La idea del hilo es que compartamos las cosas que hemos ido aprendiendo que es bueno, o no, hacer en las primeras páginas de nuestra novela.
Las primeras páginas de una novela, o una historia, son tremendamente importantes, ya que es cuando el lector decide si le va a dar oportunidad a la historia que tiene entre manos.
Aquí va la mía:
Quote:No poner toda la carne en la parrilla. Es decir, no intentar explicar los detalles del conflicto de tu mundo, o no querer mostrar tu mundo con detalle, pues para eso el libro, para ir descubriéndo tu mundo o tu historia a medida que lees. Sin embargo, si es importante que, al menos en las primeras quince páginas, el lector ya se haga una idea de hacia dónde va el asunto (o al menos, hacia dónde va el primer capítulo).
Pues voy a presentaros, o a traeros de nuevo ya que algunos ya la conocéis, mi pequeña obra particular: hassha kage
A diferencia de la presentación que hice en el foro anterior, que era un poco más informal, voy a intentar currarme esta un poco más; para que podáis tener una idea de qué trata sin necesidad de tener que leer algún capítulo... ahí va:
¿qué es?
hassha kage es un blog, o una historia de fantasía épica, o las dos cosas a la vez. Cuando hace algunos años me decidí por fin a escribir algo pensé en hacerlo en algún formato que, aparte de ser gratuito para el lector (sino ya me diréis quién se lo iba a leer ) fuese fácil de seguir y divulgar... así que pensé en un blog. Hay gente que prácticamente cuenta su vida en los blogs, con historias variopintas y algunas veces más fantasionas que reales... pues yo cuento la historia épica de mis personajes ¿no es al fin y al cabo lo mismo?
¿hassha kage?
hassha kage es el título en escritura occidental, los kanjis que aparecen en la cabecera del blog y aquí en mi firma lo son en escritura oriental y los símbolos que aparecen al lado en pequeñito son su pronunciación fonética.
¿Significa todo esto que el japonés es mi segundo idioma? Pues no, no tengo ni papa de japonés más allá del típico konichiwa; pero tirando de internet y de algún conocido que sí sepa algo de japonés se pueden obrar maravillas
¿pero qué significa hassha kage?
kage, a más de uno le sonará, significa sombra; es más o menos obvio
hassha sin embargo no será tan familiar, viene a significar algo así como descarga, disparo (de arma de fuego o no) o parecido
Si juntamos ambas palabras el resultado es algo similar a "flecha sombría", que es lo quería expresar. La explicación de porqué este título me la reservo, que no quiero dar demasiadas pistas antes de leer nada...
sinopsis
El mundo de Runnia, después de que años atrás sufriese una gran hecatombe que casi lo deja sumido en el caos, parece que ha vuelto a la normalidad. La vida transcurre con sus pormenores habituales y todo sigue su curso; al menos de momento.
Inmersos en este mundo nos encontramos a Mei, una joven paria de una raza marcada por la deshonra que intenta sobrevivir mientras va descubriendo un turbio pasado; o a Tokei, un cazador de demonios con una pesada carga y un futuro incierto.
No están solos, ni mucho menos, cuentan con buenos amigos, pero también habrán de enfrentarse a acontecimientos para los que quizás no estén preparados.
Mientras tanto el Destino mueve los hilos y el mundo de Runnia se acerca sin saberlo a un abismo del que quizás esta vez no podrá salvarse...
Y listo, para haberlo hecho sobre la marcha no ha quedado mal no?
Bueno, espero que os guste, aunque sea un poquito.
Como muchos ya sabemos el antiguo foro que utilizábamos hace algún tiempo, http://www.fantasiaepica.com/, no está pasando (esperemos que sólo temporalmente) por sus mejores momentos. De momento aquí he visto que nos estamos agrupando unos cuantos, pero que igual a otros es difícil localizarlos para que sepan que estamos aquí.
Desconozco cuál es el problema (leí algo acerca de problemas de Base de Datos, pero por el tiempo que lleva caído imagino que podría ser hasta algo peor) ni tampoco quién o quiénes tienen acceso al servidor / cuenta en twitter o cualquier otra red social (sólo tengo twitter, así que del resto ni idea). Pero se me ocurre que para atraer hacia aquí a los demás se podría:
- Publicar un tweet informando de que tenemos aquí un nuevo y flamante foro en la cuenta de fantasía épica; tiene unos cuantos seguidores y algunos están preguntando por el estado de la web
- Hacer lo propio en otras redes sociales si existe la cuenta de turno
- Y, quizás lo más interesante, si el servidor donde se hospedaba el foro está operativo colocar una página informativa para que todos aquellos que intenten acceder en vez de encontrar simplemente la página de error del navegador de turno sepan que pueden venir aquí a reunirse con nosotros.
Aquí os dejo el prólogo del primer tomo de la saga El Ciclo de Shaedra. La saga ya está acabada y tiene 10 tomos (y cuenta con casi un millón de palabras en total!).
La historia cuenta las peripecias y la vida de Shaedra, una joven ternian (raza humanoide inventada), en una zona del mundo de Háreka llamada la Tierra Baya.
Preámbulo
Querido lector, vas a entrar en el mundo de Háreka, un mundo en el que existen distintas razas humanoides llamadas saijits, como los orcos, los tiyanos, los ternians, los elfos oscuros, los caitos, y unos cuantos más. No te espanten tantos nombres; sígueme, quiero enseñarte la Tierra Baya. Sus montes y sus colinas, sus ciudades y sus habitantes… ¡Ah! ¿ves aquella pequeña niña que está cazando en la cordillera de las Hordas? Es una ternian. Tiene garras en las manos y en los pies, escamas en las orejas y las cejas, su cabello es tan negro como la noche y sus pupilas verdes te recuerdan, quizá, a los ojos de los dragones…
Prólogo
“En el mundo hay tres clases de personas”, solía decir el Viejo.
Shaedra no despegaba los ojos del pez que se deslizaba en los bajos fondos, acercándose a la barrera de barro. Tenía el pelo hundido, y los mechones se le pegaban al cuello como anfibios viscosos y largos.
“Están los que roban.”
Todo estaba silencioso. Shaedra se mantuvo lista e inmóvil, escondida por el juncal que la cercaba.
“Están los que se dejan robar.”
Alcanzó el pez la barrera y se le descubrió la piel llena de escamas. Moviéndose ahora como una serpiente, intentaba alcanzar el otro lado, donde había mucha más agua.
“Y están los que saben vivir independientes y libres.”
Shaedra tomó impulso y apuntó con su pequeña lanza, que fue a clavarse en el animal que coleteaba furiosamente. ¡Qué gordo era! Levantó la lanza empleando todas sus fuerzas y lo apartó del agua. Esperó a que hubiera dejado de moverse y miró el cielo. El sol ya estaba cayendo detrás de los montes.
No se atrasó y regresó tan pronto como hubo guardado el pez en la cesta y se hubo puesto a la espalda el cuévano lleno de plantas comestibles.
Utilizando la lanza para apartar juncos y apoyarse en el terreno enlodazado, acabó por salir de la ciénaga y encontrarse en el monte. Por el camino, fue recogiendo alguna que otra planta y así salió luego del bosque. En ese preciso momento, tomó una inspiración, se atragantó y se puso a toser.
Miró el valle lejano con cara horrorizada. El viento traía un humo compacto y abrasador que le llenaba los pulmones de cenizas. La pradera verde se iba cubriendo de unas humaredas negras. Y allá, abajo, en el pueblo, todo había sido arrasado. Los Ayanos, pensó titubeante, mientras se ponía a correr desaladamente cuesta abajo, con las mejillas anegadas por las lágrimas.
Sus pies descalzos y callosos rozaban la hierba, evitando rocas, aplastando flores, y cada vez que miraba los muros sin techo, la carreta de don Niago aún echando llamaradas altas bajo una nube de humo negro… la invadía una suerte de desazón y tristeza que jamás había sentido antes.
¿Habría sobrevivido alguien? Corría, corría y corría, hasta que bien hubiera podido despeñarse. ¿Habría sobrevivido el Viejo? Llegada al puente, se paró en seco, sintiendo que le iba a explotar el corazón en el pecho de lo rápido que latía. Oyó un ruido estruendoso y creyó que iba a desfallecer, pensando que los Ayanos aún seguían ahí, antes de darse cuenta de que era un techo que se había derrumbado.
Se arrimó a la balaustrada del puente, sintiéndose aturdida, y fue luego avanzando despacio por el pueblo desierto, carbonizado.
—¡Laygra! —chilló—. ¡Murri!
Repitió los nombres varias veces, pero nadie le contestó. Atravesando el pueblo, fue pasando delante de las puertas y pronunciando los nombres de los que habían vivido detrás de ellas. Sólo le respondía un horrible silencio.
Entonces divisó la casa del Viejo y vio que el techo aún no se había caído. La puerta estaba abierta. El Viejo jamás dejaba la puerta abierta, hasta en primavera.
—¡Don Wigas! —gritó, tirando el cuévano y la cesta con los peces.
Dio un paso hacia delante.
—¡Quieta! —dijo una voz a sus espaldas.
Se quedó petrificada. Los Ayanos, articuló para sí. ¿No decía el Viejo que no dejaban nunca supervivientes? Habían vuelto porque sabían que aún estaba ella… Apretó la pequeña lanza. ¡Se defendería!
