Saludos, hermanos y hermanas mías. Soy Jaden Diamondknight de nueva cuenta aquí, para darles una actualización.
Acabo de hacer un servidor de Discord para aquellos que quieran discutir sobre fantasía literaria.
Hasta ahora, no hay mucha actividad y hay pocos canales, porque apenas lo vengo haciendo. Pero espero aun así que puedan disfrutar su estadía en mi mundo loco.
Aquí les dejo la invitación:
En el post en el que Jaden Diamondknight pedía recomendaciones sobre novelas para poder escribir la suya propia, hubo un momento en el que pidió recomendación sobre qué obras no debería tomar como referente y por qué, sobre todo en lo relativo a personajes femeninos. Le mencioné Memorias de Idhún y El nombre del viento, y puesto que me ha pedido más información de por qué no elegir ésas, me he decidido a crear este post, ya que da para toda una discusión aparte. Esas dos obras son muy aclamadas en los círculos de gente a la que le gusta la literatura fantástica, y discutir sobre si merecen o no la pena siempre me ha dado lugar a debates interminables. Por eso creo que este asunto merece un post específico.
¿Por qué no recomendaría Memorias de Idhún y El nombre del viento? Por muchísimas razones, pero en este caso el asunto viene a colación a raíz de lo que pedía Jaden: novelas con buenos personajes femeninos a tomar como referentes. Antes de nada, diré algo: la calidad de una obra no se mide en función de lo bien o mal construidos que están los personajes femeninos de la misma. Una obra puede ser buenísima y no tener un solo personaje femenino bien construido, y puede darse el caso contrario perfectamente. En el caso de Memorias de Idhún y El nombre del viento, creo que son obras que no merecen la pena a pesar de los problemas de género que puedan entrañar, pero aquí me limitaré a señalar dichos problemas, puesto que la finalidad de este mensaje es ser de ayuda a la gente que pretenda escribir novelas en las que aparezcan mujeres con algo más de relevancia que ser simplemente "la chica".
Empezaré con Memorias de Idhún, de Laura Gallego García. Mucha gente podrá decirme que en esa trilogía hay muchísimas mujeres muy diferentes entre sí, que el panorama es bastante heterogéneo y que no se puede generalizar. No obstante, todas ellas tienen algo en común: o están subordinadas a un hombre, o viven para satisfacer a un hombre, o dan la vida por un hombre en algún momento dado, o no tienen más función en la novela que la de seducir a un hombre; las únicas excepciones que se me ocurren son sacerdotisas o similares, pero en ningún caso recuerdo personajes femeninos que sean totalmente libres e independientes. En cualquier caso, dejemos la cuestión de los personajes secundarios a un lado: lo realmente "peligroso" de este libro es su protagonista principal, Victoria/Lunnaris. Tal vez ese personaje destaque por tener mucha mayor relevancia de la que suelen tener (o se cree que suelen tener) los personajes femeninos en las novelas de fantasía, porque es una pieza fundamental en la trama y no simplemente "la novia de". No obstante, esta primera apariencia me parece bastante engañosa para lo que luego resulta ser. Aunque podría ser un personaje que de por sí solo podría tener interés y valerse por sí mismo, la autora se limita a definirla en función a las relaciones amorosas que tiene con sus dos parejas, hacia las que siente una profunda dependencia emocional. No muestra rasgos de autonomía en ningún momento, y si en algún instante de la novela se siente rechazada por sus parejas su reacción es comportarse de forma bastante estúpida e inmadura. ¿Un personaje de estas características tiene, necesariamente, que estar mal construido? Probablemente no. Puedes crear una mujer débil, subordinada al hombre en todo momento, y, pese a ello, que esté perfectamente construida desde el punto de vista literario. Pero si tu intención es crear un personaje femenino que realmente pueda valerse por sí mismo, me parece que Victoria de Memorias de Idhún no es, ni de lejos, el mejor referente en el que uno se deba fijar.
La segunda obra de la que hablaba es El nombre del viento, de Patrick Rothfuss. Es la primera parte de una saga de dos libros, cuyo segundo tomo no me he leído (ni tengo intención), pero a juzgar por los testimonios de personas con criterio que sí que lo han hecho y que me han ahorrado tener que hacerlo, creo que puedo afirmar sin mucho temor a equivocarme que a efectos del tema que nos interesa en este momento ambos libros tienen los mismos problemas. Memorias de Idhún, al menos, es una obra coral que está protagonizado por tres personajes distintos, uno de los cuales es mujer; El nombre del viento, por el contrario, solo tiene un único protagonista hombre que narra la historia en primera persona. Hay obras narradas por hombres con personajes femeninos excelentes, pero creo que no es el caso de El nombre del viento. Todas las mujeres que recuerdo que menciona el protagonista eran personajes totalmente secundarios de los que el lector se olvida fácilmente, menos una: si no recuerdo mal, se llamaba Dena o algo así, y como os podréis imaginar no tiene más función que ser el amor platónico y la obsesión del protagonista. Se nos muestra como un simple objeto de deseo más que como un personaje que tenga valor en sí mismo. Esto tampoco debería ser un problema, porque se lleva haciendo en la literatura desde tiempos inmemoriales. Recordemos a Petrarca o a Garcilaso, cantándole a Laura y a Isabel sin preocuparse por los sentimientos de las mismas; no obstante, la diferencia entre Rothfuss y esos dos poetas está en que mientras que el primero tiene la desfachatez de intentar disfrazar al personaje de Dena de "mujer libre e independiente". ¿Y cómo lo hace? Haciendo que el personaje sea una prostituta, o al menos da a entender que es algo por estilo. . Puedo llegar a entender que, en una obra como La Celestina de Fernando de Rojas, haya un personaje (Areúsa) que ejerza la prostitución y que reivindique esa forma de vida como algo que le da libertad, ya que estamos hablando de la Edad Media en España, con mentalidad cerril y profunda; un entorno, en definitiva, en el que las mujeres no solían tener muchas más opciones aparte de casarse, o ser monjas, o ejercer la prostitución; y teniendo en cuenta que el matrimonio en esa época era más que otra cosa un contrato de esclavitud, es totalmente lógico que aparezca una prostitua reivindicando su trabajo como forma de ser más libre, o, al menos, todo lo libre que puede ser. Pero El nombre del viento es de esas novelas que se desarrollan en un entorno pseudomedieval que nada tiene que ver con la Edad Media real, en el que una mujer puede elegir no casarse sin que tenga que ser lapidada por ello y sin tener que recurrir a la prostitución; que, pese a ello, el autor decida hacer que el único personaje femenino relevante de la obra sea una prostituta y que además haga creer al lector que de esa forma la chica en cuestión "se está empoderando", pues en fin, qué queréis que os diga, creo que podéis sacar vuestras propias conclusiones porque la situación se explica por sí sola. Por lo que me han dicho del segundo libro, la cuestión no cambia demasiado: los únicos personajes femeninos relevantes que tiene la novela son o bien más prostitutas o similares, o bien intentos de femme fatale que no hacen otra cosa que ser objeto de fantasías sexuales de los protagonistas.
En fin, creo que si alguien pretende escribir una obra que tenga personajes femeninos en condiciones es importante tener buenos referentes, o, en su defecto, evitar los referentes malos. Espero de todo corazón que mi post os sea de ayuda en lo segundo.
Os dejo un capítulo de la trilogía. Que mejor que los lectores de literatura fantástica para opinar.
Espero que me digáis que os parece. Saludos.
CAPÍTULO XVII LA PLAZA DE LAS COLUMNAS
Lsat se adelantó, la claridad dañaba sus ojos, mientras avanzaba los cubría con ambas manos. Al llegar a la altura de Wyam se paró, como temiendo ir más allá, su vista después de un rato, con cierto trabajo se amoldó a la luz, liberó sus ojos aún entrecerrados de la pantalla protectora de sus manos y vio la plaza que conducía a la libertad. Un espacio abierto, adoquinado y amplio, muy amplio.
—¡Por todos los Dioses! ¡Jamás pensé que volvería a ver el cielo abierto! ¡Por todos los Dioses! —sin poder evitarlo, abrazó al hombre que tenía al lado, lo abrazó con tanta fuerza que Wyam emitió un leve quejido. —Lo siento, no pretendía...— contestó sofocado Lsat.-
—No te preocupes amigo, lo entiendo, no tienes que disculparte.
El resto de los reos detrás de ellos, aún agazapados a una veintena de varas, los miraban expectantes.
Wyam le hizo un gesto con la cabeza a Lsat, apuntando en dirección al grupo. Lsat comprendiendo, asintió con la cabeza. Retrocedió unos pasos en dirección a los presos, levantó la voz y alzando los brazos, gritó con fuerza:
—¡Libertad! ¡Libertad! ¡Luz! ¡Venid todos! ¡La luz del sol será testigo de nuestra libertad!
Un pronunciado silenció ocupó el corredor. Después, un estallido de gritos de júbilo resonó con eco a todo lo largo del pasillo, los hombres henchidos de alegría corrían en busca de tan preciado triunfo. Duro, muy duro había sido el camino recorrido, pero ahora estaban allí, junto a las puertas de una nueva vida. En un instante, llegaron junto a Wyam deteniéndose a su lado, a pesar de la brevedad del tramo recorrido, estaban extenuados, respiraban con agitación, algunos, con el tronco doblado sobre el cuerpo y las manos apoyadas en las rodillas intentaban recuperar el aliento.
Nadie se atrevía a mover un solo músculo, Lsat se adelantó, situándose a tan solo unos pies de la salida, a unos pocos pasos de tocar los empiedres de la enorme plaza. Miró al exterior, habló sin volverse:
—Por la claridad del día y la situación del sol, acaba de amanecer. Por la temperatura a estas horas de la mañana y por el olor de las flores en el aire, diría que estamos en mitad de la primera estación del año, en época de floración. La humedad del aire indica que llovió hace poco tiempo, pero el cielo nos dice que hoy será un día maravilloso.
Una Sonora carcajada de uno de los reos sonó estridente.
El mismo reo entre risas y de forma entrecortada dijo como pudo:
—¡Por el mismísimo cuerno de Zort! yY nos vas a decir hasta el día de la luna en la que nos encontramos. —Y volvió a estallar en tremendas risotadas, esta vez acompañado por el resto de los hombres.-.
Otro de los reos dijo al igual que el primero como pudo, con lágrimas en los ojos:
—¡Por la lanza de Vaninn! Si hubiera sabido que eras un erudito en temas del tiempo, te hubiéramos dejado coger todos los tazones de ese maldito puré que hubieses querido.
De nuevo todos volvieron a reír a cuerpo de rey.
Wyam dejó que aquellos hombres disfrutaran de ese momento, la tensión a la que habían estado sometidos se estaba soltando, estaban exaltados, sus risas y bromas era la forma más común de desahogarse. Estaban tan cerca de la libertad que apenas lo creían.
Después de un rato, uno de ellos corrió hacia la salida del túnel, otros, lo siguieron mientras vitoreaban cantando. Pasaron por delante de Lsat, este, entonces comprendió que aquel lugar donde los tenían encerrados podían haber cambiado a cualquiera. En ese momento, al ver la expresión plena de euforia en el rostro de aquellos hombres los perdonó. Perdonó las salvajadas que podían haber hecho y dicho en prisión. Vio en ellos aquellos chiquillos que un día fueron y sonrió.
