Bueno este texto lo he hecho aplicando el método de escritura automática, he corregido algunas cosillas, no se sí estará todo. Espero que os guste.
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Noto como la música recorre mis venas. Camino por el parquet descalzo. Contemplo como el disco gira y gira mientras noto como me hundo en el suelo. Me siento insignificante mientras veo como unas botellas asesinas se alzan ante mi. ¡Benditas botellas! El alcohol me inhibe, intenté escapar una vez, confieso de mi pecado, ya no lo volveré a hacer. Me confieso una y otra vez siempre con los mismos resultados, siempre estoy desnudo ante una estatua . Siempre la misma estatua. Me miran mil millones de ojos con sus mil millones de bocas. Oigo como susurran cada una de ellas ¿Quien es ese loco? ¿Qué esta haciendo? ¿Quien nos protegerá de Satanás ? ¡Giro, giro, giro ! giro de la misma manera que la tierra gira alrededor del sol. Me apuntan con sus dedos puntiagudos, la música recorre mis venas como si sangre se tratara. Tambores comienzan a retumbar a la lejanía mientras el sol se levanta desde la fina línea del horizonte.
Escucho el sonido de la tostada escapandose de la tostadora. Abro mis ojos lentamente, no quiero irme del reino de Orfeo. Las sábanas se pegan a mi pero mi piel sudorosa y mi vejiga llena me obligan a levantarme. Tengo la garganta seca a lo mejor tendría que expulsar mi pis en mi boca, de esta manera acabaría antes. No lo hago. Me voy al baño a expulsar mi meada, a contemplarme en el espejo, a tirarme agua a la cara y a irme a la cocina. Veo como las tostadas están encima de la mesa, con su mermelada sabor frambuesa, están listas. Me quedo pensando unos segundos. Vivo sólo ¿ Como cojones están hechas mis tostadas?
Alas de fuego, el dragón durmiente, ha despertado y amenaza con descargar su terrible ira sobre toda Fincayra. Sólo el joven Merlín, cuyos poderes mágicos son recientes y no han sido probados, puede detenerlo... aunque ello quizá le cueste la vida.Pero antes de enfrentarse al fuego del dragón, Merlín debe afrontar otros fuegos, incluido el que arde en su interior. Debe plantar cara a los temidos kreelix, cuya existencia está consagrada a destruir la magia, a la misteriosa Domnu, que custodia el preciado Galator. Y, lo más difícil, Merlín debe descubrir el poder y el origen de su propia magia.
[b]Crítica
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Tengo un especiel sentimiento hacie esta saga ya que los dos primeros libros formaron parte de mi infancia y alimentaron esa atracción que sentia hacia la leyenda aturica y claro esta hacia el misterioso mago. Sin embargo solo leí los primeros dos porque como suele pasar, fueron apareciendo mas libros y me fueron gustando otras cosas, y hoy a diez años de esa lectura retomo la serie aunque no con la misma perspectiva que la primera vez.
Aquí es donde te das cuenta de cuanto funcionan estos libros para los niños, yo tengo unos gratos recuerdos de esta historia, aunque mentiria que recuerdo el cien por ciento de ella si tengo algunas cosas muy guardadas de esta saga que me parecio lo mejor que leí en su momento.
Ahora que lo tomo de nuevo, me doy cuenta de que aunque la historia no es mala, tampoco es extraordinaria, sino mas bien básica, cumple como libro pero se nota una narrativa un tanto apurada que va directo al grano pero muy a la carrera parando solo ocacionalmente en los lugares programados para que la historia cuadre.
No puedo juzgar este libro porque no sería injusto sobre todo porque me ha entretenido pero a la vez sé que le falta mucho para equiprarse a los grandes, ya sabes Tolkien, bla bla bla, bla bla bla. Como quiera que sea el libro es cortito y merece mis respetos por ser parte de mis grandes compañeros en mi etapa de pañales literaria.
Vamos a hablar directamente del libro ya es es un trabajo muy corto pero con un potencial muy alto.
La serie de Infinity Blade se compone de dos libros de no mas de doscientas páginas cada uno con lo cual tenemos una lectura rápida y llena de acción, y la historía forma parte de un videojuego del mismo nombre que la verdad no he jugado ni pienso en jugar, pues la verdad no encontraría tiempo para hacerlo.
Este último detalle nos lleva a una cuestión muy interesante. ¿Se puede entender la historia en esos dos tomos? la verdad es que no y yo aún estoy en la busca de la historia del videojuego sin saber por donde empezar. principalmente por quisiera comprender el final de esta obra ya que me dejo con ganas de mas y un sin fin de dudas.
El primer libro estuvo muy bien, inicia y cierra bien si no sabes nada sobre el videojuego, con lo cual tendras una lectura que no dejara mas dudas que el como continuara su segunda parte, vale la pena comprarlo pues no esta mas allá de los doce dolares aunque el libro si que te va a durar poco, yo me lo leí un unas horas porque una ves que inicias no pudes parar.