Se giró bruscamente, cogiendo su arma con las dos manos y embistió, gritando. Una figura se echó a un lado, cogió la lanza y se la quitó de las manos sin aparente dificultad. Le entró rabia y desesperación.
Se oyó un ruido de techo desmoronándose. ¡La casa de don Wigas el Viejo! La desesperación le nubló la vista.
Pensó entonces huir, pero otro hombre, muy grande y moreno, le cogió los brazos y aunque se agitó intentando dar puñetazos, patadas y mordiscos, mantuvo el brazo firme y finalmente Shaedra rompió a llorar.
—Está incontrolable —se quejó el hombre moreno, resoplando.
—Tranquila, no somos los que hemos atacado este pueblo —soltó el hombre de pelo negro, el primero que le había hablado.
Shaedra parpadeó, tratando de ver algo entre las lágrimas.
—¿No sois los Ayanos?
—¿Los Ayanos? —repitió sorprendido.
Entonces intervino con tosca voz una mujer pelirroja que había estado absorta en la contemplación de un trozo de cuerda y que ahora parecía dispuesta a hablar.
—Los Ayanos no existen, querida. Pero desgraciadamente hay cosas todavía peores que los Ayanos y que existen. —Levantó el trozo de cuerda—. Por ejemplo, los nadros rojos.
¿Nadros rojos? Shaedra jamás había oído hablar de ellos. Pero ¿qué sabía ella aparte de lo que había aprendido en los cuentos del Viejo y de las mujeres del pueblo?
—¿Dónde están Laygra y Murri? —preguntó con súbita rabia—. ¿Dónde están los demás?
La pelirroja miró a sus compañeros con evidente exasperación.
—¿Qué pretendéis hacer con ella? —preguntó articulando cada sílaba.
—¿Y qué harías tú, si se puede saber? —replicó el moreno—. No vamos a dejarla aquí. Moriría.
—No podemos cargar con ella —siseó ella—. Esto es demasiado importante como para dar media vuelta y llevarla a un lugar seguro.
—Cierto —dijo el moreno que no soltaba a su presa— pero, dime, Djaira, ahora que se nos han ido los demás, ¿qué piensas hacer contra una tropa entera de nadros rojos?
Se fulminaron con la mirada. No parecían llevarse muy bien.
—Sé lo que hago —respondió ella, implacable— y sé dónde puedo encontrar ayuda.
—Pues llevémosla hasta ahí —propuso el de pelo negro.
Djaira lo miró, luego miró a Shaedra y se encogió de hombros.
—Como queráis. Pero os advierto que si seguís intentando salvar a todas las almas de este mundo, muchachos, vais a perder las vuestras en menos tiempo que se dice la palabra vida.
Shaedra oía sin escuchar. Cuando la soltó el del pelo moreno, titubeó y miró a su alrededor y su mirada se detuvo en un objeto brillante perdido entre el barro. Recordó que el Viejo había dicho que los Ayanos siempre se llevaban todo lo que brillaba. ¿Por qué lo habrían dejado? Mientras los demás estaban examinando la zona y hablando, se aproximó al objeto y se agachó junto a él, tendiendo la mano. Parecía una pequeña luna atrapada en el barro. Estiró y salieron dos hilos brillantes y blancos.
Era un collar. Un dije verde de plata en forma de hoja de acebo colgaba de él. Acebo, pensó súbitamente, … la planta de la felicidad. Acarició la hoja con un dedo tembloroso. Una lágrima cayó en ella y pareció brillar más. Si se lo ponía, ¿le volvería la felicidad y volvería el pueblo a estar como antes?
Se lo puso al cuello y, nada más dejarlo caer, una imagen la impactó y se impuso a la fuerza en su mente. Era una criatura horrible que la miraba fijamente, con ojos acusadores y con una especie de sombrero florido sobre la cabeza. Era una calavera que sonreía con maldad. Pero enseguida, la imagen se desmoronó y Shaedra se quedó agachada en el barro, perpleja. No pasó nada milagroso. El pueblo seguía como antes, destrozado y silencioso. Escondió el collar detrás de su camisa, pensando que quizá, aunque no fuesen Ayanos, esos tres extranjeros querrían quitarle el amuleto. El Viejo le había prevenido que muchos saijits forasteros eran codiciosos y malos.
Cuando quiso volver a entrar en la casa del Viejo, volvió el joven de pelo negro a impedírselo.
—No, pequeña, ya se ha caído un trozo del tejado, esa casa se derrumbará en cualquier momento. Y dentro no encontrarás nada más que ceniza.
Observó su rostro y entendió que decía la verdad. No había esperanza, se dijo. La cajita de recuerdos, los cuentos, la risa del Viejo; de todo eso ya no quedaba nada.
¿Por qué? Por los Ayanos o los nadros rojos o lo que fuesen esos monstruos que lo habían destruido todo.
—No se acaba aquí la vida, pequeña —le dijo el joven de pelo negro—. Me llamo Kahiso. ¿Y tú?
Silencio. ¿Para qué le iba a contestar?
—Shaedra. Me llamo Shaedra —repitió, abrumada por el aturdimiento.
—Pues que sepas, pequeña, que no todas las criaturas de este mundo son malas…
Se oyó un bufido. Era Djaira, la mujer pelirroja.
—¡Kahiso! ¿No te irás a poner a darle una lección ahora, no?
Kahiso puso los ojos en blanco y bajó la voz.
—Hay algunas que son malas, claro, y otras que lo parecen pero que no lo son.
Y diciendo esto último echó una ojeada hacia Djaira.
—¿Vamos?
Se lo preguntaba a Shaedra. Ella asintió sin saber muy bien por qué. Kahiso la puso en sus hombros y se puso a andar con los demás. Había comenzado el viaje y tenía la vaga impresión de que no volvería jamás.
Salieron del pueblo y se alejaron, se alejaron tanto que a Shaedra le fueron apareciendo lugares extraños que nunca había visto. Y todo le parecía un sueño.
————
Leer online el primer tomo en la página del proyecto:
Bueno, habia empezado a compartir mi historia en el anterior foro, asi que la pondre aqui tambien por si a alguien le interesa.
Si se da el extraño caso de que a alguien le guste, aqui puede leer mas: http://www.wattpad.com/story/24869901-devafonte
El mundo prosperará hasta límites inimaginables y la humanidad conquistará cada rincón de Devafonte, sometiendo a la naturaleza a su capricho. Crearán armas terribles que iluminarán los cielos como si de mil soles se tratasen, capaces de arrasar ciudades y de dejar yerma la tierra durante décadas y las usarán contra ellos mismos. Su soberbia, permitirá el retorno del Conquistador.
Los extraños volverán a intentar conquistar el mundo; la guerra regresará y todos los habitantes de Devafonte tendrán que unirse para enfrentarse al final de todo las cosas. Pero no estarán solos, pues un mestizo les guiará y cerrará la puerta a la perdición, usando la sangre del mundo en su empeño. Tras su muerte, ganará la consideración de dios a los ojos de los mortales y se alzarán templos y monumentos dedicados a su figura. Segunda profecía de los mulianes. En torno al año 5000.
PRÓLOGO Kashall'Faer, Narvinia, 4 de xunetu del 520 p.F.
El amanecer mostró al solitario jinete su destino.
La ciudad que tenía ante él fue considerada el centro del mundo. Quinientos años antes era una megaurbe con más de cuarenta millones de habitantes, plagada de rascacielos, bloques de apartamentos y fábricas. Pero la Guerra del Fin tan solo dejó los restos de un pasado grandioso, apreciable en su extensión.
Según se acercaba, el jinete quedó impresionado con los esqueletos de los viejos edificios, amedrentado ante la idea de adentrarse en esas calles. Los dragones ventalen lo recibieron con siniestros graznidos desde sus nidos en las alturas, mientras observaban curiosos al hombre que seguía la senda que discurría junto al gran río Nialen.
—¡Mantened el pico cerrado, malditas gaviotas reptilianas! —gritó, obteniendo más graznidos por respuesta.
No tuvo problema para reconocer el camino, muy cuidado y libre de obstáculos. Algo normal, tratándose de la principal vía de acceso a la capital del Reino de Narvinia, aunque era llamativo el escaso tráfico. Algún buhonero solitario y un par de hombres a caballo. El cauce, por el contrario, estaba más transitado. De hecho, observó sorprendido cómo una enorme fragata se libraba por unos pocos metros de golpear con el mástil un antiguo puente semiderruido, lleno de automóviles oxidados, detenidos en un atasco perpetuo.
Tras el susto siguió su camino, intentando ignorar los miles de ojos que lo vigilaban desde el bosque de cemento en el que se había convertido el lugar. «A saber qué clase de criaturas serán los nuevos inquilinos de estos bloques», pensó, espoleando ansioso a su caballo, convencido de que no le recibirían como unos amables vecinos. Mirara donde mirara, fuera de aquella carretera asfaltada, no veía más que cascotes y vegetación exuberante, en la que podía esconderse casi cualquier cosa. Salirse de la senda podía ser peligroso, tanto por las criaturas que le acechaban como por los posibles derrumbes que se podían producir.
Al fin, la carretera desembocó en una amplísima campiña rodeada por la antigua ciudad. Miles de personas, durante quinientos años, se habían afanado en limpiar aquel vasto círculo. Las granjas, de las que se alimentaban los actuales habitantes, ocupaban casi todo el terreno, alrededor de la población situada en el centro de aquella cuenca artificial.