El primer hombre que salió, lo hizo gritando con las manos alzadas, como dando gracias al cielo. Pero el grito de júbilo que brotaba por su garganta quedó apagado cuando su avance fue detenido en seco por una gruesa lanza que atravesó su cuerpo, clavándose en la junta de dos losas de piedra dejando al hombre colgando de la barra de madera como ropa tendida. Apenas hubo tiempo de reacción pues seis hombres más fueron ensartados como peleles por flechas, lanzas y hachas. Las risas fueron sustituidas por lamentos y agónicos gritos de muerte, los que pudieron corrieron hacia atrás, sarcásticamente, corrían al lugar que había sido su prisión, que de pronto se había transformado en un refugio donde salvar sus vidas.
Lsat ahogó un gritó, miró perplejo a Wyam que por su reacción tampoco esperaba tal situación. ¡Habían estado tan ansiosos!, Tantas ganas de libertad los había cegado, ninguno sabía dónde estaba la salida y menos a donde daba, ni siquiera se lo habían planteado. De suponer era, que la entrada a esta prisión hubiera estado situada en un lugar poco habitado, incluso desierto. Wyam se adelantó con prudencia, vio una plaza circular de piedra enorme, todo a su alrededor eran pórticos. Había estado allí antes.
—¡Estúpido! ¡He sido un estúpido! —Se dijo a si mismo hablando en voz alta.
—¡Por los Dioses! ¿Qué pasa? ¿Qué es esto? —preguntó Lsat.
—Estamos en la plaza de las columnas. —DContestó Wyam.
—¡Que maldita plaza es esa! —respondió el "ojos de rata".
—La entrada a las galerías, ¡Maldita sea! l La entrada de la prisión está en el mismísimo palacio de plata, justo en medio del palacio de plata, repitió Wyam. ¡La plaza de las columnas! Es donde se producen las ejecuciones.
—¡No es posible! —soltó "ojos de rata"
—¡Nos has llevado a nuestra propia tumba! —Dijo dijo otro de los presos gritando a Wyam.
Su discusión cesó, fue cortada de inmediato, una potente voz habló desde el patio.
—¡Escuchad, escuchad con atención! de los que quedáis con vida, solo me interesa uno, creo que ya sabéis quien es. Si me lo entregáis con, o sin vida, os prometo el indulto para todos vosotros. ¡Entregadme a Wyam y os recompensare, no solo con vuestra vida, también con vuestra libertad!
Los hombres se miraron entre ellos.
—¡Ni lo pienses! — contestó "ojos de rata", dirigiéndose a uno de los reos— estamos todos juntos en esto.
—¡Maldita sea! ¡Yo no pienso morir! ¡HeHemos llegado muy lejos! —Dijo otro de los presos.
Todos miraron a Wyam, pero nadie se atrevía a mover un solo músculo, habían visto lo que ese hombre era capaz de hacer.
—Nadie más va a morir aquí hoy. —Respondió el mago—. El que ha hablado es Iluymt, general de los tres ejércitos de los tres reinos, suele cumplir lo que dice. Así que me vais a entregar y salvareis vuestras vidas.
—Pero...
—Sin "peros" Lsat. —Interrumpió Wyam—. He estado preso mucho tiempo, perdí toda esperanza, sin embargo una llamada vino a mí, la llamada de un amigo muy querido, un mensaje que solo se transmite cuando de verdad es necesario. Entre sus notas, no solo había socorro, había esperanza. No te preocupes por mí, voy a acudir a esa llamada, no pienso quedarme aquí. Vamos a salir y vosotros seréis libres.
Lsat miraba sin entender a Wyam.
—Te prometo que volveremos a vernos amigo.
Sin embargo estas palabras no tranquilizaron a Lsat.
Un instante después, el mago salía con las manos en alto. De las sombras de los soportales salieron decenas de soldados con el uniforme militar de los tres reinos. Iban vestidos con armaduras bruñidas como la plata, de su cinto colgaban espadas que casi tocaban la piedra, en sus manos portaban lanzas. Se movían como si fueran un solo hombre. Compusieron una formación en punta, de doble lanza, debía haber una treintena de soldados. De detrás aparecieron otros tantos pero estos llevaban grandes arcos y formaron una media luna detrás de los lanceros. Desde atrás sonó la misma voz que habló antes:
—¡Que salga el resto!, ¡quiero ver a todos los presos!
Wyam miró hacia la boca del túnel e hizo un gesto con la mano, primero salió Lsat, le siguió "ojos de rata" y detrás los otros dos, tTodos con los brazos en alto. Lo primero que vieron fue una plaza enorme, mucho más grande de lo que en principio parecía. Les pareció inmensa, muchas de las piedras que formaban el suelo estaban cubiertas de manchas oscuras, en las columnas de los soportales había restos de cadenas y argollas. Cuando estuvieron cerca del mago, a una orden de otro soldado que parecía ser el segundo al mando, la milicia, con movimientos estudiados y precisos , se pusosieron tras ellos y a los laterales del grupo de presos, formando una especie de cuadrado abierto por un lado, impidiendo de esta forma la entrada a los túneles y la huida por los laterales. Los soldados levantaron las lanzas apuntando en su dirección. Los reos, quedaron encerrados en una caja de lanzas.
—¡No habéis quedado muchos! —Ddijo de nuevo la voz.
Entonces el hombre que hablaba salió de las sombras y lo que los presos vieron, les heló la sangre en las venas.
Vestía de rojo, una chaqueta de cuero cruzada y pantalones del mismo material, las botas altas de piel se ajustaban a sus pies. De su cintura, pendía envainada una espada corta, sus mangas se adherían a sus antebrazos por unos brazaletes negros, al igual que sus pantalones en los tobillos. Era alto, su pelo corto y rubio, sus ojos de un azul profundo brillaban bajo la luz del día, su porte atlético y elegante. Pero no, aunque su imagen era bastante impresionante, lo que impactó a los presos fueron aquellas bestias que cubrían sus flancos. Eran como enormes perros, de color marrón oscuro, tenían casi la altura de un caballo, todo su cuerpo estaba cubierto por pelo largo y cuidado, tenían un hocico muy pronunciado, sus dientes eran terribles, de sus fauces entreabiertas colgaban nauseabundas babas en largos hilos, sus orejas pequeñas, apenas dos puntas en lo más alto de su cabeza, se movían con la agilidad de los felinos. En sus patas no se apreciaban garras, al igual que en los gatos, las tendrían recogidas. Pero sin lugar a dudas lo peor era la expresión de esas criaturas, su mirada estaba clavada en el grupo de presos y daba la sensación que iban a devorarlos uno a uno.
Esos horripilantes engendros avanzaron junto a aquel hombre, sin dejar sus flancos en ningún momento, cuando tan singular personaje estuvo a cinco varas de los presos se paró, aquellas bestias se pararon junto a él, a la izquierda y a la derecha de su amo.
La sola presencia de las criaturas era suficiente para dejar a una persona fuera de sí, sin capacidad de reacción.
—¡Volvemos a vernos! —dijo Iluymt dirigiéndose a Wyam—. Debo confesarte que desde nuestro último encuentro, no ha pasado nada de interés, me aburría, en su momento fuiste un rival digno. ¡Ahhh! ¡PPero ha pasado mucho tiempo!
—¡Has dado tu palabra! -—Replicó Wyam—. Dijiste que los dejarías en libertad.
—¡Es cierto! Hay cosas que nunca cambian y mi palabra es ley.
—¡Abrid paso, dejad que salgan todos!, ¡todos menos él! —ordenó el comandante apuntando con un dedo a Wyam.
Los soldados obedecieron al instante, abrieron un hueco para que los hombres pudieran salir.
—Sé lo que eres capaz de hacer, pero después de ver esto, no estoy seguro que puedas salir de aquí con vida. ¡Por todos los Dioses, te van a matar!
—Escucha Lsat, he dicho que volveremos a vernos —respondió Wyam— ahora vete, vete y no mires atrás.
—Escúchalo, por todos los dioses será mejor que hagas caso, si no nos vamos ahora, nos van a matar a todos. —Dijo Humgrirf el "ojos de rata" tirando del brazo de Lsat.-
Wyam miró a su amigo y asintió con la cabeza. Estuvo un rato de pie, observando cómo los soldados los dejaban pasar, abriendo un hueco por donde salían, no sin mirar de reojo a aquellos seres de pesadilla. Una vez los presos salieron de la plaza, el silencio permaneció por un espacio largo de tiempo mientras el general miraba al mago y el mago desafiante, mantenía la mirada del general.
Por fin Iluymt habló:
—¡Se acabó!, me cansé, no pienso seguir manteniéndote con vida, tal vez a los más viejos del consejo no les guste, al fin y al cabo soy yo quien dicta las órdenes a pesar de lo que puedan decir en el consejo. Vas a morir aquí, vas a morir ahora.
—¿De verdad crees que vas a poder matarme?
—¡Imbécil! —Dijo agitado Iluymt. Al mismo tiempo se percató de lo que el mago pretendía y bajó el tono de su voz, hablando con la seguridad de aquel que está acostumbrado a conseguir aquello cuanto quiere.
—- ¿Crees en verdad que vas a salir vivo de esta plaza? observa a tu alrededor, te rodean cerca de un centenar de hombres armados hasta los dientes, además si ellos fallan estoy yo y mis animalitos. —El general sonrió con ironía—. Sabes que tu magia aquí no es posible, ¡estás muerto! —entonces miró al suboficial y a una orden de este, los lanceros avanzaron hacia él.
—¡Has olvidado algo! —Dijo de nuevo el mago—
—¿Olvidado? ¡No estúpido! ¡Se acabó, tengo otros asuntos que atender! —Replicó el comandante en jefe.
—Sí, Iluymt, has olvidado que además de mago, soy un guerrero, pero no un guerrero cualquiera. ¡Soy un general!, entrenado para proteger a la raza de los hombres de gente como tú. Entrenado por el más poderoso guerrero que jamás ha existido.
En ese instante, los soldados arremetieron contra Wyam, este se movió con la velocidad de una Votk, esquivó las embestida de las puntas de lanza, en su mano apareció una minúscula daga, y al igual que la mortal Votk, acometió contra ellos, dejando en el suelo un reguero de hombres, todos heridos, pero sin posibilidad de seguir combatiendo. A pesar de la ventaja de seguridad que daba la lanza, aquel séquito se retiró sorprendido por la ferocidad del ataque, el mago quedó en mitad de la guardia que lo señalaban con sus armas.
Iluymt, retrocedió algunas varas y se acomodó en un improvisado taburete para ver el espectáculo. A pesar de las bajas, el general no parecía alterado, en realidad era como si lo esperara, es más, parecía que lo deseara.
