Un amigo que sabe acerca de la historia que estoy escribiendo y de que contiene un sistema de magia, me ha pasado estos links a unos articulos creados por Brandon Sanderson, para que me ayuden en mi lluvia de ideas. Están diseñados para ayudar a escribir sistemas de magia convincentes, sin importar que estemos tratando de crear un sistema de magia completamente nuevo o simplemente retocando un cliché. Lo bueno de estos artículos es que sus consejos pueden ser aplicados también a todo tipo de cuestión que estemos escribiendo, no solo los sistemas de magia, aunque él los concibió originalmente para crear magia.
Viendo lo útiles que me han sido, los comparto esperando que sean de utilidad también para ustedes. Si tienen algún problema con el inglés puedo traducirlos.
Pues vengo a hablaros de otra saga, también escrita por Jim Butcher. Diréis, joder que pesado con este autor, pero la verdad que sus libros me encantan y tiene un sentido del humor que a mi siempre me hace reír y sus libros son lo suficientemente ligeros para poder leerlos tranquilamente, sin esos tochos de mil paginas que hacen otros autores.
Bueno, esta saga nos sitúa en un mundo imaginario donde sus habitantes pueden utilizar magia elemental, que toman la forma de espíritus elementales. La historia en general es bastante típica, pero esta muy bien llevada y en cada libro se nos introduce algo más sobre este mundo y sus habitantes, dejando una historia divertida y entretenida de leer.
No os vais a topar con muchas sorpresas en este libro, pero el tratamiento que hace de la magia es muy interesante y la historia os enganchará. Para que os hagáis una idea, esta saga surgió a partir de una apuesta entre el autor y alguien (no recuerdo quien). El tema fue (más o menos):
Jim - No importa realmente la idea de la historia, lo que importa es como la desarrolles y la escribas.
XXX - No me lo creo, sin una buena idea de comienzo no sacas nada.
Jim - Decidme dos ideas que yo os hago una historia y luego me decís que tal.
Aquí se hizo una votación o algo así, y el resultado final fue "La caída del imperio romano" y "Pokemon". Así que esa es la base de esta historia
La saga consta de 6 libros, aunque no sé cuantos de ellos están traducidos al español. Lo normal sería que todos, ya que la saga terminó hace algunos años ya. Os animo a todos a leer esta obra.
Escribo este post para recomendaros una gran saga escrita por un gran autor llamado Jim Butcher.
En esta saga se combinan la fantasía y la novela negra. Como yo soy un gran seguidor de ambos estilos, esta saga me encantó. La historia nos sitúa en la época actual, en la ciudad de Chicago, donde los cuentos de hadas,los monstruos y los dioses no son solo mitología, sino seres reales. Nuestro protagonista, Harry Dresden, es un detective y mago con una habilidad innata para recibir palizas y destruir edificios.
Esta saga tiene un sentido de humor genial, que te arrancará, a buen seguro, más de una carcajada y con algunas escenas de lo más épicas que he leído hasta ahora. Combina la magia y el misterio con nuestro mundo, obteniendo una historia de fantasía urbana increíble. Recomiendo esta saga a cualquiera, sobretodo a los que les guste ver una saga donde se van ofreciendo pistas que vas descifrando que significan algo en los siguientes libros (releyendo los libros una vez leídos todos por primera vez, te das cuenta de como el autor ya había guiado la historia desde el primer momento) y con uno de los mejores desarrollos de personaje que he visto.
Actualmente esta saga consta de 15 libros (en total el autor planea escribir unos 22), un montón de historias cortas (que por si solas ocuparían seguramente otro par de libros) y también varios historias en formato cómic. Los libros no son tochazos estilo CdHyF, sino que son libros muy amenos de unas 400-500 pag máximo y que en ningún momento se te hacen pesadas.
Conforme vayas leyendo, te darás cuenta que el autor evoluciona y cada vez los libros son mejores. Aunque los 2 primeros no te emocionen, te recomiendo que sigas leyendo, ya que el autor va mejorando y las historias son cada vez más épicas y mejores. Así que realmente haced un esfuerzo de leer esta saga, porque lo merece.
Respecto al idioma, no sé cuantos de estos libros están traducidos al castellano, pero me consta que almenos 10 de ellos si, aunque no puedo decir si han hecho un buen trabajo con la traducción ya que yo los he leído en inglés.
Por último, os dejare una imagen para que os abra el apetito.
Una vez quise escribir una historia del tipo medieval, los personajes iban de vez en cuando montados a caballo, es ahí, aunque parece obvio, que me di cuenta de que no sabia nada de estos animales. ¿Cómo escribir sobre algo que no sabes nada? En esta época lo común seria buscar en Internet pero pasar horas y horas para leer información que no nos va a servir de nada es una completa perdida de tiempo. Una cosa u la otra, lo mejor pensé es encontrar un termino medio, es decir conocer lo básico sobre elementos que en nuestra historia si o si van a ser utilizados o acompañarán a los protagonistas, ya sean caballos, espadas o la vestimenta que llevan puesta. No solo estos elementos darán peso a la lectura si no también estimularan nuestra imaginación abriendo posibilidades a situaciones o sucesos que puedan transcurrir en la historia. No subestimemos estos elementos, ¡hay que documentarse! al menos lo básico.
Espero que este tema sirva de referencia.
luego me dedicare a mejorarlo...
Alejandro Magno cabalgando sobre su caballo, Bucefalo.
Porte:
La altura de los caballos, como en los demás cuadrúpedos, se mide hasta la cruz, donde encuentran las escapulas, es decir el punto donde se une el cuello con la espalda en el caballo. Se elige como referencia este punto por ser una altura estable que no puede subir o bajar como la cabeza o el cuello. La altura de los caballos de silla o ligeros suele oscilar entre 142 y 163 cm y su peso oscila entre 380 y 550 kilogramos. Los caballos de silla más grandes tienen una altura a partir de 157 cm y llegan hasta 173 cm, pesando alrededor de 500 a 600 kg. Las razas de tiro o pesadas miden generalmente de 163 a 183 cm y pueden pesar entre 700 y 1000 kg.