Estaba construida en su mayor parte con materiales de deshecho, en especial la muralla, mezcla de hormigón y parches de chapa, sobre la que sobresalían los tejados de casas que no sobrepasaban los dos pisos. No obstante, esta era la sede de uno de los ejércitos más poderosos del mundo, y de su armada, a la que se podía ver atracada en el abarrotado río; no tenía rival, ni en el mar ni en el aire. «Bueno, tal vez la Armada de Mavaziri», pensó preocupado, «razón de más para cerrar este trato por lo que pueda pasar. Es preferible estar del lado de los más fuertes».
El embozado jinete comprobó que las puertas estaban abiertas, custodiadas por un par de guardias desganados que se limitaron a bostezar cuando pasó. El país llevaba dos años en paz y no esperaban que apareciese ninguna clase de amenaza en el horizonte; desde luego no antes de que los vigías de las ruinas dieran la alarma. «Espero que los vigías sean mas abnegados en el desempeño de sus funciones».
La ciudad despertaba a un nuevo día. Sus habitantes iban de aquí para allá, iniciando su jornada de trabajo, por lo que redujo el ritmo para evitar un accidente entre tanto movimiento. Tras veinte minutos dando vueltas, tuvo que detenerse angustiado. La similitud de las calles le agobiaba, haciendo que se sintiese atrapado en un laberinto de paredes de hormigón y techos de pizarra. Se alzó desesperado sobre la montura en busca de alguna referencia; le costó, pero tras un rato oteando, consiguió atisvar un sombrío torreón. Los nubarrones que se acumulaban tras él lo difuminaban, pero una bandera roja que ondeaba en lo más alto, llamó su atención. No necesitaba verla de cerca para reconocerla: campo rojo, una calavera astada negra, acompañada por el dragón verde de Narvinia en la esquina superior derecha. «Ahí estaba el Castillo Kholler», con su objetivo localizado, reemprendió la marcha más tranquilo.
—Hablan de movimiento de tropas —oyó que comentaba un hombre con aspecto de mercenario que caminaba a su lado.
—El país aún no se ha recuperado de la guerra contra el Imperio —le respondió su compañero.
—¿Has olvidado por qué venimos aquí? En Narvinia, siempre hay guerra. Y con la guerra, vendrá el dinero.
Los dejó atrás y continuó su camino hasta dar con una gran plaza, a la sombra de los negros muros del castillo. Junto a ellos, en un lateral de la explanada, se erguía el campanario de la Catedral del Renacer, sede de la religión arzonita, el credo más extendido y con más adeptos del continente de Geadia, cuya deidad principal era Arzon. Según sus creencias, velaba desde el Firmamento por todos los seres del mundo, combatiendo contra Fin y sacrificándose por ellos durante toda la eternidad.
«Mira a tu alrededor», buscaba argumentos que le reafirmasen en su determinación, «la realidad es que si cuida de alguien, solo lo hace de los más fuertes». A mitad de la explanada se vio obligado a detener la marcha. Un grupo de seres pequeños, que hubiera tomado por niños si no fuese por sus orejas puntiagudas, correteaban por la zona gritando, saltando y empujando, perseguidos por unos guardias desbordados. Cada vez que atrapaban uno lo encerraban en un carro enrejado en el que ya brincaban una docena de trasgos, que es como se conocía a estas criaturas. Su afán por divertirse les llevaba a cometer un sinfín de travesuras que, en ocasiones, desencadenaban funestos accidentes. Tenían la consideración de plaga para la mayoría de autoridades y por ello se empleaban a fondo en su control. Cuando llenasen el carro, lo abandonarían en algún descampado lo más alejado posible, totalmente cerrado, y dejarían que la naturaleza siguiese su curso. Lo curioso era la tendencia de los pequeños por volver a reaparecer por la ciudad. «Con lo fácil que sería pasarlos a cuchillo…», pensó con una mueca de asco bajo el embozo.
Pasó unos largos minutos viendo a los guardias rodar por el suelo, tropezando entre ellos y con los transeúntes y, si tenían suerte, como atrapaban a uno de los escurridizos trasgos y lo arrastraban con esfuerzo hasta el carro, siempre que no volviese a escurrirse entre sus manos. Pudo continuar su camino gracias a que la cómica persecución se desplazó hacia una calle aledaña. El Castillo Kholler le aguardaba. «Espero que la información que traigo me abra sus puertas...», una explosión, proveniente de la dirección en la que se habían ido los trasgos, interrumpió sus cávalas.
Martin acaba de presentar la portada de Un Caballero de Los Siete Reinos, que incluye las tres novelas cortas de Dunk y Egg.
Al parecer Gigamesh tiene los derechos sobre este omnibus, de modo que confiando en el buen hacer de estos, esperemos que a no mucho tardar la tengamos en las librerías en español. Además ilustrado, por lo menos en inglés.
Abrió los ojos, e inmediatamente la confusión lo asaltó, sin previo aviso y sin ninguna conmiseración. Se sentía mareado mientras una fuente de luz blanquecina y cegadora lo enfocaba deslumbrando sus sensibles retinas. Al mismo tiempo, un ilógico vértigo comenzó a recorrer cada uno de sus miembros. « ¡Que leches…!» Fue lo único que acertó a pensar mientras intentaba asimilarlo. ¿Por qué parecía que estuviese mirando a través de un calidoscopio al maldito sol del mediodía?
La realidad era que no tenia respuesta ni para esa disparatada rareza, ni para ninguno de los demás horrores que aún estaban por llegar. A aquella irracionalidad un tanto onírica y aterradora, se le añadía el desagradable y particular zumbido que no dejaba de silbar dentro de su cabeza: era como si un avispero de enormes proporciones se hubiera instalado entre sus orejas y no tuviera intención de abandonar el lugar.
Concluyó que todas aquellas sensaciones, no eran precisamente buenas para su salud.
« ¿Qué me está pasando?» Era una pregunta razonable «¿no?» La razón le hacía cuestionarse su propio estado mental. Quizás padeciese alguna enfermedad que le había pasado desapercibida hasta el momento, aunque lo dudaba. «¿Le habrían administrado algún tipo de droga mientras dormía?»¡Nada de todo aquello tenía el más puñetero sentido!
Por si la cosas no fuesen de por sí surrealistas, que lo eran y en gran medida; tenía la sensación de andar montado en unos de aquellos artilugios circenses en el que todo el mundo a alrededor no deja de dar vueltas; las nauseas hicieron su aparición apoderándose de sus tripas, los terribles retortijones dieron paso a la bilis, que por alguna razón, se deleitó durante unos breves segundos en la boca de su estomago para seguidamente reptar por la estrechez de su garganta y regarlo todo con un regusto amargo. Su corazón empezó a palpitar mucho más arrítmicamente de lo normal.
—¡Cielos! —Chilló con un gritito muy poco varonil «¿Que es lo último que hice ayer?» Intentó hacer memoria, pero nada, no podía recordarlo; sufría una enorme laguna a ese respecto. Su memoria siempre había estado repletas de ellas, desde bien pequeñito, pero aquello era distinto, era como, parecido a… En fin, seguro que era algo jodidamente grande y estúpido, para no tener ni la más remota idea de por qué se encontraba en aquel estado.
Probó de humedecerse los labios, curiosamente los noto tan secos y acartonados como dos trapos viejos. Comprobar que la quejumbrosa y chillona voz de falsete que había brotado de ellos en absoluto era la suya, no le hizo sentir mejor. Sentía la garganta reseca y maltratada, más su lengua era como una bola de algodón. Al intentar inhalar una bocanada de aire se dio cuenta de lo dificultoso que era respirar con aquel ambiente enrarecido. «Puede que haya muerto y me encuentre en uno de los siete martirios del infierno»
Su estado de indefensión era completo, y poco a poco se fue acrecentando hasta que finalmente le invadió un terror de lo más visceral e inexplicable, absurdo si se lo quiere llamar así: sintió como si algo o alguien estuviera hurgando en los recovecos más profundos de su ser. Una sensación realmente desagradable.
Reprimió las ganas que tenia de orinarse encima, a la vez que intentaba inhalar como un pez caído fuera de su pecera. « ¡Tranquilízate! ¡Tienes que tranquilizarte!» se dijo con aquella voz que no era la suya. «Esto no te puede estar pasando Armen, no es real, no es real. Esto es solo un sueño, una pesadilla. ¡Una jodida alucinación de muy mal gusto!»
No podía caer en la desesperación, no sin comprender que es lo que le estaba sucediendo. Intentó mantener esa idea clara en su mente, a la par que hacia lo posible por intentar serenare mínimamente. Una, dos, y hasta tres veces masajeó sus sienes con la yema de sus dedos, cerró fuertemente los ojos hasta el punto de que le hicieron chiribitas, reprimió las enormes ganas que tenia de ponerse a chillar como una quinceañera en el día de su nombramiento, y esperó. Fueron segundos que se le hicieron eternos, reticente a volver a abrir los ojos de nuevo. Cuando finalmente logró reunir el valor suficiente para hacerlo, esperaba que todo hubiera sido una cruel fantasía de su imaginación.
Aquel horizonte cegador y distorsionado que tanto lo confundió en un principio, comenzó a transformarse en… algo todavía aún más inquietante. Las imprecisas sombras comenzaron a modularse tomando formas recortadas en un fondo multicolor, el cual oscilaba vagamente a su alrededor. Este fue tomando un aspecto tan poco alentador, que sintió como nuevamente se le aceleraba el pulso.