Los arqueros quedaban como mudos testigos presenciales, mMiraban sorprendidos como aquel preso se movía entre los soldados, ni siquiera parecía que luchara, era como si bailara, sus movimientos eran cortos y muy rápidos, ni siquiera parecía emplear fuerza, cuando su puño golpeaba, apenas alcanzaba a los soldados, pero estos caían de manera fulminante. Aquel personaje se movía como jamás vieron a nadie, miraban sin poder apartar la vista de sus movimientos. Después de un rato de lucha, el empedrado se llenaba de soldados sin sentido, y ninguno era el mago. Empezaron a murmurar entre ellos, a moverse inquietos como si les pesara su arma. De pronto reaccionaron a la voz del Suboficial. Tensaron los arcos y apuntaron, pero no podían definir el tiro, su blanco no paraba de moverse, estaba aquí y allá, por cada lugar que pasaba se desplomaban hombres al suelo. La orden fue tajante, los arqueros dispararon, ninguna saeta cruzó la misma trayectoria, los arqueros apuntaban de forma imprecisa, aquel hombre desapareció, se escabulló entre las piernas de los lanceros, como si fuera un chiquillo travieso y las flechas sin orden se clavaban en el cuerpo de sus propios compañeros. Después de este primer lanzamiento muy pocos soldados con lanzas quedaron en pie. Muchos cuerpos sin vida se amontonaban en un reducido espacio, y el preso ni siquiera se veía. Estaría sepultado bajo aquellos hombres muertos.
El general de la milicia, se incorporó. Extrañado miró levantando la cabeza.
En lo que tarda un sediento en beberse una jarra de cerveza bien fría, de entre aquellos cuerpos, un hombre se incorporó. ¡El preso estaba vivo!, Iluymt, volvió a su posición habitual y sonrió, continuaba el espectáculo.
Wyam, se acercó a los lanceros que aún continuaban en pie, estos cautelosos retrocedieron. Entonces hizo algo que nadie jamás esperaría. Se sentó con los pies cruzados, las manos a la altura del pecho y entrelazadas de forma extraña. Cerró los ojos. La milicia estaba fascinada. ¿Cómo un hombre en mitad de un combate, puede sentarse con esa frialdad, como si con él, no fuera la cosa?
Una nueva orden hizo tensar los arcos, en este caso todos los soldados corrieron fuera del alcance de las flechas. Ahora el blanco era perfecto, aquel individuo había firmado su sentencia de muerte. Los dardos silbaron buscando al preso. De nuevo todo pasó tan rápido que la mayoría de los soldados ni siquiera supieron lo que pasó. El hombre como si fuera una rana, de un saltó se puso a salvo del acero de las afiladas puntas. Rodó varias veces sobre su propio cuerpo. Antes de que los arqueros pudieran volver a cargar el arco, aquel preso, estaba entre ellos, y de nuevo bailaba, y de nuevo su baile era una peculiar y certera danza de muerte.
El suboficial desenvainó su espada y cargó contra el preso, fue como el pinchazo de un alfiler, lo sintió una vez en el pecho, ni siquiera se enteró de su muerte. El caos se extendió entre los soldados y apenas reaccionaban a ninguna orden del tercero al mando, estaban despavoridos, solo querían huir, salvar sus vidas.
Entre aquel desconcierto una poderosa voz se levantó reduciendo los gritos y quejas.
—¡Apartaos! ¡Vamos a terminar con esto de una vez!
Iluymt estaba de pie, imponente, sus bestias gruñían entre dientes esperando órdenes.
—¡A pesar de los años, no has perdido facultades! —Los soldados se habían apartado todo cuanto podían y lo escuchaban con atención—. ¡A estas alturas y me sigues sorprendiendo! ¡Es una auténtica pena que tenga que matarte!
Wyam estaba agazapado, con una rodilla en el suelo y la cabeza gacha, no dijo nada sobre las palabras que iban dirigidas a él, permaneció en esa posición, inmóvil.
Iluymt, era un experimentado guerrero con muchas batallas y muchas horas de entrenamiento. Percibía lo que los demás ni siquiera se acercaban a ver. El mago estaba herido. Su costado, lo había rozado una flecha. Además sudaba, por eso agachaba la cabeza, no quería que nadie viera síntomas de debilidad y el dolor... bueno, lo soportaba sin ningún problema. Pero estaba cansado. Podía distinguir su respiración, un muy leve movimiento continuo y rápido de su ropa a la altura del pecho delataba un jadeo que mostraba su fatiga.
¡Sí!, era el momento de acabar con él.
El general acarició con ambas manos, el costado de los Mumt. Miró al frente y de forma pausada dijo:
—¡Traedme sus entrañas!
Aquellas bestias, arremetieron contra el mago, sus zarpas dejaron al descubierto garras tan largas como cuchillos, sus dientes parecían horribles sables mojados en letal y amarillento veneno. El primer engendro, como un condenado diablo de sombras saltó sobre Wyam emitiendo un rugido que dejó mudo el silencio. Muchos soldados, a pesar de la distancia que se encontraban se encogieron sobre sí mismo aterrados, jamás escucharon sonido tan desgarrador, si alguno de ellos hubiera sido la presa, habría muerto de miedo con solo escucharlo. El mago esquivó el ataque del primer Mumt con la pericia que había demostrado, el segundo se le venía encima, intentó esquivar la embestida, pero aquellas criaturas no eran hombres, su agilidad era muchísimo mayor y la cruel garra de la bestia, le rozó la espalda. Al instante cuatro brechas de un dedo de grosor se abrieron en la ropa del mago y la sangre empezó a manar de forma abundante. Wyam perdió el equilibrio cayendo al frío y duro suelo de piedra sobre un costado. Los engendros se reagruparon, sin pausa, el primero arremetió de nuevo desgarrando el tranquilo día con un rugido infame, imponiendo su fuerza y voluntad. De nuevo el mago contra todo pronóstico se deslizó por la piedra mientras la criatura pasaba por encima de él, clavó su puñal repetidas y rapidísimas veces en la garganta y el costado del animal. La criatura cayó de pie a unas varas del mago, se dio la vuelta con rapidez y rugió con una fuerza descomunal, no obstante al avanzar las patas de delante le fallaron, medio cuerpo del animal se desplomó, quedando solo sostenido con los cuartos traseros. Wyam de un salto se colocó detrás de la criatura y tirando del pelo de detrás de las orejas, le clavó repetidas veces el cuchillo en la parte de atrás de la cabeza, las patas traseras cedieron al instante y el animal se desplomó muerto.
Esta vez el grito que se oyó no era de ningún animal.
Iluymt perdió la serenidad y habló de forma atropellada.
—¡Te voy a matar con mis propias manos! , pero te voy a matar con lentitud, vas a querer estar muerto tres veces antes de morir.
Wyam aprovechó el desconcierto del otro Mumt. Por la reacción de su amo, por un momento bajó la guardia y el mago aprovecho este hecho, de un salto se subió a la grupa de aquella bestia como si fuera un caballo, agarró las pelambreras a ambos lados de su cuello, cerca de la comisura de las horribles fauces. El animal reaccionó enloquecido rugiendo y aullando, saltando y dando zarpazos al aire, además Wyam apuñaló al animal en lo alto del lomo, pero con cuidado, solo dañando a aquella alimaña y enfureciéndola aún más, esto impidió que Iluymt se acercara. Varias veces intentó bajar al mago de la criatura, pero había perdido todo el control sobre ella. Aquella fiera se encontraba fuera de sí, en su camino desgarró a varios soldados que se apartaban despavoridos de su paso. Wyam apretando y tirando con fuerza a izquierda o derecha, conseguía a duras penas guiar a la bestia. Por donde pasaba iba sembrando caos y muerte. Wyam salió de la plaza, cruzó varios patios más y logró que la criatura subiera a los techados.
Iluymt organizó la caza y los arqueros acribillaron a la fiera que rodó por los tejados hacia abajo hasta caer sin vida a los pies del general. No había rastro del mago. Iluymt ya no reía, apretaba los dientes con fuerza.
A este paso, con la inteligencia artificial, una sola persona podrá hacer su propio anime en unos años.
Leyendo un sitio de tecnología encontré esta página que colorea automáticamente los dibujos que uno suba con tan solo poner unas lineas en cada area que se quiera pintar.
Saludos, hermanos y hermanas. Soy Jaden de nueva cuenta, y vengo a presentar un relato corto que he hecho para mejorar mi escritura. Sobre todo, mi descripción de personajes.
Aquí se las dejo, para que comenten.
El día había llegado; la princesa Katalina Montesco y sus padres se marcharían del reino de Ucilia, para establecerse en Kartina. Por órdenes de su tío, el rey Luis Felipe Montesco, les cambiarían sus títulos de príncipes por el de archiduques para sus padres y duquesa para ella. El tener que marcharse de su tierra natal la mataba por dentro; tantos años vividos en el castillo real se sentían tan efímeros mientras veía caer la lluvia por la ventana de su cuarto. Lo que antes era una recamara llena de estanterías de libros de alquimia y cocina, decorada con la más fina mueblería del sur de Celes, ahora estaba vacía, como si nadie hubiera vivido ahí. Kat no quería irse y abandonar las únicas personas con las cuales se había encariñado, sus primos Mario y Luis Manuel Montesco, más tampoco podía oponerse a los deseos de su padre y su tío. Lo que menos quería era hacerlos enfurecer. Sin más que hacer, la damita salió del cuarto, cabizbaja y meditabunda, lista para despedirse de sus parientes. No esperó a llegar al vestíbulo para sollozar, marchitando su rostro redondeado y delicado como la seda derramando lágrimas en la alfombra roja de los pasillos del edificio. Al llegar a la sala, se secó la cara y acicaló su melena, que le caía como una cascada azabache, tratando de sonreír un poco para sus primos menores. La habitación estaba resguardada por un grupo de armaduras platinadas, portando filosas alabardas que brillaban con fuerza tras la luz del candelabro dorado en el techo. En lo alto de la chimenea se podía ver el emblema de Ucilia, decorado en un bordado morado con dorado: un grifo devorando un basilisco.
—Katalina, ¿ya te vas?
Luis se levantó del gran sillón azul en medio de la chimenea, abrazando a la damisela. La ahora duquesa solo le acarició su cabellera dorada cual trigo, mirando sus ojos color esmeralda como su traje se veían llorosos.
—Prima, ¿me permites ir contigo, por favor? —Preguntó Mario, acomodando su traje rojo como la sangre, acercándose lentamente a la señorita. La apariencia exterior de ambos hermanos era igual, pero sus miradas eran diferentes; Luis le observaba con unos ojos de incertidumbre, temiendo por lo que pueda pasarle a Katalina, abrazándola cada vez más fuerte. El mirar de Mario era severo, si bien algo decepcionado porque aquellos momentos felices se evaporaban lentamente en frente de él.
—Los voy a extrañar tanto, muchachos. Prometo que cuando pueda, vendré un día a visitarlos.
La suave y melodiosa voz de la duquesa tranquilizó los corazones destrozados de los gemelos. Katalina quería contener el llanto, pero su rostro blanco como la nieve y sus ojos cual zafiros se llenaron de lágrimas, disipándose rápidamente, mientras caia de rodillas en el suelo, estropeando su fino vestido lapislázuli. Los hermanos no soportaron ver a su prima derrumbarse, por lo que ambos la abrazaron abarcando su contorno. Aunque la muchacha fuese algo grande para su edad, eso no le quitaba belleza. Un rato después de que se desahogaran, la dama habló un rato más con los príncipes para suavizar su tristeza. Los tres nobles hablaron una última vez de sus anécdotas, aquella vez que fueron a la bahía de Galecia y los atacó una medusa, o la fiesta de disfraces en la mansión de la familia Buccelati. Sin darse cuenta, la hora había llegado; la duquesa tenía que irse. Antes que se marchara, la chica le entregó un globo de hielo a ambos, que tenía dentro una cabaña de jengibre y unos muñecos de los tres, como gesto de cariño.