Partes del cuerpo del caballo
El casco de los equinos
La pata de los animales equinos tiene tres huesos: caña, cuartilla y tejuelo. Lo que vemos del casco es la pared cuya base es la planta.
¿Cómo mantener sano el casco?
El animal debe acostumbrase a que se le levante la pata. Se debe limpiar la planta del casco eliminando el barro y el estiércol. Si no se eliminan estos materiales, la humedad que contienen provocan la infección de la planta.
Se debe cubrir con regularidad la pared del casco con grasa o aceite para mantenerla untuosa. Esto evitará que se agriete.
La importancia del herrado
La tapa del casco crece como crecen las uñas de su mano. Se desgasta a medida que el animal camina. Cuando los animales pasean o trabajan en superficies duras, como cemento, asfalto y caminos montañosos, el casco puede desgastarse más rápidamente de lo que crece. En este caso el herrado protege el casco. Si se hierra un animal, las herraduras deben quitarse cada seis semanas para poder eliminar el crecimiento extra del casco.
El herrado y engrosamiento del casco evitan que se agriete. Se debe consultar con el herrador cada vez que necesite herrar los animales o cuando cojeen debido a problemas de las herraduras.
Edad
Tienen una vida media de 25 a 40 años en cautividad y en libertad viven en torno a los 25 años.
Cepillado de los equinos
Los animales deben ser aseados a diario. Para quitarles el pelo suelto y la suciedad de la piel se emplea un cepillo manual duro (cepillo corporal). Después de dos o tres pasadas con el cepillo, la suciedad y el pelo se retiran del cepillo pasándolo por un peine metálico (almohaza). Es importante eliminar el barro y la suciedad de las patas para que no se presenten dermatitis. Los cascos deben examinarse a diario y limpiarse con un gancho para cascos. Los animales deben ser aseados para evitar que la suciedad se sitúe debajo de los arneses y cause problemas en la piel.
Cuidado de los animales mojados
Cuando el caballo esta empapado de sudor, lluvia o nieve, debe ser secado inmediatamente o caerá enfermo. Debe eliminarse el agua de la capa de pelo utilizando un rascador metálico de mango que se aplica al animal en dirección supero-inferior. También se puede quitar el agua con un puñado de paja o heno que se retuerce para darle una forma curvada y que se pasa de arriba abajo por todo el cuerpo. Para secarlo y frotarlo se necesita más paja, trapos o una manta vieja.
Arneses de los animales de trabajo
Cuando se emplean los animales para trabajos de tiro deben llevar arneses. Los mulos, asnos y caballos necesitan colleras para tirar de los instrumentos agrícolas y carros. Los caballos también pueden arrastrar pesos mediante una cincha pectoral. Los mulos y asnos pueden transportar cargas de hasta 100 kg y arrestar carros de 300 kg. Los caballos son más fuertes y pueden tirar de cargas más pesadas, pero son más difíciles de entrenar para el trabajo. Las colleras, cinchas y bridas (arneses de la cabeza) deben estar perfectamente adaptados, evitándose que rocen a los animales.
Guarniciones
Los arreos deben adaptarse perfectamente y no presentar bordes rígidos ni duros que puedan rozar al animal. Se recomienda colocar debajo de la albarda una manta, sobre todo en tiempo caluroso, ya que el tejido de algodón absorberá el sudor. Después de un paseo, cuando el animal está caliente y sudoroso, debe aflojársele de inmediato la cincha, pero dejando la silla en su lugar varios minutos hasta que se enfríe el animal.
Heridas producidas por arreos mal ajustados
Albardas, colleras, trabas y cinchas mal ajustas dan lugar a heridas que pueden terminar en úlceras. Una albarda mal adaptada produce úlceras del asiento y una cincha mal ajustada da lugar a rozaduras de la cincha. Se desprende el pelo por el roce y se produce una herida que puede infectarse.
Todos los arneses o arreos deben mantenerse limpios y al colocárselos al animal hay que procurar adaptárselos y ajustarlos bien para que no le rocen y no le produzcan pliegues en la piel debajo de las cinchas. Recuerde que la falta de cuidado y el empleo de arneses o arreos que se ajusten mal puede originar la pérdida la capacidad del animal para el trabajo.
Aires del caballo.-
Se llaman aires a las diferentes formas de desplazarse que tiene el caballo. El caballo tiene tres aires naturales: paso, trote y galope.
El paso.- Es el equivalente al caminar del ser humano.
El trote.- Seria comparado al trotar o footing que hacemos. Se puede considerar un término medio.
El galope.- El clásico movimiento de correr con el viento que vemos en las series y películas.
Alimentación.-
Pasto
La comida más natural para los caballos es el pasto de buena calidad. Ellos son animales herbívoros muy selectivos y necesitan una gran superficie para satisfacer sus necesidades nutricionales.
Heno
El heno es el alimento básico de los caballos domésticos, hay que asegurarse de que este libre de polvo y moho. Alimentar a un caballo con heno mohoso puede provocar cólicos y el heno polvoriento puede causar problemas respiratorios. También se incluye en su alimentación avena, salvado, maíz, alfalfas y zanahorias.
Visión.-
El ojo del caballo goza de un campo visual muy amplio: alrededor de 340° con dos pequeños ángulos muertos, adelante y detrás suyo. Por consiguiente, una persona debe acercarse siempre al caballo de lado, para no sorprenderle. La visión lateral con un solo ojo no le permite percibir el relieve (visión monocular). Un campo ciego le impide ver en línea recta delante suyo sobre poco más de un metro. Más allá, ve en relieve (visión binocular) Así, pues debe girar ligeramente la cabeza cuando haya un obstáculo delante suyo. El caballo percibe detalles peor que el ser humano, pero es muy sensible a los movimientos.