Con el segundo libro lo pasas mal, no porque sea malo, todo lo contrrio porque el libro juega con tu mente y te va haciendo adicto a la historia pero sin revelarte mucho para que sigas con el culo apretado, aunque odie el final que es que aun no logro descubrir.
¿Que pasa despues? ¿Que ocurre con los personajes?
Me jode que me dejen con dudas, este libro es un misterio que no sé si lograre desentrañar sin la nececidad de jugar el videojuego.
Si alguien sabe ma acerca de esto espero sus enseñansas para un neofito en el mundo de la espada infinita. Principalmente que pasa con el Hacedor.
Esta es una historia muy intensa que nadie debería pasar por alto, sinceramente vale la pena y te das cuenta que no es necesario escribir un libro de cientos de páginas para crear una historia que destruya cerebros.
donald trump tuvo una reunion con representantes de la industria de los videojuegos, donde mostro el siguiente video -sin el menor contexto o sin señalar que en muchos casos son videojuegos calificados solo para mayores de 18- y señalo que habia que tomar medidas con la violencia en los videojuegos porque se podia traspasar a la vida real o algo asi. Si bien se ha discuido por al menos un par de decadas la influencia que los videojuegos violentos pueden tener en el comportamiento de los jovenes, muchos ven esto como un chivo expiatorio, basicamente culpar a los videojuegos de las continuas masacres en estados unidos, en vez de hacer realmente algo para evitarlas.
Vean los comentarios del video, y su numero de dislikes.
Hola a todo, soy Fernando Martín, nuevo en el foro. Recientemente he terminado el segundo borrador de mi novela, que ya englobaba toda la obra completa(El primero llegaba solo a los dos tercios por diversas cuestiones), y me gustaría subir por aquí el prólogo, para que me den su opinión y comentarios. No les de miedo ser duros o críticos, para eso precisamente lo subo, y me tomaré en consideración cualquier apunte de posible mejora que me hagan.
Es posible que suba más capítulos en un futuro, y además he de decir que el nombre de la novela es provisional(Aun no he pensado uno).
Prólogo: En la pesadilla interior
Lucien se despertó bruscamente. Lo primero que pudo sentir a través de sus manos era un suelo frío y duro. Se encontraba tumbado, en un sitio muy oscuro, tanto, que apenas veía más de un par de metros.Mientras se ponía de pie tanteaba torpemente con las manos a su alrededor, en busca de algún tipo de objeto con el que pudiera chocar. Estaba realmente desorientado, lo último que recordaba era que se había acostado después de acabar el día de su veinte cumpleaños. Un miedo terrible lo invadió poco a poco, a medida que su mente se hacía las preguntas más básicas ¿Qué me ha pasado? ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí ?.
Y mientras el miedo a lo desconocido se apoderaba de él,su vista fue adaptándose a aquel sombrío lugar, y comenzó a ver ligeramente en aquella oscuridad casi total. Empezó a darse cuenta de que estaba en una especie de sala, con unas columnas enormes a su alrededor, que parecían ser de algún material similar al mármol. Se acercó a una de estas, y una vez a su lado, se dio cuenta de la magnitud de aquel lugar, ya que era más alta de lo que alcanzaba a ver su vista. Tenían pinta de ser antiguas y eran bastante tétricas, cosa que no ayudaba a sofocar el intenso miedo que sentía Lucien. Podía sentir como el corazón le latía aceleradamente, y respiraba de manera sonora debido al estrés de la situación. De repente, un pequeño destello se produjo a lo lejos, en apenas un instante, pero lo suficiente como para que Lucien fuera capaz de percibirlo.
“Habrá sido mi imaginación” pensó mientras se frotaba las manos nerviosamente.
Estaba, muerto de miedo, en una sala enorme si saber cuándo o cómo había llegado hasta allí, sólo ante una basta oscuridad que parecía no tener fin, y con su mente creando teorías absurdas que no ayudaban en nada. Rompió a llorar de desesperación. A esta sensación de impotencia le acompañaba un frío que le helaba los huesos, y del cual el pijama de franela que llevaba no le protegía demasiado bien.
-Ahora mismo tienes que ser fuerte, llorar no te servirá de ninguna ayuda- se dijo a sí mismo en voz baja.
Tras luchar contra sus propios miedos, empezó a pensar más fríamente. Comenzó a fijarse mejor en su entorno, en busca de cualquier signo revelador. A pesar de todo, el sitio le resultaba familiar, como si lo conociera, aunque estaba claro que nunca antes había estado allí. Se sentó apoyando la espalda sobre la columna de ¿piedra?, y agarró sus piernas con las manos,en posición fetal, con el objetivo de mantener a raya el frío lo máximo posible. Intento hacer memoria, pero no recordaba absolutamente nada que le sugiriera cómo había llegado a aquel lugar.
Pasó un buen rato, no sabía realmente cuánto, ya que era difícil saber cómo discurría el tiempo en aquel sitio. Decidió que no podía quedarse allí pensando eternamente. Entonces, volvió a ver otro destello a lo lejos, de nuevo apenas un parpadeo, tan fugaz, que no sabía si sería fruto de su imaginación. Decidió quedarse mirando fijamente en aquella dirección en busca de cualquier signo que le indicara que aquello era algo real.