—Muy bien, me tengo que ir. Este no es el último adiós, muchachos.
El tono de la duquesa se volvió algo frío, pero también dulce. Entonces, salió de la recamara, lista para continuar con su vida en un nuevo reino, donde ésta cambiaría.
La historia central nos ubica en la tierra de Prydain, gobernada por el Gran Rey Math. La misma se encuentra en guerra desde tiempos antiguos con la tierra de Annuvin, bajo el dominio de Arawn, un hechicero oscuro. En cada libro, el protagonista, Taran, un "aprendiz de porquerizo" vivirá varias aventuras para impedir que Prydain caiga bajo el dominio de las fuerzas de la oscuridad y experimentará un crecimiento moral a lo largo de la historia. Lo acompañarán la Princesa Eilonwy, Fflewddur Flam, Gurgi y un séquito de personajes y criaturas mitológicas. Todos ellos siempre fieles al valeroso Príncipe Gwydion, heredero al trono de Prydain. La saga se inspira en la mitología galesa.
El Libro de los Tres (1964)
El Caldero Negro (1965)
El Castillo de Llyr (1966)
Taran el Errante (1967)
El Gran Rey (1968)
Un cuento situado en el universo de la Fundacion SCP:
Durante el reinado de Ramsés III…
Dos medjay fueron a buscar a Ahmes, escriba encargado de los registros en los graneros, diciendo que lo buscaban en el templo. Estos medjay eran de piel negra y cabellos rizados y rojizos, posiblemente mercenarios nubios contratados para reemplazar a las tropas que aún permanecían en el delta.
Ahmes tomo sus herramientas –paleta, pinceles de caña, pigmentos- y acompañó a los medjay. Ellos no sabían para que lo necesitaban y eso lo puso nervioso, aunque en su memoria no había nada por lo que debiera sentirse culpable. Ya había pasado la hora de mayor calor, la barca de Ra comenzaba descender del cielo y las calles se llenaban de gente. Llegaron pronto al rio y abordaron un transbordador hacia la otra orilla, en el cual había muchos pasajeros pero todos ellos prudentemente dejaron un círculo vacio en torno a Ahmes y sus custodios, permitiéndoles respirar.
Había mucha excitación en las conversaciones de la gente, y optimismo, la guerra había terminado, se había logrado triunfar sobre las legiones monstruosas de La carne y los aborrecibles pueblos sometidos al dios de Adí-üm. Se decía que la guerra aun continuaba en el Udja nur, pero para la tierra de Kemet ya había terminado, el reino se había salvado.
Finalmente desembarcaron en la otra orilla y el y los medjay abordaron un carro tirado a mano, cuyo conductor partió de inmediato. Poco después Ahmes vio a lo lejos los edificios monumentales que constituían el complejo de templos más grande del reino, allí estaba el templo de Amon-Ra, el de Phat, el de Montu… Y seguía viéndolos a lo lejos, no se dirigían hacia ellos sino que se desviaban al sur.
—¿A dónde vamos? —les preguntó ya realmente inquieto.
—Al templo.
—¿Cual? Este camino no…
—Al templo de la rueda dentada.
Ahora no estaba asustado, sino sorprendido, realmente sorprendido. Los adoradores de los engranajes y maquinarias, los sirvientes de Mekhane, el dios que está roto y que puede ser restaurado, como una parodia de la resurrección de Osiris. A duras penas eran tolerados en el reino, solo porque eran útiles (su trabajo permitía a los colosos de Amenhotep III “hablar”) y sus artilugios de guerra ayudaron contra los seguidores de La Carne, incluso se decía que algunos nobles los habían contratado para llenar de trampas sus tumbas subterráneas. Pero no tenía idea de porque lo llamaban a él, en su memoria no hallaba ningún motivo para ser convocado.
Continuaron por un sendero de piedra blanca que los conducía directo a su templo, y vio entonces a los arboles, plantados a la orilla del camino. Eran realmente extraños y no recordaba haber visto algo similar, con hojas de colores entre rosa y purpura, vio como unos esclavos arrastraban uno de ellos hasta un agujero abierto y lo colocaban en el, apisonando la tierra a su alrededor. Contando los ya plantados y los agujeros excavados pronto habría una hilera de veinte arboles creando sombra sobre el sendero, y mientras se alejaba algo se abrió en su memoria: el ya había visto arboles similares antes ¿pero dónde?
Finalmente llegaron al templo de los mekhanitas, el cual era totalmente subterráneo y cuyo frontispicio mostraba un complicado diseño en bajorrelieve con ruedas dentadas. Su entrada estaba custodiada además por dos estatuas recubiertas de metal, brillantes al sol y armadas con tridentes, y con el doble de altura que un hombre normal.
No… no eran estatuas, porque cuando se acercaron estas se movieron bruscamente con un agudo rechinido, apuntándoles con sus tridentes, asustándolo a él y a los medjay. Salió entonces un hombre vestido con una túnica blanca con el símbolo del martillo y el yunque bordado en negro en su pecho, tenía un rostro cuadrado, enérgico, pero pese a su color atezado sus facciones no eran las de un egipcio, tampoco las de un sirio u otro asiático y cuando hablo su acento reveló aún mas su origen extranjero, quizás del norte, mas allá del mar.
—Tranquilos, no hay razón de preocuparse —entonces les habló a los gigantes en un idioma que Ahmes no conocía, estos con un nuevo rechinido volvieron a su posición original— Soy el patriarca Electrión, pasa, te esperábamos.
Y así Ahmes ingresó al templo, con el corazón encogido por un vago temor. Pasaron por galerías alumbradas por esferas de cristal incandescentes –había oído sobre tales cosas, pero siempre pensó que eran exageradas fantasías- y cuyos muros estaban cubiertos por jeroglíficos y una rara forma de escritura que no conocía, además de un simbolismo totalmente ajeno a la decoración habitual en templos y tumbas. En ellos las líneas negras y blancas formaban complicados artilugios con ruedas dentadas, abstractas figuras humanas o semihumanas y con el símbolo del martillo y el yunque casi omnipresentes. Por un momento escuchó un sonido retumbante y a la vez apagado, un golpeteo rítmico que parecía provenir de bajo la tierra, y que luego se alejó –o ellos se alejaron- y desapareció por completo, y entonces, solo entonces él lo relacionó con el incesante martilleo en una herrería.
Más tarde la temperatura subió, como el mediodía en la ciudad, y sentía como las paredes irradiaban calor y como el piso de piedra quemaba la suela de sus sandalias, al mismo tiempo le pareció escuchar ruidos extraños, no el mismo golpeteo de antes, pero si algo metálico y leves silbidos, pero eso termino pronto.
Deseaba preguntar al patriarca si acaso faltaba mucho, pero no se atrevió, un amigo escriba le contó cierta vez que los templos de los adoradores de Mekhane eran todos de planta circular, con su habitación más sagrada justo en medio, como imitando la forma de una rueda dentada.
Y llegaron por fin a una habitación donde había otros sacerdotes de Mekhane, aunque con túnicas de distinto color –supuso que eran de una jerarquía inferior- además de dos medjay con el yunque y el martillo tatuados en el pecho. Lo hicieron sentarse en una silla y a su lado, encima de una mesa, había un raro artefacto, hecho de bronce, cobre y un metal plateado que no identificó. Era algo realmente extraño, con una esfera de vidrio llena hasta la mitad de agua y tubos hechos de intestinos de animal uniendo distintas partes del objeto. Le amarraron dos de esos tubos en cada brazo –en torno a la muñeca y poco más arriba del codo- y uno en torno al pecho, y al mover una palanca sintió como esos tubos se llenaban de agua y se hinchaban, ajustándose aun mas en torno a su cuerpo.
Cada vez estaba más nervioso y la explicación que le dieron no ayudo en nada a su tranquilidad.
—Este es un revelador de la verdad y la mentira, una creación de la infinita sabiduría de MEKHANE, mucho más eficaz que vuestra ridícula pluma de Maat —Ahmes no supo que lo sorprendió mas, si el artefacto en si o su herética grosería al hablar de los dioses— Nada debes temer si eres sincero de corazón y si no te has involucrado en actividades heréticas.
Las primeras preguntas fueron fáciles, cuál era su nombre, su edad, su profesión, etc. cada vez que respondía había un burbujeo en la esfera de cristal. Y luego vino la pregunta:
—¿Te es familiar el nombre de Rajotep?
Fue como un golpe, supo entonces la verdadera razón de porque estaba allí, y recordó también donde antes había visto arboles como aquellos, hace mucho, mucho tiempo…
La verdad era su único escudo, y el hablo con la verdad. Si, conoció a Rajotep, si, eran amigos, casi hermanos, si, sabía que se había apartado de la fe de los verdaderos dioses, (“Vuestros dioses solo son monigotes pintados —le interrumpió Electrión— pero eso no es lo importante ahora”) Si, sabía que adoraba a otro dios, uno de bosques y pastos, pero no, no lo había visto en mucho tiempo y no sabía en qué actividades profanas se había visto involucrado.
Si el burbujeo en la esfera de cristal hubiera durado un momento más, o fuese un poco más intenso, ese habría sido el fin de Ahmes, pero los sacerdotes se mostraron satisfechos con sus respuestas y finalmente le dijeron que podía retirarse.
—De esto ninguna palabra —fue advertido con severidad— Eres fiel y discreto, la prosperidad será la paga de tu silencio.
El carro lo esperaba afuera y se alejaron por el mismo sendero bordeado por los arboles sagrados del Dios Verde. Y entonces vio a los herejes, andrajosos, pálidos, hambreados, con rostros magullados. Hombres, mujeres y niños, todos atados a los troncos.
—Una demostración y un castigo, todos ellos arderán junto a los arboles que idolatran —fue la respuesta del conductor a su pregunta, la alegría en su voz no era perversa, era la simple constatación de que todo en el mundo estaba bien y ordenado.
El se hundió en su asiento y miro obsesivamente en dirección al rio. Tenía la certeza de que encontraría el rostro de Rajotep entre los condenados, y en su pecho había demasiado hielo como para soportarlo.
Medjay: Soldados del Antiguo egipto, exploradores, protectores de areas de interes faraonico y tambien servian como una especie de policia.
Kemet: Nombre que daban los antiguos egipcios a su pais, se traduce como "La tierra negra"
Udja nur: "El gran verde", se refiere al mar mediterraneo.
Llevo unos días retomando timidamente la escritura, y el tema del POV me está dando quebraderos de cabeza. Azaharys me dijo que había que mantener el POV sobre un mismo personaje todo el tiempo y solo podía cambiar al comienzo/cambio de párrafo o de capítulo, y eso me dificulta mucho expresar lo que deseo cuando escribo. Para muestra, dos fragmentos de lo último que he hecho.
Fragmento 1
Quote:Contexto: Amara y Nasha se están peleando. En Azul el POV de Nasha y en rojo el de Amara.