Estado de ánimo según movimientos corporales
Los jinetes experimentados pueden saber el estado de ánimo de sus caballos con solo darles una mirada.
Las orejas.-
Las orejas de los caballos los capacitan para identificar la fuente de cualquier ruido a largas distancias.
Las orejas echadas: signo de advertencia o agresión.
Las orejas relajas y muy móviles: está tranquilo y esta con disposición a cooperar.
La nariz.-
Cuando el caballo está de buen humor tiene la boca blanda, relajada y móvil mientras que un caballo malhumorado la tendrá tensa y firme.
Los ojos.-
Ojos grandes, abiertos y tranquilos nos hablan probablemente de un animal inteligente y seguro de sí mismo. En cambio si se encuentran muy abiertos dejando a la vista la parte blanca de los ojos, son un signo de miedo.
Las patas.-
a) Cocea con las patas traseras: tiene miedo y utiliza las coces para intimidar.
b) Mantiene las patas delanteras fijas en el suelo en señal de no querer avanzar:
c) obstinación, en ese caso el jinete debe preguntarse la razón por la cual lo hace.
Escarba el suelo con su pezuña delantera: frustración.
El Cuerpo.-
d) Te da la espada y se aleja: no le interesas.
g) Gira hacia ti: está interesado y te considera el líder de la manada.
Invade tu espacio o se acerca demasiado: intenta dominarte o mostrar que no eres el líder.
h) Mantiene la cabeza y la cola erguida aparentando ser más grande de lo usual, realizando muchos movimientos: tenso, temeroso o excitado.
Cola.-
i) Cola alta: excitación. Cola apretada hacia abajo: tenso y temeroso. Movimiento de cola con ruido silbante: incomodo, enojado o avisa que puede estar a punto de cocear.
Respiración.-
Respiración corta y rápida: tenso y temeroso.
Respira ruidosamente mientras se mueve: se afana por algo.
Respiración lenta y suave: esta relajado y cómodo.
¿Cuándo saber que un caballo está feliz?
El caballo puede manifestar su bienestar soplando suavemente por los ollares, mordisqueando tranquilamente o suspirando con tranquilidad. Cuando dormita en compañía de los demás, el caballo deja caer la cabeza y el cuello y mantiene los ojos a medio cerrar. Cuando esta relajado y de buen humor no se asusta con facilidad y, si lo hace, se deja tranquilizar más rápido.
También hay que recordar que usando elogios un jinete puede producir felicidad y satisfacción en el caballo que sirve como refuerzo positivo en el entrenamiento del animal. El caballo recordará la relación entre una acción ejecutada correctamente y el sentimiento positivo posterior, generado por los elogios del jinete. Después intentara realizar lo mismo para satisfacer al jinete y ganarse de así de nuevo los elogios. Una respuesta clara del caballo a la aprobación, por ejemplo soplando con suavidad o mordisqueando, le demuestra al jinete que le comprende.
Vocabulario: Coz: Sacudida violenta que hacen las bestias con alguna de las patas.
Ejemplo: recibió una coz cuando se acercó al caballo. Cocear: Dar coces o patadas, patear. Ollar: Cada uno de los dos orificios de la nariz de las caballerías. Crin: Conjunto de cerdas que tienen algunos animales en la parte superior del cuello. Grupa: Ancas de una caballería. Anca: Cada una de las dos mitades laterales de la parte posterior de las caballerías y otros animales.
Fuentes:
El lenguaje de los caballos, Angelika Schmelzer
Susurra a tu caballo, Perry Wood
El caballo. Trucos y consejos para su adiestramiento y doma, Claude Lux
mascotas.facilisimo.com
wikipedia.org
fao.org/docrep/t0690s/t0690s09.htm
"Es uno de los Meara, si mis ojos no me engañan por algún hechizo."
Viendo que el problema es generalizado y que de momento wattpad no lo soluciona, voy a compartir un método para evitar que, con la nueva actualización de la herramienta de edición y publicación, wattpad modifique las rayas de los diálogos.
Es muy simple, en el borrador que copiemos a wattpad, cambiamos todas las rayas por dos guiones juntos. A la hora de publicar estos son sustituidos de forma automática por rayas.
A partir de ahora lo voy a hacer siempre así, que me cansé de cambiar uno a uno los guiones por rayas.
Hola, aburrido y animado por estar otra vez en la reencarnación de fantasía épica decidí escribir una historia. Quizás casi nadie recuerde de que publique en el anterior foro el prologo de una historia titulada -Das Portal-, a fines de diciembre pero que lamentablemente coincidió con la "gloriosa y épica caída del servidor a manos de la fuerzas del mal". Angustiado espere que la pagina volviera pero nunca lo hizo, aun así seguí con el desarrollo de la historia y al final decidí guardarla para mi. De todas maneras aun deseo postear algo aquí en el foro. Por eso he traído este pedacito de historia, espero que a alguien le llame la atención.
Dejo escrito "categoría" para tengan una idea de va la historia.
Categoría: Aventura/Fantasía/Terror
El cuaderno de Pavel
Primera página…
Segunda página…
Tercera página…
Aquí comienzan las anotaciones que realizó el joven vocero de la orden de los Vurishkroyos, Pavel Sergey Popov. Para ello se valió de un pequeño cuaderno de apuntes, en el cual dejó constancia de todo aquello que le pareció de importancia en su rutina diaria. En términos generales las anotaciones están dispersas y carecen de orden, aunque se puede seguir una secuencia si se lee el cuaderno utilizando las fechas anotadas en las páginas. Pero algunas hojas han sido arrancadas del cuaderno por lo cual hay vacíos en la lectura, quizás en un intento de hacer desaparecer algún dato comprometedor. Aún asi el cuaderno está repleto en los bordes de sus hojas de mucha información con los nombres de personas y pueblos, así como direcciones y referencias de toda índole, pero lamentablemente fueron escritos unos encima de otros haciendo ahora poco legible su lectura. También muchas de sus páginas se usaron para plasmar en dibujo los bosquejos de personas y animales, y es seguro que se inspiró en la población local con la que se topaba en sus distintos viajes. Para un lector desprevenido las primeras páginas solo le parecerán meros quehaceres diarios que seguía el joven Pavel, pero en realidad lo más inquietante y perturbador seria lo que contiene escrito más adelante…
Anotaciones de cuaderno
Primera página
22 del sexto ciclo del año 184
Ubicación: Tren expreso de Pravda, cerca de la frontera de Yaroviya.