No era para agradecer en absoluto recuperar el sentido de la vista, ni el del olfato, cuanto menos el del oído, estos últimos comenzaron a escuchar con suficiente nitidez, sonidos muy poco sugerentes provenientes de lugares muy cercanos al suyo. Gritos lejanos, macabros aullidos, gimoteos varios, gruñidos de rabia, de dolor y miedo, el entrechocar de metal, un sinfín de maldiciones en varias lenguas a la vez, el olor del humo, la peste a hombre sucio y también a hombre quemado, fue la gota que colmó el vaso.
Intentó tragar saliva y le supo a hiel.
Sus miembros comenzaron a temblar incontroladamente, la confusión y el ilógico miedo que le atormentaba previamente, palideció ante la pesadilla atroz de la que era testigo. Sus entrañas volvieron a sentirse sueltas.
No se lo podía creer.
Aguantó la respiración mientras todo a su alrededor comenzaba a hacerse más claro, mucho más alarmante, e irónicamente real. En ese lapso de tiempo en que sus sentidos tardaron en adaptarse al nuevo entorno, no movió ni un solo músculo de su cuerpo, no respiró, tan siquiera llegó a parpadear. ¡Hasta puso una de aquellas caras de bovino pretendiendo hacerse el inexistente! Señalar que esa no era su alcoba, y que efectivamente ¡Se había convertido en un maldito majadero!
Estaba en lo alto de una colina, debajo de él, se expandía un inmenso valle de tallos crecidos y verdes, unas onduladas explanadas se abrían a ambos lados con terrazas naturales que recorrían distintos desniveles de la ladera. Las briznas de hierba que llegaban a la altura de la espinilla, se rizaban tocadas por la brisa de la mañana mientras eran acariciadas por el tono de un rojizo amanecer. Cientos de flores la estampaban llenándola en un mar colorido; rojos, dorados, azules, amarillos e incluso purpúreos destacaban sobre la vegetación. Unos altos riscos despuntaban más allá en el horizonte.
Era casi un paisaje de ensueño. « ¡Casi!»
Contempló con ojos desorbitados, la cantidad ingente de hombres bravos y enloquecidos que morían épicamente a su alrededor. Evidentemente aquel último hecho, restaba bastante atractivo a cualquier otro detalle del paisaje.
Frente a él, una línea de infantería con guerreras rojas y negras mantenía una encarnizada batalla por defender la parte alta de un promontorio, estos, eran asediados por un enjambre de hombres pálidos y con armaduras de hierro y barbas ralas, en cuyas expresiones se podía advertir un delirio básicamente asesino. En la retaguardia de cada facción los arqueros no cesaban de disparar andanadas de flechas que volaban en ambas direcciones, estas oscurecían el cielo por un instante antes de sembrar la muerte ahí donde caían. La batalla podría decirse que se encontraba en su punto más álgido y encarnizado. Las tropas de ambos ejércitos daban coletazos recordando a dos grandes reptiles encolerizados por la única hembra en celo; « ¿O más bien como un par de borrachos aporreándose en una oscura cantina a altas horas de la madrugada?» En realidad poco importaba. Al norte de su posición, una enorme mesnada empezaba una carga en formación de cuña, los pendones y las astas de sus lanzas apuntando al cielo « ¿Pensaban rodear su guardia y atacarlos por uno de sus flancos? ¿Estaban en lo alto de un promontorio, no?» Palideció al contemplar cómo se aproximaban en su carrera levantando una enorme nube de polvo que ascendía hacia el cielo. El ruido atronador de los cascos de los caballos hacía retumbar el suelo. « ¿Voy a morir en este valle alejado de la mano de dios?»
Era paradójico que quizás ese fuese el primer pensamiento lógico que tenía desde que había abierto los puñeteros ojos.
Aquella certeza y el repentino dolor que sintió en la cabeza, lo trajo de nuevo a aquella extraña realidad. Al palpar su cuero cabelludo pudo notar como algo caliente y húmedo corría entre sus dedos, cuando contempló su mano, vio que estaba empapada en sangre. « ¿Eh...? ¿Cuándo…?» No recordaba ningún tipo de agresión. «¡Joder!» Siquiera sabía el motivo del porque había despertado en medio de toda aquella carnicería. En su otra mano empuñaba una enorme espada bastante suntuosa y probablemente poco practica para este tipo de menesteres. No pudo evitar fijarse de que guisa iba vestido. Darse cuenta que el uniforme en sí, era muy similar al de los hombres que se defendían de aquel enjambre de asesinos sanguinarios, lo hizo palidecer: una guerrea roja y negra, una coraza de acero bruñido y avambrazos del mismo material; en el pecho lucia varios galones que relucían como luceros en aquella mañana estival.
« ¿Pero qué coño hago yo vestido así?»
Un hombre de mediana edad que tenia justo al lado, acababa de recibir el impacto de un flechazo, el asta de plumas negras sobresaliendo de su pecho. El tipo miró con sorpresa la siniestra y mortal herida, sin parecer darse cuenta de lo que en realidad había ocurrido, sin percatase de que acababa de ser ensartado como un espetón de carne. Al poco rato los ojos casi se le salen de las cuencas, la realidad de su situación era cuanto menos trágica, empezó a chillar como un cochinillo en el día de la matanza. « ¡Mierda no, no me jodas… ¡Me han dado, me han dado… jodergggrr!» Soltó su último estertor y cayó fulminado al suelo.
Desvió la vista de aquella desagradable escena para darse cuenta de que todo a su alrededor era sangrante y dantesco. La caballería cada vez se aproximaba más, las tropas (enemigas) ejercían cada vez más presión a la línea de defensa, y él por el momento, solo podía quedarse allí parado, con la cara pálida como la leche y la boca abierta de par en par. La ventaja numérica de los atacantes era incuestionable (al menos de tres por cada uno de los defensores) su arrojo, valentía y violencia desmesurada eran aplastantes. Era fácil adivinar que las tropas que defendían la colina tenían las horas contadas.
Se sintió empequeñecer al tamaño de un guisante.
Los hombres luchaban por sus vidas y bramaban, las cornetas y los atabales marcaban el compás, las hojas de las espadas tajaban o daban estocadas, los alabarderos oscilaban, el cielo se oscurecía con cada andanada de los arqueros, los hombres maldecían, chillaban o lloraban según su caso o situación, la muerte campaba a sus anchas en un valle plagado de retorcidos cuerpos y él « ¡Él!» se encontraba justo en el centro de todo aquello. No sabía si ponerse a reír como un chalado, o llorar como una madre que ha perdido a un hijo.
Aquello era una maldita locura.
Contempló aquel pandemónium sin poder desprenderse de la parálisis que agarrotaba todo su cuerpo. Era ridículo, una situación tan irrisoria e inverosímil no podía ser cierta. Tenía que ser un mal sueño « ¡Sí, eso es, una maldita pesadilla!» Sabía que lo embargaban demasiadas sensaciones al mismo tiempo y se sentía impotente ante la ansiedad, eso era lo que le pasaba. Necesitaba despejar su mente «eso es, despejar la…..»
En medio de sus penosas reflexiones y atribulados sentidos, de pronto y sin previo aviso, un hombre de rasgos angulosos y ojos rasgados apareció justo en frente de él. Armen podía constatar que aquel hombre en particular tenía un aspecto de lo más siniestro. Su barbilla era tan cuadrada como el yunque de un herrero, el cuello tan ancho como el tronco de un árbol centenario y unos ojos carentes de toda emoción; sus brazos estaban regados de sangre negruzca y espesa que le llegaba a las axilas.
El susto fue tan intenso que por poco no se le para el corazón. Echó un paso atrás tambaleante mientras intentaba levantar los brazos. Estos no respondieron con prontitud. Quizás se debiese a que los tenía demasiado «muertos»
— ¡Mi General! —Le dijo el tipo mientras le hacia un saludo marcial de lo más correcto. Armen parpadeó varias veces con la boca abierta a la altura de su pecho, empero no dijo nada. «¿Qué podía decir?» — ¡Están quebrantando nuestras líneas, Mi Señor! —prosiguió el hombre como si no fuera ya de una evidencia abrumadora. El polvo le estaba irritando los ojos y secando aún más su maltrecha garganta, por otro lado, el tipo de enfrente entornaba los suyos. — ¿Pido que toquen retirada? —le preguntó acercándose un poquito más confabulador a él. —Podríamos seguir combatiendo en mejores condiciones detrás de esas colinas de ahí —dijo mientras le señalaba un punto elevado al sur de su posición. — ¿Qué dice? Seguir defendiendo la colina acabara por mermar nuestras fuerzas ¿no cree? —Armen seguía mirándolo con cara embobada y paralizado por el miedo, empero eso no le impidió pensar que el termino más correcto para definir aquella masacre de la que era testigo, era el de «aniquilar las tropas» — O a lo mejor —reflexionó el tipo sin dejarle tan siquiera tiempo para parpadear —si me lo permite sugerir, sería más precavido retirarnos para esperar que lleguen alguno de nuestros refuerzos de Manpoor. —Esa idea parecía la más apropiada — ¿Qué piensa mi general?
Se hizo un silencio un tanto incomodo (descartando el ruido de los que morían alrededor, claro estaba) Armen por poco no rompe a reír. Si no fuera porque dentro de pocos instantes iba a ser carne para los buitres, y porque el tipo de enfrente no alentaba mucho a las sonrisas, bueno, seguramente estaría desternillándose en el suelo a pecho partido.