Al poco tiempo, el destello volvió a repetirse. Lucien siguió mirando hacia allí, con la intención de asegurarse. Tras prestar atención se dio cuenta de que el destello era cíclico.Pensó que era una locura, pero era lo único que tenía, y al fin y al cabo toda esa situación también lo era, así que decidió ir hacia aquel parpadeo. Comenzó su caminata en dirección al único indicio de algo en aquella vacía oscuridad,con el frío castigándole los músculos. A medida que andaba se dio cuenta que había más columnas en aquel lugar, y todas eran tan altas como la primera, aunque no tenía una idea real su tamaño, dada la escasa visibilidad. Había un patrón entre ellas, mismo material y estilo, de aspecto antiguo, y con musgo o algo similar que trazaba unas siluetas que no podía distinguir demasiado bien.
A medida que se acercaba, comenzó a percatarse de que provenía una tenue luz de la dirección hacia donde caminaba. Poco a poco se fue acercando a su fuente, y con esta luz comenzaron los detalles. Ahora podía ver que las columnas eran claramente de un material pétreo, que mezclaba tonos blancos con grisáceos, y aquello que le había parecido musgo eran en realidad unas lineas verdes oscuras intensas de algún tipo de mineral, que recorrían toda su superficie hasta su punto más alto. Aunque la base de la columna era muy austera, las partes superiores estaban decoradas con unas florituras muy extrañas.
También podía ver el techo, que estaba formado por bóvedas, que se apoyaban sobre las columnas. El suelo era del mismo material que estás, aunque carecía de esas líneas verdes, y estaba compuesto por losetas que estaban en perfectas condiciones, a pesar del aspecto extremadamente antiguo que tenían. Se fijó en que todo era exactamente igual, y el miedo empezó a dejar paso a la curiosidad, a medida que una sensación de familiaridad lo invadía de nuevo.Nada de aquello tenía sentido, pero aquella sensación extrañamente calmaba su miedo y angustia.
Tras un rato caminando, al fin estaba bastante cerca de la luz como para ver su origen. Era un cristal blanco, que emitía una luz alrededor de aquella marea de oscuridad. Este había dejado de parpadear desde hace rato, como si al acercarse él , ya no fuera algo necesario. Daba la sensación de que el objetivo de aquellos destellos fuera llamar su atención,pero aquello era imposible, un cristal no podía hacer eso, era algo inanimado.
Se acercó al cristal hasta estar a una distancia de unos metros, con mucho cuidado, mirando a todas partes, aunque realmente sólo veía más de lo mismo: más columnas y más negrura a lo lejos. De repente, empezó a sentir como el cristal lo llamaba, lo percibía, pero ¿Cómo podía ser aquello?, tantas preguntas sin respuesta le hacían sentir que no tenía ningún control de la situación. Tras un rato decidiendo que hacer, llegó a una conclusión, se estaba volviendo loco en aquel lugar, y cada vez sentía que el cristal lo llamaba con más fuerza, como si le lanzará un susurro sin palabras a su mente, que le decía de alguna forma que no comprendía que se acercara.Además, aquella tenue luz blanca había eliminado por completo el frío que sufría, y le transmitía una sensación de calidez veraniega. Y allí, sólo, perdido en algún lugar misterioso, decidió que no tenía ninguna otra opción, y se acercó aún más.
Ahora ya estaba a un metro escaso, y podía verlo con claridad. El cristal tenía forma de dos conos unidos por la base.Medía unos tres metros de alto, y flotaba suavemente sobre el suelo. Era ligeramente transparente y liso, como si estuviera totalmente pulido. Ahora que estaba más cerca, sentía la presencia del cristal de manera aún más fuerte. Este le incitaba a tocarlo, era casi como una orden, y a Lucien le costaba resistirse a esta. El cristal le susurraba , aunque no de la forma que lo hacían los demás. Era capaz de transmitirle calma y seguridad, a la vez que le ordenaba tocarlo, con una voz sin palabras que atacaba directamente a sus emociones ,haciéndole sentir de cierta forma el impulso y la obligación de obedecerla sin cuestionar. ¿Cómo iba un cristal a darle algún tipo de orden? De hecho,¿Cómo iba un cristal siquiera a comunicarse con él?
Tras un rato ensimismado en esa sensación, resistiéndose a la orden que se deslizaba por su mente y con tantas preguntas, se decidió a obedecer. Lucien acercó la mano lentamente hacia el cristal y a medida que se aproximaba, este comenzó a reaccionar, emitiendo un brillo intenso. Muy despacio, pasó la mano por su superficie lisa.Estaba caliente, y parecía emitir algún tipo de pulsaciones, muy similares a el latido de un corazón. Entonces el cristal cambió repentinamente a un tono verde oscuro, y comenzó a emitir una luz de este mismo color.