(...)Nasha estaba llevándose más golpes, pero estaba resistiendo muy bien la golpiza, y Amara también se estaba llevando algún golpe que otro. No parecía que aquella pelea fuera a acabar rápido. De repente, Nasha observó que un reguero de sangre caía por las piernas de Amara, por lo que si caía al río sería devorada por las pirañas. Tenía que llevarse a su contrincante al río y hacerla caer. Con tal estrategia, comenzó a retroceder y a poner cara de desesperación, para que su rival se confiase, y de ese modo llegaron a una zona alta, por debajo de la cual pasaba el río, y ahora Nasha solo tenía que tirarla allí. No obstante, durante los forcejeos ella se había manchado de la sangre que rezumaba de su enemiga, por lo que debía tener cuidado.Amara, al llegar a esta zona, fue consciente de que podía tirar a su rival al río, y decidió evitarlo, por lo que intentó continuar el combate sin aproximarse al borde del abismo.
En este primer fragmento quería que quedara clara la diferencia de personalidad entre las dos mujeres: mientras están peleando, una busca matar a la otra, y la otra hace lo posible por evitar matar a la una. Y dado que esos pensamientos los están teniendo a la vez, el modo más práctico y fácil de mostrar esto es del modo que lo he hecho, y no le veo nada de malo a ello. No obstante, si se me recomienda no hacerlo, quizá esté mal hecho aunque yo no lo vea. En ese caso, ¿qué es lo que tiene de malo narrar así? Espero la respuesta y veamos el siguiente fragmento:
Fragmento 2
Quote:POV de Amara en rojo y de los dos hombres en azul Me como 13 líneas, señaladas con (...) por acortar, pero esas 13 líneas serían con el POV de Amara
Al mirar a su alrededor, se percató de que había en la misma playa, algo lejos de ella, dos hombres(...). Tras sopesar pros y contras, se acercó a esos hombres, y dirigiéndose a ellos, dijo:
—Hola. Por favor, ¿podéis llevarme en vuestra canoa gigante a un lugar donde se pueda vivir en paz? Aquí corro peligro. La miraron asombrados, y después se miraron entre ellos con complicidad. Decidieron seguirle la corriente, pues les convenía su compañía para lo que habían ido a hacer. Estaba decidido que les convenía que les acompañara. —Puedes venir con una condición. Cerca de aquí hay un pequeño templo, y en el templo una piedra preciosa. Tan solo tienes que cogerla. Aquello la puso en alerta, pues le estaban pidiendo algo muy extraño y temió que hubiera una trampa. —¿Por qué no la cogeis vosotros? Los dos hombres empezaron a verse en problemas: creían que aquellos hombres y mujeres que van en taparrabos por la selva eran idiotas y se les podía utilizar como uno quisiera, pero al parecer no iba a ser este el caso. En un primer momento desearon espetarle que si no la cogía no había trato, pero eso la espantaría. También pasó por la cabeza de esos dos hombres pegarle para someterla, pero, aunque esta opción les tentaba mucho, sabían muy bien que tratarla mal iba en contra de sus intereses.
En este otro fragmento, ocurre que si lo pusiera todo desde el punto de vista de Amara al lector podría desconcertarle la actuación de los dos hombres, pues es la primera vez que aparecen y no se sabe nada de ellos ni cuales son sus intenciones, pero los textos que pongo en azul nos demuestran que algo están tramando. Usando solo el POV de Amara, la cosa quedaría así:
Quote:Al mirar a su alrededor, se percató de que había en la misma playa, algo lejos de ella, dos hombres(...). Tras sopesar pros y contras, se acercó a esos hombres, y dirigiéndose a ellos, dijo:
—Hola. Por favor, ¿podéis llevarme en vuestra canoa gigante a un lugar donde se pueda vivir en paz? Aquí corro peligro. Ella observó que aquellos hombres la miraban asombrados. A continuación se miraron entre sí y al cabo de unos segundos, uno de ellos tomó la palabra.
—Puedes venir con una condición. Cerca de aquí hay un pequeño templo, y en el templo una piedra preciosa. Tan solo tienes que cogerla. Aquello la puso en alerta, pues le estaban pidiendo algo muy extraño y temió que hubiera una trampa.
—¿Por qué no la cogeis vosotros?
Ahora el texto me parece mucho más pobre que como lo he escrito en principio. Aunque ciertamente podría hacer ver en el futuro lo que tramaban esos hombres, de primeras muestro al lector una situación que parece absurda (o al menos pobremente narrada), al no insinuar de algún modo lo que pasa por la mente de esos hombres.
Hablando de esto fuera de aquí, alguien me ha dicho que esto es una cuestión de modas, que en las novelas del siglo XIX se escribía del modo que yo lo hago (es decir, mezclando POVs en el mismo párrafo), pero hoy día no se hace, ya que la novela está influida por el cine, y en el cine, cada escena se contempla solo desde el punto de vista de un personaje, y solo cambia el punto de vista con cambio de escena. Según esta opinión, cambiar de POV como yo lo hago no sería intrínsecamente mejor ni peor que hacerlo como se hace ahora, sino que es una cuestión de moda.
Mi conclusión: dado que "mezclar" los POVs tiene ventajas, y no hace la narración intrínsecamente más pobre, debería dejar de seguirse la moda de no mezclar los POVs y tener que separar siempre muy delimitadamente el POV de un personaje y el de otro.
¿Qué opinais vosotros?¿Estais de acuerdo?¿O discrepais? Estaré encantado de leer vuestras respuestas.
Lucien se despertó de repente, gritando. Podía sentir como el sudor le bajaba por la frente mientras respiraba frenéticamente. A su lado estaban de pie sus padres, con cara de gran preocupación, cogidos de la mano. Lucien miró a su madre a los ojos, y pudo ver claramente su inquietud. Nunca la había visto con tan mala cara.
-¿Qué ha pasado?-
-Estábamos acostados y de repente has empezado a gritar en sueños, así que nos hemos levantado a ver qué te sucedía-dijo su madre mientras movía nerviosamente las manos.
-¿Te encuentras bien?- preguntó su padre. Aunque tenía un semblante mucho menos preocupado que su madre, el malestar en su voz era más que evidente.
-Creo que si, no os preocupéis y volved a la cama,mañana tenéis que trabajar,y solo ha sido una pesadilla - Dijo Lucien mientras se limpiaba el sudor de la frente con la mano.
-Está bien hijo, pero si necesitas lo que sea ,avisamos,¿vale?-
-Si papá, no te preocupes, de verdad que me encuentro mejor-
Sus padres asintieron, y se fueron del cuarto sin hacer apenas ruido. Lucien, ya más calmado, miró la hora. Eran las 4 de la mañana. Por suerte era lunes, y no tenía clase. Había sido una pesadilla horrible, pero no dejaba de ser eso, solo una pesadilla, así que decidió no darle más importancia. Al final Lucién se durmió de puro cansancio, y esta vez pudo hacerlo en paz. Parecía que la pesadilla le había dado un respiro, de momento.
Comenzó a sonar la alarma del móvil, con ese pitido tan agudo que le daba dolor de cabeza. Lucien miró la hora. Eran las 10:30, así que totalmente desganado se levantó de la cama, y se incorporó. Su cuarto mantenía ese desorden tan característico que tenía.
Tras desayunar, se marchó al gimnasio a pesar de su cansancio. El ejercicio era una de las pasiones de Lucien. Mientras estaba en el gimnasio, se fijó en que una de las chavalas le miraba con atención.No le sorprendió que se fijara en él dado su físico.
De complexión delgada aunque fuerte, media alrededor de un metro setenta y cinco. Su pelo, negro como el carbón, estaba cuidadosamente cortado, y un flequillo le caía por la frente. Sus ojos tan brillantes como dos esmeraldas finamente talladas,junto a una nariz delgada y estilosa, le daban unas facciones bastante bellas.Tenía los labios carnosos y un pequeño bigote, acompañado por barba muy recortada y totalmente perfilada.Esta se extendía por debajo de su cara hasta la altura de la nuez ocupando una pequeña parte del cuello. Con unos hombros anchos y fuertes acompañando a unos brazos bien musculados, Lucien mantenía el equilibrio entre la belleza y la potencia física.
A su vuelta, se duchó y se puso a estudiar, esperando la llegada de sus padres para comer. Cuando la hora se acercaba al fin, preparo la mesa con esmero y cuidado, poniendo cada cosa en su sitio exacto, tal y como a él le gustaba.
Fue entonces cuando noto un ardor en el dorso de ambas manos. Era bastante molesto,y empezaba extenderse lentamente. Lucien notaba cómo le palpitaba, y sentía como la quemazón trazaba unas líneas en sus brazos, pero por mucho que se los mirara, no veía absolutamente nada. Tras pasar un rato, esta fue desapareciendo poco a poco, asi que decidio no darle más importancia.
Sus padres volvieron de trabajar, y los tres se repartieron en la mesa.
-¿Que tal tu mañana hijo, has podido descansar el resto de la noche?-Dijo su madre antes de empezar a atacar a la sopa.
-Bueno, he podido dormir un poco, gracias por preocuparte, por cierto ¿Sabeis algo de los primos? Hablamos de quedar en el próximo fin de semana todos juntos-
-Si que he hablado con tu tía, y hemos decidido comer el sábado en el restaurante chino que está frente a su casa-
Lucien no pudo contener su sonrisa ante la noticia, hacía tiempo que no veía a sus primos. Los tres se habían criado casi como hermanos, y sus tíos eran prácticamente como sus segundos padres. Era una pena que últimamente se hubieran distanciado un poco debido a las obligaciones.
-Bien, hace tiempo que no nos reunimos en familia- Respondió Lucien -¿Y como ha ido el día en el taller?-
-No podemos quejarnos, para como están las cosas en el negocio de la carpintería, no nos va mal. Tu madre nos ha conseguido un par de clientes que quieren hacer grandes obras gracias a su maravillosa simpatía, así que no tendremos problemas de trabajo en un tiempo. Si esque es la secretaria más guapa y apañada del mundo- Dijo su padre con cariño.
Ante su comentario, la madre de Lucien comenzó a reirse mientras se sonrojaba. Entonces su padre se acercó a ella y le dió un beso en la mejilla, mientras que ambos sonreían.
Lucien terminó su comida con rapidez mientras hablaba del taller con sus padres, y tras esto decidió echarse una siesta, para reponer fuerzas. Tras dormir un buen rato y pasar la tarde estudiando y haciendo esquemas, se preparó para la salida nocturna con sus amigos, así que sacó la ropa que tenía pensada ponerse y la llevo al baño. Tras salir de la ducha, miró su reloj y vio que la hora a la que habían quedado se le echaba encima, así que cogió sus cosas y se puso en marcha. Salió a toda prisa por la puerta, sin despedirse siquiera de sus padres.
La noche transcurrió con normalidad, un buen rato con sus amigos y una buena charla acompañada de algunas cervezas, así que ya sobre las dos de la noche Lucien volvió a casa y abrió la puerta con mucho cuidado, para no despertar a nadie. Estaba bastante cansado así que se cambió rápidamente y se metió en la cama, y con una sonrisa en la cara, fue cerrando los ojos poco a poco a medida que el cansancio invadía su cuerpo, y en apenas un instante, cayó rendido ante el dulce abrazo del mundo de los sueños.