— ¿Se encuentra bien, Señor? —le pregunta el hombre con preocupación.
Era una buena pregunta, aunque fuera de contexto. Observó a su alrededor, el panorama no se podía decir que hubiese mejorado mucho. Volvió a mirar los impasibles ojos del hombre que tenía enfrente y se estremeció.
—Sí… bueno, no. —Contestó atribulado. No sabía cómo empezar a juzgar aquello. En realidad no tenía ningún don en cuanto a nociones militares, pero si de una cosa estaba seguro, era de que no necesitaba de mucho intelecto para darse cuenta de que la única opción real, era salir de ahí pitando como gamos. Tras unos momentos de valoración y ante la expectativa mirada de aquel sanguinario hombre, un par de parpadeos, y probablemente unos cuantos hombres muertos después, quiso gritarle a la cara «¡No tengo ni la pajolera idea de porque me explicas esas historias a mí!»
En cambio musitó.
—Creo que lo mejor… en fin… yo creo
— ¿Él qué?
—Yo….
—Perdone mi señor, no entendido lo que pretende decirme. —El tipo lo miraba con una mezcla de lastima y preocupación. Seguramente su apariencia no era la de ningún héroe de balada triste. La verdad es que no se lo podía reprochar.
«¿Y qué le digo yo ahora a este?» se preguntó con las tripas cada vez más descompuestas.
Repentinamente, comenzó a invadirle otra una crisis de ansiedad, era muy proclive a ellas desde bien pequeñito. Su cuerpo se negaba a responder: ¡Seguía igual de rígido que el pan seco! Cada vez se sentía más mareado y más distante de la realidad de aquel lugar. La urgencia de la situación en la que se encontraba, era alarmante (si es que era real) pero aunque así lo fuera, no podía discernir él qué hacer aunque lo quisiera. Su ignorancia en tal contienda era completa, no entendía porque estaba en aquel valle, aún menos porque se libraba la encarnizada batalla, quienes eran los contendientes era un completo misterio para él, adivinar porque vestía de aquella guisa era una tarea imposible y… ¿Porqué empuñaba una espada que no sabía usar?
¡Dios debía de saberlo!
Su visión comenzó a desenfocarse al invadirlo nuevamente el calidoscopio de mareantes colores, el mismo con el que se había iniciado aquella traumática experiencia. El fuerte retumbar que martilleaba junto a el ruido atronador de los cascos de los caballos que se aproximaban desde el sur, en esta ocasión no lo asustó como habría cabido de esperar. Recibió con los brazos abiertos la negrura que lo empezó a envolver en el frío letargo de la inconsciencia. El hombre que tenía enfrente y que no conocía en absoluto, tendría que apañárselas por su cuenta como bien pudiera. El oficial ya empezaba gesticular frenéticamente mientras su rostro también empezaba a difuminarse junto al paisaje. Todo a su alrededor se desenfocó y se alejó de él ¿O más bien era él quien se aleja de todo aquello? Poco importaba ya.
El enemigo ya había quebrado las líneas….
—!Ya están aquí, están aquí! —Gritó con el poquito aire que le quedaba en los pulmones, a la que abría los ojos y aspaventaba los brazos con desesperación. Contempló el acanalado techo color vainilla de su alcoba y, consiguió sentirse como un imbécil. «¿Qué ha sido eso?» se preguntó mientras se incorporaba en el lecho.
Le dolía todo, se sentía machacado y tan débil como un cachorro recién nacido; era como si un par de borrachos hubiesen decidido bailar gran parte de la noche encima de su espalda vestidos con zancos de madera. « ¡Maldita sea!» Inhaló una fuerte bocanada que llenó de aire sus pulmones. Notaba como el sordo aturdimiento del despertar se mezclaba con la inquietud de todo su cuerpo, sus huesos crujieron como palos secos al estirar sus miembros: se sentía como el culo.
Las finas sábanas de algodón (ahora húmedas), estaban adheridas a él como una segunda piel, su cuerpo tiritaba empapado en un sudor frío que lo hacía estremecer hasta el tuétano, para colmar su dicha, llegaba demasiado tarde a la cita.
—¡Fantástico! —murmuró con la misma alegría que lo haría un condenado caminando hacia el tocón del verdugo. Nuevamente se había conseguido superar así mismo. « ¡Si señor, ahí va Armen, vigilad no os salpique, pues siempre anda con la mierda hasta el cuello!»
Había cultivando durante años aquella dejadez que tanto lo caracterizaba. Normalmente se congratularía de ser tan distinto de los empachosos aduladores que andaban por ahí, diferentes a los buitres con expresiones falsas que intentaban parecer francas, y de la cantidad ingente de chupatintas que pululaban por la cohorte intentando hacer buenas migas con alguien de poder. Aunque en aquel instante no le hubiese importado guardar cierto parecido con alguna de aquellas alimañas.
«Puñetera se mi estampa».
Salió del embozo de ornamentadas telas profiriendo todo tipo de maldiciones, mientras intentaba encontrar sus calzas con escasa suerte.
— ¿Dónde estáis? —preguntó a nadie en particular. Estaba seguro de que las había dejado cerca, pero « ¿Dónde?»
Su irritabilidad era creciente mientras escarbaba entre montones de mudas de diversos cortes y colores, cuanto más hundía en el montón de tela, mas sulfurado se preguntaba « ¿Y por qué diantres no tengo yo un maldito ayudante de cámara como todos los demás hijos de bien?»
Alguno de sus dioses, con un ánimo bastante jocoso y un tanto cabrón, debió de atender sus plegarias. Vio como en una esquina de sus aposentos sumida en la más completa oscuridad, una silueta lo contemplaba impasible como una estatua.
El corazón casi se le sale del pecho.
—¡Por las nueve capas del infierno Kumar! ¿Cuántas veces te he dicho que dejes de acecharme a escondidas mientras duermo?
El hombre salió de las sombras y lo miró con una expresión que mediaba entre la ofensa y la perplejidad, a pesar de todo siguió sin responder. Su predisposición a hacerse el loco lo exasperaba aún más si cabía. No era la primera vez que se preguntaba si era un mal hábito que había adquirido en su niñez o algo más espeluznante todavía. «Quizás un día se le giran las tuercas y se le ocurre degollarme mientras duermo».
— ¿No tienes nada que decir? —Insistió entornando los ojos.
Este simplemente se encogió de hombros.
Este era un hombre de mediana edad, de complexión tirando a delgada, con el pelo largo y lacio y del color negro como ala de cuervo, el cual, siempre estaba como apelmazado. Su rostro era ajado y afilado como una navaja de afeitar y su nariz, estaba quebrada producto de alguna trifulca mucho tiempo atrás; su piel tenía el moreno de las gentes del sur. Todos aquellos aspectos hacían de él, un personaje de lo más variopinto en aquellas tierras. Podría decirse que era un hombre dotado de la inteligencia de un guardia de caravanas e igual de sociable que un torturador mal pagado. La compañía ideal para ponerle la guinda a aquel prometedor día.
—Algún día tendrás que explicarme el porqué de ese extraño hábito tuyo. Ahora dime ¿Llevas mucho tiempo ahí en la penumbra? —Preguntó mientras saltaba a la pata coja intentando meterse dentro de unos calzones negros con ribetes dorados.
—Algún tiempo —respondió este con vaguedad.
—Ah. —dijo Armen mientras acababa de colocarse los calzones —Ya veo —«Y lo dice como si merodear por las noches en los aposentos de las personas decentes fuera la cosa más normal del mundo». — ¿Y por qué no me has despertado antes si se puede saber? —Preguntó, a pesar de no saber muy bien si quería conocer la respuesta.
—No me pareció apropiado despertarlo.
—Me encantaría saber cómo has llegado a una conclusión tan… —busco una manera razonable de llamar a aquel comportamiento tan poco insólito —...peculiar.
—Bueno —contestó este mientras con un palillo se hurgaba entre los dientes. —Quizás le parezca una tontería de pueblerino, pero una vecina muy vieja y sabia de mi pueblo me contó una vez, que nunca se debe molestar a un hombre que sufre pesadillas (a pesar de la muchas idioteces que este haga en ese transcurso) —Por un lapso de tiempo Armen quedó perplejo « ¿A puesto especial énfasis en esas últimas palabras?» después de reflexionarlo concluyó. ¡Eso es imposible!». Dudaba de que Kumar recurriera a algo tan sutil e ingenioso. Este no pareció advertir la sombra de duda que pasó por la expresión de Armen, así que acabo rematando su inverosímil explicación con un —Pueden acabar muriendo del susto o algo así ¿Sabe lo que quiero decir?
«No sé ni porque me molesto en preguntar»
Kumar era un siervo muy peculiar mirase desde el ángulo en el que se le mirase. Era inteligente como un niño de primaria, locuaz como una suegra, excéntrico como un perro verde, irreverente, maleducado y más exasperante que cualquiera de los borregos de la periferia de la ciudad empapado hasta las orejas en vino. No entendía por qué tenía que vivir con ello y tragarlo como una comida aborrecida que te traían una y otra vez como si esta fuera la mejor delicatesen del mundo.