Al momento, todas las sensaciones que el cristal proyectaba en Lucien cambiaron radicalmente. Los sentimientos de paz y tranquilidad fueron sustituidos por ira, desesperación, miedo y dolor, que invadieron su mente. Este, incapaz de soportar la marea de sensaciones que entraban en su conciencia a un ritmo vertiginoso, cayó al suelo de rodillas, mientras se agarraba la cabeza con ambas manos y gritaba de dolor, a la misma vez que las emociones negativas se arremolinaban en sus pensamientos.Entonces montones de imágenes comenzaron a pasar por su cabeza a una velocidad pasmosa. Eran tan rápidas que apenas podía distinguir nada de ellas. Sentía que la cabeza le iba a explotar, a la vez que un intenso dolor invadía cada uno de los nervios de su cuerpo. Notaba como el corazón le latía tan fuerte en el pecho que parecía que se le iba a salir.
Empezó a sangrarle la nariz, y de repente,tan rápido como había comenzado, aquel torrente de emociones negativas desapareció. Lucien pudo mirar el cristal de nuevo mientras se retorcía de dolor,de rodillas, y pudo comprobar que seguía manteniendo ese color verde oscuro, pero al mirarlo, pudo sentir cómo las sensaciones que emitía el cristal en su mente habían cambiado de nuevo. Este parecía enviarle una sensación de familiaridad, como si el cristal le tuviera cariño de alguna forma. Y entonces este mandó un mensaje claro y directo a la mente de Lucien, con una voz grave y cavernosa, que destilaba poder a cada palabra que pronunciaba
“Bienvenido de nuevo amo” retumbaba el mensaje dentro de su cabeza.
Y tras esto, el cristal emitió un destello de luz verde intensa que lo cegó totalmente. Para cuando recobró la vista, este había desapareció,dejándolo de nuevo sumido en una oscuridad y silencio total. Y en este enorme mar de vacío, pudo oír una voz muy lejana, con una forma de hablar muy aguda y penetrante, incluso se diría irritante, a la vez que parecía tener un toque infantil, que provenía de algo que claramente no era humano:
“Al fin te veo”
Y mientras el miedo se apoderaba de él, y el eco de aquella frase resonaba por esas oscuras cámaras una y otra vez, acompañada de una carcajada maligna, Lucien cayó inconsciente, presa del dolor y el cansancio.
Buenas tardes a todos. Quisiera conocer vuestra opinión con respecto a una obra que ya está a la venta. Adjunto el primer capítulo. Gracias a todos por leer y opinar.
Era una noche tranquila. Las estrellas empezaban a brillar en el cielo mientras el suave viento de poniente mecía las hojas de los árboles. La luz de una antorcha se filtraba entre los troncos de los árboles, las pisadas del individuo resonaban por el bosque acompañadas del esporádico ulular de los búhos. Al llegar junto a un pequeño puente de piedra que atravesaba un riachuelo, se sentó sobre la barandilla. «Parece que soy el primero en llegar» pensó, acomodándose sobre la piedra. De pronto oyó un ruido tras unos arbustos cercanos y, rápidamente, se levantó espada en mano.
—¿Quién anda ahí? —preguntó.
Un enano salió a rastras de la espesura balbucenado escusas e improperios.
—¿Qué narices hacías ahí escondido, Demetrio? —inquirió de nuevo mientras guardaba la espada.
—Oí tus pisadas y pensé que podía tratarse de un salteador… ¿Cómo sé que eres Oinkos? —preguntó el enano con suspicacia.
El individuo señaló su nariz y, dándose la vuelta, señaló también una pequeña cola rizada que tenía en la espalda.
—¿Conoces algún otro semicerdo, enano cobarde y desconfiado? —inquirió con una sonrisa.
El enano gruño con aprobación y alzó su mano con intención de estrechar la de Oinkos, pero el semicerdo se agachó y le dio un fuerte abrazo. Habían pasado muchos años desde la última vez que se habían visto.
En ese momento, un resplandor apareció por el camino acompañado del sonido de unas voces. Oinkos sujetó al enano justo cuando se dirigía de nuevo hacia los arbustos. Poco después llegaban hasta ellos un mago y un elfo. El semicerdo les dio sendos abrazos y, pese a los intentos del enano por seguir estrechando manos, no pudo evitar recibir otro abrazo del mago. El elfo, por su parte, había abrazado a un arbusto cercano.
—¡Ay! Como te ha crecido la barba Demetrio… —comentó el elfo al pincharse con las hojas del arbusto.
—¿Sigues negándote a comprarte unas gafas, Elcegat? —preguntó Oinkos con una sonrisa.
—¡Los elfos tenemos una vista envidiable! —se jactó Elcegat, dirigiéndose a un ciervo que casualmente pasaba por allí.
—Para un topo, quizá… —musitó Demetrio.
