Empezamos?.
-Si, ¡YA!.-Exclamo el.
De repente, del fondo de su copa de vidrio vacía empezó a surgir un liquido vinotinto como por arte de alguna magia extraña, mientras que dentro de la botella el vino se agitaba y parecía bajar de nivel.
-¡Es magia!. -Exclamo Walda. Para una persona como ella y las otras prostitutas del bar aquello era algo que solo pasaba en fantasías e historias de bardos borrachos.
Ya casi había llenado la primera , el vino se agitaba levemente dentro de la copa y la botella, levanto la mirada un momento sin quebrar el flujo de su harack y vio que Yurian había llenado la primera y mitad de la segunda, su vino no se agitaba en absoluto, bajaba el nivel en la botella y aumentaba en las copas sin estremecerse.
-Yurian nunca pierde en este juego. -Exclamo Jaquin-. La he visto hacer esto con otros haraquistas y los pobres no llenan ni una copa cuando ya ella lleva las cuatro.
-Mira bien. -Dijo Mikk señalando a la mesa con la quijada. Los ojos de jaquin se abrieron como platos.
Yurian ahora solo tenia una copa, la otra media que había llenado estaba vacía. La cara del hombre estaba fija en sus copas y ya el vino no se estremecía, había llenado la primera y la segunda estaba a mas de la mitad. Yurian sudaba y su rostro, normalmente inexpresivo, fruncía el ceño y apretaba los labios. Se concentro y volvio a llenarla a la mitad, se fijo un momento al frente y vio que el ya había llenado dos y media, volvió la mirada a su lado y termino de llenar la segunda.
-¡Le saca casi una copa!¿como fue que perdió esa media que ya tenia llena?.- Pregunto Jaquin que no comprendía mucho de la Haraquia.
-Es ese Tipo.- Dijo Mikk acariciando su mentón-. Esta haciendo dos cosas a la vez y se dice que eso es algo complicado. Mientras llena sus copas esta vaciando las de Yurian, es muy hábil-. Reconoció al final.
Solo estaba a una copa de ser el ganador, su cuarta copa empezó a subir de nivel y del otro lado ella apenas terminaba la tercera. Su vino se agito de nuevo, la resaca estaba haciendo su parte, le costaba un poco mantener el flujo pero continuo, ya no le faltaba nada para vencerla. De repente se detuvo, su vino dejo de subir y empezó a bajar, la miro, ella había llenado la tercera ya pero en la cuarta se detuvo. Yurian dejo de llenar sus copas y volcó todo su Harack en disminuir las de su rival. Quizás noto ese pequeño estremecimiento de antes, noto que en la ultima copa, a aquel hombre le costaba mantener el flujo y ella se aprovecho de eso.
Ahora era una batalla de Harack contra Harack. El vino de su cuarta copa bajaba, hasta casi quedar vacía. Se concentro y logro subir el nivel de nuevo mientras el liquido se agitaba. Era como una fuerza invisible tratando de vaciar la copa y otra tratando de llenanarla, pero la de el era mas fuerte. La resaca hacia que le palpitaran las sienes, todo le daba vueltas, sentia como si el Harack de Yurian le presionara directamente el cerebro, sudaba y su cara estaba congestionada, había llenado un poco mas de la mitad ya, casi lo conseguía, casi. Hasta que sintió que algo le subía por la garganta, hizo la cabeza a un lado de la mesa y lo dejo salir. El vomito se regó por el suelo y mancho los zapatos de algunos de los que estaban mirando. se acomodo en la silla mientras tocia fuertemente. Se limpio la boca con mangas de la chaqueta. Miro sobre la mesa y vio de su lado tres copas y media llenas, del otro lado, cuatro copas llenas.
-Parece que no seré tuya esta noche- Le dijo Yurian que aun sudaba.
-Te dije que ella no perdia nunca-Dijo Jaquin sonriente dando fuertes palmadas de emocion en la amplia espalda de Mikk.
-Pero estuvo jodidamente cerca de perder .- "Si no hubiera sido por la resaca..." penso Mikk para sus adentros.