Es de noche; según mi reloj de bolsillo son las 10:03 pm. Ya han pasado casi dos días desde que abandone Nikiroit y emprendí con diligencia este viaje. Aún me cuesta creer como logre desembarazarme de medio mundo y pude abrirme paso hasta la estación. Recuerdo que tuve que darme prisa, pues apenas me llego una carta junto con la orden de partir; deje a lado mí informe en que está trabajando, tome a toda prisa mi equipaje y salí del monasterio. Es parte de mi trabajo y no es ninguna novedad dejar todo a medias y correr como un desquiciado para cumplir con mi deber, pero hasta ahora no logro acostumbrarme. De todas formas todo el papeleo que debo hacer me estará esperando cuando regrese, y no fingiré que le doy todo el crédito al capitolio Mijaíl Semiónov Gólubev. No es la primera vez que consigue el boleto a última hora y me lo envía con apenas unos minutos para que el tren parta. Así que al llegar a la estación, el tren ya estaba en movimiento y a duras penas logre treparme al vagón y acomodarme en un asiento junto a la ventana, para así seguir con la orden que se me encomendó.
Ya son las 10:24 pm. Cuando salí del monasterio deje atrás muchas cosas que debí traerme conmigo, pero por suerte nada imprescindible. Entre ellos cuento con un pequeño cuaderno que tome “prestado” de la oficina del capitolio. En donde he decidido empezar con algunas notas que me ayudarán en mi informe al regresar. Ahora que lo pienso debo hacer un recuento de las cosas que tengo en mi bolsa de viaje para no extraviar nada:
- En primer lugar esta mi pasaporte, que será de utilidad en los pasos fronterizos.
- Ropa interior, calcetines y una capa de viaje (Lo más esencial).
- Dinero en efectivo que guardo en mi billetera y un pequeño cheque bancario que escondo entre mi ropa.
- Una pistola Tokarev, junto con dos cartuchos. (Nunca la he usado pero es de reglamento llevarla).
-Un pequeño cuaderno azul de tapa dura (donde estoy escribiendo) y algunos artículos de aseo personal entre otras cosas de utilidad.
-Y finalmente la carta que recibí en el monasterio.
La orden es un simple pedazo de papel taquigrafiado donde reconocí la letra del capitolio Seminov, en la cual me solicitaba que parta de inmediato hacia el país de Yaroviya y que para ello abordase el tren que partía a Pravda en la Estación Central. La carta no la he abierto aún, sobre ella reza con letra cortante “abrir solo al llegar a destino” con lo cual esperare mañana para hacerlo. Eso es todo.
Son las 10:38 pm. Siento que el sueño se apodera de mi lucidez. En un momento u otro las luces del vagón se irán apagando para que los pasajeros puedan descansar cómodamente. Sera mejor que yo también me una a ellos. Miro la ventana y un agujero negro como fauces se abre ante mí, quizás como un signo de advertencia de lo me aguarda en mi viaje pero no pienso más, las luces se apagan, y el sueño me lleva.
Abro este hilo para que comentemos las últimas películas que hayamos visto, con algún comentario para animar a nuestros compañeros del foro a verla (o a ahorrarnos algo de dinero en el cine si es mala ).
Por favor, cuando comentéis, decid rasgos generales. NO QUIERO SPOILERS en este hilo. Si os véis en la necesidad de hacer algun spoiler, que sea oculto y quién quiera que lo lea posteriormente.
En mi caso la última pelicula que he visto ha sido Big Hero 6. Es una pelicula de animación que se estreno estas pasadas navidades y que ha salido recientemente en blu-ray. La verdad es que a mi me ha gustado bastante. Tiene sus momentos graciosos y algo de acción. No llega al nivel de Los increibles, pero bastante guapa. La recomiendo.
Antes de esta vi El Hobbit: La batalla de los cinco ejercitos. Y simplemente decir que la pelicula no tiene sentido y que la han cagado bien. No voy a entrar en spoilers, pero el Hobbit se supone que es una precuelo al señor de los anillos, pero en esta pelicula eso se lo han pasado por el forro y se han inventado montón de mierda que no pega para nada con el comienzo de la comunidad del anillo. Algunos dirán que es porque no se parece al libro, y en parte quizás sea cierto, pero es que siendo 3 peliculas era imposible que se pareciese al libro. Lo que me molesta es que la historia que se han inventado no vale nada ni tiene ningún sentido, ni tiene un desenlace logico en el señor de los anillos. NO recomendada.
Espero que se publiquen peliculas interesantes. Nos vemos!
—Buenas noches, Marcos.
—Buenas noches, papá.
Su padre se quedó unos instantes más en el quicio de la puerta dirigiéndole una mirada cansada.
—Y por favor, intenta no llamarme, ¿vale? Necesito descansar.
Marcos lo miró con un rostro de rebosaba culpabilidad y asintió, inseguro.
—¿Puedes bajar del todo la persiana?
Su padre miró hacia la ventana.
—Ya está bajada. —Su tono de voz ya había cambiado, de conciliador a impaciente.
—No, le falta un poco. Por ahí entra la luz y hace sombras que se mueven.