Lucien se despertó, podía sentir el frío suelo de piedra en su moflete, helándole la cara. Abrió los ojos lentamente, y puedo ver que estaba tumbado boca abajo, en un lugar muy oscuro. No lo dudo ni un instante, había vuelto de nuevo al sitio de su pesadilla, podía sentirlo claramente, la misma oscuridad tan vacía y el mismo silencio sepulcral. Se puso de pie, y miró hacia la inmensa oscuridad del lugar. Ando un poco, hasta que pudo ver una columna como las que había visto la otra vez y se acercó a ella. Podía sentir el frío subiéndole de los pies al cuerpo, ya que estaba descalzo. Cuando llegó a la columna se sentó y apoyó la espalda en ella. Se revolvió un poco hasta que encontró una postura que le resultaba más o menos cómoda, y allí se quedó, esperando a despertarse de nuevo. Aquella vez no tenía miedo, ya que no había nada que temer. Para él aquello era simplemente un mal rato pasajero, que acabaría cuando se despertara y que no tenía ninguna trascendencia.
Entonces pudo ver dos pequeñas luces rojas a unos metros. Brillaban de manera suave,y eran unos pequeños fuegos ardientes.Estaban a muy poca distancia la una de la otra y parecían dos pequeños ojos en aquella inmensa oscuridad. Le sorprendía lo realista y oscuro que podía ser su subconsciente. Aquellas dos luces se acercaban a él lentamente, y entonces, una voz partió de donde se encontraban.
-¿Acaso no puedes verme, o simplemente eres tan tonto como para no temer lo que no conoces?- dijo una aguda y chirriante voz.
Lucién se sobresaltó ante aquella voz claramente inhumana, la misma que oyó justo antes de acabar la pesadilla la vez anterior. El miedo apareció de repente en la cabeza de Lucien, haciéndole un nudo en la garganta y produciendo que empezara a temblar como si de un flan se tratase.
-¿Quién eres?- dijo Lucien haciendo un gran esfuerzo por hacer brotar las palabras de su boca.
-Iskatar, y a pesar de lo que piensas, no quiero hacerte daño- dijo la voz, mientras las luces se movían trazando círculos a su alrededor desde el cobijo de la vasta oscuridad.
Lucien se quedó atónito, no conocía a ningún Iskatar, y no tenía ni idea de que era aquella voz. Tras unos cuantos segundos en silencio,hizo acopio de valor, y pregunto, aun con la voz temblando.
-¿Y qué quieres de mí? ¿Dónde estamos?¿Qué eres?- Dijo atropelladamente
-Más despacio humano, no puedo entenderte si vas tan rápido-
-Vale,está bien¿Quién o qué eres?-
-Soy algo que no estás preparado para entender aún,lo descubrirás en su momento-
-¿Preparado yo, para qué?-
-Todas tus preguntas tendrán su respuestas, pero debes confiar en mí, al fin y al cabo, llevo mucho buscándote -
-¿Buscándome?- dijo Lucien
-Si, esperando encontrarte cuando llegara el momento-
A estas alturas, todo su miedo había desaparecido ya, cosa que Lucien no podía entender, no tenía sentido, era algo irracional. No sabía que era Iskatar,aparte de un producto de su imaginación, y sin embargo algo en su claramente inhumana voz le resultaba cálido, casi diría familiar, y le hacía confiar en él en cierta medida.
-Tu no estas listo para preguntarme,así que yo te preguntare a ti-
-¿Porque no estoy listo para preguntarte?-
-Eso es una pregunta, humano- dijo aquel ser en tono burlón.
-Está bien Iskatar, pregunta-dijo Lucien refunfuñando.
-¿Cómo te llamas, humano?-
-Me llamo Lucien-
-¿De donde eres?
- De una ciudad llamada Panthea-
-Y dime, Lucien¿Qué es lo que más deseas? -
La pregunta cogió al joven por sorpresa.
-Supongo que ser feliz-Dijo sin mucha determinación.
-Es un poco vago ¿No crees? ¿Quizás algo más concreto?-
Entonces Lucien medito un poco sobre su respuesta, intentando hallar lo que más deseaba.Tras un rato, al fin creyó saber lo que era.
-Quiero hacer algo grande, que deje una huella en el mundo y lo haga un lugar mejor-
-Vaya, un deseo noble a la vez que ambicioso, me gusta-
Tras un pequeño silencio, Iskatar volvió a hablar.
-Quiero saber más cosas de ti, joven Lucien-
-Está bien- Dijo Lucien
Al fin y al cabo, qué daño podía hacer contarle su vida a uno de sus sueños.La conversación con Iskatar se dispersó en varios temas, y poco a poco Lucien fue respondiendo a todas sus preguntas, a medida que le perdía el poco miedo que le quedaba, y la curiosidad crecía. Se sorprendió de cuán creativo podía ser.
Iskatar pregunto a Lucien por los humanos, cómo vivían, cómo se organizaban, y se preocupaba por intentar entenderlo, aunque algunas cosas le resultaban complicadas de entender. A pesar de todo, Lucien sentía que aquel ser ponía un verdadero interés por conocerlo, así que una vez se sintió con algo más de confianza le lanzó una pregunta
-Iskatar, ¿para que quieres saber todo eso?-
-Para entenderte-
-¿Entenderme?-
-Prometí que cuidaría de ti, y para poder hacerlo tengo que conocerte mejor-
-¿Por que prometiste cuidar de mí?
-Esa es una pregunta cuya respuesta no puedo darte aún-
- ¿Y cuando podrás?-
-Pronto, los humanos sois muy impacientes, deberíais aprender algunas cosas de nosotros-
-¿Nosotros, acaso hay más como lo que que seas tú?-
-Muchos como yo, y también muy diferentes-dijo mientras reía-Solo que los humanos no nos veis tal y como somos-
-¿Vivis entre nosotros?-
-Si, ocultos a los ojos humanos, llevamos mucho tiempo en convivencia, aunque yo nunca he vivido entre humanos, pero ya te he dicho demasiado, además la hora de dormir se ha acabado, así que tienes que volver-
-¿Volver a dónde?-
Tras decir esto, Lucien sintió como las fuerzas le abandonaban, y sentía todo su cuerpo muy pesado. Poco a poco fue cerrando los ojos, mientras escuchaba la frase final de Iskatar
-Volveremos a hablar Lucien, eres muy especial-
Lucien terminó de cerrar los ojos, y muy lentamente, volvió a abrirlos, solo que esta vez ya no estaba en aquel lugar oscuro y siniestro hablando con Iskatar, sino que se encontraba en su cama, tumbado, escuchando como la alarma de su móvil pitaba sin parar, indicándole que era la hora de levantarse. Lo único que le resultó extraño a Lucien fue el fuerte picor que tenía en las manos, que lo atacaba de nuevo con bastante intensidad.Y tras aquella extrañas conversaciones, Lucien se levantó y comenzó su día, sin darle más importancia a aquél sueño que a cualquier otro.
Desde aquella noche, Lucien no dejo de soñar con aquel tétrico lugar una y otra vez, y siempre le esperaba allí Iskatar, y se pasaban sueño tras sueño hablando de todo tipo de cosas sobre el mundo, los humanos y la sociedad. Lucien empezó a sentirse cada vez más cómodo en aquel lugar, como si estuviera en su casa, hablando con aquel ser extraño que se escondía en la sombra.
Le resultaba tan misterioso y llamativo que empezó a acostarse con una sonrisa, impaciente por saber de qué hablarían él y aquel ser onírico. Y mientras todas las noches tenía una conversación pendiente, su vida seguía.
En la universidad las cosas marchaban bastante bien, y no había novedades en su grupo de amigos. Los más reseñable es que tenía pensado hacer un viaje con sus padres y sus tíos pronto. Decidió comentarle el tema de sus sueños a estos, y todos parecieron sorprendidos, pero no le dieron más importancia que el mismo.
Todo parecía estar en orden a excepción de sus extraños sueños, y de aquel picor de las manos , que se estaba haciendo cada vez más intenso, y empezaba a extenderse a los antebrazos.
Había pasado algo más de una semana desde la primera vez que habló con Iskatar, y Lucien y él mantuvieron una conversación sobre la organización de la sociedad. Lucien se levantó fresco como una lechuga, con la energía renovada para todo el día, después de una noche de conversación soñada. Se incorporó de la cama, y se fue a la ducha.
Cuando terminó, se marchó de casa en dirección a la universidad.Tras bajarse del autobús, se dirigió hacia ella mientras la miraba. Aquel edificio enorme de metal, de color azul cromado, empezaba a desgastarse por el paso del tiempo. Ya podían verse los primeros desconchones en la pintura del tejado. Era enorme, con cuatro plantas,cada una del tamaño de un campo de fútbol, repletas de aulas. Entró por una de las muchas puertas que había alrededor de todo el edificio, y se dirigió a la segunda planta por las escaleras. Una vez alli, ando por aquel suelo de losas grises hasta llegar al aula.
Entró, y pudo ver a la mayoría de alumnos ya en la clase a pesar de que quedaban aún diez minutos.El aula estaba llena de bancas, donde la gente estaba ya sentada, charlando unos con otros. Con un vistazo rápido localizó a su grupo de amigos de la universidad, que estaban en la segunda fila de la banca. Se acercó y dejó sus cosas en uno de los sitios, para luego saludarlos.
Charlaron durante un rato sobre temas banales, hasta que entró el profesor en clase.Se sentaron en su banca, y se dedicaron a atender. La clase de macroeconomía estaba resultando bastante interesante a Lucien, y la comentaba con su compañero a la vez que ambos tomaban apuntes.
Entonces, empezó a sentir un picor suave en los brazos, otra vez. Al principio lo ignoro, pero poco a poco fue aumentando en intensidad. Llegado un momento, ya no le dejaba concentrarse, así que se levantó sin hacer mucho ruido, y se dirigió al baño más cercano de su clase,mientras se rascaba los brazos.De repente, la intensidad del picor empezó a aumentar muy rápidamente, y Lucien apretó el paso para llegar cuanto antes. Para cuándo entró por la puerta, era tan fuerte que había dejado paso a una sensación de quemazón.
Lucien intentó aliviarla echándose agua en los brazos, pero la quemazón seguía subiendo de intensidad. Entonces lo vio. Sus brazos estaban empezando a mostrar unas sinuosas líneas rojas, que trazaban unas runas, y emitían una luz muy suave. A medida que la quemazón aumentaba más, la potencia de la luz de los dibujos parecía subir también.
Lucien, atónito ante lo que estaba viendo, y siendo asaltado por aquella dolorosa sensación, empezó a llorar, a la vez que pensaba en que le estaba pasando.Sentía como si le estuvieran colocando la piel de sus brazos en un brasero lleno de ascuas al rojo vivo.Cayó de rodillas, y se acercó los brazos a las axilas en una vano intento de mitigar aquel calor de alguna forma. ¡Dios! Parecía que le estuvieran arrancando la piel a tiras.Y de repente, tan espontáneamente como había empezado, las runas de los brazos se fueron apagando hasta desaparecer en cuestión de segundos, y con ellas el dolor.