-Eres el primero que llega tan lejos contra mi en este juego.-Admitió ella, mientras gotas de sudor se deslizaban por su rostro-. Espero que seas un hombre de palabra, hicimos un trato. Pero por si acaso no intentes nada arriesgado .-Le mostro una pulsera que llevaba en la muñeca adornada por una pierda preciosa con una runa tallada-. Esta hecho de tu cabello, y un poco de tu sangre, los tome mientras estabas inconsciente por si se te ocurría intentar algo, sabes lo que significa ¿no? .
-Perra. -Le respondió mientras la miraba fijamente. Existían pocas cosas peores en el mundo que un Haraquista tuviera tu sangre o cabello, si eran ambas era aun peor. Sabia que aquella pulsera le otorgaba control sobre el, podría sentir su estado de animo, saber donde estaba siempre que quisiera, podría causarle una parálisis si así lo quería, dejarlo inconsciente, y si eras un poco mas nefasto podías causarle enfermedades, podías privarlo de alguno de sus sentidos o, si eras muy hábil, causarle la muerte de muchas formas diferentes.
-Me han dicho cosas peores.- Le sonrió, la piedra en la pulsera se volvió de un rojo intenso y empezó a vibrar violentamente-. No te enojes, fuiste descuidado, sirveme bien y puede que algún día te regrese este medallon.- Se saco el collar que llevaba colgado del cuello por dentro de su ajustada ropa-. Tiene unos grabados increibles, lo admito, es un amuleto de primera, con esto no importaría si el mejor haraquista del mundo tuviera tu sangre o cabellos y te lanza tres mil maldiciones mortales al dia, no le funcionaria nada ¿Tu lo hiciste?.
-No.
-Mientes.- La piedra en el muñeco se volvió de color verde claro.- Lo ves.- Le enseño la piedra.-Con esto puedo saber si mientes o no. Por ejemplo se que es cierto que no eres un noble, pero lo otro que dijiste es falso, eso de que no sabes de quien era la espada antes de ti. ¿ Me pregunto de donde la sacaste?.
-Eso no tiene importancia.-Le respondió. Se dio cuenta de algo que le colgaba del cuello, otro collar ademas del que le había quitado, una piedra esférica y negra, creyó ver un pequeño brillo salir de ella por un momento. Algo le atravesó el pecho, un recuerdo remoto-. ¿ese es tu amuleto?.- Pregunto.
-No se hacer amuletos tan bien como tu, es un regalo, y si, sirve como amuleto.-Se extraño al sentir que la piedra en el muñeco se tornaba en un azul oscuro como el mar de noche, pero ignoro aquello. Se levanto de su silla-.Sera mejor que no intentes hacerte otro amuleto o lo sabre. Bueno, me ire a dormir ya, esto me ha dejado agotada. Alguien que levante a Redd del suelo y lo lleve a un cuarto, hoy nos quedamos aquí y mañana iremos a la plaza de mercaderes a terminar de vender lo que tenemos, saluden a su nuevo hermano. Ah, cierto ¿tu nombre era?.
-Zyffgrid.-Respondió, No se sentía como un hermano, si no mas bien como un rehén.
Para a los que os interese ese mundillo editorial que comenzo por ahi en los años 20, y que segun varios catedraticos arranco generos tales como la ciencia ficcion, la novela negra, y las historias de espadas y brujeria, aqui os dejo esta pagina: pulpmags.org
Es muy interesante y podeis encontrar pdfs de revistas de muchos generos: western magazine, amazing stories, ginger magazine...
Cuando te sumerges en la base de datos de visitas a urgencias que publica la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo de Estados Unidos puedes dar un desagradable repaso a todos los objetos extraños que fueron aspirados por el recto (y otros orificios) a lo largo del año.