—Me dejas anonadado, nunca me hubiese imaginado que te desenvolvieras también como zahorí. Me alegra saber la gran preocupación que muestras por el estado de salud de tu señor. —espetó con tal sequedad que por poco no agrieta las paredes de la estancia. «No sabes cómo me hubiese encantado que tu también hubieras asistido a tan dichoso espectáculo, aunque en las primeras filas, no me gustaría que te pierdas algún detalle de la carnicería que he tenido el gusto de disfrutar».
Como no era de extrañar, kumar lo entendió al revés.
—Ya sabe mí señor, siempre a sus pies —manifestó mientras le hacia una reverencia aparentemente complacido.
Le encantaría saber que había llevado a su padre a contratarlo como guardia personal hacia ya unos meses. « ¿En qué demonios debía de estar pensando?» preservar su integridad estaba claro de que no era una prioridad. « ¿Estaba de mal humor en aquel momento quizás? ¿Le odiaba?» No tenía ni la más remota idea de porqué aquel hombre estaba ahí, ni cuál era el papel que desempeñaba en todo el asunto. De algo estaba completamente seguro «Dios sabe que cualquier día de estos le ato una bloque de piedra a un tobillo, y lo lanzo de cabecita a uno de los muchos canales de la ciudad.
Armen bregó un rato con los últimos botones de un jubón negro con brocados también dorados con la expresión del que tiene algo entre manos. Había momentos en los que no tenía muy claro si Kumar le estaba tomando el pelo, o es que su franqueza rayaba la insubordinación.
—Solo una cosita Kumar, creo que a pesar de tus buenas intenciones quizás se te haya pasado un pequeño detalle por alto —le dijo con un amago de sonrisa antes de que su expresión mudara grotescamente y estallase soltando todo tipo de efluvios entre los dientes. — ¡Te has parado a pensar maldito zoquete que a mi padre quizás no le importe un pimiento sí sufro pesadillas o si me han amputado las dos piernas! —Sentía como su furia bullía dentro de él como una tetera olvidada en un fogón — ¿Sabes que hoy era el día de la moción? Sí, esa de la que tanto habías oído hablar durante estas dos últimas semanas. ¡Quizás se te quita el complejo de Zahorí cuando nos cuelguen de los pulgares en una de las torres más altas del castillo!
Por un breve espacio de tiempo se hizo el silencio. Aceptémoslo, Kumar seguiría siendo Kumar por mucho que gritase o se enfureciera. Había que darle tiempo para que asimilara la información. Para ser francos, era algo lento de mollera.
— ¿No cree que esta dramatizando un poco mi señor? —Musitó finalmente con cierto tono de inseguridad. —Su padre siempre anda muy atareado con sus asuntos. Ya sabe, con las recepciones, el papeleo y todo eso. No creo que tenga tiempo para ese tipo de entretenimientos. —dijo intentando convencerse él también.
Armen lo miro de arriba abajo antes de poner los ojos en blanco.
—No sabes cómo me tranquilizan tus palabras.
Kumar era un maldito ingenuo. ¿Que su padre no tenía tiempo para esos entretenimientos? ¿Su padre? ¡Ja! ¡Este era el maldito inventor de tales entretenimientos! ¡El puto Mesías! Si no acudía a tiempo a la moción que se celebraba en el salón de audiencias…
Debía de darse prisa.
Eligió una bonita chaqueta de seda con chorreras y motivos dorados (también de color negro) lucia cuchilladas de satén cerúleo aquí y allá, se puso las botas de caña alta y fino cuero, recogió su pelo en una coleta larga que le llegaba a media espalda y acabó por ponerse un cinto engarzado con piedras preciosas como ultimo complemento de su indumentaria. Suponiendo que estaba medianamente presentable fue a contemplarse en el inmenso espejo de…
¿Quién coño era el tipo lánguido y pálido que lo miraba desde el otro lado del cristal?
Tenía la cara mucho más chupada de lo que recordaba; sus pómulos estaban tan descarnados como los de un cadáver secado al sol, su barbilla despuntaba mucho más de lo normal, sus ojos normalmente de un verde suave, estaban rodeados de unas enormes y cetrinas ojeras, el pelo rubio lucia deslucido y estropeado. Su aspecto en general y a pesar de las ropas caras con las que se vestía, parecían las de un desarrapado que había asaltado a un noble de camino a casa.
Frunció los labios componiendo una mueca. «Esto es lo que hay»
Salió de sus aposentos como perseguido por el diablo, cruzó el largo pasillo de suelo ajedrezado mientras contemplaba las paredes repletas de cuadros de personajes que miraban con el ceño fruncido, indiferentes al tiempo o a la hora. Kumar lo seguía a tan solo dos pasos por detrás de él, como una extensión más de su sombra. Mientras caminaba se preguntaba con un ánimo turbio por que había nacido noble « ¿Quien puede adorar las cortes y los banquetes, las celebraciones matutinas, las vespertinas cenas, los lujosos bailes, las logias de estado y porque no decirlo, los litigios estériles como el que se va a celebrar hoy?»
Nuevamente nadie le contestó.
Al Llegar a una gran cámara con el techo alto y abovedado se detuvo para recuperar un poquito el aliento. En la cúpula de la estancia un mosaico reflejaba la crudeza de las guerras disputadas muchos años atrás: el dramatismo de las cruzadas, el honor que deparaba la muerte, la gloria, el credo y la imaginación de un pintor con unas cuantas copas de más, del cual si no creía recordar mal, lo habían ahorcado por no sé qué tipo de herejías. Bajó por las escaleras que daban a la gran cámara rozando con la punta de sus dedos el pasamanos color caoba con expresión del todo avinagrada, mientras dos guardias apostados al pie de las escaleras se irguieron cuan largos eran y golpearon su pecho acorazado con su puño.
— ¡Mi Señor!
Armen les devolvió el saludo a pesar de su humor sombrío (había que mantener la apariencias) Kumar simplemente los miró sonriendo mientras sacudía la cabeza.
Llegó la antesala con el techo más bajo de todo el palacete, el más sobrio, El salón familiar. Un salón que intentaba evitar cruzar siempre que podía. Las paredes rojas escarlata de la estancia dañaban la vista de los amantes del buen gusto. Estas estaban repletas de retratos de lejanos antepasados erguidos en poses heroicas y con miradas solemnes y pétreas. La mampostería y el sobretecho eran de tallados de tan intrincadas formas, que marearían a cualquiera que intentara comprenderlas, más algunas estatuas de regio bronce daban un toque más desagradable al lugar.
Personalmente aquellos retratos de sus antepasados le ponían la piel de gallina. Era como si tuviera la certeza de que todos ellos le observaban midiendo cada paso que daba, juzgando cada acción suya, burlándose de su continua ineptitud y de su inagotable y dilatado libertinaje. «Este trayecto siempre se me hace eterno»» Una moqueta aterciopelada de color rojo cruzaba la estancia y acababa por traspasar el umbral de un portón que se cernía dorado al fondo.
¡La puerta estaba cerrada!
Trago saliva y miro por uno de los ventanucos de la estancia que daban a un sinuoso jardín, en frente se podía apreciar la torre del homenaje. En aquel momento deseó que esa gran mole de piedra se derrumbara sobre su cabeza y acabara con todo de una vez por todas.
No sé muy bien si este es el lugar adecuado, ya me lo diréis o cambias si es el caso.
Este listado fue publicado en FE, y con el permiso del autor y con algunas modificaciones mías, lo incluí en mi blog.
Ahora lo comparto por aquí. Tiene unos dos años desde que lo modifiqué, por lo que puede estar algo obsoleto, pero ya se sabe, se comenta lo nuevo, se edita el post y se añade. Es muy positiva la colaboración de los miembros del foro
Han colaborado: Andy_Megumi, Arwik, Juno Natsugane,, tartantica, Gaoth, Haradrim, Geralt de Rivia, Momo, Valrrez,Ibado
PRECURSORES
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- La princesa y los trasgos (1871)
- Fantasías (185
William Morris
- El bosque del fin del mundo (1894).
- Las aguas de las islas encantadas (1897).
H. Rider Haggard:
- Eric Ojos Dorados (1889).
Lord Dunsany:
- La espada de Welleran (190.
- Cuentos de un soñador (1922),
- La hija del rey del país de los elfos (1924).
H. P. Lovecraft 1890-1937
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-Los otros dioses.
-La nave blanca.
-Polaris.
-Azathot.
-Celephais.
-El arbol.
-El caos reptante.
-El extraño.
James Branch Cabell:
- Jurgen (1922).
Eric Ruecker Eddison:
- La Serpiente Uróboros (1922).
-Hope Mirrlees
Entre Brumas 1926
PRIMERA GENERACIÓN: LOS CLÁSICOS
Robert E. Howard:
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- Exilio De Atlantis
- El Altar Y El Escorpion
- El Reino De Las Sombras
- Con Esta Hacha Gobierno
- Las Espadas Del Reino Purpura
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- Los Espejos De Tuzun Thune
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C. S. Lewis:
_ Las crónicas de Narnia (1939-1954):
- El león, la bruja y el armario (1951),
- El príncipe Caspian (1951)
- La travesía del Viajero del Alba (1952)
- La silla de plata (1953),
- El caballo y el muchacho (1954),
- El sobrino del mago (1955),
- La última batalla (1956)
Poul Anderson:
- La espada rota (1954).
J. R. R. Tolkien:
_ La Tierra Media
- El hobbit (1937).
- El Señor de los Anillos (1954-1955).