Tras el reencuentro, los cuatro se encaminaron hacia una aldea cercana donde tomarían algo juntos al calor del fuego de la taberna y se pondrían al día. Bactrio, el mago, había pasado los últimos años en el colegio Mispociones de Magia y Hechicería. Tras graduarse unos meses atrás, estaba intentado reunir dinero para abrir una tiendecita de pociones mágicas en la ciudad de Maginepta. Elcegat, trabajaba con su tío Eldelbar en la taberna que este tenía en la aldea del bosque de Blindelfwood, y esperaba algún día poder abrir su propia taberna. Demetrio, el enano, había abierto una pequeña mina en la montaña de Deilosnanos, pero hasta ahora no había tenido mucha suerte y apenas encontraba material útil. Oinkos, el semicerdo, se había alistado en una compañía de mercenarios, había viajado por todo el continente durante años y ahora era veterano de cuatro guerras. Además, hacía yogures.
—… Y por eso os he reunido hoy aquí —explicaba Oinkos—, durante todos estos viajes siempre estuve alerta ante cualquier indicio o pista... ¿Recordáis lo que hablábamos siempre de pequeños? —preguntó mirándoles a los ojos uno a uno—. Siempre decíamos que de mayores correríamos aventuras, buscaríamos tesoros y rescataríamos princesas… Pues bien, he reunido una serie de pistas que nos podrían llevar hasta un tesoro. Tenemos la oportunidad de cumplir nuestros sueños, tanto los infantiles, como los que tenéis ahora de sacar adelante vuestros negocios.
Se hizo el silencio. El crepitar del fuego era lo único que se oía en la pequeña taberna, la cual tenían para ellos solos aquella noche.
—Bueno, no tengo ninguna idea mejor para financiar mi tienda así que… me apunto —dijo Bactrio.
—Yo también, me vendrá bien conseguir algo de oro para mi proyecto de taberna —apuntó Elcegat.
—No pienso ser menos que este par de patanes, además mi mina no da muchos dividendos… —gruñó el enano.
Oinkos sonrió.
—Bien, pues si os parece vamos a dormir. ¡Mañana empieza la aventura!
Recuperaron fuerzas durante la noche y, con buen ánimo, empezaron la marcha al día siguiente. Durante dos jornadas, el grupo de amigos viajó hacia el este, hacia las montañas Lesiplen. Una vez en la zona, Oinkos necesitó otra jornada más para dar con la cueva indicada.
Frente a ellos, una pequeña abertura que se adentraba en la montaña. A sus espaldas, un precioso valle boscoso, salpicado aquí y allá de algún claro, atravesado por un río que serpenteaba entre pequeños prados que lindaban con el bosque, se extendía hasta el horizonte.
—¿Estáis listos? —inquirió Oinkos, entregándoles una antorcha a cada uno de ellos.
Sus compañeros asintieron y, uno a uno, fueron introduciéndose en la cueva. Tras caminar durante una hora, el túnel rocoso dio paso a una especie de cámara. Unos extraños dibujos y letras adornaban las paredes de la sala. Algunos dibujos representaban animales conocidos, pero otros representaban bestias de las que nunca habían tenido conocimiento. El techo abovedado, por su parte, estaba vacío. Demetrio se acercó a uno de los dibujos y empezó a pasar la mano por el relieve.
—Aquí no hay salida —señaló Bactrio.
—Hay una puerta secreta, en alguna parte… —dijo Oinkos mientras miraba con atención todos los relieves.
—¿Y sabes encontrarla?
—Sí, solo necesito encontrar el dibujo adecuado.
De pronto a Oinkos se le iluminó la cara. Posó su mano sobre uno de los relieves y empujó. El relieve se deslizó hacia atrás e inmediatamente, con un ruido ensordecedor, una puerta secreta se abrió en la pared contraria. Un túnel, perfectamente labrado en la roca, se abrió ante ellos.
Oinkos desenvainó su espada.
—A partir de aquí podemos encontrarnos cualquier cosa —les advirtió.
Elcegat cogió su arco y una flecha, listo para disparar. Bactrio desabrochó su túnica para poder acceder rápidamente a los bolsillos interiores de la misma, los cuales llevaba repletos de frasquitos de pócimas. Demetrio flexionó las rodillas e hizo unos estiramientos; estaba listo para salir corriendo al menor peligro.
Atravesaron el pasadizo con cautela. Tras recorrer unos metros, Oinkos oyó un leve chirrido bajo su bota y saltó rápidamente hacia atrás empujando a sus compañeros. Fueron cayendo de culo cual fichas de dominó. Mientras, de unos pequeños agujeros de la pared surgieron varias flechas que rebotaron en la piedra. Ninguno sufrió ninguna herida de puro milagro.
—Mirad bien donde pisáis, podría haber más trampas como esa —dijo el semicerdo, levantándose.
—Creo que tengo algo que podría ayudar —comentó Bactrio mientras rebuscaba en su túnica—. ¡Sí! Aquí está, bebed un poco de esto —dijo, pasándosela a Demetrio—. Es una poción de pies ligeros, después de beberla seréis tan livianos que…
Un fuerte crujido resonó por el pasadizo. Bajo los pies del enano la roca se estaba resquebrajando.
—¡Rayos! ¡¿Poción de pies ligeros?! ¡Siento como si pies pesaran una tonelada cada uno! —gruñía el enano mientras movía enérgicamente los brazos en un intento por pegar al mago, mas su esfuerzo era inútil ya que no podía mover sus pesados pies.