Debajo tienes los objetos más extraños que se quedaron atascados en los agujeros de los estadounidenses. Ordenados de más arriba a más abajo:
Oído
Un globo desinflado
Un escarabajo
“Se metió papel higiénico en el oído para no tener que escuchar a los vecinos”
Una pieza de ajedrez
Una pajita
Servilletas de papel
Una horquilla
Una diadema
Gasolina
“Crayón atascado en el oído durante dos semanas”
La punta de un cordón
Un diamante falso
Papel y goma
La bola de un piercing
La pata de un perro
Nariz
Una piedrecita de un acuario
“Se metió una pasa en el orificio derecho de la nariz, el hermano intentó retirarla con pinzas de depilar pero el paciente se movió”
“Estaba tumbado de espaldas en el colegio cuando una goma de borrar se cayó en un orificio de su nariz”
Una serpiente de plástico
Un imán en cada orificio de la nariz
Un corazón de plástico en cada orificio de la nariz
Una toallita de bebé
Palos de hockey miniatura
Una tableta de colorante para huevos
Garganta
Una regla
Una rama
Un trozo de tarta rancia
“Accidentalmente ingirió el bote de las píldoras cuando tomaba su medicación”
Un inhalador para el asma
“Estaba abriendo una botella de refresco con los dientes y el tapón voló hacia el interior de su garganta”
Un pendiente de aro
Una pajita llena de miel
“Jugando con una cerbatana, sopló el dardo hacia fuera, este golpeó la pared y rebotó hacia la garganta del paciente, que se lo tragó”
Un cuarto de dólar canadiense
“Aspiró una avispa mientras corría, ahora su garganta se ha hinchado”
Un palo para remover pintura, y pintura
“Retenido en la clase de arte, un compañero de clase le hizo tragar lentejuelas”
Champú de perro
Tubos fluorescentes
“Comiendo un club sandwich, parte del palillo escarbadientes se partió, él se lo tragó, le rasguñó la garganta, fue capaz de terminarse el sandwich”
Pene
“Esculpió una pieza de dominó para insertarla en el pene, ahora quiere sacarla”
La hebilla de una sandalia
La bolita de una pistola de aire comprimido
El zapato de una muñeca
“Una piedrecita se atascó en su pene mientras nadaba en un lago hace tres semanas”
El tapón de un bolígrafo
Un alfiler de 8 centímetros
“Canica en el pene, se cortó el pene intentando sacarla”
Vagina
Tres toallas de papel de cocina
Tres bolas saltarinas del tamaño de bolas de golf
Seis tornillos
Un bote de píldoras
Un adaptador USB
“Se sentó sobre una casa de muñecas que tenía un tejado puntiagudo”
Una cuerda con nudos
“Fue a nadar y cuando fue a quitarse el tampón no lo pudo localizar”
Un cerdo de juguete puntiagudo
“Su novio le metió una botella en la vagina. El tapón se salió y se quedó atascado”
La mitad de una pastilla de jabón
Un lápiz afilado
“Metió una bola saltarina en su vagina, está atascada, se estaba masturbando”
“Metió una horquilla en su vagina, asegura que no sabe por qué”
Una muñeca
Un pequeño kit de pintura
“Parte de un consolador de silicona que se rompió”
Cigarrillos y un encendedor
El tacón de un zapato
Piezas de un vaso de plástico, un crayón roto, una pieza de plástico y una pajita
“Posible cuerpo extraño retenido en la vagina, estaba usando un vibrador cuando fue intoxicada”
Recto
“Anoche mientras usaba un vibrador pensaba que se lo estaba insertando en la vagina, fue interrumpida por su madre, se sentó rápidamente y este se le metió en el recto, ahora no lo puede sacar”
Corcho de vino envuelto en papel de cocina, cinta aislante y un condón
Diez crayones rotos
Una linterna
“Según su esposa el paciente se sentó en un destornillador y este subió hasta el recto”
Dos consoladores
“Se metió un lápiz para causar movimientos intestinales para hacer salir una gasa que se había tragado”
Una botella de plástico de melatonina
Posible vaso de chupito
“Posible fisura rectal mientras se masturbaba para su novio ayer usando un cepillo del pelo”
Un utensilio para las cutículas de las uñas
Un reloj de cocina con forma de huevo
Una barra de cortina
“Un picahielo en el recto para empujar hacia dentro las hemorroides”
El mango de una escobilla de baño
Un martillo
Una tuerca y su perno
“La mano de un smiley comprado en una máquina de vending, la madre notó una mano de goma que asoma por el recto”
Un rotulador de bingo
Una ficha de bingo
Una calabaza decorativa
Un bolo de bowling
“El contenedor de un lustrador de botas supuestamente intoxicado, no sabía que la novia había insertado el objeto”
Un tapón de bañera
El vibrador de 15 centímetros de su esposa
Un palo de escoba
Una pelota de béisbol
Un salero
“Paciente masculino usó un juguete sexual de plástico (vibrador) que se rompió en el recto pero lo dejó sin tratamiento”
Es cierto que muchos de nosotros no estudiamos medicina, muchos de nosotros no sabemos ni un ápice de lo que sabe un médico experimentado.