- El Silmarillion (1977)
- Los Hijos de Hurin (2007)
Michael Moorcock:
_ Las crónicas de Elric de Melniboné (1963 - 1991).
- Ciclo de Elric:
- Portadora de tormentas. (1965)
- La torre evanescente, (1970)
- Elric de Melniboné, (1972)
- Marinero de los Mares del Destino, (1976)
- El misterio del Lobo blanco, (1977)
- La maldición de la Espada Negra, (1977)
- Fortaleza de la Perla, (1989)
- La venganza de la rosa, (1991)
Fritz Leiber
_ Ciclo Fahrd y Ratonero Gris (1967)
- Espadas y demonios
- Espadas contra la muerte
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- Espadas contra la magia
- Espadas de Lankhmar
- Espadas y magia helada
- La hermandad de las espadas
Lloyd Alexander:
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El Libro de los Tres (1964)
El Caldero Negro (1965)
El Castillo de Llyr (1966)
Taran el Errante (1967)
El Gran Rey (1968)
Roger Zelany:
Crónicas de Ámbar
Los Nueve Príncipes de Ámbar (1970)
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Las Cortes del Caos (1978)
Jack Vance:
Trilogía de Lyonesse
El jardín de Suldrun (1983)
La Perla Verde (1985)
Madouc (1990)
Ursula K. LeGuin:
_ Historias de Terramar
- Un mago de Terramar (196.
- La tumba de Atuán 1971
- La Costa más lejana 1972
- Tehanu 1990
- Cuentos de Terramar 2001
- En el otro viento. 2001
Tanith Lee
Volkhavaar (1977)
El señor de la noche (1978)
Stephen R. Donaldson
_ Crónicas de Thomas Covenant el Incrédulo
- La ruina del amo execrable (1977)
- La guerra de Illearth (1977)
- El poder que preserva (1977)
- El reino herido (1980)
- El árbol único (1982)
- El portador del oro blanco (1983)
Michael Ende
- Momo (1973).
- La Historia Interminable (1979).
Roger Zelazny.
La tierra cambiante (1981)
Dilvish el Maldito (1982)
SEGUNDA GENERACIÓN: LOS JUEGOS DE ROL
David Eddings
_ Las crónicas de Belgarath
- La senda de la profecía (1982)
- La reina de la hechicería (1982)
- La luz del orbe (1983)
- El castillo de la magia (1984)
- La ciudad de las tinieblas (1984)
_Crónicas de Mallorea (a partir de 1987, continuación a las Crónicas de Belgarath)
-Los guardianes del Oeste
-El rey de los Murgos
-El Sr, de los demonios
-La hechicera de Darshiva
-La vidente de Kell
Elenium (1989)
-El Trono del Diamante
-El Caballero del Rubí
-La Rosa del Zafiro
El Tamuli I: Cúpulas de Fuego
El Tamuli II: Los Seres Fulgentes
El Tamuli III: La ciudad oculta
Robert Holdstock
Bosque mitago - 1984
Lavondyss - 1988
Terry Pratchett
_ Saga de Mundodisco
- El color de la magia (Rincewind)
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Margaret Weis y Tracy Hickman
_ Crónicas de la Dragonlance
- El retorno de los dragones (1984)
- La Tumba de Huma (1985)
- La Reina de la Oscuridad (1985)
_El Ocaso de los Dragones:
-Los caballeris de Takhisis
-La Guerra de los dioses
_ La Rosa del Profeta (1990)
- La voluntad del dios errante,
- El paladín de la noche
- El Profeta de Akhran.
_ El ciclo de la puerta de la muerte (1990-1994)
- Ala de Dragón
- La estrella de los elfos
- El Mar de Fuego
- El Mago de la Serpiente
- La mano del caos
- En el Laberinto
- La Séptima Puerta
_La Espada de Joram
-La forja
-La profecía
-El triunfo
-El legado de la espada arcana
Leyendas de la Dragonlance:
- El Templo de Istar
- La guerra de los enanos
- El umbral del poder
La Forja de un Tunica Negra
- Raistlin, el aprendiz de mago (Margaret Weis)
- Raistlin, crisol de la magia (Margaret Weis)
- Raistlin, mago guerrero (M. Weis y Don Perrin)
- Raistlin, el tunica roja (M. Weis y Don Perrin)
La Guerra de los Espiritus (Margaret Weis y Tracy Hickman)
- Los caballeros de Neraka
- El rio de los muertos
- El nombre del unico
R.A. Salvatore
_ El elfo Oscuro (1993)
- La morada
- El Exilio
- El Refugio
_El Valle del Viento Helado
-La piedra de cristal
-Ríos de Plata
-La gema de Halfling
El legado
Segunda trilogia del Elfo Oscuro
- Noche sin estrellas
- Cerco de oscuridad
- Luz en las tinieblas
- El estigma de Errtu
Los Mercenarios
- el siervo de la piedra
- La promesa del rey brujo
- El camino del patriarca
Robert Jordan
La Rueda del Tiempo (1990-2010)
1ª edición (tapa dura, 2 novelas en cada nº, corresponden a los seis primeros)
1. El ojo del mundo
2. El despertar de los héroes
3. El dragón renacido
2ª edición (lomo amarillo)
1. El ojo del mundo
2. El despertar de los héroes
3. El dragón renacido
4. Los Portales de Piedra
5. El Yermo de Aiel
6. La Torre Blanca
7. Cielo en llamas
8. El Señor del Caos
9. Los Asha'man
10. El Cuenco de los Vientos
11. La Corona de Espadas
12. El camino de dagas
13. Encrucijada en el crepúsculo
14. El corazón del invierno
15. La Hija de las Nueve Lunas
16. Encrucijada en el crepúsculo
17. Asedio a Tar Valon
3ª edición (lomo negro)
0. Nueva primavera (precuela)
1. Desde dos ríos
2. La llaga
3. La gran cacería
4. La batalla de Falme
5. Camino a Tear
6. El pueblo del dragón
7. Los portales de piedra
8. El yelmo de Aiel
9. La torre blanca
10. Cielo en llamas
11. El señor del caos
12. Los Asha´man
13. La corona de espadas
14. El camino de dagas
15. El corazón del invierno
16. Encrucijada en el crepúsculo
17. Cuchillo de sueños
18. La tormenta (con Brandon Sanderson)
19. Torres de medianoche (con Brandon Sanderson)
20. Un recuerdo de luz (con Brandon Sanderson)
Terry Goodkind
_ La Espada de la Verdad
1. El libro de las sombras contadas
2. Las cajas del destino
3. La Piedra de las Lágrimas
4. La Amenaza del Custodio
5. La sangre de la virtud
6. El Caminante de los Sueños
7. La profecía de la Luna Roja
8. El Templo de los Vientos
9. El espíritu del fuego
10. El Gemelo de la Montaña
11. La señora de la muerte
12. La fe de los caídos
13. La estirpe de Rahl el Oscuro
14. Los pilares de la creación
15. El ladrón de almas
16. El imperio de los vencidos
17. La desaparición de Kahlan
18. Cadena de fuego
19. La bruja del viejo mundo
20. La biblioteca secreta
21. El año de la purificación
22. La Confesora
23. La Máquina de los Presagios
24. El tercer Reino
Louise Cooper
_ El Señor del tiempo
-El Iniciado
-El Próscrito
-El orden y el caos
Las puertas del caos:
1-La impostora (1995)
2-La usurpadora (1995)
3-La vengadora (1995)
_Añoranzas y Pesares
-El trono de los huesos de dragón
-La roca del adiós
-A través del nido de Ghants
-La Torre del ángel verde
Marion Zimmer Bradley
Las nieblas de Avalón 1983
La casa del bosque 1993
La Dama de Avalón 1997
Rand & Robyn Miller, David Wingrove
_Myst (1993)
-El libro de Atrus
-El libro de Ti’ana
-El Libro de D’ni
Glen Cook
La Compañía Negra
Los Libros del Norte:
La Primera Crónica 1984
Sombras Fluctuantes 1984
La Rosa Blanca 1985
Campos de túmulos:
El Clavo de Plata 1989
Los Libros del Sur:
Juegos de Sombras 1989
Sueños de Acero1990
Libros de la Piedra Reluciente:
Estación de Penurias 1996
Ella es la Oscuridad 1997
El Agua Durmiente 1999
El Retorno de los Soldados 2000
Guy Gavriel Kay
_El Tapiz de Fionovar (1984)
-El Arbol de Verano
-Fuego Errante
-Sendero de Tinieblas
-Tigana (1990)
Andrzej Sapkowski
_ Geralt de Rivia (1993)
- El último deseo.
- La espada del destino.
- La sangre de los elfos.
- Tiempo de odio.
- Bautismo de fuego.
- La torre de la golondrina.