—¡Vaya! He debido de confundirme de frasco —dijo Bactrio, sonriendo tontamente en un intento de quitarle hierro al asunto—. Por aquí tendré algo para devolverte a la normalidad…
De pronto el enano empezó a levantar un pie.
—No te molestes, ya se empieza a ir el efecto —comentó Demetrio, aún con rencor en la voz.
—Pues no debería pasarse tan rápido… —dijo el mago, un poco confuso.
—Lo mejor será que avancemos pegados a la pared —intervino Oinkos—, seguramente las trampas estén colocadas hacia el centro. En cualquier caso, si oís algún ruido extraño saltad rápidamente hacia atrás.
Los cuatro amigos reanudaron el avance. Al final del pasadizo encontraron unas escaleras que decidieron bajar también pegados a la pared. Estas desembocaron de nuevo en un pasadizo. Tras cruzarlo por entero, llegaron a una nueva sala, que al contrario de la anterior contenía múltiples puertas. Esta era una sala enorme y tuvieron que distribuirse a lo largo de toda ella para que, sumando la luz de todas las antorchas, pudieran verla en su totalidad. Además de nuevos relieves y letras de un antiguo idioma, en esta sala había también diversas estatuas junto a las paredes.
—Y aquí llega el primer problema. Sé que tenemos atravesar la tercera, la quinta o la sexta puerta, las otras están descartadas. Pero si fallamos al abrir la puerta no se qué ocurrirá —les informó Oinkos.
—Así que tenemos un treinta y tres por ciento de posibilidades —apuntó Bactrio.
—Yo voto por abrir la tres —dijo Demetrio.
Los demás se encogieron de hombros y Bactrio se dirigió a la puerta tres. Cogió el picaporte, respiro profundamente y… abrió.
Al otro lado de la puerta la oscuridad era completa. El mago alzó su antorcha y vio que algo se movía en la penumbra. De pronto dos figuras humanoides envueltas en lo que parecía papel de váter y con los brazos extendidos se acercaban a la puerta entre gemidos lastimeros.
—¡Momias! —gritó horrorizado Bactrio a sus dos compañeros. El enano había desaparecido.
—¡Malditas! ¡Os mandaré de vuelta al inframundo! —gritaba Elcegat mientras asaeteaba sin compasión una y otra vez una de las estatuas de la otra punta de la sala.
Oinkos desenvainó su espada y se lanzó sobre uno de los monstruos. Éste usó sus vendas cual látigo, pero el semicerdo consiguió esquivar el latigazo y, plantándose ante él lo ensartó con su espada. La momia abrió mucho los ojos pero, antes de caer muerta, le pegó un mordisco en el hombro. Oinkos chilló de dolor cual cerdo en el matadero.
Mientras tanto, Bactrio rebuscó en su túnica y sacó una pócima de fuego. Sabía que el vendaje de la momia prendería con facilidad. Como si de un cóctel molotov se tratara arrojó la pócima contra el monstruo y, al romperse, se produjo el efecto... La momia quedó completamente empapada de agua. Por suerte, el vendaje se deshizo con el agua y el monstruo quedó transformado en un charco de papel deshecho.
—Bueno, supongo que así también vale… —reflexionó Bactrio, encogiéndose de hombros.
—Alguien debería decirle a Elcegat que ya ha acabado todo —comentó Oinkos mientras se examinaba la herida y empezaba a tratarla.
Al otro lado de la sala, el elfo continuaba su encarnizada lucha con la estatua. Bactrio cruzó la estancia y se acercó a él para comentarle un par de cosillas. Mientras tanto, el enano reapareció.
—¡Vaya!, me pareció ver algo en el pasadizo por el que vinimos, pero al final resultó no ser nada… —se excusó, y al ver la herida de Oinkos añadió—: ¡Te han mordido! ¿No irás a transformarte en un zombie, no? —preguntó, palideciendo de terror.
—No te preocupes, es una mordedura de momia, no de zombie.
—¿Y qué diferencia hay? —pregunto Demetrio, no muy convencido.
—La diferencia —intervino Bactrio, que regresaba ya con Elcegat—, es que si te muerde un zombie te transformas en un muerto viviente, pero si te muerde una momia… solo eres un idiota con una mordedura de momia —sentenció sonriente.
—Bueno, deberíamos probar con una de las otras puertas —dijo Oinkos tras terminar de aplicarse un vendaje en la herida.
Bactrio se acercó a la quinta puerta.
—¿Qué tal esta? —Y sin esperar respuesta la abrió.
Al otro lado de la puerta se extendía un pasadizo igual a los anteriores.
—Parece que es la buena —comentó Oinkos, adentrándose en el pasadizo. Los demás le siguieron.
Tras seguir el pasadizo durante varias horas, girando numerosos recodos y subiendo y bajando varios tramos de escaleras, finalmente fueron a parar a una gran caverna natural. Un extraño sonido recorría el lugar a intervalos regulares.
—Parece una respiración —comentó Bactrio—, la respiración de algo muy grande…
—Bien, entonces estamos cerca del tesoro —afirmó Oinkos.