Pero estos pacientes simplemente no tienen lógica común.
Quote: 1. Una mujer trajo a su bebé a su chequeo mensual, tiene 6 meses de edad y divisé en su biberón lo que parecía ser leche chocolatada. Así que empecé a explicar a la madre educadamente, por qué debería dejar de darle leche chocolatada a su hijo, hasta que ella me interrumpe para decirme: “Ah, esto no es leche chocolatada, es CAFÉ, no sabe cómo le encanta”
2. Una paciente con una enfermedad de transmisión sexual vino a mi consultorio enojada. Me dijo que cómo podía ser posible que contraiga la enfermedad, si sólo se acostaba con su novio. “No importa si él se acuesta con otras, siempre usamos condón y yo misma me encargo de lavarlo después de usarlo”.
3.Una paciente vino enojada a mi consultorio. Ella estaba embarazada y no entendía cómo era posible que suceda eso. Ella tomaba anticonceptivos, lo malo es que los tomaba sólo los días que era sexualmente activa.
4.Una pareja vino indignada a mi consultorio. Me dijeron que las píldoras anticonceptivas no funcionaron y ahora ella estaba embarazada. Resulta ser que las píldoras le hicieron doler el estómago y el novio todo un caballero, empezó a tomarlas.
paciente vino deprimido a mi consultorio, me dijo que había mantenido relaciones sexuales sin protección y luego se enteró de que la chica tenía diabetes. Me rogó para que le haga un análisis para saber si ella le había contagiado su diabetes.
6. Receté a una paciente un inhalador para su alergia a los gatos. Volvió a la semana para decirme que el inhalador no había funcionado. Resulta ser que le rociaba el inhalador al gato.
7. Una vez vino una pareja horrorizada a emergencias, la chica me explicó que su novio tenía algo en su garganta. Le pedí que abra la boca y todo parecía bien, no había sangre y respiraba normalmente. Luego de buscar y buscar durante 15 minutos con la boca abierta, llegué a la conclusión de que era su úvula. Le expliqué a la chica que era algo normal, no me creyó hasta que le mostré la de ella en un espejo y la mía también. ¡Boom! Otra vida salvada en Emergencias.
. Un paciente diagnosticado con cáncer vino deprimido porque no podía ver a su familia, se alejó de sus padres, hermanos e hijos. Sólo veía a su esposa. De alguna manera el hombre relacionó “Hereditario” con “Contagioso sólo entre parientes”.
9. Él empezó a tomar pastillas anticonceptivas, ella se embarazó y él obtuvo ginecomastia (senos de hombre).
10. Un paciente vino con la policía a mi consultorio, resulta que cuando le receté el medicamento, cometí el error de utilizar la terminología: “Esta es una droga que le hará sentir mejor”
Una tia mia, que vivia entonces en una zona rural, me conto -esto ocurrio hace unos 30 años- que a una mujer que tenia a su hijo de pocos años enfermo le recetaron supositorios para que se los diera. Pero el niño no mejoraba, y cuando fue de nuevo al medico y estos le preguntaron como le daba los supositorios les conto que se los daba como pildoras, es decir que hacia que se las tragara.
Los medicos entonces le dieron pildoras, y ella no entendio bien las intrucciones y creyo que tenia que hacer igual que si fueran supositorios, y asi se los daba al niño.
Esto puede parecer chistoso, pero los servicios sociales terminaron quitandole su hijo a esta mujer, por bruta.
Lan Diep, hijo de refugiados vietnamitas nacido en Houston, juro como nuevo miembro del consejo de la ciudad de San Jose, explicando que uso el escudo como un simbolo de "igualdad, juego limpio y democracia"
Me llamo Luis, y he empezado hace poco a escribir una serie de relatos conducido por una imaginación desbordada que tengo que liberar. Se trata de una serie de relatos ambientados en la temática apocalíptica postnuclear, que es un tema, a mi parecer poco explotado literariamente hablando. La idea es escribir una serie de historias simultaneas entrecruzadas, con varios protagonistas sin relación alguna. Localizada toda la historia en el Páramo de la península ibérica, muchos años después de una guerra nuclear. Este es el primer fragmento que tengo listo, y siento la necesidad de compartirlo para conocer opiniones, críticas etc...