Lucien se quedó allí,perplejo, sin entender absolutamente nada de lo que le había pasado, y con la sensación de no saber si había sido algo real, o si simplemente se estaría volviendo loco.Tras estar unos minutos frente al espejo del baño, revisándose concienzudamente los brazos, no parecía tener ningún tipo de marca. Tras meditar la decisión un rato, decidió volver a su clase y hacer como si nada hubiera pasado.
A pesar de sus intentos por ignorar lo sucedido,Lucien estuvo distraído toda la clase,sin poder dejar de darle vueltas en su cabeza, y sin saber muy bien qué pensar. Estaba tan preocupado que al sonar el timbre, recogió sus cosas y ni siquiera se despidió de sus amigos, simplemente se marchó con un semblante muy preocupado.
Durante todo aquel día, Lucien consultó en la biblioteca en busca de información que esclareciera algo sobre lo que le había ocurrido, pero su trabajo fue infructuoso, y al final se acostó dándole vueltas a la cabeza. Tardó mucho en dormirse, ya que no podía quitarse de la mente la imagen de las runas en sus brazos. Al final, Lucien se acabó durmiendo, aún con las preocupaciones en mente.
Lucien despertó, y al notar ese frío característico al que ya se había acostumbrado, supo al instante que se encontraba de nuevo en aquel oscuro lugar de sus sueños. Se incorporó y miró a su alrededor, y como no vio a aquellas luces rojas que se hacían llamar Iskatar, se dirigió hacia una de las columnas de la sala y se sentó, con algo de frío, aunque mucho más suave que las primeras veces que estuvo allí.
Tras un rato pensando sobre sus problemas y sobre las runas que había visto, acabó divagando sobre la posibilidad de que sus sueños y sus marcas en los brazos tuvieran algo que ver. Quien sabe, quizás ambas fueran alucinaciones de un mismo problema. Tras un rato largo pensando, las luces rojas aparecieron de nuevo.
-Hola Lucien-
-Hola Iskatar-
-¿De que quieres hablar?-
-Hoy me ha ocurrido algo muy extraño Iskatar-
Acto seguido, empezó a contarle lo sucedido, y a medida que lo hacía, las luces rojas parecían aumentar de intensidad, como mostrando un interés especial.
-Entiendo, Solo tengo una pregunta, Lucien-
-Dime-
-Las marcas que tenías en el brazo, ¿Se parecen a estas?-
A continuación, de las posición de las pequeñas llamas salió una tenue bola de luz. Esta se acercó a Lucien lentamente, trazando un camino sinuoso, hasta quedar frente a él. Lucien se dió cuenta estaba hecha de un fuego de color rojo intenso.Una vez allí, la pequeña esfera ardiente comenzó a ascender paralela a columna de su espalda.Cuando llegó a lo que Lucien calculó que se sería la mitad de esta, su luz comenzó a ganar fuerza,bañando toda la columna con su rojo resplandor , y dejando ver unas formas rúnicas muy similares a las de sus brazos por toda su superficie , aunque estas eran de un color verde oscuro.
-¡Si!¿Sabes algo sobre ellas?-
-Si, pero no puedo contártelo aún.Eres muy especial, y por eso los demás no deben ver las marcas de tus brazos-
-¿Por qué no puedes contarmelo aún Iskatar? Si sabes algo, necesito que me lo cuentes, lo que me está pasando es muy extraño, y los dolores son insoportables-
-No debes preocuparte, a pesar del dolor, el sello no te hace ningún daño-
-¿Sello?-
-Ya he hablado demasiado, debo volver y encontrar el cristal-
-¿Volver a dónde?¿De qué cristal hablas?-
Pero cuándo Lucien formuló estas preguntas, las luces rojas que se hacían llamar Iskatar no respondieron, simplemente se alejaron rápidamente hasta que desaparecieron de su vista en aquel mar de oscuridad.
Lucien medito sobre lo que Iskatar le había dicho, solo en aquel sueño oscuro, esperando volver a la realidad.Tras aquella noche, Lucien siguió soñando con aquel tétrico lugar, solo que Iskatar ya no estaba allí para acompañarle, y sentía que cada vez que volvía,algo oscuro dominaba cada vez más aquel lugar.
El tiempo pasó, y los picores aumentaron de intensidad, aunque no volvió a ver aquellas extrañas marcas sobre su piel. Lucien fue al médico, con la idea de solucionar el problema de una vez, pero tras varios tratamientos diferentes con medicinas y cremas, estos no parecían remitir. Empezaba a estar desesperado, y no sabía qué hacer.
Las semanas seguían pasando, y el problema cada vez iba a peor, hasta el punto que pensaba que se volvería loco. Además los picores empezaban a extenderse a su costado y espalda, lo cual no era para nada una buena señal. Sus padres, muy preocupados, estaban pensando en avisar a algún especialista de gran reputación de la sanidad privada, pero era excesivamente caro.Sus estudios se estaban resintiendo mucho debido a su incapacidad de concentrarse y la falta de sueño, debido a la imposibilidad para dormir bien.
Pasó un mes tras su última conversación con Iskatar, y Lucien, ya acostado en su cama, sufrió otro virulento ataque de picor. Para poder dormir, se tomó los calmantes que el médico le había recetado a la espera de una solución permanente, y debido al efecto somnífero de estos,acabó cayendo rendido.
Lucien se despertó,de nuevo en aquel extraño lugar. Para él era ya tan habitual que ni siquiera se sorprendió, simplemente busco un sitio cómodo y se quedó allí, reflexionando. De repente, empezó a escuchar un sonido distante, de algo arañando la piedra. Poco a poco empezó a sonar cada vez más fuerte, de forma gradual,como si se acercara. Lucien empezó a preocuparse, más que nada porque le daba miedo lo que su desbocada imaginación pudiera crear, pero aun asi, se limitó a quedarse en el sitio.
Tras un rato largo, el sonido parecía estar muy cerca, y a este lo acompañaban otros ruidos: Un andar muy pesado, y algún ruido agudo de vez en cuando, como un chillido animal.
Sin saber muy bien por qué, el ambiente empezaba a parecerle cada vez más oscuro a Lucien, más tétrico de lo habitual. De repente, pudo entrever una sombra enorme a lo lejos, de varios metros de altura, con una silueta muy desdibujada, de algo que parecía apoyarse en varias patas, aunque predominaban las dos delanteras , que parecían ser las que hacían el sonido chirriante de arañar la piedra, y entonces empezó a sentir miedo de verdad.Como si lo percibiera , aquella cosa se encaró hacia él y comenzó a caminar con su patas, de forma algo más acelerada.
Lucien se quedó paralizado, no sabía qué hacer. De repente, algo le agarró del hombro y tiró de él hacia un lado con una gran fuerza,y lo arrastró hacia otra columna cercana.
-No te muevas humano, cierra los ojos e intenta calmarte, esa cosa huele el miedo, y tu apestas a él- Dijo la familiar voz de Iskatar.
Lucien se quedó petrificado,y, haciendo caso a las palabras de Iskatar,cerró los ojos y se concentró en su respiración. Podía oír como esa cosa se acercaba hacia donde se encontraba anteriormente, y arañaba el lugar. Todavía podía sentir la mano de Iskatar agarrándole el hombro.Tras un buen puñado de minutos que se le hicieron eternos,todo quedó en silencio de nuevo. Lucien, ya calmado pensó que fuera lo que fuese esa cosa, ya se habría ido, y entonces empezó a surgirle la curiosidad por ver a Iskatar. Al principio pudo resistirse, pero poco a poco empezó a tentarle cada vez más el echar una ojeada.Tras otro rato decidiendo que hacer, al final se aventuró a intentar descubrir el aspecto de su misterioso compañero.
Lucien abrió los ojos, a la vez que se preparaba para darse la vuelta, y ver por fin a Iskatar, pero en cuanto su vista comenzó a funcionar, pudo ver a la criatura justo donde antes se encontraba él, apenas a unas decenas de metros.
Ahora podía verla con claridad a pesar de la oscuridad. Era de aproximadamente unos cinco metros de alto y estaba hecha de un raro tipo de mineral negro, que tenía una forma algo espinosa en toda su superficie. Aquella criatura estaba dividida en dos partes. La parte trasera recordaba de una araña, solo que esta constaba de un montón de patas, dispuestas a su alrededor. De la parte frontal de aquella estructura, surgía algo parecido a un torso, con la forma redondeada de un tronco, el cual ascendía unos tres metros, dándole algo más de la mitad de su altura a aquel ser. Este torso se encorvaba al llegar al final, y de él surgía una cabeza,que, aunque no tenía ni ojos ni boca, era de donde parecía venir la visión de la criatura, dado la forma de moverse que había visto antes.
Del grueso tronco surgían dos patas a una altura un poco más baja que la cabeza. Estas patas eran algo más largas, y no estaban apoyadas en el suelo, sino que parecían hacer una función similar a la de unos brazos, aunque acababan en una punta muy afilada, como las demás. También surgían unos pinchos del mismo material tanto de la parte de atrás del torso como de la parte trasera de aquel ser. Su forma general recordaba a la de una mantis religiosa, sólo que con el culo de una araña.
Además, el ser inspiraba un miedo sobrenatural en Lucien, y no se refería al miedo que daba aquella cosa debido a su forma y tamaño, sino a un miedo mucho más profundo, un miedo que rezumaba maldad y oscuridad por cada poro de aquel ser,que le envolvía y asfixiaba la mente.
Tan pronto como Lucien lo vió y el miedo se apoderó de él dejándolo paralizado, aquella cosa se percató de su presencia, y tras emitir un grito agudo y ensordecedor, se lanzó a la carrera hacia donde estaban a toda velocidad.Tal era la fuerza de la criatura que cuando pisaba las losas de piedra con su enormes patas, estas se quebraban.
-Maldita sea Lucien, te dije que no miraras-
A la vez que pronunciaba estas palabras, una luz intensa roja empezó a brillar desde su espalda. En apenas unos segundos, aquella cosa había recorrido la distancia que los separaba, y se encontraba ya sobre Lucien e Iskatar. Levantó una de las patas del torso, en dirección a Lucien,y se dispuso a lanzar sobre él un golpe mortal como si de una aguja enorme se tratara. Entonces, la criatura descargó su extremidad sobre él , y este comenzó a gritar, pero el golpe nunca llegó.
Lucien se despertó de repente, sudando por todo el cuerpo. Al despertar, una luz roja llenaba su habitación, y Lucien tardó solo un par de segundos en percatarse de que la luz venía de sus brazos. Aquellas runas estaban de nuevo por toda la piel de estos, esta vez emitiendo una luz mucho más intensa, aunque sin dolor alguno. Y al mirar al frente lo vió.
Frente a él había un pequeño ser, de aproximadamente el tamaño de un águila grande, con forma humanoide, y de color rojo claro. De complexión delgada , tenía dos orejas largas que apuntaban hacia arriba, en paralelo a los dos cuernecillos que le surgían hacia arriba de la frente.Sus manos eran más anchas que las de un humano, y tenían una pequeñas garras que recordaban a las de un oso. Por encima del hombro derecho podía ver el final de una cola, que acababa en una pequeña punta como de flecha. Sus pies también eran más grandes de los de un humano, y se ensanchaban un poco a medida que se alejaban del tobillo, para terminar en unas pequeñas garras, al igual que las manos. En su cara había una nariz alargada hacia fuera, de aproximadamente el tamaño de un dedo humano, y unos ojos ardientes , cuyo pequeño fuego oscilaba suavemente. Aquel diablillo jadeaba tras realizar un gran esfuerzo, dejando ver una hilera de afilados dientes con cada profunda exhalación.