—¿Tú sabes que hay ahí? —preguntó temeroso Demetrio.
—Un dragón —dijo Elcegat.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó Oinkos sorprendido.
—Buscamos un tesoro y los dragones guardan tesoros según muchas de las leyendas de los elfos.
—Bien, pues ya sabéis a que nos enfrentamos —dijo Oinkos, recomponiéndose y empezado a avanzar por la caverna.
Al pasar de largo una gigantesca piedra que parecía haberse desprendido del techo de la caverna pudieron verlo. Un inmenso dragón verde, dormido sobre una montaña enorme de tesoros. Miles de monedas de oro y toda clase de objetos de incalculable valor labrados en los más preciosos metales. Los cuatro amigos quedaron boquiabiertos ante semejante panorama. Poco a poco, se acercaron hasta un pedrusco y se agazaparon tras él. Debían idear un plan.
—¿Cómo vencemos al dragón? —preguntó Elcegat.
Bactrio y Demetrio miraron inquisitivamente a Oinkos. Este tenía la vista fija en el dragón, mientras meditaba cual debía sería su siguiente paso.
—¿Tienes alguna pócima que pueda resultar útil? —le preguntó el semicerdo al mago.
Éste se rascó la cabeza pensativo.
—Tal vez podríamos usar una pócima de oscuridad impenetrable. Así podríamos acercarnos hasta el tesoro y llevárnoslo sin ser vistos aunque el dragón se despertara… —razonó Bactrio.
—¡Genial! —dijo el enano, feliz de poder evitar el enfrentamiento con el dragón.
El mago se hurgó en la túnica y sacó un frasco. Lo lanzó por los aires y éste se rompió contra el techo de la caverna. Y de pronto… una gran cantidad de luz iluminó toda la cueva. Era como si el sol hubiera penetrado hasta las entrañas de la tierra. El dragón, dormido durante siglos en la más completa oscuridad, se despertó sobresaltado. Se irguió en todo su enorme tamaño y miró a las tres pequeñas figuras que había frente a él. El enano se había esfumado de nuevo.
—¿Quién osa perturbar mi descanso? —tronó el dragón.
—Mierda —dijo Bactrio.
—¿Mierda? ¿Qué clase de nombre es ese? —bufó el dragón.
—Esto… ¡nos hemos perdido! —improvisó Oinkos, pensando con rapidez—. ¿Serias tan amable de indicarnos la salida?
—¿Perdidos? —preguntó el dragón con suspicacia—. Claro, yo os indicaré la salida… ¡de esta vida! —sentenció, echando el cuello hacia atrás.
Los tres amigos apenas tuvieron tiempo de esconderse tras la roca antes de que el dragón llenara de fuego la caverna. Tras unos segundos, los tres levantaron la cabeza. La piedra prácticamente se había fundido.
—¡Corred! —gritó el semicerdo.
Ninguno necesitó que se lo dijeran dos veces. Mientras huía, Elcegat sacó su arco y empezó a disparar al dragón. Lo bueno fue que, ante un blanco tan grande, el elfo fue capaz de disparar contra su enemigo, lo malo fue que, pese a dar en el blanco, las flechas rebotaban igual en el pecho del dragón que como lo habían hecho contra la estatua. Aún así, las flechas molestaron lo suficiente al monstruo para que este se dirigiera primero a por el elfo.
Oinkos sabía que nada podía hacer con su espada si estaba lejos del dragón. Al ver que este se interesaba por Elcegat, aprovechó su oportunidad y con unas cuantas zancadas se metió entre las piernas del monstruo. Ahora su problema era saber dónde podría clavar su espada para matar al dragón, pues no parecía tener ningún punto vulnerable.
Bactrio empezó a sacar pócimas y a lanzárselas al dragón. Primero una de agua que esperaba que impidiera al dragón escupir fuego, pero resulto ser una pócima de fuego que hizo su siguiente ataque aun más devastador. Después lanzo una pócima explosiva con la que esperaba reventarle la cabeza al monstruo, pero la explosión apenas fue la de un petardo pequeño. Y así siguió la cosa con varias pociones más…
Entonces, Oinkos la vio. Entre todos los tesoros distinguió aquello por lo que él se había metido en aquella aventura. Los tesoros sin duda habían atraído a sus amigos, amén de su espíritu aventurero, pero él había venido solo por aquel objeto en concreto. Sobresaliendo entre monedas, coronas y cálizes, estaba la punta de la Goatlance.
Con su nueva, aunque ancestral, lanza en la mano, Oinkos se dirigió hacia el dragón.
—¿Pero qué narices piensas hacer con eso? —le preguntó una vocecilla.
El semicerdo miró a su alrededor buscando el origen de la misteriosa voz y, de pronto, puso los ojos en blanco. Entre la montaña de tesoros había un caldero de oro macizo del cual asomaba la cabeza de Demetrio.
—¿No ves que la punta de la lanza es un cuerno de cabra, de esos en espiral? ¡Es imposible que puedas clavársela al dragón! —sentenció el enano.