—¡Oooh, por Dios! —exclamó su padre—. El piloto de luz también hace sombras —dijo mientras se dirigía hacia la ventana—. No hay nada, los monstruos no existen, ni las sombras se mueven ni nada de nada. ¿Cómo he de decírtelo?
Marcos se encogió en su cama e instintivamente se tapó un poco más con la manta. Su padre bajó del todo la persiana hasta que todas las baldas encajaron perfectamente y miró a su hijo:
—¿Así está bien?
Tras un breve asentimiento del niño su padre se dirigió a la puerta y murmuró un «buenas noches» antes de salir y cerrar.
Marcos tragó saliva y se acurrucó un poco más, mirando con ojos abiertos cada una de las sombras que el piloto de luz proyectaba, esperando que en cualquier momento cobraran vida.
—Los monstruos no existen —murmuró, aunque sabía que sí existían.
Estuvo así durante un tiempo, con todos los sentidos alerta, hasta que cayó dormido.
***
Un crujido lo sacó de su sueño. Con el corazón acelerado, miró a su alrededor. ¿Lo había soñado? Escrutó la oscuridad aguantando la respiración para no emitir ni un sonido. Parecía que no había nada. Cuando se relajó y volvió a taparse, lo vio: la sombra que el piloto de luz proyectaba sobre el pequeño escritorio donde hacía los deberes se movió. «Ha, Ha, Ha», rió la voz.
La sombra se alargó y se formó un rostro cornudo y unos brazos terminados en garras.
—Vete, por favor —susurró Marcos, con las lágrimas a punto de brotar de sus ojos. Estaba paralizado por el terror, como siempre que aparecía aquel ser monstruoso.
La sombra se desplazó hasta la silla y volvió a reír, esta vez más cerca.
—Papá, ven —llamó Marcos, sin la fuerza suficiente como para que le oyeran. «Tu padre no puede ayudarte», dijo la sombra en un susurro amenazador. «Nadie puede hacerlo». Y se desplazó un poco más, alcanzando los pies de la cama. «Te voy a llevar conmigo».
—¡Papá, papá, papá! —gritó mientras las lágrimas explotaban en sus ojos—. ¡Papá, ven, papá! —llamaba aterrado Marcos. ¿Por qué no acudía su padre?
La sombra se acercaba, con las garras extendidas, dispuesto a tocarle. Marcos lanzó un grito de terror y se arrastró hasta la esquina que la cabecera de la cama hacía con la pared, encogió las piernas todo lo que pudo y se abrazó a ellas.
Su padre abrió la puerta de súbito y miró a su hijo. Estaba hecho un ovillo en una esquina, llorando y murmurando. Cuando su padre se acercó y le puso la mano en el brazo, Marcos saltó como un resorte y gritó con toda su alma, intentando apartar aquella mano con golpes y arañazos, con la cara desencajada y los ojos rojos por las lágrimas.
—Soy yo, Marcos, soy papá —le dijo mientras lo abrazaba para inmovilizarlo. Empezó a llorar él también; aquello había llegado demasiado lejos—. Soy papá, soy papá…
Marcos dejó de luchar y lloró. Aquella sombra monstruosa había estado a punto de cogerle. Se abrazó a su padre y fue consciente, entonces, de que se había orinado encima.
Tras aquella noche, y en contra de lo que le habían aconsejado, el padre de Marcos permitió que su hijo durmiera con él hasta que encontraran una solución. No era normal que un niño de nueve años durmiese con su padre, pero la situación que atravesaban tampoco lo era. Todos los psicólogos que había visitado coincidían en que esas pesadillas estaban relacionadas con la muerte de su madre, ocurrida hacía casi un año, pero ninguno logró solucionar el problema. Y es que, desde aquel fatídico día, el niño había cambiado mucho: de ser un chico alegre y con muchos amigos había pasado a ser un niño solitario, sin ánimo. Se estaba convirtiendo en una sombra de sí mismo.
Pasaron varias semanas, durante las cuales Marcos no volvió a tener pesadillas. El ánimo en aquella reducida familia había mejorado un poco, ya que el padre pudo descansar mejor y Marcos dormía sin ataques de pánico. Pero los dos sabían que no podrían dormir siempre juntos.
***
Un día, tras la salida del colegio, su padre le dijo:
—Marcos, esta tarde iremos a visitar a alguien a ver si te puede ayudar. Me lo ha recomendado mi amiga Bea.
—Pero papá, ya estoy durmiendo bien, no tengo pesadillas —replicó, y sus ojos empezaron a humedecerse.
—Hijo, tienes que superar esto. No puedes pasarte toda la vida conmigo. —Esperó unos instantes antes de añadir—: crecerás y te harás mayor y no podrás seguir así. Además, vas a pasar el verano con los abuelos porque yo estaré trabajando, y tendrás que dormir solo.
—Pero papaaaa… —Marcos dejó escapar varias lágrimas y empezó a estirarse los dedos, algo que siempre hacía cuando estaba muy nervioso—. Además, ese médico tampoco va a solucionar nada. Nadie puede.
—¿Por qué dices eso, Marcos?
—Porque es verdad. Hemos ido a muchos médicos y ninguno ha podido devolvernos a la mamá. Nadie puede.
Su padre se mordió el labio y miró la carretera, parpadeando para que las lágrimas no le entorpecieran la visión, hasta que llegaron al lugar donde estaban citados.
Los dos observaron el lugar con muchas dudas: era una especie de librería, tienda esotérica y supermercado ecológico, todo junto.
—Debí habérmelo imaginado, con lo rarita que es Bea. —Marcos miró sin entender a qué se refería exactamente—. Bien, entremos —dijo dándole unas palmaditas en el hombro a su hijo.
En cuanto abrieron la puerta, una mezcla de aromas agradables les cambió el ánimo. Olía a un incienso suave, mezclado con lavanda y otro olor que no pudieron identificar. Había estanterías con velas y rocas extrañas de todos los colores y tamaños, estanterías con avena, arroz, huevos…, y también libros, tanto con lomos modernos como antiguos y desgastados. En la parte derecha había dos entradas a otras estancias, en las que en una de ellas Marcos vio una sala de juegos.