Con esto, les dejó con ese primer fragmento del que hablaba, La senda parte I
La verdad, no he visto este tema por el Foro, así que lo traigo aquí por si fuese de interés para alguien
Navegando por otros foros del ciberespacio me encontré con alguien que me recomendó esta web:
Al parecer es una especie de generador aleatorio de personajes
La verdad es que está muy bien, y puede ser útil...aunque a veces salgan personajes un poco bizarros
Lo dicho, lo dejo aquí por si a alguno de vosotros le es útil
En enero del año 43 d.C., esta unidad fue enviada a Gran Bretaña. Dos décadas después, logró acabar con uno de los mayores focos de enemigos de la región.
El griterío daba pavor. Decenas de mujeres vestidas completamente de negro saltaban locamente entre los guerreros, completamente hechas furia. Sus cabellos en completo desorden se agitaban en el aire al igual que lo hacían las antorchas encendidas que llevaban en sus manos. Cerca de ellas una banda de druidas, todos ellos vestidos de blanco, alzaban sus manos al cielo lanzando terribles imprecaciones». Así es como describió Tácito la llegada a Angresey (la llamada «Isla de los druidas») de la legión romana XIV Gemina en el año 60 d.C.
La jornada no pudo ser más aciaga para los militares, pues aquel día tuvieron que superar sus prejuicios y su carácter supersticioso para asestar el golpe definitivo a la que, en aquellos tiempos, era la mayor secta de druidas de Britania. Y lo cierto es que su miedo estaba en cierta forma justificado, pues de estos religiosos se decía que coqueataban con la magia negra y llevaban a cabo sacrificios humanos para contentar a sus dioses. Hoy, recordamos a esta legión aprovechando que, en enero del año 43 d.C. (tal mes como este) fue enviada a Gran Bretaña.
La «Isla de los druidas»
La llegada de las legiones romana a Britania en el siglo I d.C. de manos del emperador Claudio (Julio César ya lo había intentado un siglo antes y había fallado estrepitosamente) llevó a las diferentes tribus de la zona a organizar varios focos de resistencia. La mayoría, establecidos en la mitad norte de la isla. Sin embargo, los historiadores reconocen como uno de los enclaves celtas más destacados la isla de Anglesey (cerca de Liverpool).
Conocida como la «Isla de los druidas» (o Ynys Mon en dialecto local), este pedacito de tierra de apenas 715 kilómetros cuadrados se convirtió en un auténtico dolor de cabeza para los soldados de las legiones romanas. Y es que, en ella se asentaba un «colegio de druidas» cuyos miembros decían tener el poder necesario para proteger a todo el territorio de los invasores.
¿Quiénes eran los druidas? Oficialmente, los sacerdotes del pueblo celta. Pero extraoficialmente eran aquellos que canalizaban la religión como forma de aunar a las diferentes tribus contra las legiones romanas. «El pueblo céltico vivió en el norte de Francia y las Islas Británicas. Practicaba las artes ocultas y adoraba a la naturaleza, a la que atribuía cualidades animísticas o sobrenaturales», señalan John Ankerberg y John Weldon en su libro «Facts on Halloween». De esta opinión es también el historiador y arqueólogo Henri Hubert quien (en su obra «Los celtas y la civilización céltica») determina que los habitantes de las islas se mantenían unidos gracias a los druidas, a los que se daba gran importancia por saber interpretar los deseos de los dioses: «Eran una clase de sacerdotes expresamente encargados de la conservación de las tradiciones».
En su extensa obra, «Legiones de Roma. La historia definitiva de todas las legiones imperiales romanas», el historiador Stephen Dando-Collins es de la misma opinión ya que, en sus palabras, los romanos se percataron de que «los druidas eran un factor unificador de las diferentes tribus britanas». De hecho, los hijos de los nobles eran habitualmente educados por estos sacerdotes en su religión.