Oinkos miró la punta de la lanza. Efectivamente parecía ser un arma completamente inútil… Sabía que era un arma mágica, pero no tenía ni puñetera idea de cómo funcionaba. Había supuesto que funcionaría como una lanza cualquiera… pero no parecía que fuese a ser el caso a tenor de lo que le acababa de señalar el enano.
En ese momento se escuchó una fuerte explosión a los pies del dragón. Bactrio, cansado de que nada funcionase debidamente, había lanzado una decena de pócimas a la vez y éstas habían producido tal deflagración que el dragón, en un acto reflejo, se echó a volar. Para su desgracia, no había demasiado espacio en la caverna para su vuelo, así que se golpeó la cabeza contra el techo de la misma.
—¡Menudo ostión! —exclamó Demetrio.
—Yo prefiero las almejas —comentó Elcegat.
Mientras tanto, la cubierta de la cueva empezó a derrumbarse y los cuatro amigos enfilaron a todo correr el pasadizo por el que habían llegado, mientras gran cantidad de rocas caía por doquier.
Unas horas más tarde, sucios y cansados, lograron salir de la cueva. El dragón, muerto o no, estaba enterrado. Oinkos había conseguido aquello que había ido a buscar, la mítica Goatlance, y Demetrio, escondido entre tantos tesoros, no había dejado pasar la oportunidad de guardarse unos cuantos objetos en los bolsillos. Los repartió con Elcegat y Bactrio y, comiendo unos yogures al calor de una fogata, todos coincidieron en que al final la aventura había acabado bastante bien pese a la gran cantidad de riquezas que se habían quedado bajo la montaña.
Los Épicos nacieron cuando Calamity iluminó los cielos. Desde esa noche histórica, el destino de David ha estado entrelazado con el de esos malvados. Steelheart asesinó a su padre. Firefight le robó el corazón. Y ahora Regalia ha convertido a su mayor aliado en un peligroso enemigo.
David conocía el secreto del Profesor. Secreto que guardó incluso cuando el Profesor se esforzaba por controlar los efectos de sus poderes épicos. Pero no pudo superar enfrentarse a Obliterarion en Babilar. El Profesor, que fue líder de los Reckoners, se ha entregado totalmente a su destino de Épico. Se ha hundido es esas tenebrosas sombras de violencia propias de todos los Épicos. Y todo saben que de las sombras no se vuelve…
Pero todo se equivocan. Es posible redimir a los Épicos. Megan ya lo demostró. No todo está perdido. Al menos, no definitivamente. Y David está lo suficientemente loco como para enfrentarse al Gran Épico más poderoso de la historia con tal de recuperar a su amigo. O al menos, morir intentándolo.
Crítica
No me pude esperar mas y compre el maldito libro, tenía que terminar con todo de una vez por todas y me tope con esto...
Todo muy bien, un inicio aceptable, yo esperaba que por fin profundizaran en el porque de las cosas que nos dieran información de que era Calamity, que hacia allí, como se creó, osea... algo que saciara las dudas, y a medida que avanzaba la historia solo sentia como toda la historia se centraba en atrapar al Profesor y hacerlo regresar de la oscuridad, pero de lo otro nada y bueno me dije, "Tranquilo pronto llegara" pero cuando todo se empezo a ir a la mierda fue cuando me quedaban apenas unas ciancuenta páginas y todavia nada, y es que si bien explica la parte importante, osea porque está, porque concede poderes y todo eso, no explica mas allá de su naturaleza, por no decir que la manera de vencerlo es bien estupida.
El titulo debio llamarce Limelight o Paedrus ya que todo gira en torno él y de Calamity poco siento que me quedaron a deber, con este no senti la misma emoción que con el anterior, Firefigth ese libro si fue la ostia, este la verded e que no...
La contra portada del libro dice que se realizará una adaptación al cine así que... eperemos que no sea otra de esas pésimas películas adaptadas.
Abro este hilo para saber si han leído esta saga, y, si lo han hecho, ¿qué les ha parecido? En mi experiencia de lectura, debo decir que me gustó bastante. La historia en sí no me genero la pasión que busco al leer y que me hace volverme fanática de un libro, pero aún así es una historia muy buena, a mi criterio, y se ha ganado un espacio en mi librero personal, en libro en papel, como corresponde. La volvería a leer, quizá más adelante si cuento con tiempo.
Lo que si me encantó, es la prosa de la autora, aunque al inicio me costó un poco acostumbrarme a su estilo poético, incluso me pareció sobrecargado. Después de una cuarta parte de libro leído, ya disfrutaba mucho con su forma de escribir.
Lo que menos me gustó, es que siento que algunas partes se explicaron muy rápido, como que faltó espacio para conseguir enganchar más con algunos personajes, por ejemplo Aro y Vara, y toda la historia del continente de Misaianes.
La obra en sí está muy bien tratada desde sus bases, dándole un giro a la fantasía que leemos de obras traducidas del inglés al español. Aquí la inspiración está en latinoamérica, en pueblos mayas, incas y mapuches. Se nota, y se siente maravilloso, pues si bien es fantasía, tiene una mística distinta a obras que vienen de otros lares.