—¿Puedo ir, papá?
—Luego. Primero vamos a preguntar —contestó su padre mientras se dirigían al mostrador al fondo de la tienda.
Un hombre mayor los observaba con una sonrisa afable mientras tejía unas suelas de esparto.
—Buenas tardes, estoy citado con Antonio.
—Sí, soy yo. Y él es Marcos, ¿verdad? —el niño asintió—. ¿Y qué te parecería, Marcos, si vas a jugar mientras tu padre y yo hablamos un rato?
Su padre se mostró algo contrariado.
—Pero, ¿él no tiene que venir? —preguntó. Al fin y al cabo era el niño quien tenía pesadillas.
Antonio le sonrió.
—Puede que no sea necesario, ya lo veremos.
A su padre no le hacía ninguna gracia dejar a Marcos solo. Antonio pareció leerle los pensamientos porque a ante sus dudas, añadió:
—No se preocupe, estará bien. Mi mujer saldrá enseguida y mi nieta suele revolotear por aquí cuando entra gente. —E, indicándole la entrada a otra habitación, le pidió que le acompañara.
Marcos se despidió con la mano y se fue hacia el cuarto de juegos. Primero observó su interior desde el marco: peluches y muñecas (alguna de ellas descabezada), un par de balones deshinchados, coches y camiones, una mesita con pinturas, un montón de piezas de Lego en una esquina… Más juguetes de los que podría jugar en el rato que estuviesen allí. Una vez estuvo seguro de que no había nada extraño, entró y se sentó en la esquina de los Legos y empezó a juntar piezas, sin saber muy bien qué montar.
—¡Hola! —exclamó alguien a su espalda. Marcos se asustó y se giró bruscamente—. Uy, perdona, no quería asustarte. Mi nombre es Lea. ¿Tú cómo te llamas?
Marcos observó a aquella niña. En aquel rostro había un montón de cosas que le llamaron la atención. La primera, el pelo, pelirrojo, que crecía en bucles en todas direcciones; la segunda, unos enormes ojos castaños y curiosos, que lo observaban con una fijeza intimidadora; y la tercera, las numerosas verrugas y pecas que tenía repartidas por la cara.
—Soy Marcos —dijo apenas moviendo los labios. Miró detrás de la niña, hacia la salida, por ver si su padre había terminado ya.
—¿Y cuántos años tienes, Marcos?
—Nueve.
—Ah, muy bien, yo tengo trece.
Marcos arqueó las cejas. Apenas aparentaba tener nueve como él.
—¿Puedo jugar contigo?
—Bueno —contestó mirando de nuevo los Legos.
Había algo en aquella niña a Marcos le hizo sentir bien. Sonreía todo el tiempo y jugaba a lo que él proponía. Cambiaron varias veces de juegos hasta que, tras divertirse un rato pasándose uno de los balones pinchados, se sentaron en la mesita a dibujar.
—¿Por qué has venido? —preguntó Lea de sopetón, sin dejar de pintar un castillo.
Marcos la miró durante unos instantes y reanudó su dibujo de un partido de fútbol, sin contestar a la pregunta.
—¿Por qué has venido, Marcos?
Esta vez había dejado de pintar y lo miraba con aquellos ojos enormes.
—Tengo pesadillas.
—¡Oh! ¿De qué tipo?
—Sueño con monstruos.
—Sí, ya, pero de qué tipo: Rugarones, Rartingalos, Bestias Pinchudas… hay muchos tipos de monstruos.
—Pues no sé.
—Aaaah, ¿por eso has venido entonces, para conocerlos?
Marcos abrió los ojos y cerró la boca. ¿De qué hablaba aquella niña?, se preguntó. Él no sabía nada de monstruos y no tenía ningunas ganas de conocer a ninguno. Ya tenía bastante con aquel que le visitaba por las noches.
—Iré por mi libro —dijo Lea, y salió disparada de la sala de juegos. Tras un par de minutos volvió con un enorme libro que parecía muy antiguo, como de los que se ven en los museos—. Ya estoy aquí.
Marcos miró a la niña y a aquel libro, preguntándose si sus padres le dejarían jugar con él, ya que parecía muy delicado.
—¿Puedes describírmelo?
El niño bajó la vista y se encogió de hombros. Hacía muchas noches que no tenía pesadillas y no quería recordar nada que hiciese referencia a aquel que perturbaba su sueño.
Pero Lea no parecía aceptar sus silencios, porque le preguntaba una cosa tras otra, hasta que le dijo:
—Si no conoces a tu monstruo, no podrás derrotarlo.
Aquello pareció remover algo en el interior del niño. Dejó la pintura sobre la mesa y empezó a estirarse los dedos.
—Es una sombra que se mueve —dijo en un hilo de voz, intentando que no le oyese nadie más que ella.
—¡Oh! Vaya, entonces iré a por el otro libro. ¿Puedes ir pintándolo mientras lo traigo?
Marcos siguió con la mirada a su nueva amiga hasta que salió por la puerta y luego miró el papel en blanco que le había dejado Lea antes de levantarse. No sabía muy bien por qué pero no quería decepcionar a aquella niña. Sabía jugar a todo, era divertida y, cuando le miraba, sonreía.
Tardó en empezar a pintar, porque no sabía cómo hacerlo, pero recordó la silla de su habitación y, tras dibujarla, todo lo demás salió solo. Estaba terminando el dibujo cuando Lea volvió a entrar, esta vez con un libro más pequeño y pero igual de viejo que el anterior.
—Vamos a veeeer —dijo mirando el dibujo por encima del hombro de Marcos, que se movió vergonzoso al notarla tan cerca—. ¡Oh! ¡Qué bien pintado! Eso nos facilita mucho el trabajo. —Dejó el libro encima de la mesa y se sentó junto a él—. Por lo que veo, eso podría ser un Adoptasombras, o un Reflejo Sombrío, o tal vez un Horror de la Penumbra. Y dime, ¿cuándo te aparece, antes de dormir o cuando te despiertas por la noche?