- La dama del lago
- Estación de tormentas (2014) (precuela)
Robin Hobb
_ El Vatídico
- Aprendiz de asesino (1995)
- Asesino real (1996)
- La búsqueda del asesino (1997)
Trilogía de las leyes del mar
-Las naves de la magia 1998
-Las naves de la locura 1999
-Las naves del destino 2000
George RR Martin
_ Canción de Hielo y Fuego
- Juego de tronos (1996)
- Choque de reyes (199
- Tormenta de espadas (2000)
- Festín de cuervos (2005)
- Danza de dragones (?)(2011)
J. K. Rowling
- Harry Potter
- Harry Potter y la piedra filosofal (1997)
- Harry Potter y la cámara secreta (199
- Harry Potter y el prisionero de Azkaban (1999)
- Harry Potter y el cáliz de fuego (2000)
- Harry Potter y la Orden del Fénix (2003)
- Harry Potter y el misterio del príncipe (2005)
- Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (2007)
Malaz: El libro de los caídos
Los jardines de la Luna 1999
Las puertas de la Casa de la Muerte 2000
Memorias del hielo 2001
La Casa de Cadenas 2002
Mareas de medianoche 2004
Los Cazahuesos 2006
La Tempestad del Segador 2007
Toll the Hounds 2008
Dust of Dreams 2009
The Crippled God 2011
Karkhanas trilogy:
Forge of Darkness 2012
Ian Cameron Esslemont
Malaz: El Imperio
La noche de los cuchillos 2004
El retorno de la Guardia Carmesí 2008
Empuñapiedras 2010
Orbe, Cetro, Trono 2012
Blood and Bone 2012
Assail 2014
Rick Riordan
_Saga Percy Jackson y los dioses del Olimpo
-El ladrón del rayo
-El mar de los monstruos
-La maldición del titán
-La batalla del laberinto
-El último héroe del Olimpo
_Saga Los héroes del Olimpo
-El héroe perdido
-El hijo de Neptuno
-La marca de Atenea
-La casa de Hades
-La sangre del Olimpo
R. Scott Bakker
_ Príncipe de Nada
- En el principio fue la oscuridad (Septiembre 2005).
- El Profeta Guerrero (Abril 2006).
- El Pensamiento de las Mil Caras (Septiembre 2007).
Brandon Sanderson.
- Elantris (2005)
- El aliento de los Dioses
_ Nacidos de la bruma:
- El imperio final (2006)
- El pozo de la ascensión (2007)
- El héroe de las eras (2008)
- Aleación de Ley (2011)
_ La Guerra de las Tormentas:
- El camino de los reyes (2010)
- Palabras Radiantes(2014)
Patrick Rothfuss
_ Crónica del asesino de reyes
- El Nombre del Viento. (2007)
- El temor de un hombre sabio (2011)
- La música del silencio (cuento)
China Miéville
_ La estación de la Calle Perdido
_ La ciudad y la ciudad
Jim Butcher
_Dresden Files (los que están actualmente en castellano)
1. La tormenta
2. Luna llena
3. La tumba
4. El caballero
5. Máscaras de muerte
6. Derecho de sangre
7. Latidos Mortales
8. Culpable
9. El trono blanco
10. Un pequeño favor
_Codex Alera-
-Las furias de Alera
-La furia del Aprendiz
-La furia del Cursor
-Joe Abercrombie
Trilogía de la primera Ley -
La voz de las espadas 2006
Antes de que los cuelguen 2007
El último argumento de los reyes 2008
La mejor venganza 2009
Los héroes 2011
Tierras rojas 2012
Medio Rey 2014
Medio Mundo 2015
EN LENGUA ESPAÑOLA
Ana María Matute:
- La Torre Vigía (1971),
- Olvidado rey Gudú (1996),
- Aranmanoth (2001).
Liliana Bodoc
Trilogía De Los Confines:
- Los Días del Venado(2000),
- Los Días de la Sombra (2002),
- Los Días del Fuego (2006).
Javier Negrete:
Serie Tramorea:
- La espada de fuego (2003),
- El espíritu del mago (2005),
- El sueño de los dioses (2010).
Laura Gallego García:
Serie de Memorias de Idhún:
- La Resistencia (2004),
- Tríada (2005)
- Panteón (2006).
Alarido de dios, de José Miguel Vilar-Bou (aportación de Sawayn)
Almuric, de Robert E. Howard
American Gods, de Neil Gaiman.
Aranmanoth, de Ana María Matute
Atlántida, de Javier Negrete (aportación de Cosme Fulanito)
Buenos presagios de Pratchett y Gaiman
Calle de magia, de Orson Scott Card
Ciclo onírico de Randolph Carter, de H.P. Lovecraft
Criaturas de luz y tinieblas de Roger Zelazny
Cuando el dragón despierte, de John M. Ford (aportación de Juno Natsugane)
Declara, de Tim Powers
Despertar , de Sheri S. Tepper.
Días de hierba, de Tanith Lee.
Elantris, de Brandon Sanderson
El aliento de los dioses, de Brandon Sanderson.
El ángel con la Espada , de C. J. Cherryh.
El Buscador de Caminos, de Darcy Pattison (aportación de Andy_ Megumi)
El caballero inexistente, de Italo Calvino
El ciervo blanco, Nancy Springer
El cofre del tesoro, de Orson Scott Card
El evangelio según Loki de Joanne M. Harris. (aportación de Gardion)
El Fenix verde, de Thomas Burnett Swann (aportación de Tartantica)
El hombre invisible, de H. G. Wells (aportación de Raisen)
El libro del cementerio, de Neil Gaiman (aportación de Celembor)
El libro de los cráneos, de Robert Silverberg (aportación de Kiefer)
El libro de los portales, de Laura Gallego (aportación de Geralt de Rivia)
El mundo perdido, de Arthur Conan Doyle
El océano al final del camino, de Neil Gaiman (aportación de Nikto)
El ojo del Cazador, de Denis McKiernan
El país pequeño, de Charles de Lint
El ponche de los deseos de Michael Ende (aportación de Tartantica)
El prestigio de Christopher Priest
El pueblo de la bruma, de Henry Rider Haggard
El rey rata, de China Mieville (aportación de Cosme Fulanito)
El señor de la noche, Tanith Lee
El señor de los ladrones, de Cornelia Funke
El sueño de la razón, de Juan Miguel Aguilera
El tapiz de Malacia, de Brian Aldiss
El último anillo, de Kiril Yeskov
El último dragon, de Byron Preiss y Michael Reaves
El último unicornio de Beagle
El Valle del Gusano, de Robert E. Howard (aportación de Tartantica)
El vino del estío, de Ray Bradbury
El vizconde demediado, de Italo Calvino
Encantamiento, de Orson Scott Card
En costas extrañas, de Tim Powers
Entrebrumas de Hope Mirlees
Eric Ojos Brillantes, de Henry Rider Haggard
Esencia oscura, de Tim Powers
Espejismo, de Louise Cooper
Esperanza del venado de Orson Scott Card
Gusanos de la Tierra, de Robert E. Howard (aportación de Tartantica)
Homúnculo de James P. Blaylock
Jirel de Joily, de C.L. Moore (aportación de Tartantica)
Jonathan Strange y el Señor Norrell, de Susanna Clarke
Juglar, de Rafael Marín
Kalpa Imperial de Angélica Gorodischer
La antorcha, de Marion Zimmer Bradley
La canción de Cazarrabo, de Tad Williams
La canción secreta del mundo, de José Antonio Contrina (aportación de Geralt de Rivia)
La ciudad del grabado de K.J. Bishop
La Espada Rota, de Poul Anderson
La estrella azul, de Fletcher Pratt
La fuerza de su mirada Tim Powers
La hija del rey del país de los elfos, de Lord Dunsany
La Historia Interminable, de Michael Ende
La hora del dragón de Robert E. Howard. (aportación de Gardion)
La isla del Dr. Moreau, de H. G. Wells (aportación de Raisen)
La leyenda de Broken, de Caleb Carr
La leyenda del navegante, de Rafael Marín Trechera (aportación de Geralt de Rivia)
La locura de Dios, de Juan Miguel Aguilera
La magia del monje de Alexander de Comeau (aportación de Gardion)
La Maldición del Dragón Dennis L. McKiernan
La nave de Ishtar de Abraham Merrit
La Princesa de las Llamas, de Ru Emerson
La princesa prometida de William Goldman
La senda oscura, de Ana Peris de Elena y Juan José Pereid Llanos (aportación de Cosme Fulanito)
La serpiente Uróboros, de E.R. Edison
La Tierra de los sueños, de James P. Blaylock
La Vigilia, de Marc Torra Giralt
Lavinia Ursula K. Le Guin (aportación de Cosme Fulanito)
Las Extrañas Aventuras de Solomon Kane, de Robert E. Howard.
Las puertas de Anubis. de Tim Powers
Los botres del Glen Carrig, de W. H. Hodgson
Los dientes del dragón de Juan Eslaba Galán
Los doce clanes, de Jonathan Stroud (aportación de Cosme Fulanito)
Los hechos de la vida, de Graham Joyce
Los Leones de Al-Rassan, de Guy Gavriel Kay (aportación de Sawayn)
Los ojos del dragón, de Stephen King
Magia de Reina, Magia de Rey, de Ian Watson
Máscaras de Matar, de León Arsenal
Momo, de Michael Ende
Neverwhere, de Neil Gaiman
Olvidado Rey Gudú de Ana María Matute
Paladín , de C.J. Cherryh.
Paz, de Gene Wolfe
Pequeño, Grande, de John Crowley
Puertas, de Gene Wolfe
Rhila, de Juan Miguel Aguilera
Rey Kull . de Robert E. Howard
Sangre dorada de Jack Williamson
Stardust de Neil Gaiman
Tigana, de Guy Gavriel Kay
Volkhavar de Tanith Lee
Ysabel, de Guy Gavriel Kay
Zothique, de Clark Ashton Smith
A través de una carta, el gordo más famoso explica a un editor lo que será CdHyF. La carta data de 1993 y como veréis hay algunas diferencias en su propósito inicial y lo que ahora tenemos.