Lucien intento gritar, pero el diablillo le tapó la boca con la mano antes de que pudiera, y lo empujó contra la cama. Lucien intentó patearlo con todas sus fuerzas, pero aquel ser parecía tener una fuerza enorme para su reducido tamaño.
-¡Callate Lucien, vas a despertar a todos, soy Iskatar!- Dijo mientras lo inmovilizaba para que no hiciera ruido.
Efectivamente Lucien reconoció su voz como la misma de aquel ser de sus sueños que se hacía llamar Iskatar, así que tras intentar forcejear con él sin ningún éxito, optó por hacerle caso y dejar de intentar liberarse de su férrea presa.
-¿Te has calmado ya?- preguntó el supuesto Iskatar.
Lucien asintió con la cabeza, y la presa de aquel diablillo aflojó, a la vez que apartaba la mano de su boca. Lucien perplejo, intentó articular palabra, pero estaba tan sorprendido y nervioso que lo único que consiguió hacer fueron unos ruidos torpes.
Iskatar, al percatarse de que Lucien no iba a gritar más, se sentó sobre la cama y respiró aliviado, esperando que este consiguiera decirle algo.Tras unos minutos, Lucien se encontraba mucho más relajado, aunque aún seguía flipando, y pronunció su primera frase:
-¿Que eres, y qué coño está pasando aquí?-
-Yo soy Iskatar, y soy un Nithrani, pero los humanos nos llamáis diablillos.Respecto a la pregunta de qué está pasando, la respuesta es algo más compleja-
Lucien estaba simplemente perplejo, la situación parecía totalmente surrealista, aquello era una locura. Su cabeza pensaba frenéticamente en montones de preguntas que hacer, ¿Qué coño había pasado?, ¿Que era esa cosa enorme de aspecto oscuro?¿Que era Iskatar?¿Cómo podía viajar de sus sueños a la realidad?. Entonces Lucien se dispuso a comenzar aquella tromba de preguntas, cuando Iskatar le interrumpió.
-Maldita sea Lucien, te dije que no miraras, tan difícil era de hacer, ahora lo has complicado todo, debo localizar el cristal , y rápido. No tengo tiempo para explicaciones, debo marcharme. Mientras tanto, no debes hablar de esto a nadie, otros demonios podrían oírlo ¿Entendido?-
-¿Otros demonios?¿Hay más seres como tu?-
-Ahora no tengo tiempo,¿Entiendes que no debes hablar de esto a nadie?-
Lucien asintió con la cabeza de forma enérgica, aun en shock por todo lo que estaba pasando.
-Te prometo que responderé a tus preguntas, ahora debo marchar, y recuerda, nadie debe enterarse, si no pones en peligro a ambos-
-Está bien- dijo Lucien
-Bien, ahora te dormiré, no parece que vayas a pegar ojo en ese estado, mañana durante la tarde busca un sitio apartado, e iré a hablar contigo-
Tras terminar estas palabras, Iskatar pronunció otras totalmente incomprensibles para Lucien, y una de las puntas de sus dedos comenzó a brillar suavemente con una luz roja.Le tocó la frente con él, y este cayó dormido en un profundo sueño.
Tras esto, el diablillo pronunció otras palabras, y un pequeño portal surgió frente a él en el cuarto de Lucien. Iskatar entró en él maldiciendo los acontecimientos, y tras dejar algo en la mesa de Lucien,cruzó el portal,que se cerró tras él.
Lucien se despertó bastante tarde ese día. Cuando se levantó, se desperezó lentamente, y pensó en lo raro que había sido su sueño aquella vez. Tan creativo había sido, que incluso se había despertado de un sueño en su propio sueño. Se rió ante lo enrevesado de la idea. Incluso había tenido imaginación suficiente para añadir el problema de los brazos. Se levantó de la cama con tranquilidad, y fue a coger su móvil. Entonces fue cuando vio la carta sobre la mesa.
Sorprendido, la cogió. Era una carta algo diferente, más oscura y con un tacto más rugoso. Abrió la carta y encontró una nota, con una letra grande y un tanto garabateada. En ella se podía leer de manera clara lo siguiente: Recuerda Lucien, esta tarde busca un sitio apartado, y hablaremos.
Lucien se quedó pálido, todo lo que pasó anoche no era un sueño. Aquel ser de la oscuridad y Iskatar eran algo real, tan real como las runas de sus brazos. Su primer impulso fue ir corriendo a contárselo a sus padres, pero entonces recordó lo que Iskatar le había dicho.
Se sentó en la silla,desolado, pensando sobre qué hacer. ¿Cómo era posible que existiera un ser semejante a Iskatar? Además, dijo que había más como él, y que no debía decirle nada a nadie ¿Por qué? Tantas preguntas sin respuesta. Al final decidió que lo mejor sería esperar a ver qué ocurría esta tarde.
El dia transcurrió con normalidad, aunque este seguía muy preocupado. Su familia le preguntó que si le ocurría algo varias veces, pero él se limitó simplemente a decir que no, y poner una sonrisa, haciendo que no pasaba nada.
A medida que se acercaba la tarde, fue poniéndose más nervioso. A la sensación de no saber nada se le sumó la preocupación sobre los trazos en sus brazos, que parecían tener que ver con lo que fuera que allí estaba sucediendo.
Se dirigió al parque que había junto a su casa. Era enorme, de varios kilómetros cuadrados, donde solía ir con sus amigos de vez en cuando. Desde que eran pequeños, habían jugado en él, y conocía montones de lugares apartados y recovecos donde estar tranquilo.Así pues, iría a uno de aquellos sitios, uno al que solía ir a estar en calma y reflexionar.
Lucien entró en el parque, y puedo ver como el invierno iba dejando paso al otoño, y los árboles empezaban a cambiar de hojas. Se dirigió a aquel apartado lugar. Apenas le llevó quince minutos alcanzarlo, tras subir una colina, y adentrarse en un bosque algo denso.
Se sentó en aquel lugar, lleno de indecisión. Por un lado, sentía que aquello no fuera más que una mala pasada de sus sueños y su subconsciente, algo que al final no tuviera relevancia, y que simplemente quedará como un recuerdo o anécdota curiosos. Sin embargo, otra parte de él sentía que quería entender más sobre aquello, le fascinaba, era algo totalmente desconocido, y eso le gustaba.
Y allí sentado, esperó. Tras unos minutos de su llegada, noto la presencia de algo que se acercaba por su espalda, y se dió la vuelta para ver que era. Y de nuevo, allí estaba Iskatar, en cuclillas, con las manos también apoyadas en el suelo, postura que parecía ser extremadamente cómoda para él.
-Lucien, hay tantas cosas que tengo que contarte que no se ni por dónde empezar-
-Siéntate entonces y hablemos Iskatar- Dijo Lucien
Ya no le tenía miedo, aquella sensación de curiosidad le había invadido completamente, y tantas conversaciones con él habían generado cierta confianza.
-Es la hora de que sepas la verdad de los sellos, y de ti- Dijo Iskatar mientras se sentaba a su lado.
-¿Que sellos?-
-El sello son las marcas que has podido ver en tus brazos. Posees dos sellos, los cuales están separados el uno del otro. Cada sello contiene un gran demonio . Digamos que la conciencia del demonio está contenida en él, y que están ligadas a ti-
-¿Y de dónde han salido?-
-Tu padre te los hizo al nacer-
-¿Mi padre?-
-Tu verdadero padre, pero hablaremos de él más adelante, ahora debes de comprender el sello y lo que significa-
-Entonces cuéntame lo que deba saber-
Hablaron durante horas, e Iskatar le contó todo lo que él sabía sobre ambos sellos. Al parecer estos otorgan un gran poder a su portador,un poder que extraen de los demonios contenidos en ellos. Lucien descubrió que el que parecía ser su verdadero padre era medio humano, medio demonio, al igual que él. Los Aislathar, que es como los llamaban los demonios, surgían del amor entre un humano o un ángel, y un demonio.Al parecer, la parte de demonio hacía que su crecimiento fuera inestable, y por tanto necesitaba ser sellado para poder desarrollarse de manera normal. De no tener sello, la parte demoníaca tomaba el control del cuerpo rápidamente, y sufrían toda clase de mutaciones a la vez que consumia su conciencia, dando lugar a unos seres engéndricos y abominables.
Durante toda su infancia, el sello simplemente había permanecido dormido, conteniendo su parte demoníaca para que pudiera crecer, y al llegar a su edad, había comenzado a despertar. Cada sello constaba a su vez de varias partes, como por ejemplo, las runas que había visto en sus brazos. Sin embargo, el sello contenía un gran poder, y al no estar el cuerpo de Lucien correctamente preparado para él, solo las primeras partes del sello habían podido activarse. Al parecer, si se hubieran activado más partes de la cuenta, se habría freído por dentro. Lucien poseía dos sellos, el ígneo y el sombrío y en cada uno de ellos habitaba una consciencia totalmente diferente de Lucien, y muy diferentes entre sí. Ambos permanecían aislados de su mente de momento, encerrados en el fondo de su subconsciente. Iskatar no sabía qué demonios se encontraban en ellos, así que pudo aportarle poca información sobre este tema.
También le contó que aquellos dolores y manifestaciones del sello no se repetirían más, y que a partir de ahora permanecería invisible a menos que se usará una gran fracción de su poder o que el quisiera mostrarlo voluntariamente una vez hubiera aprendido a controlarlo. Esto le ayudaría a esconderlo a ojos de los demás y de otros demonios.
Para cuando terminaron de hablar, la noche ya se les había echado encima, e Iskatar le dijo que Lucien debía mantener todo esto en secreto, y que siguiera su vida con normalidad de momento. Todas las tardes Lucien volvería a ese lugar, e Iskatar seguiría enseñándole cosas, a la espera de que encontrara el cristal. Muchas cosas quedaron sin resolver, pero al menos sus dolores habían acabado.
Lucien se levantó, y contempló a Iskatar. Al mirarlo a sus ojos llameantes puedo ver una cara de alegría, algo que chocaba con su concepción general de los demonios, siempre representados como seres malignos y sin sentimientos.
Antes de marcharse, le hizo una última pregunta:
-¿Por qué me ayudas? -
-Le prometí a tu padre que te cuidaría una vez te encontrara, y eso he hecho-
-¿Por que no se encargó él mismo de hacerlo?-
-Tu padre murió hace dieciocho años-
-¿Cómo?-
-Es una larga historia, y no me corresponde a mi hablarte de ella-
-¿Y quien me la contará entonces?-
- Andriel, es alguien que conocerás en un futuro cercano, y ahora marchate Lucien, mañana continuaremos hablando, mientras tanto, cuidaré de tí desde la sombras-
Tras pronunciar esta frase, Iskatar abrió un portal y lo cruzó a la vez que soltaba una pequeña risa burlona.Este se desvaneció poco a poco en el aire uno segundos después.
Lucien empezó a pensar en la locura que era todo aquello, y lejos de asustarle, le produjo una extraña sensación de alegría, pensando en la nueva aventura acababa de comenzar.