—Cuando me despierto.
—¿Y te despiertas tú o te despierta él haciendo ruidos o cosas así?
Marcos se encogió de hombros. Nunca se lo había planteado.
—Pues piénsalo bien, porque es importante.
Inspiró profundamente y luego soltó el aire como si estuviese agotado.
—Creo que me despierta él.
—Bien, bien —dijo la niña llevándose el dedo al labio inferior y dándose unos golpecitos—. Creo que se trata de un Reflejo Sombrío. —Tomó el libro y fue pasando hojas hasta que encontró lo que buscaba—. Mira, se parece a lo que has dibujado.
Efectivamente, la ilustración de aquel libro mostraba una habitación en penumbras y una sombra amenazadora extendiendo sus garras. Marcos apartó la vista y volvió a coger su dibujo del partido de fútbol.
Lea le acarició el brazo y le dedicó una tierna sonrisa.
—Yo de pequeña también tenía pesadillas. Soñaba con un monstruo sin ojos ni nariz, que me decía que me podía ver y oler y que iba a comerme. Mi abuelo me dijo que era un Aberrado, una criatura que se alimenta de los miedos de los que temen ser devorados. Mi abuelo lo buscó en uno de los libros que tiene y me dijo cómo expulsarlo. Me costó mucho, porque tenía miedo de él, pero lo conseguí. Y tú también puedes conseguirlo —dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Marcos la miraba ensimismado, incapaz de apartar la vista de ella. ¡También tuvo pesadillas!, pensó excitado. Tal vez pudiese ayudarle con su monstruo.
Escuchó lo que ella le iba leyendo, repitiendo las oraciones para memorizarlas. Hablaron sobre cómo se lo iba a decir y cuánto se reirían cuando lo expulsara. Su padre apareció por la puerta, con los ojos húmedos. Hacía tanto que no lo oía reír que apenas ya recordaba cómo sonaba. Lo abrazó muy fuerte cuando Marcos fue a contarle que tenía una nueva amiga y que habían estado jugando. Fue sin duda el mejor momento en aquel año.
***
—Buenas noches, Marcos.
—Buenas noches, papá.
Su padre entornó la puerta y Marcos se enfrentó de nuevo a su habitación. Había estado muy animado toda la tarde tras jugar con Lea, pero a medida que se acercaba la hora de dormir su coraje fue disminuyendo hasta que se disipó por completo en cuanto su padre abandonó la habitación. Paseó la vista por todas y cada una de las sombras que poblaban la habitación deseando que ninguna se moviese, sobresaltándose de cualquier ruido, aunque venían de la calle o de la cocina.
No tuvo conciencia de cuándo se durmió, pero sí de cuando despertó. Escuchó una silla al ser arrastrada y se sobresaltó. Abrió los ojos, deseando con todas sus fuerzas que no fuera su Reflejo Sombrío, apretando con fuerzas las sábanas y con el miedo recorriendo todo su ser. «Ha,ha,ha», rió aquella voz. «Vengo a por ti».
Marcos vio cómo la sombra de la silla se alargaba tornándose monstruosa, con un par de cuernos y las garras extendidas hacia él.
—Vete —dijo Marcos, y recordó todo lo que le había dicho Lea que tenía que recitar—. Te conozco, eres un Reflejo Sombrío.
La sombra paró en su avance, como si dudase, pero la falta de convicción del niño hizo que reanudara su avance.
—No te tengo miedo —continuó, atemorizado—, porque te conozco. No me… no me… —No pudo continuar.
«No puedo hacerlo, no puedo hacerlo» se repetía una y otra vez mientras intentaba que las palabras de expulsión salieran de su boca.
—Papá… ¡papaaaa! —gritó cuando no pudo más.
Su padre apareció rápidamente y miró en la habitación, sin ver nada raro. Se volvió hacia su hijo, que estaba temblando y llorando, presa del pánico.
—No puedo, no puedo —susurraba Marcos.
—Tranquilo, hijo, estoy aquí contigo.
Su padre lo consoló esa noche y le permitió que durmiera de nuevo con él.
***
—Papá, quiero volver a aquella tienda —dijo una mañana Marcos mientras desayunaba.
—¿Por qué? Aquel hombre solo era un charlatán.
Marcos se encogió de hombros y siguió mordisqueando una galleta, como si no hubiese dicho nada. Pero su padre, recordando lo bien que lo había pasado su hijo aquel día, decidió que lo llevaría de nuevo.
***
—¡Hola, Marcos! —Se giró de un susto y vio la alegre cara de Lea—. Me alegra volver a verte. ¿Jugamos un poco?
Marcos asintió y fue a por una pelota.
—¿Cómo te fue con el Reflejo Sombrío?¿Ya lo expulsaste?
Marcos bajó la mirada y negó con la cabeza.
—¿Por qué? —preguntó ella acercándose a él. Le puso una mano en el hombro y le acompañó a que tomara asiento.
—Porque no puedo.
—¡Oh! Claro que puedes. Solo hay que hacerlo.
—Sí, claro, eso lo dices tú —replicó Marcos, molesto—. Tú no tienes una sombra de esas en tu habitación.
—No, yo tenía un Aberrado —le recordó Lea.
Estuvieron unos minutos en silencio, hasta que ella volvió a tomar la palabra.
—Te voy a contar una cosa que solo sabe mi abuelo —dijo, acercándose a él para contarle el secreto—. Cuando era pequeña, después de que mis padres muriesen, empezó a visitarme este Aberrado. En cuanto se lo conté a mi abuelo supo de qué se trataba y me explicó cómo expulsarlo. Lo intenté muchas veces sin conseguirlo, porque tenía mucho miedo, así que terminaba llamando a mis abuelos para que viniesen. Cuando acudían, el Aberrado desaparecía, pero solo para volver a la noche siguiente, o la siguiente. En aquel entonces yo era muy desobediente; estaba enfadada con todos y tenía muy mal carácter. Mis padres se habían ido para siempre y yo no lo aceptaba. Los quería, y quería que volviesen.