Muchos de ellos se convertían en druidas, mientras que el resto pasaban a dirigir políticamente la mayoría de los pueblos de la región. «Así, todas las tribus apelaban a los mismos dioses celtas para que les dieran poder para derrotar a sus enemigos», añade el experto en su obra.
En base a todo ello, no es raro que -en cuanto pisó Britania- Augusto prohibiera a los romanos que profesaran esa religión y, posteriormente, Claudio la ilegalizara en su totalidad. Con esos precedentes, los romanos entendieron que debían conquistar la isla para acabar de un único golpe con el foco de resistencia. «Pretendían acabar con esa secta ilegal apagando así el fuego druídico de la resistencia británica», completa Dando-Collins. Sin embargo, para el ataque se necesitaba un oficial aguerrido capaz de tomar con sus legiones una región que, a priori, parecía inexpugnable.
El elegido
Para el ataque, Roma eligió al que había sido gobernador de Britania durante dos años, Cayo Suetonio Paulino. El primer general romano que, según explica el historiador Plinio en su obra «Descripción de África y Asia», cruzó la cordillera del Atlas durante su estancia como general en África: «Suetonius Paulinus fue el primer general romano que avanzó una distancia de algunas millas más allá del Monte Atlas: él habla como cualquier otra de la altura de esta montaña, pero añadió que el camino está lleno de espesos bosques y profundos formados de una especie de árboles desconocidos: la altura de estos árboles es notable, y el tronco sin nudos es brillante y el follaje es similar al ciprés, que emana un olor fuerte, y está cubierto como con lana sutil, que con arte, se pueden hacer tejidos como con la seda. La cumbre de la montaña está cubierta, incluso en verano, de nieve espesa».
Además, Suetonio no solo ofreció una información clave para la geografía romana como la ruta idónea para cruzar el Atlas o la situación de los accidentes geográficos de la zona, sino que también combatió en África como un auténtico héroe. No en vano, en el año 42 había demostrado sus habilidades marciales expulsando a una molesta tribu rebelde de Mauritania y optaba a recibir el título de «mejor soldado del imperio». Era, en definitiva, un «trabajador y sensato oficial», como determina el también historia Tácito.
Para tomar la isla, Suetonio eligió a los hombres de la XIV Legión, llamada Gémina, fundada por Julio César, y famosa por haber participado en todo tipo de campañas como la de Dirraqui y Tapsos. De hecho, tras combatir en Britania sería conocida como una de las unidades más experimentadas de todo el ejército romano.
Pero sus hombres no estarían solos ante los britanos, pues contarían además con el apoyo de varias unidades de caballería e infantería ligera bátavas. Hombres junto a los que llevaban llegando al baile de los aceros durante décadas y en los que tenían total confianza. Todo estaba listo para el enfrentamiento definitivo entre la secta de druidas y los legionarios.
Los enemigos
Pero... ¿Quiénes eran realmente sus enemigos? En palabras de Tácito, la isla estaba habitado por una secta de druidas renegados entre los que había mujeres. El historiador latino habla de hembras despeinadas, que vestían ropajes fúnebres dedicados al luto, y que solían llevar consigo antorchas. Todas ellas, acompañadas de druidas y de miles de guerreros celtas.
El contemporáneo afirma también que este grupo de enemigos era dirigido por una sacerdotisa llamada Velada. «La sacerdotisa vidente era una virgen que dominaba un vasto territorio y que era objeto de una profunda veneración. […] Su función en el oráculo era [sumamente] importante por su influencia», explica Stefano Mayorca en «Los misterios de los celtas». Tácito dice lo siguiente de ella: «Estaba prohibido acercarse a Veleda o dirigirse a ella, como queriendo manifestar la veneración que se le debía».
Hacia la batalla
Suetonio salió de Camulodunum (actual Colchester) en al año 60 d.C. Tras reunir a sus hombres en la frontera con Gales, se dirigió al noroeste de la región. Como romanos que eran, no tardaron en buscar una solución para poder vadear rápidamente los ríos que encontraran a su paso. Así lo explica el autor de «Legiones de Roma»: «Durante el invierno, los hombres de la legión XIV Gemina se habían preparado para el ataque construyendo unas pequeñas barcas desmontables de fondo plano para poder operar en el río y en la costa. Dichas barcas fueron transportadas en la columna de bagaje de la fuerza especial y descargadas en cada uno de los ríos que se encontraban a través del norte de Gales».