»Una tarde me enfadé con mis abuelos y me escapé de casa. Tenía nueve años, como tú tienes ahora. Encontré una finca abandonada y, mientras buscaba un buen lugar para esconderme, caí por un agujero que había en el suelo y me torcí el tobillo. Estaba todo muy oscuro y no podía andar, así que me puse a llorar y a gritar pidiendo ayuda. Nadie acudió.
»Y entonces, cuando estaba sola y desamparada, apareció él. No sabía cómo, pero me había encontrado. No importaba donde fuese, siempre me encontraba. Yo entonces no sabía que lo llevaba siempre conmigo, con mi odio y mis miedos.
Lea hizo una pausa. Su siempre jovial sonrisa ya no estaba. Ahora tenía el rostro serio y los ojos entrecerrados.
—¿Y qué pasó entonces?
La niña le miró a los ojos y dijo:
—Lo vencí.
Marcos se sorprendió.
—¿Y cómo lo hiciste? ¿Ya lo habías intentado antes y entonces tenías el pie roto?
Lea se acercó a él un poco más.
—No había nadie a quien decirle que no podía hacerlo. Estábamos él y yo. Nadie más. No tenía otra alternativa. Así que recité las oraciones con todo mi ser y lo expulsé para siempre.
Marcos estaba todavía con la boca abierta, asimilando aquella historia. Poco a poco se fue dando cuenta de las implicaciones que tenía aquello y su ánimo cayó como un árbol cortado con una sierra. Se hundió en la silla y se empezó a estirarse los dedos.
—¿Qué te pasa?
Marcos dudó unos instantes antes de contestar.
—Yo no quiero quedarme a solas con él.
Lea lo miró con ternura y le acarició la cabeza.
—Espera, te voy a dar una cosa —y salió disparada de la habitación.
A los pocos minutos volvió con las manos en la espalda.
—¿Qué mano quieres, izquierda o derecha? —Marcos la miraba sin ganas de jugar—. Vamos, elige.
El niño bufó y eligió la derecha con desgana.
Lea abrió su mano y le mostró un mineral de cristal semitransparente, de forma alargada y terminado en punta por los dos extremos, uno de color rosado y el otro azulado. Marcos se maravilló ante la belleza de aquella roca.
—Esto es una piedra de valor —dijo Lea—. El abuelo de mi abuelo la encontró en un antiguo cofre de unas ruinas lejanas. Esta piedra de valor da el coraje necesario para realizar cualquier cosa que te propongas. Creo que te vendrá bien.
Marcos tomó el mineral que le ofrecía y lo observó detenidamente, impresionado por el regalo que le acababa de dar. Era una piedra mágica.
Levantó la mirada y fue a decirle lo mucho que se lo agradecía pero Lea ya estaba saliendo de la habitación de nuevo.
—Vamos, tu padre ya ha terminado.
Marcos corrió hasta su padre y le mostró la roca, emocionado, explicándole las propiedades mágicas que tenía.
Su padre lo miraba como si acabase de comprender una obviedad y se giró para mirar al viejo tendero, que le guiñó el ojo.
Juntos, padre e hijo, abandonaron la tienda para dirigirse a casa.
***
—Buenas noches, Marcos.
—Buenas noches, papá.
Se dedicaron una mirada de complicidad y su padre se fue de la habitación, dejando la puerta entornada.
Marcos sonreía mientras sostenía el colgante que le había hecho su padre y que sujetaba la piedra de valor. Ahora que tenía aquel objeto mágico lo conseguiría. Estaba convencido. Y mientras lo pensaba, quedó dormido.
***
Un crujido lo despertó. Marcos asomó la cabeza de debajo de la sábana y se dio cuenta de que estaba nervioso. La sombra del escritorio empezó a alargarse y adoptar la forma del Reflejo Sombrío. «Ha, ha, ha. Vengo a por ti…».
Marcos se sentó en la cama y aferró con fuerza la piedra de valor. Miró con firmeza a aquella sombra que se acercaba con las garras extendidas.
—Te conozco, eres un Reflejo Sombrío —empezó recitando las oraciones que le había dicho Lea. La sombra paró en su avance, dudando—. Ya no puedes hacerme nada porque no te temo y no te temo porque te conozco. Vuelve a la oscuridad de la que vienes, porque en mí ya no encontrarás sombras. Vete y no vuelvas.
El Reflejo Sombrío se retorció y se arrugó, hasta volver a la oscuridad de detrás del escritorio. Fue entonces cuando Marcos se dio cuenta de lo que había hecho y se derrumbó en la cama, con la respiración entrecortada y las manos temblando. Lo había conseguido. Lo había expulsado, gracias a la piedra de valor.
Aquella noche, y todas las posteriores, Marcos durmió bien, como duermen los niños de nueve años, y poco a poco dejó de ser una sombra de sí mismo.
Epílogo
Muchos años después, mientras preparaba sus maletas para irse a la universidad, Marcos observaba sentado en la cama aquel colgante de cuero desgastado que sujetaba la piedra de valor. Sonrió como cuando su profesor de naturales le dijo que era un cristal de cuarzo muy bonito. Un simple mineral de sílice con el que había dejado de tener pesadillas, que le había ayudado a ganar el campeonato nacional de tiro con arco, que le dio la fuerza de voluntad necesaria para ser el segundo de su promoción y acceder a una beca completa para estudiar astrofísica y que, lo más importante, le insufló el valor suficiente para pedirle salir a Laura.
Una piedra que lo único que había hecho era mostrar el valor que él llevaba dentro.