Tras atravesar el río Dee, el Clwyd y el Conway, se encontraron con su último escollo: el Estrecho de Manai. Una corriente de agua a la que arribaron en verano y que tenían que superar para llegar hasta los dominios de los britanos. Los primeros en cruzarla fueron los infantes. Los legionarios romanos. Y lo hicieron en las barcazas de fondo plano que ya habían sido montadas y desmontadas en una infinidad de ocasiones. Posteriormente le tocó el turno a los jinetes bátavos, a los cuales se les ordenó mojarse y pasar el líquido elemento «a nado con sus caballos».
Por su parte, los defensores esperaron al enemigo en las costas. «Una masa de guerreros galeses, probablemente de las tribus de los deceanglos, los ordovices y los siluros, formó en la orilla sureste de la isla en una “formación apretada” y esperaron el desembarco de las tropas romanas», explica Stephen Dando-Collins. Todo estaba listo para enfrentarse a pilum y escutum contra los enemigos.
Con los ejércitos formados en las playas y las armas preparadas para cargar contra el enemigo, los legionarios fueron recibidos por unos curiosos personajes ataviados con túnicas. En palabras de Mayorca, los primeros en plantar cara a los invasores fueron «un grupo de druidas que gritaban fórmulas y conjuros mientras elevaban sus manos hacia el cielo».
Tácito va más allá y señala que todo era parte de un extraño «ritual mágico» llevado a cabo por mujeres y que estaba destinado a maldecir a sus contrarios. «Mientras los legionarios y los auxiliares salían con dificultades de los botes, un grupo de mujeres histéricas aparecieron como un rayo por detrás de las filas celtas. Vestidas de negro, con los cabellos desaliñados, las mujeres agitaban tizones ardiendo en las manos y chillaban como animales», determina, en este caso, Dando-Collins.
Ver aquel improvisado aquelarre dejó más que boquiabiertos a los legionarios romanos de la XIV Gemina. Parece que a estos de nada les sirvió su amplio entrenamiento militar pues, sintiendo pánico a aquellas maldiciones llegadas del inframundo, se quedaron petrificados y no atendieron ni a levantar sus escudos para defenderse. La situación llegó a ser tan desesperante para los invasores que Suetonio, a voz en grito, recordó a sus supersticiosos hombres que aquellas no eran más que falacias lanzadas desde gargantas de tribus sin cultura alguna. Después, encabezó la carga contra los enemigos. Algo que enardeció los corazones de sus combatientes.
El resultado fue el esperado, una masacre. «Fue necesario que el propio Paulino asumiese el liderazgo e incitase a sus hombres a actuar preguntándoles si tenían miedo de las mujeres. Sin esperar a que se les uniera la caballería, los legionarios cargaron, exterminando tanto a guerreros como a brujas. Al poco, había pilas de cadáveres celtas quemándose entre las llamas de las piras funerarias encendidas con los propios tizones de las mujeres», determina Dando-Collins.
Acto seguido, y con los contrarios aplastados, las legiones se expandieron por la isla dispuestos a acabar con todos los druidas. Unos hombres que, según las leyendas, solían llevar a cabo sacrificios humanos.
¿Verdad o mentira?
Son muchos los expertos que, en base a los textos de Tácito, creen que los legionarios romanos tuvieron que sobreponerse a los maleficios que les lanzaban aquellas brujas antes de cargar contra ellas. Sin embargo, hay otros como el historiador español Pedro Palao Pons que afirman que este episodio fue exagerado por los militares de la época.
«En honor a la verdad, lo que cuenta Tácito posiblemente ocurrió más en la mente del historiador que ante sus ojos, ya que cuando aconteció la batalla del estrecho de Menai nuestro querido historiador romano, ni era historiador, ni estaba en Britania, puesto que solo era un niño», explica el autor en su obra «El libro de los celtas».
A su vez, Palao explica en este libro que, muy probablemente, Tácito se dejó impresionar por algún legionario exagerado que quería demostrar lo valiente que había sido en aquella isla. Aun con todo, el historiador sí corrobora que los druidas solían bendecir a los guerreros con salmos, canciones y danzas frenéticas para imbuirles ánimos en las batallas.